Pues no, amigos. Nunca, jamás se puede decir que no a un concierto que aúne a 6 bandas de los más variados palos por 12 ridículos euros y a menos de 100 Km de casa. Y además, de esos que sabes que si apoyas le haces un enorme bien a la escena. Este pasado sábado se presentaba como un día aburrido y sin planes, pero todo cambió cuando puse la mirada en este apetecible cartel, formado por bandas emergentes cuyos nombres ya empiezan a resonar con fuerza, cada uno en su rollo y ámbito. Así pues, y tras llegar a un acuerdo con mi colega Kurro, salimos bastante pasada la hora de apertura de puertas, aunque la cosa no pintaba demasiado bien por determinadas circunstancias relativas a la hora (como quedarnos sin gasolina, y tal… jeje), pero finalmente tuvimos la suerte de cara y a partir de aquí, todo fue in crescendo (de ahí el título de esta entrada). Llegamos a la zona de la sala pensando que, como desgraciadamente suele pasar, seríamos cuatro ratas las que íbamos a disfrutar del concierto, pero en la puerta ya se veía bastante movida, lo que dio esperanzas de que no fuera así. Ya cenados, no tardamos mucho en ir a pillarnos la entrada y al entrar en la sala, la alegría fue mayor aun por doble motivo, porque estaba bastante llena (una de las veces que más la he visto así) y porque, al contrario de lo que pensábamos, todavía llegamos a ver aproximadamente la mitad de la actuación de los castellonenses Lèpoka. Pedir más ya fue imposible (de hecho, los horarios iban bastante retrasados) y lamentablemente tuvimos que perdernos la actuación de las dos primeras bandas, Theron y Hadadanza. Aun así y aunque solamente hubiésemos llegado al último grupo, los 12 pavos de entrada habrían salido sobradamente rentables.
Lèpoka, ya en plena movida en mitad de su concierto y con los aires bastante subidos, es una de las bandas que más fuerte está pegando en los últimos años dentro de su estilo, el Folk Metal con letras bromistas, cachondas y alcohólicas. El ambiente estaba bastante caldeado, y la masiva asistencia de peña no hace más que confirmar lo anteriormente dicho, que cada vez cuentan con una legión de seguidores más solida (algo que ya pude comprobar en su concierto en la Sala Moon, junto a Saurom y Opera Magna). Rápidamente fuimos a tomarnos algo a la barra y centrándonos un poco desde allí, nos metimos de lleno en el concierto, casi al mismo nivel que lo estaban los nada menos que siete integrantes del grupo. De hecho, casi no cabían en el escenario, y su música no es precisamente de la de quedarse parado, sino todo lo contrario. Los bailes y saltos que se vivían bajo el escenario contrastaban con lo apretujados que estaban los músicos encima de este, solapándose o incluso chocándose entre ellos entre bailoteos y coñas. Carta a María fue el primer corte que escuchamos, con las omnipresentes flautas y gaitas del multi instrumentista Zarach o el curioso timbre de voz de Dani, que me recuerda a mucho al de Jose de Mago de Oz en la forma de entonar, aunque a nivel escénico está mucho más ’colgado’. No cesaba el buen rollo sobre las tablas, y la coordinación entre ellos era estupenda. A nivel sonoro, destacaba bastante la guitarra de Pópez, sonando muy directa y eléctrica, quien además aporta al grupo una imagen más ‘bruta’. Innegable el apoyo de percusión por parte de Jaume, que sudó tinta (no creo que el aire acondicionado llegara hasta allí), aunque estaba tapado por el resto de componentes y apenas se le veía. Hay que puntualizar que algún componente de la batería petardeaba un poco, y de hecho, me dio la impresión de que el sonido en general fue a peor hasta el fin de la actuación, ya que al principio sí que era sencillo distinguir el bajo de Zaph de la guitarra de Dio, por ejemplo, pero al final todo se volvió un poco emborronado. Pese a todo, siguió el cachondeo y el desenfreno con Beersekers y Goliardos (como auto-denominan a su especie, jeje), dos de sus temas estrella, esta última extraída de su último trabajo, “Bibere Vivere”, de este mismo año. En definitiva, que se empeñaron en liarla y lo consiguieron en toda regla.Teóricamente, Daeria era el grupo al que debíamos llegar, uno de los, en principio, más interesantes para mí de todo el cartel. Unos cuantos añitos han pasado ya desde la primera vez que les vi, y de hecho, ya ni siquiera comparten nombre con aquella versión del grupo, que en aquel entonces se llamaba Doria por el apellido de su vocalista que, evidentemente, ya no forma parte de la banda. Tras algunos rollos legales y demás, llegó el cambio de nombre a Daeria y la continuación de su carrera con un recentísimo disco llamado “Fenix” que venían a presentar para la ocasión desde su Barcelona de origen. Su actuación empezó con el pie izquierdo por varios motivos. Para empezar, su sonido fue una especie de prolongación del anterior, es decir, bastante malo o incluso peor que eso, una masa sonora amorfa y casi indistinguible que empañó lo que debería haber sido un bueno comienzo con temas como la propia Fenix o Cosmos, que en disco me gusta bastante. Lo siguiente fue la inclusión de esas luces tan aparatosas y molestas al fondo del escenario. Alguien debió pensar que fomentarían el espectáculo y aportarían mayor vistosidad al concierto, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que incluso en los primeros compases del concierto, resultaban tremendamente molestas y ofensivas a la vista (tuve que ponerme tras de un tipo mucho más alto que yo para que me tapara la mitad jeje) hasta el punto de no poder mirar fijamente al escenario durante mucho tiempo. Para colmo, el uso del humo fue excesivo, lo que ya fue la gota que colmó el vaso.
La presencia de público se había reducido drásticamente, pero Daeria no dejaban de contar con cierto número de fans que cantaban puño en alto sus temas, casi todos ellos provenientes del citado “Fenix”. Eso sí, que fallaran estos detalles no quiere decir que hicieran una mala actuación, ni mucho menos, ya que su calidad como músicos estuvo fuera de toda duda. Me llamó la atención desde el primer momento la ausencia de Laura Moral, sustituida por el bajista Oscar Cortés por embarazo. El par de escuchas que le he dado a su nuevo disco no son suficientes como para juzgarlo honestamente, pero hubo algunos temas que me gustaron especialmente, como Laberinto, que además está basada en una de mis películas favoritas de todos los tiempos y fue dedicada a esa gran estrella que nos dejó hace casi 3 años: David Bowie. Muy bueno el solo, por cierto, a cargo del guitarrista Eimel Trejo (actualmente también en Ktulu). Y precisamente Solo fue el título del próximo tema en caer, y con este pudimos confirmar que el setlist iba a pertenecer casi por completo a “Fenix”. Antes de quedarnos ciegos con las luces, salimos a echar un cigarrito rápido y vuelta hacia dentro, y que a tiempo, ya que llegamos justos para Pensavientos, a la que añadieron una parte alargada con el prominente bajo de fondo de Oscar acompañado por los coros del respetable. Sin duda, la respuesta del público ante un tema más conocido se hizo de notar. Si hubo algo que me costó de entrar en directo (y no me sucedió tanto en disco) es la voz de Ángel Ortiz, porque carece de la personalidad vocal que tenía Martín y tal vez le falte alguna hora de vuelo sobre escenario, lo que no se puede negar es que el rango de su voz es mayor que el del anterior y puede con todos los temas sobradamente. Se ganó a su público a base de simpatía y esfuerzo, tirando de temas como Reina de Corazones o el trallazo final, una Caperucita Feroz contundente y muy aplaudida, con un grito final que arrasó.
Tras unas últimas (al menos para mí) cervezas, afrontamos lo que podría considerarse como la recta final, no solo por el número de bandas que quedaban, sino por el cambio de tercio tan radical que iban a suponer, pasando de castaño a oscuro en lo que a brutalidad musical se refiere. Y cuidadito, mucha atención porque el grupo que viene a continuación supuso sin duda, la mayor sorpresa de todo el festival, y creo que muchos de nosotros nos quedamos ‘ojipláticos’ al ver cómo toca esta gente. Ya me había cruzado con su nombre en alguna ocasión, pero ni sabía que eran de Benidorm ni que su nivelazo podía llegar hasta esos límites. De hecho, reconozco que en un primer momento tuve dudas y algún que otro prejuicio. No soy amigo de modernidades ni rollos core, y por el aspecto de sus componentes me lo veía venir, pero la música de Nethertale tan solo tiene un pequeño porcentaje de estilos más modernos; el resto es puro Death Metal rabioso, directo a la puta cara, sin las más mínimas concesiones a la melodía: hecho para matar. Así lo reclamaba a gritos su vocalista Jabo, que salió cargado con mucha mala hostia al escenario, dejándose las cervicales a saco desde el minuto 1 en cortes como Demigod o Lords of the Nether, que formarán parte de su inminente obra “Shaded Symphonies”. Dadles una escucha y veréis lo que se nos viene encima con esta gente. Pero sobre el escenario también estuvo la presencia de Pere Girón, su bajista, que absorbió toda mi atención sin poder evitarlo. Ya sabéis que suelo fijarme mucho en este instrumento… y os puedo asegurar que, con varios cientos de conciertos a las espaldas, muy pocas veces he podido ver a alguien tocar el bajo de esa forma. ¡¡Pero qué animal!! Impresionante cómo mueve los dedos (además, puntea con ellos), su rapidez y precisión eran hipnóticas, y a parte, el uso de acordes y su técnica me dejaron pasmao. Pero ojo, que dicho nivel técnico no era exclusivo del bajista, ya que toda la banda, desde la mortal batería de Dani Molina a la pareja de hachas formada por Larx y Antonio rayaban a una altura que hacía tiempo que no veía sobre un escenario.
Con seguridad y aplomo, y gritando desbocado ¡¡Vamos arriba, ostias!! Jabo siguió torciéndose el cuello en Unearth u Omega Shades, mientras la muralla sónica a base de doble bombo frenético o blast beats ocasionales demoledores de Dani Molina le arropaba desde atrás. En conjunto sonaban disciplinados, coordinados y extremadamente precisos, se nota que hay muchísimo trabajo invertido en ensayos y en mejorar la técnica, que sigo diciendo que es el principal valor diferencial del grupo. Cuesta creer que con un solo disco ya cuenten con ese nivel. Psalms of the Vile es otro de los temas que está disponible para escuchar en la red, con un sonido muy pulido que fue, ni más ni menos, lo que pudimos escuchar en la Babel, y es que contaron con el mejor sonido de toda la noche, cosa de agradecer, ya que estas bandas tan técnicas requieren un cuidadoso tratamiento sonoro para poder apreciarlas en toda su magnitud. Por pedir, me hubiese encantado que dieran más protagonismo al bajo de Pere, porque como digo, era de otro puto planeta. La multitud de registros que Jabo dominaba le permitían pasar de gruñidos, a guturales de lo más extremo, pasando por voces más rasgadas o chillonas con los que interpretar otros temas de su próximo disco, como Stillborn Age, Apophis Unleashed o a la hora de recordar los de su primer disco (“Abyssal Throne”) Bake-Kujira y la afilada The Kraken, en la que de hecho se bajó entre la peña a meter empujones como uno más, y que fue la guinda del pastel en una actuación con un ritmo tremendamente intenso, homogéneo e imparable que nos dejó con el cuello echando chispas. Una lección magistral de cómo dar un concierto brutal manteniendo en todo momento ese buen rollo entre los músicos y con el público. De verdad, espero poder volver a ver pronto a estos chicos, porque desde luego merecen llegar muy lejos. Por último, solo me queda agradecerles su ayuda con los temas del setlist.
Ahora sí, llegaba el momento final, la etapa más brutal y oscura de este pequeño festival en la Babel. Los alcoyanos / villenenses V.I.L. saltaban a la palestra, en el que sería un auténtico remolino de destrucción de unos 45 min. Desafortunadamente, muy poca gente se quedó a verles (ellos se lo perdieron), y la sensación de vacío era muy notable mientras probaban y ecualizaban sus instrumentos, ya que tan solo se les escuchaba a ellos. Pero imagino que es una situación a la que las bandas de este género están más acostumbradas, así que ni de coña iban a rendirse. Cuando sonaron los primeros guitarrazos, mi colega y yo nos pusimos en la línea de ataque, para intentar animar el cotarro a base de cabezazos. El bajo de Jorge sonaba, al principio, mucho más fuerte que el resto de instrumentos, pero no tardaron demasiado en solventar el problema, a la par que iban desgranando sin prisa pero con rabia, temas como Nature for sale, Fight in the shadows y más de una de su próximo trabajo, del que aun no se conoce ni nombre ni fecha de salida. Society fue una de ellas, presentadas ‘a lo cerdo’ y tocada aun con más brutalidad. La batería atronaba por toda la sala, y afortunadamente, otro grupo de personas se unió a los que ya estábamos dentro de la sala, con lo que el ambiente se caldeó bastante. Desde luego, unos de los más entregados fueron los integrantes de z, que estuvieron repartiendo cera en primera fila durante todo el show.
Me gustó por encima del resto Pride of the monkeys, un tema que habla de la evolución a su manera, siempre con el sentido del humor tan satírico y cabroncete propio de V.I.L. Boix a las guitarras, que se nota que es un tío muy curtido en esto de los directos hizo los coros vocales a parte de tocar con solvencia solos y riffs, y en alguno de los temas interactuó con la peña, pidiendo apoyo y ruido. Seguían presentando temas del nuevo disco, a los que tal como nos comentaba Juanmi, les han añadido un toque más personal, y la verdad es que todos ellos sonaron cojonudos, con la caña burra por bandera pero quizá con unas estructuras un poco más elaboradas de lo que, por supuesto, sigue siendo una deliciosa mezcla de Death / Grind para caerse de espaldas, 100% contundencia, 100% agresividad. Especialmente al vocalista es a quien más se veía disfrutar, haciendo el cabra con su micro, sonriendo a la peña y viviendo cada tema como si fuera el último con una expresión de satisfacción en su cara y ese punto de encabronamiento para desafiar al público. Lo cierto es que, a base de temas que eran auténticos hachazos, supieron manejar de puta madre la situación, aunque cabe decir que nosotros también pusimos nuestro granito de arena, con algún que otro mosh, y es que quedábamos pocos pero con ganas de tralla. Por último, My Forgiveness fue presentada como el tema insignia de su primer trabajo “Requiem for a Prayer”, y es que además es la que suena en su único videoclip, por lo que el movimiento se multiplicó. A mí incluso me hubiese gustado algún tema más, pero pasadas las 4:30 de la mañana y con una hora y media de retraso, la cosa tocaba a su fin y tocaba volver a casa.
Quiero agradecer a la agencia Green Comet la celebración de este tipo de eventos, ya que sin gente con ese empuje y ganas de arriesgar, el Metal se vería seriamente comprometido. También a mi colega por estar allí mano a mano conmigo a pesar de las adversidades iniciales y, por supuesto, a la sala Babel por el trato y a la confianza que se nos dio en todo momento, siempre es un inmenso placer estar allí y poder disfrutar de una sala tan activa que siempre nos ofrece, finde tras finde, alternativas para no quedarnos en casa pudriéndonos de asco y tan variadas como la del Metal Night Fest.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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