Este pasado sábado marcó ese momento que se da tan solo dos o tres veces al año en mi apretada agenda en la que me gusta, de tanto en tanto, cambiar de rollo y ambiente, aunque sea solo para recordar aquellos locos años de adolescencia, de canutos y conciertos con toda esa gente que prácticamente ya ha desaparecido de la escena y del mapa o por el simple hecho de apoyar la movida en general, venga de donde venga. En la plaza de Villena se celebró, un año más, un festival dedicado al punk y punk rock, llámese Aúpa Lumbreiras, llámese Parental Advisory Explicit Festival, o como fue el caso, Fuck the Censorship Festival, que mantiene el nombre por tercer año consecutivo. Y muchos más que dure ya que este es el reemplazo espiritual, por así decirlo, del tristemente desaparecido (sobre todo, por la forma en que lo hizo…) Aúpa Lumbreiras, pero a mucha menor escala, con solo un día entero de festival y 9 bandas en el cartel, aunque visto lo visto en este 2019, las previsiones de crecer deben ser inminentes por la asistencia de peña que vino desde las cuatro esquinas de la península. Estoy seguro de que el bueno de Marcos Rubio ya ha pensado en algo para seguir alegrándonos la vida, ya que ha sido él quien ha convertido a Villena en la ciudad del Rock casi ya por excelencia de toda España, quitándonos de etiquetas y adjetivos, tanto con el Leyendas, con este Fuck the Censorship, con el Rabolagartija (este sí que me pilla demasiado lejos de onda ya jeje), o con todos los conciertos en general que han pisado la ciudad de su mano, pertenezcan más o menos de mi movida, pero siempre es de agradecer esa lucha por que la mierda de música comercial no se lo acabe comiendo todo.
La cosa es que restaba demasiado tiempo hasta mi próximo concierto de Metal, así que finalmente nos decidimos a ir para calmar un poco el mono y a sabiendas casi al 100% de que nos lo íbamos a pasar en grande (y fue mejor todavía jeje). Gracias al Co·lectiu Mussol el tema del viaje fue especialmente fácil y agradable, ya que tuvieron el enorme detalle de organizar un autobús para toda la peña que quisiese ir al festival… y valga decir que fue un auténtico éxito. ¡Así da gusto joder! Muchas caras nuevas (cosa fundamental siempre) y por supuesto, viejos conocidos nos juntamos para empezar a liarla incluso antes de que arrancara el bus. El viaje con los 30 minutos aprox. que nos separaban de Villena se hizo corto, a pesar de las ganas que teníamos de llegar a la plaza para hacer la típica sentada botellonera de todos los años. Ya un poco turbios, fuimos a buscar un bar para comer (falló la primera opción) y a partir de ahí… lío, música, jaleo, buen rollo, colegas, priva, calor… nada realmente nuevo, pero mucho de todo aquello que nunca dejará de apasionarme.
La cuestión es que en principio, por ser un festival alejado musicalmente de lo que suelo escribir en este blog, no pensaba estar escribiendo estas líneas, pero disfruté tanto y me lo pasé tan jodidamente bien que creo que aunque sean unas impresiones generales, merece la pena contar en pocas líneas como fue aquel día en el que la verdadera acción comenzó alrededor de la 1 de la tarde para terminar pasadas las 3, cuando llegamos a casa destrozados pero aun con el buen karma en el cuerpo.
Volvamos al comienzo de la gran juerga de aquella jornada en Villena. Para nosotros, que omitimos el primer grupo, fue con el gran Manolo Kabezabolo y su banda, Los que no dan pie con bolo. Ídolo de juventud y no tan joven, Manolo siempre ha representado para mí unos valores que todavía sigo aplicando en según qué situaciones de la vida (salvando el tema de las drogas, ojo, jeje), unos ideales que ya quisieran mantener durante tanto tiempo gente que comenzó después que él. A pesar de ser el inicio de la fiesta para mí, la acalorada fue brutal, ya que era la actuación que esperaba con más ganas de todo el festival. Hacía mucho tiempo que no le veía (desde aquel concierto en la difunta Marea Rock, en Alicante, hace un año y pico) y me sorprendió para muy bien. Aunque sin aquella tonadilla de ‘cómeme el miembro’, empezó incendiando con su corrosivo humor mala leche con La rebelión y la Tuna Punk, a la que siguieron una buena retahíla de clásicos como Otro pirulo, El aborto de la gallina, Visita a un bar nazi, Harto, Vota idiota, Sid Vicious song, Resina, agua y ajo, Militares Subnormales entre muchas otras, o algunas de sus más descacharrantes versiones que ya forman parte del cancionero punk popular, como el Spiz Amarillo (fuertemente censurada en su día) o Véndemelo (cover del Breaking the Law the los Judas Priest). Manolo se lo tomó todo con mucho humor, incluso ante los pequeños fallos, estuvo sonriente, simpático y hasta ligeramente histriónico y sobrio al contrario de lo que suele ser su naturaleza, acompañado por una banda que interpretó todos los temas sin problema. El maño cogía ahora su vieja guitarra para uno de los mejores momentos del concierto, en No me emborratxo más (ya empezábamos con el aluvión de recuerdos y sensaciones…), y también para la romántica Kanción de Amor. Casi sin darnos cuenta, llegó la ración de Propaganda MKB con la versión de Cicatriz que el cantautor punk ya casi ha hecho suya con el paso de los años, pero extrañamente aun cayó algún que otro tema. Sesenta minutos no fue mucho tiempo, pero al estilo Manolo, eso son muchos, muchos temas. Eso sí, creo que en las más de 15 veces que le habré visto, este fue el primer concierto en el que no sonó Solo una vez, su tema favorito.
Si hay un grupo que destacó por su estilo, por su visión más rockera y urbana del punk de entre la hornada de bandas que dio la movida del Rock radical vasco, ese fue Parabellum, que comenzaron su andadora allá por mediados de los 80, siempre machacando y gritando contra el sistema. Respecto al cartel de este Fuck the Censorship, creo que era el caramelito mejor guardado, una banda cuyas actuaciones ya se pueden contar con los dedos de una mano, con muchas idas y vueltas en su carrera, y esta vez sin el fallecido Juan Carlos Lera, a quien dedicaron más de un tema durante el show. Cinco discos de estudio que les sirvieron para escoger lo más representativo de cada uno de ellos (temas que casi ya ni recordaba de aquel “Bronka en el Bar” o el “No hay opción” (que aun debo de tener por ahí grabados en K7). Un sonido bastante potable desde el centro de la plaza que sin embargo se transformaba en algo casi inaudible si uno se piraba a las gradas. Y esto sucedió en casi todas y cada una de las actuaciones. Nadie, quizá salvo Soziedad Alkoholika (para variar) logró sonar uniforme y potente al mismo tiempo y escuchados desde cualquier ángulo. Era complicado escuchar la voz de Josu (que fue uno de los principales comunicadores), o los gritos con claridad de Lino al bajo, y algunos temas costaban de reconocer desde esa altura. Sin embargo, atrajeron a un montón de peña (no esperaba menos, la verdad) y creo que todos salimos bastante satisfechos, pese a que nosotros no vimos su actuación entera, pero sí trallazos como Mira ¿Ke No Lo Ves? o Imagina, presentando a todos los músicos y culminando su tiempo con una versión del Un día en Texas de los míticos Parálisis Permanente.
Pero si había una hora marcada en el horario como ‘fiesta absoluta’ esa era (y siempre fue) la de Porretas. Los ya más que veteranos rockeros de Hortaleza no podían faltar en este cartel en particular, que reunía a los mejores grupos del rollo que han aparecido en los últimos 20 / 25 años, teniendo en su vertiente más rockanrolera y festiva a estos Porretas. Como una declaración de intenciones de basar el setlist en sus mejores y añejos clásicos, la llave de apertura fue la infalible Si nos dejáis, tema de apuesta segura, a la que sucedieron otros de similar calibre como Si los curas comieran, Joder qué cruz o, por supuesto, La del furbol con la que pusieron a todo el público a saltar casi hasta tocar la cúpula. Y es que cuando ‘el Pajarillo’ y compañía empiezan a liarla, no hay quien les pare. Tendrán algunos conciertos más afortunados que otros, pero su inclinación al desparrame y a la fiesta gratuita es algo que nadie puede negar. El cachondo del Bode picaba y el Pajarillo rascaba, se iban turnando a la hora de ‘calentar’ al público. Como músicos, no fue el mejor concierto que he visto de ellos, hubo algunos fallitos que sin embargo no emborronaron para nada clásicos como Marihuana, a ritmo de su particular reggae, Última Generación y por supuesto, Si lo sé me meo, que comenzaron con un ritmo distinto al habitual, al tiempo que el bajista la cantaba. Diversión que se fue acrecentando en tono de protesta con Jodido futuro, una canción que por desgracia sigue siendo tan vigente ahora como hace 20 años, cuando fue compuesta. Momento tremendamente emotivo, dedicado a Robe, fundador, cantante y guitarrista que, recordemos, falleció hace ya casi 8 años. ¿Sabéis cuando ya casi has olvidado un tema por dejar de escucharlo y de repente viene todo de golpe en forma de sensaciones cantidad de intensas? Pues eso me sucedió con …Y aun arde Madrid, uno de los mejores temas de aquel “Hortaleza” del 2002 que tantísimos recuerdos me trae. Para que la tristeza no se adueñara del recinto, volvieron a la carga con su mejor cara y este temazo llamado simplemente Porretas que volvió a llenar de manos alzadas el horizonte de la plaza, despidiéndose incomprensiblemente sin tocar la que para mí es una de sus canciones más imprescindibles, El abuelo fue picaor, pero a pesar de todo, de esos descuidos antes nombrados, se despidieron habiendo triunfado con un gran setlist, que incluso contó con una cañera versión del Resistiré del Dúo Dinámico.
Para Def Con Dos nos tomamos un descansito para salir a tomar un bocata, un par de cubatas y salir un poco del recargado ambiente de la plaza, aunque no tardamos en volver pocos minutos después, y un poco más ‘torraos’ si cabe jejeje. De todo el cartel, posiblemente son a los que más he perdido la pista con el paso de los años, pero aun así, esto no restaba aliciente a poder disfrutar de sus hirientes y desternillantes letras en directo, en forma de su siempre característico rap con toques punk i algo de core. Llegamos ya un poco tarde, pero con tal fortuna de que justo arrancaba Muertos del Rock, una de las que no quería perderme, de las más cañeras, seguida al poco por Sigo siendo heterosexual de su cuarto trabajo, un disco al que por cierto dieron más cancha de la que imaginaba, sonando también otras como la propia Armas pa’l pueblo. Aunque ya habían caído algunas como El coche no (según me dijo mi colega), aun quedaba un buen trozo de concierto que pensábamos disfrutar desde las gradas, eso sí, partiéndonos el cuello agarrados a la verja de allí, nada de quedarse sentados. Siempre comprometidos especialmente con el tema de la violencia de género, saltaron de su setlist con la misma rabia de siempre Ellas denunciaron y AMV, que subieron varios grados la temperatura. Se me hace raro ver a la banda con esta formación actual (también hacía muchos años que no les veía, con lo que es comprensible), sin Peon Kurtz ni Juanito Sangre, pero a pesar de los malos rollos que la banda dejó atrás, siguen repartiendo vara en los escenarios. Personalmente me encantó la elección de El día de la bestia (joder, como disfruté cantándola jeje) y por supuesto, Ultramemia, del que siempre fue mi disco favorito del grupo, junto a otras posteriores como Demasiado humano. Destacar la siempre vistosa y eficiente labor de J. Al Ándalus, bajista fuera de serie y único componente original junto a Cesar Strawberry que queda en la banda. Curiosamente, en todos los conciertos de aquel día me quedé especialmente con ganas de algunos temas que siempre suelen tocar, y en esta ocasión fue Alzheimer.
Hasta ahora la cosa había estado muy bien, con un gran ambiente y buena asistencia en todos los grupos, que cada uno con su rollo, dieron el callo con actuaciones dignas de aplauso. Pero desde luego, si había una actuación esperada para mí en este Fuck, esa era la de los Koma, recientemente recompuestos y a quienes ya pudimos ver repartiendo mantecaza el pasado 1 de Diciembre en la sala Moon de Valencia, donde con el garito a reventar, se pasaron de las dos horas de concierto. Obviamente, en esta ocasión no iba a ser lo mismo sobre todo por el poco margen de actuación que tenían. 70 minutos se iban a quedar muy cortos, eso ya se sabía, y más con la energía que demostraron Brigi y compañía en los primeros temas, como Los niños de Lapos Guerra, Tío Sam o Protestantes. Con tan solo unos minutos, pusieron la plaza en llamas, la gente tenía muchas ganas de caña y Koma era la opción más segura para este fin. Vimos también a un Natxo Zabala muy entregado, haciendo un papelón espectacular en los solos y en riffs tan guapos como la citada Tío Sam o una de las que más me encabronó, Vaya carrera que llevas chaval. Ya la esperaba desde que la tocaron en Valencia, y esperaba que no fuese una de las suprimidas… y finalmente acabó marcando uno de los mejores momentos de toda la velada. Lamentablemente por causas de tiempo omitieron la parte acústica (me quedé sin mi Deprimido singular… snif…) pero creo que condensaron sus mejores temas en un setlist muy express pero más que intenso, que nos permitió disfrutar a toda hostia y con headbanging a muerte de Caer, Imagínatelos cagando o por supuesto, ese huracán de tema llamado El Pobre, en la que la cosa se lió hasta límites insospechados, empujones y hostias por doquier y desenfreno sin límite. Su Sakeo (que desde hace unas semanas ha cobrado nuevo significado para mí jeje) o la divertida El sonajero formaron una recta final de lo más variado, que desembocaría en un medley de medios temas que incluyó los más sonados y tralleros de toda su carrera, como El marqués de txorrapelada, Mi jefe, Aquí huele como que han fumao o El infarto (que personalmente siempre me encanta dedicar a todos esos putos gilipollas que se pegan la vida entera currando 12 horas al día en una sucia y pútrida fábrica)… pero sooooo!!! Todavía faltaba la estrella del desmadre, la llave de la locura máxima… de pronto, nos vimos todos alzando el puño con esa humorística pero también reivindicativa a su manera Bienvenidos a degüelto. Faltaron muchas, pero con esta podía uno apostar sobre seguro.
Vaya desintegración mental y física… con tanto alcohol, tanto calor y tanta locura en Koma, estaba para el arrastre. Nos fuimos escasos minutos a pillar algo de la barra y sentarnos. Y rapidito, porque no quería perderme ni un segundo de los Soziedad Alkoholika. Por suerte, quedaron lejos aquellos años en los que de repente se convirtió en un grupo más difícil de ver. Últimamente les he visto muchas veces (tantas incluso como en mis primeros años de conciertos jeje) y doy fe absoluta de que no solo siguen siendo una jodida apisonadora que aplasta todo lo que pilla, sino que de hecho, han ganado en potencia y agresividad sobre el escenario, algo de lo que muy pocas bandas se pueden enorgullecer cuando tienes una carrera de 30 años a tus espaldas (se dice pronto). Y lo mejor de todo es que encajan tanto en un festival de punk/rock como este, como en uno de Metal como pueda ser el Leyendas o el Rock Fest Barcelona. Porque saben transmitir un mensaje directo al cerebro, lleno de verdades como puños, siempre políticamente y religiosamente incorrectos, y al mismo tiempo hacerlo de la forma más contundente posible. Con Alienado empezó la ametralladora de temas a soltar munición, primero algunas más actuales como Causas podridas (más metalera) y poco a poco adentrándose en sus clásicos. Tiempos Oscuros, que ya se ha convertido en toda una habitual, dio paso a un canto al derecho por la autodeterminación de los pueblos que siempre se tiene que cantar con rabia y fuerza, como Palomas y buitres. Juan estuvo especialmente bestia aquella noche. A parte de los saltos y los ademanes, se comportó como un animal en el escenario y con una voz, como siempre, impecable, resistente y atronadora. Lo dicho, S.A. es cada vez más un espectáculo. Pocas sorpresas en el setlist, salvo quizá Estado enfermo, del “Ratas”, aunque ya llevan una temporada tocándola. No faltó la violencia sonora de parte de la propia Ratas o S.H.A.K.T.A.L.E. (Vomitaré en tu cara) (de nuevo, otra gran verdad directa al cuello). Nos estábamos dejando al voz y el cuello con ellos, y se respiraba un gran ambiente entre el público. Cada dos por tres, me cogía del cuello de alguien y cantábamos un trozo juntos, y así repitiendo con varias personas. Mucho colegueo y entendimiento como hacía tiempo que no veía. Automarginao marcó el comienzo de la avalancha final, que nos dio grandes momentos con La aventura del saber, Peces mutantes, Cuando nada vale nada o la bailona Pauso Bat, para terminar metiendo el dedo en la llaga, como es habitual, con Nos vimos en Berlín, un cañonazo que nos dejó a todos hechos tabaco.
A estas alturas el pelotazo era monumental y el concierto de Soziedad Alkoholika había subido aun más los humos. Reincidentes también era una opción muy interesante. Ya no se dejan ver tanto como en aquellos festivales de la época, que los teníamos hasta en la sopa. Aunque como suele pasar, todo dependía del setlist que fuesen a tocar, ya que no le hago ascos a ningún disco anterior al “¿Y ahora qué?” o incluso al “Cosas de este mundo”, pero a partir de aquí dejaron de interesarme, aunque por supuesto hablo desde lo personal. El último concierto que vi de ellos, hará algo más de un año en Barcelona, fue para echarse a llorar, aunque es justo decir que no fue su culpa. Pero no cabe duda de que lo que iba a ver a continuación fue como una especie de redención con ellos. Desde nuestro sitio en las gradas, tranquilamente tomando unos cubatas, vimos caer los primeros temas. Rip Rap fue un soplido de ánimo para todos, con esa parte final tan rápida y motivadora, Latinoamérica no estuvo nada mal, y La Rabia para mí fue una de las sorpresas del setlist, ya que hacía mucho tiempo que no la escuchaba en vivo. La voz de Fernando sonaba francamente aguerrida, con una fuerza que parece haber recuperado de sus primeros tiempos, aunque para mí dentro de su estilo siempre ha estado infravalorado como cantante. Prueba de ello es el magnífico trabajo que hizo con ¡Ay Dolores!, también Finito de Badajoz (aunque le eché de menos ‘no cantando’ El cuento del alfajor). Corre, muy guapa también, y un gran hit de todos los tiempos como Grana y Oro, cantada en el sitio y el momento más adecuados. Muchos temas del “¡Te lo dije!” Y del “Nunca es tarde… si la dicha es buena” convirtieron aquel bolo en una fiesta para todos los que somos de la vieja escuela y hemos escuchado una y otra vez todos estos temazos en nuestra casa con un cassette a toda hostia. Pero ya casi en la parte final, llego algo que ya había perdido la esperanza de ver en ningún concierto, tras casi media vida y muchísimas ocasiones. Y esa es ni más ni menos que mi canción favorita de Reincidentes… ¡Dos Colegas! Nunca antes la había visto en directo y fue casi como un sueño para mí, os juro que cuando empezaron a sonar las primeras notas casi me vuelvo loco, y la grité hasta que se me salieron las amígdalas de cuajo. ¡Vaya subidón de adrenalina! El mejor momento musical de todo el festival, qué gozada señores. A partir de aquí todo me sonó a gloria, tanto la imprescindible Vicio, también Aprendiendo a luchar y la fiestera Cucaracha blanca, terminando el concierto con mi colega Kurro colgado del cuello y saltando sin parar ambos en Jartos de Aguantar (“Sol y rabia” también tuvo su lugar destacado en el setlist), que me dejó un sabor muy dulce y casi nostálgico.
No sé por qué motivo dejaron a Los Benito en último lugar, aunque por la parte que les toca me alegro de que se quedara muchísima gente a verles. A mí nunca me gustaron, ni siquiera en la época en que también me tiraba este rollo. De hecho, la hora que tuvieron para tocar se me hizo bastante larga y los temas muy repetitivos, pero es algo normal cuando no conoces a una banda y no te mola su estilo. Aprovecho para mandar un saludo a Sergio y a su chica Mayi (ambos de la banda Knibal) que nos amenizaron la espera hasta el ‘despegue’ del autobús de vuelta al pueblo.
Tan satisfechos de aquel gran día como agotados por tantas horas seguidas de traca, alcohol y gritos (pero sobre todo y ante todo, de disfrute de la música), ocupamos nuestro asiento, aunque los ánimos de la peña no habían disminuido, y continuamos a ver quien la soltaba más gorda. Nombrar a todos y cada uno de los que compartimos aquel viaje / festival sería demasiado, e injusto si me dejara a alguien fuera, pero en mayor o menor medida creo que entre todos hicimos más grande aun aquel festival.
Nunca está de más, aunque sea muy de vez en cuando, salirse de los esquemas habituales para disfrutar de carteles como este, que al mismo tiempo que son una nostálgica mirada hacia atrás (este cartel de hecho, podría haber existido hace 20 años sin cambiar ni un ápice), también son una oportunidad para comprobar quien sigue en el rollo, quien sigue activo peleando y quien ha caído. También quisiera recalcar (si no lo digo, reviento) el curioso hecho de que me encontré entre la peña con gentuza PPera, racista y fascistoides de tres al cuarto que, francamente, no sé qué cojones pintan en un festival que reivindica ideologías como la desaparición de las leyes actuales, la igualdad, la humanidad, el no al racismo y al fascismo, la caída de la monarquía o el anti-militarismo. No se puede entender ni consentir tanta hipocresía. Así que espero que a la próxima os vayáis a la puta mierda con vuestra ideología que no es bien recibida aquí.
Ya solo queda gritar, por supuesto, bien fuerte el lema principal de este festival.
¡QUÉ SE JODA LA CENSURA!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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