domingo, 24 de febrero de 2019

Lookin' for problems on the thursday night (Bai Bang + Jolly Joker, Jueves 21/02/19, Sala La Burbuja, Castelló de la plana)

Mientras escribo estas primeras líneas tan solo unas horas después de la gran orgía de Rock’n’Roll que vivimos (aunque tan solo unos pocos, desgraciadamente) anoche en Castelló, aun hierven los recuerdos en mi cabeza. Y es que lo mejor de un concierto no solamente es el propio show, sino el evento, las compañías, las imágenes y sobre todo, los recuerdos, que eso sí que quedan eternamente guardados, y no me refiero a en forma de fotos o videos (que al fin y al cabo, luego apenas se vuelven a ver) sino en la memoria. Lo de anoche fue muy grande, aunque me tuviera que desplazar unas cinco horas en coche (2,5 para ir y otras tantas para volver) para “solo” 3 horas de concierto aproximadamente, desde mi pueblo a la tranquila ciudad de Castelló de la plana. Y es que me encantan este tipo de locuras, en las que con tan solo unos días de antelación me entero de un concierto, sea donde sea, y se me va la pinza y automáticamente me desafío a mí mismo en plan “no hay huevos”, y tardo poco en hacerme la idea. Para otra cosa no sería tan tajante, pero para un buen concierto, tan apetitoso y atractivo como el de anoche, para mí es pan comido. De hecho, más de una persona me dijo anoche: qué cojones tienes, venir desde tan lejos sin nadie que te acompañe para ver un concierto. Sí, lo cierto es que es una idea bastante destartalada, pero yo no lo veo tan raro. Si te mola un bolo, vas y punto. Si no se quiere venir nadie, vas solo y punto. Y si al día siguiente curras, pasas sueño y punto. Ya podría salir muy mal la cosa para no disfrutarlo, y al final siempre sudas la camiseta y haces algún que otro colega.

Lo de anoche fue algo espectacular sin duda, irresistible. La idea de ver a los míticos Bai Bang con un acompañamiento tan lujoso como Jolly Joker era algo casi inevitable, un cartel de oro que no se repetía (creo) en ninguna otra de las fechas que los suecos tenían en nuestro país. Y el sábado ya tenía más del doble de camino hasta Zaragoza y además sin los Joker, que eran un aliciente tan importante para mí como los Bai Bang, así que la decisión estaba clarísima. Hambriento de Rock’n’Roll, me subí al coche cuando dieron las 6 de la tarde, cigarrillo en mano para templar los nervios, y me eché las dos horas y media que me separaban de Castellón en un santiamén, pensando solo en la llegada y en el comienzo del show. Encontré sin problemas la sala La Burbuja, muy bien ubicada en un polígono, aunque no vi ningún bar cerca, así que esperé tranquilamente cenando, ya que llegué con bastante antelación.

En cuanto abrieron las puertas, a las 21:00, acudí rápidamente a la taquilla para pillar mi entrada, aunque desde luego el miedo a que se agotaran había desaparecido desde el momento en que, durante la media hora que estuve esperando, no vino ni un solo coche a aparcar por la zona. Esto me preocupó en el sentido inverso, en el de que el concierto fuese un fracaso a nivel de asistencia, y tristemente aquí sí que acerté. No había más de 35 / 40 personas cuando me estaba tomando un cubata en la barra, conversando con un colega que hice, Iván, a quien mando saludos desde aquí. Algo casi perturbador teniendo en cuenta la calidad de ambas bandas y el precio de la entrada, 15 cochinos euros que los saca uno de donde sea en un momento… Desde luego, o en Castellón escasea mucho el público Heavy, o fue debido a la escasa promoción o a ser jueves, porque de otra forma no lo puedo entender.

Sea como fuere, mientras sonaba esa divertida intro que siempre precede a sus conciertos, servidor ya estaba en primera fila para ver, una vez más, a los valencianos arrasar un escenario, y no será la última porque lo suyo ya es imparable. Desde luego, quien no entienda que Jolly Joker es hoy por hoy la mejor banda de Hard Rock que tenemos en este país, que se dedique a la cría del mejillón, porque no tiene ni puta idea de qué va esta movida. Y quien no les haya visto, ya está tardando para comprobarlo en sus propias carnes. Y este pasado jueves dieron el mejor de los argumentos para respaldar esta afirmación. El pelotazo I Am Rock N Roll fue el primero de la noche, con un Alex a la batería ya desmelenándose en los primeros golpes, y toda la banda al completo con muchas ganas, mucho empuje como es habitual. Les haría falta trabajárselo especialmente aquella noche para saber llegar a una audiencia todavía muy parada, incluso sonando temazos como Sidewalks o Hey you, con un Lane híper entregado, dando patadas al aire y sobre todo, cantando a las mil maravillas. Si en el concierto de Orihuela me pareció verle más flojo en este sentido, aquí en Castellón, literalmente, se salió, tanto a nivel vocal como (aunque esto va de serie) a nivel escénico, dando el espectáculo y el do de pecho en el sentido estricto de ambas expresiones. El sonido era muy bueno, pero especialmente destacable al principio el bajo de Luke, absolutamente compacto y fantástico, y así es precisamente como se puede apreciar el gran trabajo de este músico y el color extra que le da a algunas melodías, como la de Perfect Life. Llegó a continuación una de mis favoritas, que sin ser Hard Rock en el sentido más ortodoxo, es una puta fiesta del tamaño de un barco, vacilona, burlona, con una letra desternillante y una electricidad inherente que cautiva desde la primera escucha, y lo más importante… en directo funciona de una forma increíble, sonando incluso más macarra que en el “Here come… the Jokers!” a donde pertenece. Se podía apreciar a cada instante, en cada movimiento, la gran complicidad que existe entre los músicos, cuando Lane se encaraba con Luke, o cuando se agarraba a Yannick, se respira el buen rollo personal, y absolutamente todos los temas tienen una personalidad desbordante que transmite ese buen rollo a la gente. De su último y recentísimo tercer trabajo “Never say forever” tuvimos una buena sesión bien repartida, tanto para aquellos que ya nos lo hemos empapado bien como para aquellos que aun no lo han escuchado, y a parte de la ya mencionada I Am Rock N Roll, Nasty Habits fue la siguiente en caer, manteniendo ese tono vacilón total y con ese punto cabroncete marca de la casa. La voz del cantante ha encontrado en las tesituras de los temas que forman este redondo el nivel perfecto para estar cómodo, aunque desde luego, si se le tiene que ir la pinza en los bestiales gritos de Fuck it all, ¡por él que no quede! Y es que vaya jodida pieza maestra de tema, cañera, salvaje, insolente y una vez más, 100% de directo, mejor interpretada que cualquier concierto anterior suyo que haya visto. ¡¡Pero que putos cracks!! Y todavía quedaba mucha noche por delante, porque God’s kidding supuso, para mí, el momento estelar de Yannick a la guitarra, y es que ese feeling no se aprende, sencillamente se nace con él, y cuando le ves interpretar solos como el de este tema… joder, transmite toneladas de sentimiento, girando, levantando el mástil, y además no falla una. Es rápido, es espectacular y domina a saco los pedales, con muchos momentos de wah wah y otros mucho más eléctricos. Para darle de comer aparte.

Tras este pequeño descenso del ritmo (en cuanto a velocidad, nada más) del concierto, con Set my soul on fire volvió el incesante headbanging y cuernos en alto de aquellos pocos que estábamos en las primeras filas, dejando atrás a los más tímidos que tampoco hicieron gran esfuerzo por animar el cotarro. Menos mal que Yannick, Lane, Luke y Alex pusieron un extra de carne en el asador y terminaron conquistando a toda la sala, pidiendo gritos, levantando silbidos y provocando grandes aplausos como solo ellos se merecen. Volvió al escenario, con Sucker, la macarrería ochentera, esa heredada en gran parte de bandas como L.A. Guns, Motley Crue, Ratt, Kix, los primeros Leppard… y un largo etcétera pero siempre poniendo un ingrediente personal e irresistible. Estaba ya sudando la gota gorda y no me cansaba, nunca me canso de escucharles ni de verles en directo. El rollo que tienen es de otra galaxia. Hay otras bandas de Hard Rock muy buenas en este país, pero para mí, ninguna como ellos. Ninguna ha sabido implementar en los temas tanta fuerza y energía. Lo demostraron una y otra vez con Stay Behind (también de su último trabajo, y con Lane cogiendo las sonajas), acelerándola hacia el final hasta la locura, concretamente la del vocalista, que se puso hecho un terremoto pisoteando las tablas. Cuando el vocalista nos dijo que se había pasado dos días en la cama con un gripazo del 15 me sorprendí, ya que por el nivel vocal y escénico que demostró aquella noche, nadie podría haberlo adivinado. Artillería pesada para el final, cada una extraída de un disco. Tras unos mamporrazos por parte de Alex (como se sale este chaval, la ostia…), comenzó Yannick con ese solo tan sentido de Believe, el single de su “Never say forever” que por lo que se vio, muchos ya conocían. Después llegó, inevitablemente y por suerte, Dressed to kill, un tema con tal carga de energía y rabiosa electricidad y rock’n’roll que me pone la carne de gallina especialmente en directo, de nuevo con Yannick retorciéndose, Lane en plan gamberro lanzando golpes al aire, Luke bien despatarrado y agitando la melena, y Alex, que en directo muestra una actitud y aptitud digna de ver. Ya he dicho muchas veces lo perro que me pone este tema, pero es que además, y seguidamente, llegó Rockin’ in Stereo de su segundo álbum, otra gran fiesta hecha canción que seguramente fue la gran triunfadora de su concierto en cuanto a respuesta por parte del público. Si llegan a tocar 5 temas más, me derrito literalmente en sudor. Pero aun quedaba una última sorpresa para culminar aquel impecable show, y no era otra que el Youth gone wild de los Skid Row, de quienes también es deudor su sonido, irreverente y pesada, y en la que, para variar, Lazy se lució todo lo que quiso y más.

Ahora ante la pregunta, ¿valió la pena hacerse las 5 horas de coche? no me cabía ya ninguna duda. Un rotundo SI desde el primer tema de los valencianos, que volvieron a dejar el pabellón muy alto pese a la mojigatería general del público. ¡Pero ya veréis cuando llenen estadios, ya! Lástima que no estemos en los 80 y que muy pocos sepamos apreciar a las bandas grandes de verdad, con calidad, de este país, porque sino la idea no sería nada descabellada. Y aun así, sigue sin serlo.

Pero que esto no suene a despedida, porque quedaba todavía la segunda parte de la fiesta. Parecía ya que el pescado estaba vendido, y poca o ninguna gente más se iba a sumar a aquel sarao, cosa que me parece un enorme menosprecio ante la calidad que atesoraron los dos grupos. En este caso, Bai Bang, las leyendas suecas del Hard Rock (y tremendamente influyentes en la nueva ola de Hard Rock sueco) hicieron su aparición de forma mucho más sobria, tan solo con un telón de fondo, que contrastaba con la gran presentación que nos habían dado los Jokers, con dos paneles laterales incluidos. Tan punto el vocalista subió al escenario, tras levantarse el telón, comenzó a sonar Everybody Everywhere, una de mis favoritas del grupo (me sorprendió que la utilizaran para abrir, de hecho) y la banda me pareció un tanto descolocada al principio, puede que por la paupérrima asistencia o por algún problemilla de sonido, aunque el concierto sonó tan bien como el anterior. Les costó mostrarse cómodos, y estuvieron poco comunicativos al principio, dedicándose a tocar cortes como Gonna make it y Smoking Hot sin apenas levantar la vista de sus instrumentos, de puta madre, eso sí, pero poco a poco la situación fue cambiando, ya que los cuatro o cinco que aguantamos en primera fila toda la noche nos fuimos poniendo al nivel, y el vocalista Diddi Kastenholt se fue animando y poniendo más fraterno (y me da a mí que no solamente por la alegría de estar allí… jeje), presentando los temas con mucho cariño (pese a que nadie parecía entenderle) y dedicándonos su mejor sonrisa, pese a que todavía seguía algo acartonado en el escenario, al contrario que el guitarrista Filip Vilhelmsson, que fue un auténtico torbellino durante todo el concierto, desde el primer segundo, con saltos, tocando con contundencia y mucho ánimo. Me recordó en más de una ocasión y no solo por el modelo de la guitarra a James Hetfield. Solos muy pulcros y bien interpretados, con los que el buen sonido jugó también a favor.

Come On, de su más reciente CD, el “Rock of Life” (2017), me recordó a los mejores tiempos de Def Leppard y Poison, con ese desparpajo en sus riffs y su punto comercial indiscutible, y puede que gracias a él levantó a la mayor parte del público que continuaban como ausentes. Eso, y las constantes peticiones de Diddi para que nos acercáramos a las primeras filas (que no muerdo, decía). Lo cierto es que es un grupo que tiene temas muy frescos, muy melódicos y que enganchan cosa mala, y para colmo nunca les había visto en directo, así que esta fue la ocasión perfecta para ver qué tal sonaban algunas como Are you ready? o Hey hey you, y otras tantas veces escuchadas pero nunca vistas como la buenrollera y leppardina Rock it, otra de las que más me gustó por la alegría que desprendió, y donde Diddi nos mostraba de nuevo su faceta más amigable, que contrastaba con la dura expresión y porte del bajista Christoffer Poffe, una auténtica montaña de tío. Hay que resaltar que el tema instrumental estaba muy cuidado, unos modelos guapísimos de guitarra y bajo y unos micros en plan retro que quedaban geniales, y desde donde tanto Christoffer como Filip hacían sus coros. En Only the best die young (la del “Are you ready”, no la versión acústica del “Rock of life”), el cantante nos explicó una triste historia sobre su hermano y la volatilidad de la vida, con lo que se convirtió en el momento más sentimental del concierto, especialmente a nivel vocal, donde hizo un trabajo fenomenal. El medio tiempo Living my dream nunca me ha convencido como tema, la veo como… demasiado comercial y sin chispa, aunque la primera característica también hizo que fuera disfrutada por todos en vivo. A partir de estos cortes más pausados, el cantante nos dio unos discursos muy positivos, como que sus temas suelen estar basados en hechos (Crazy nights), o que nunca dejes que nadie decida tu destino (Stop messing around). En general estuvo muy comunicativo y simpático, pero hacia mitad de concierto, por ciertas expresiones, parecía muy cansado o incluso desmotivado, pero de nuevo cuando empezaba a cantar mostraba su mejor versión, pateando todo el escenario, cogiendo a sus músicos y mostrándose cada vez más cercano a nosotros.

Por supuesto, Born to Rock estuvo dedicada a todos aquellos que llevamos el Rock’n’Roll en sangre de nacimiento (aunque aquella noche, desde luego, pocos lo demostraron…). Conforme viajamos atrás en su discografía, menos temas estuvieron representados en el setlist, siendo Run to the end la más antigua, perteneciente a su segundo disco (“Cop to con”, 1991), y desde luego se le notaba ese rollo extra ochentero. Pronto entrarían los bises simbólicos, aunque no hubo ninguna separación, tras la divertida I love the things that you hate y sobre todo, la cañera We’re united, que arrancó unos cuantos desmelenes y saltos y en la que, para colmo, tanto el vocalista Diddi como Christoffer y Filip, con sus respectivos instrumentos, bajaron al suelo para situarse entre nosotros a darlo todo, incluyendo un solo de rodillas por parte de este último que nos dejó flipando. Tan solo el batería Micke permaneció (lógicamente) en su puesto. Un batería solvente y eficaz, pero quizá demasiado sobrio y falto de espectacularidad. Tras subir todos a su sitio, tan solo el vocalista se quedó entre la peña, cantando Die for you, dedicado a todas las mujeres del público, a quienes personalmente dedicó un gesto distinto para cada una, todo un detalle por su parte. Y como no podía ser de otra forma, y además con un tema cuyo título resume la esencia de aquella gran noche, Big time party hizo las delicias de todos, que terminamos viendo a una banda muy entregada y ya totalmente suelta sobre el escenario, correteando e intercambiando sus posiciones sin manías. Se despidieron de forma muy cordial y nosotros nos quedamos con un muy buen sabor de boca en general.

Ya justo antes de emprender la larga marcha que me separaba de mi casa, muy cansado pero enormemente feliz por haber tomado la decisión correcta de ir al concierto, pude conocer en persona y hablar unos minutos con Yannick (Jolly Joker), a quien me gustaría mandar un gran saludo desde aquí y esperar que nos volvamos a encontrar pronto en las salas. Aunque estaba agotado, solo tirando de recuerdos y emociones (y un Monster de medio litro jeje), el camino a casa se me hizo muchísimo más corto y llevadero. Es lo que tienen las GRANDES noches.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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