domingo, 14 de julio de 2019

Only for TRUE WARRIORS (Rock Fest Barcelona 2019, Domingo 07-07-19, Parc de Can Zam, Santa Coloma, Barcelona)

Muchos de nosotros lo comentamos: no suele ser algo habitual en los festivales puesto que les interesa que todos los días haya lleno total de gente, pero este año en el Rock Fest la distribución de las bandas por días era muy desigual. Si bien se había intentado que grupos con estilos similares no coincidiesen (salvo algunas meteduras de pata como Sonata Arctica o Elvellon), la diferencia entre el sábado y el domingo, en general aunque siempre contando con los distintos gustos de la gente, era muy acusada. De hecho, para mis preferencias, si el sábado representaba la jornada más floja con diferencia (aunque Saxon reventaron literalmente el Rock Fest, para variar), el domingo era de lejos el día más esperado de los cuatro, contando entre sus actuaciones con algunos monstruos de la talla de FM, Therion, Dream Theater, Cannibal Corpse, Europe… y solo por citar algunos, hasta llegar al grandísimo plato fuerte de la noche, los legendarios Def Leppard, una de mis bandas favoritas de la historia y los principales responsables de que este año decidiésemos estar allí. Ya os adelanto que nos dejaron con un sabor de boca tan exquisito que todavía estoy paladeando casi dos días después mientras escribo estas líneas. Todavía quedaba mucho por pelear, pero ya se sabe, sarna con gusto es un jodido placer, y de nuevo volvimos a contar con la compañía de grandes colegas que amenizaron todavía más si cabe la jornada. Solo quedaba una, y había que vivirla como si fuese el último día en la tierra, darlo todo hasta el final, sudar la última gota, dejarse la piel y volver a casa con la máxima satisfacción. En los festivales siempre me pasa lo mismo. Termino triturado el primer día, pero conforme van pasando bandas y temazos, me lleno de tal cantidad de energía que ya no puedo parar.

Casi en la misma cola de entrada nos encontramos con Elena y Marcos, con quienes pasaríamos gran parte del día, disfrutando de grandes conciertos juntos y compartiendo opiniones, risas y anécdotas (un abrazo neeens!!). Aunque suele suceder en todos los festivales, se cometieron varios crímenes contra la humanidad en este Rock Fest 2019 a nivel de posicionamiento de bandas, y uno de ellos se produjo al situar a Therion a las putas 14:00 de la tarde. El calor era absolutamente insufrible, algo horroroso que convertía el suelo (acolchado, menos mal…) del recinto en una parrilla donde nuestros órganos se iban friendo lentamente de pies a cabeza. No te digo nada si, encima, vives con intensidad los conciertos a esas horas. Amarillazo casi garantizado. Por suerte, aunque los precios del festival me siguen pareciendo un robo a mano armada (9 euros por 80 cl. de birra o kalimotxo… eso no tiene perdón…), mantienen el del agua a 1 euro por medio litro, relativamente decente, aunque este año optamos por terminar bebiendo de la fuente pública del interior del recinto (junto al punto lila, que también lo había, por cierto), aunque nadie nos garantizase que fuera potable, pero al menos era barata jejeje, que mi cartera ya estaba llena de telarañas. Total, ya era el último día y había que poner toda la carne en el asador.

Y qué buen espectáculo dieron los Therion nada más salir a escena. Y qué espectáculo podrían haber dado más todavía si les hubiesen dejado tocar de noche. La ambientación habría sido fabulosa, con los 7 músicos sobre el escenario y una de las coristas bailando con una especie de capa que parecían alas y Chris portando una chistera dorada al son de la potente y arabesca The rise of sodom and gomorrah, casi ambiental con esas voces tan dispersas pero tan musical que por suerte para la banda consiguió arrancar las primeras palmas. Johnsson y los suyos parecían llevar aceptablemente el calor cuando sin dejar demasiado espacio entre corte y corte, arrancaron de nuevo con Cults of the Shadow, continuando con esa esencia oscura que siempre ha arropado a una banda que ha dado innumerables giros en su sonido a lo largo de su carrera, que cuenta a día de hoy con 16 representantes, nada menos, además con casi incontables cambios de formación. En cierto modo no es extraño, ya que es una banda que siempre ha hecho lo que les ha salido de las narices, pero con un exponente en común: la calidad enorme en todos sus trabajos. La que me pareció un poco más desencajada fue The theme of Antichrist, demasiado rara y no consiguió seguir con el ritmo tan bueno con el que había empezado el show, pero como esta gente tiene recursos para parar un tren, incluidas dos coristas magníficas como Chiara Malvestiti, que ya lleva unos cuantos años en la banda, y la incorporación desde hace un mes escaso de la española Rosalia Sairem, quien además es la actual pareja de Thomas Vikstrom, la una con registro lírico y la otra más pop pero ambas conjugándose a la perfección y desde el buen rollo. Precisamente el vocalista llevó su voz hacia varios registros para lucirse en cortes como Lemuria, que forma parte de uno de mis discos favoritos de la banda, titulado así mismo precisamente, o con Flesh of the Gods (del “Deggial” del año 2000) en el que Rosalía nos dedicó unas cuantas frases en castellano ¡¡e incluso en catalán!! ganándose así a la peña, captando su atención y enfocando más miradas posteriormente hacia su persona y su forma de cantar. La verdad es que tanto esta como Chiara hicieron un papel fundamental tanto a nivel escénico como vocal. Son of the sun supuso una de las mayores alegrías que me llevé, de su época más powermetalera o Son of the staves of time, que en su día cantó el gran Mats Levén, lanzando un tema a continuación en el que todos pudieron participar, Christopher poniéndole especial énfasis y Sami Karppinen dándole con ganas a la batería con esa cadencia tan pesada. Ya solo quedaba despedirse por todo lo grande, y lo hicieron con (por supuesto) To Megatherion, de aquel fantástico “Theli” (el primer disco que escuché de ellos) con un poco de ayuda de coros pregrabados para darle más profundidad al sonido y una banda muy afinada. Ya digo, una actuación que me gustó mucho, también por las brutales ganas que tenia de verles por primera vez y que de noche habría sido mucho más impresionante.

A veces nos lo ponían complicado para escoger banda, pero estaba claro que en el caso de Sonata Arctica no iban a ser ellos. Creo haberles dado ya suficientes oportunidades, tanto en disco como en directo y en la actualidad no me convencen en ninguno de los dos formatos. Si he de ser hirientemente sincero, Tony Kakko me parece uno de los peores vocalistas de su género, aunque a veces me pregunto cuál es este género, ya que su actual música va dando cambios a cada disco y parece que dan palos de ciego. Lo de regrabar el “Ecliptica” me pareció toda una bajeza, y prácticamente ya se han olvidado de los primeros trabajos en directo, de este, del “Silence”, del “Winterheart’s guild” o del “Reckoning night” que les dieron la fama. La actitud y vestimenta del cantante es absolutamente lamentable con pintas de niño pijo y el pelo corto y teñido de rubio, y el resto de músicos se dedican simplemente a cumplir salvo quizá el teclista Henrik Klingenberg que es (o era) el más virtuoso de todos. Al final justo pasamos por delante cuando tocaban Fullmoon y la disfrutamos solo relativamente. No me cabe duda de que seguirán triunfando y que tienen mucho fanboy detrás, pero lo que es para mí, como no vuelvan a ese Power virtuoso y gélido de sus inicios, están muertos y enterrados.

Pasando del tema, nos metimos a la carpa a escapar un ratito del rudo sol y ver a Elvellon, de quienes realmente no había escuchado demasiado, aunque ya podía adivinar que me iban a encantar. La sorpresa fue muy positiva con el tema del sonido, ya que, una vez más, era buenísimo. El tremendo vozarrón de Nele Messerschmidt resonaba en los cuatro costados del recinto como un torbellino imparable de demolición… uf, ¡menudo fuelle señores!. La banda mostró todo un cargamento de actitud con molinillos, headbanging y moviéndose de aquí para allá, muy animados y disfrutando visiblemente del concierto, incluido su teclista, cuyo instrumento gozaba de una posición privilegiada en primera fila. El volumen estaba bastante alto y permitía escuchar todos los instrumentos sin que se formase el barullo auditivo que sufrían los grupos que tocaban aquí en anteriores ediciones. Desde luego, no sé el qué exactamente, pero el tema de la carpa ha mejorado y mucho. Ahora ya no hay tanta diferencia a nivel de sonido entre ver una banda aquí en los main stages… Aquí por ejemplo el sonido de la batería era… uf… demoledor, aplastante, y los agudos de Nele se te metían directo al tímpano y mira que como digo es una vocalista con una potencia formidable. Es cierto que dentro del Power Metal sinfónico hay mucha competencia a día de hoy, pero creo que esta gente tiene mucha frescura a nivel compositivo que pronto les hará ganarse un nombre dentro de la escena. ¡Y con solo un EP y un larga duración! Born from Hope fue el primer tema que escuchamos, muy identificativo de lo que llegaría después aunque debido a la coincidencia en horario con Sebastian Bach solo vimos un trozo. Y no creáis que había cuatro gatos, ya parecen haberse labrado una buena reputación en nuestro país. The puppeteer, uno de los temas abanderados de su más actual disco es también el single del mismo y tiene incluso su propio videoclip (muy bueno, por cierto), sonando dinámica y con riffs contundentes, 100% Metal sinfónico con una voz que se me antoja una mezcla entre Floor Jansen y Beatriz Albert, por citar dos ejemplos. Nos íbamos a ir ya, pero Fallen into a dream nos enganchó a quedarnos en un temita más, esta vez con una atmósfera mucho más dulzona y gran trabajo por parte de Gilbert a la guitarra.

Ya con el tiempo pegados nos desplazamos rápidamente hacia el escenario ROCK donde una figura mítica del Hard estaba ya puesto en faena junto a los músicos que le acompañaban, hablo nada más y nada menos que de Sebastian Bach, polémico y reconocido a partes iguales, ex-líder de una de mis bandas del estilo favoritas Skid Row, que mezclaron con gran maestría Heavy Metal y Hard Rock e inspiraron a muchísimas bandas posteriores pese a nacer en unos años ya un tanto turbios para estos. Para alegría y regocijo de los fans de su pasado musical, la banda arrancó fuerte con Slave to the grind, subiendo el termómetro enormemente, y algunos ya sospechábamos que su setlist iba a ir orientado a temas de los Skid Row. Lo cierto es que esta banda sacó dos discos al mercado absolutamente imprescindibles como “Skid Row” y “Slave to the Grind”, después ya empezaron a decaer notablemente, aunque por suerte los temas fueron seleccionados de estos dos, como las siguientes Here I am y la fantástica 18 and life, que el guitarrista Brend Woods pretendió que adivinásemos gracias a los acordes en acústico. Fue sin duda uno de los puntos álgidos de un concierto que no brilló especialmente, pero alegró a un buen puñado de fans al escuchar estos temas de su propia voz. Por cierto, no sé si es que Brend tenía un mal día o se escuchaba muy mal, pero mi consejo para el vocalista es que no le deje cantar, porque sonaba como un grillo en celo… eso sí, a nivel de guitarra y actitud, bastante bien, la verdad, al igual que el propio Bach o su compañero al bajo Rob De Luca, que se hicieron los dueños del escenario pateando y metiendo headbanging. El vocalista hizo un loable pero bastante desastroso de hablarnos en catalán casi ininteligible, aunque al menos tuvo mérito al ser texto leído en directo. Piece of me volvió a las andadas Hardrockeras y I remember you desentonó un poco tan temprana pero fue bien ejecutada. Respecto al polémico tema de la voz de Sebastian… bueno, la verdad es que esperaba algo mucho peor a no ser que el sonido de nuevo me la estuviese jugando, alcanzó tonos con los que hubiese jurado que no iba a poder, con mucha ayuda en los (horrorosos) coros. Lo que os aseguro es que solo por los recuerdos que me trae esta última balada ya se me pusieron los pelos de punta. Al principio su voz no se escuchaba; solucionaron el tema pero el conjunto en general sonó paupérrimo: los solos se escuchaban muy poco en The Threat o Big guns, y la batería iba y venía excesivamente. Tras la frenética Sweet Little sister (en la que protagonizó uno de los momentos más polémicos del festival al levantarle la falda a su mujer, que salió a darle un beso), cayó American Metalhead, incluida en el horrible “Angel Down” (aunque es un cover realmente), la única junto a Dream Forever, que escuchamos al principio, de propia cosecha. La que me puso todo loco fue Monkey business, no pensaba que se atrevería con ella, eso sí, el resultado final queda abierto a las más diversas opiniones jeje. Todavía faltaba un grandísimo hit de su ex-banda y del “Skid Row”, disco en el que se centró más, aunque también tuvimos por ahí Rattlesnake Shake, el que todos estábamos esperando fue Youth Gone Wild. No se puede negar el empeño que Sebastian le puso a su hora de concierto. Se acercaba constantemente a la pasarela, interactuaba mucho con el público y se mostró muy comunicativo y relativamente centrado, esperaba mucho menos de su actual estado, la verdad, pero tampoco fue para tirar cohetes en mi humilde opinión.

Sobre Sebastian Bach teníamos nuestras dudas… pero lo que es sobre FM, ninguna en absoluto, a pesar de no haberles visto nunca antes. Una banda absolutamente imprescindible dentro de la oferta tan variada y de gran calidad del festival. Una de esas formaciones que uno tiene que esperar y sudar tinta si quiere ver en nuestro país, ya que el AOR desgraciadamente nunca ha sido uno de nuestros estilos predilectos (y no hablo por mí). Sea como fuere, coincidiesen con quienes coincidiesen, yo lo tenía clarísimo como el agua: FM eran la banda de aquel momento. Llegamos al mismo principio, con la peña ya coreando el Black Magic de su último trabajo, “Atomic Generation”, un disco lleno de referencias estilísticas a toda su carrera, actualizado en cierto modo pero conservando esa esencia que les hace únicos. El buen ambiente hizo que me situara en seguida y pusiera mi cuerpo en marca a piñón con Bad Luck… y qué teclados, señores, qué coros y ¡¡¡¡que jodida e inmensa clase en las guitarras de Steve Overland y Jim Kickpatrick!!!! Cada nota que sacaban la disfrutaba como si fuese la última, y poco a poco fui avanzando entre la peña para vivir el concierto con más calor, y me refiero a nivel emocional, porque dentro de la carpa ya hacía una temperatura capaz de hacerte caer de rodillas a los dos cabezazos. Steve demostraba plenamente su ilusión por volver a estar en Barcelona, sin grandes discursos pero con gran asiduidad nos agradeció nuestra presencia y nos instó a que hiciéramos palmas, saltásemos y reconociéramos los temas. Y es que la emoción e intensas sensaciones que transmiten temas como That girl y Life is a highway, con ese ‘open your eyes’ inicial fueron torrenciales, con guitarras suaves, entrecortadas, y unos teclados en esta última que volvieron a hacer a Jem Davis a uno de los hombres del concierto. A pesar de los años, todos ellos están en buen estado de forma, y a nivel musical son bestiales, los solos alternados entre Steve y Jim, y la batería rebosante de feeling de Pete Jupp era la culpable de que no pudiera dejar de mover el cuello y los pies. Más coros, más teclados y más ritmos hechizadores con Let the love be the leader, pero la atmósfera de Closer to Heaven fue de otro planeta, puro AOR ochentero del que eleva mis sentidos, a pesar de ser de lo más tranquilo del concierto, fue casi espeluznante esa clase y esa sobriedad con la que actúan estos ingleses; por otra parte, les viene de ‘familia’, solo hace falta ver a Steve manejando la guitarra con elegancia desbordante al mismo tiempo que en directo suena como una auténtica delicia para los oídos, con dominio absoluto de sus registros y afinación muy cercana a la perfección. Pidió palmas una vez más para ambientar el principio de Over you, del un tanto olvidado “Metropolis” del 2010, álbum con el cual la banda retomó su carrera. Ritmazo casi hipnótico en Other side of midnight, yo a estas alturas llevaba una sudada inhumana, y es que tanto temazo… ¡no me dejaba parar ni a respirar! Además, la peña ya sabía ante quienes estaban, y I belong to the night y Tough it out lo petaron, sencillamente, y arrancaron tal cantidad de aplausos y tan fuertes que la banda tuvo que callar por unos momentos y mirar alucinada a su público, que les aclamaba victoriosos. Es que soy adicto a esta gente, no lo puedo evitar, que remataron aquella memorable actuación con Killed by Love, provocando otra vez un gran arrebato de aplausos y gritos de ¡Bravo!, un éxito BRUTAL para una de las actuaciones más perfectas a todos los niveles que vi en esta edición 2019, y además, ¡¡encontrando entre la gente a mi colega Eddie!! ¡¡Un abrazo tío y nos vemos en el Ripollet Rock!!

Como una máquina de engranajes perfectamente engrasados, los del tío Chuck Billy y compañía salieron al escenario mostrando sus mejores armas: un volumen elevadísimo destruye-tímpanos, unos guitarristas que se salen de órbita y sobre todo, un setlist alucinante lleno de clásicos que sonaron tan bien hoy como hace 30 años, pero también cortes muy asimilados ya por el público de sus trabajos más o menos recientes como More than meets the eye una de las primeras en atronar el recinto de Can Zam, o The formation of damnation que ya sonó bien avanzado el show. Desafortunadamente no pude verles como es debido, porque el objetivo principal (de hecho, uno de los del festival en general) era reunirse con unos colegas para ver juntos el show de Dream Theater, pero lo estuve gozando de lo lindo mientras esperábamos y muy atento al setlist, repletito de clásicos de esos que te incitan a partirte el morro en los moshpits de las primeras filas, empezando por una temprana Into the pit y ya desmadrándose a partir de ahí con Electric crown, Practice what you preach (en la que Chuck nos decía en otras palabras que hay que mantenerse siempre auténtico tanto por dentro como por fuera, cosa con la que estoy de acuerdo al 100%), Over the wall, también una locura de tralla o Disciples of the watch con ese aroma ochentero tan guapo. Thrash de primera calidad y muchísimos kilates, que sin formar parte del supuesto Big Four del thrash mundial, se mea literalmente en otras bandas que si están consideradas como tal (y no voy a decir nombres, ya sabéis a las dos que me refiero). Y es que Testament están al nivel de gigantes como Saxon en varias cosas, pero sobre todo en una: no fallan ni a la de 100.

Llegaba, ahora por fin, uno de los momentos clave de todo el festival. Hora de ponerse serios ante unos auténticos titanes del Metal, una de mis cinco bandas favoritas de todos los tiempos, y razón de más para conservar la ilusión y las ganas a tope hasta el último momento. Junto a Elena, Marcos y algunos de sus colegas, los colosales Dream Theater pasaban ante nuestros atónitos y deseosos ojos una serie de imágenes futuristas por la pantalla, inspiradas por supuesto en su último disco, el “Distance over time”, con el que han vuelto a los sonidos más duros que fueron abandonando poco a poco a partir del “Octavarium”. Hacía ya la friolera de 10 años que no he podido verles en directo, 10 años en los que me he perdido las giras del “Dream Theater” y “The Astonishing”. Y fue una lástima enorme que, definitivamente, no viniesen con la gira en la que rememoraban su “Metropolis part II: Images from New York”… pero lo verdaderamente importante es que allí les teníamos, los auténticos DIOSES del Metal progresivo, únicos, a años luz de cualquier otra banda que puedas ver en directo a nivel técnico. Precisos, afilados y sin dar un paso atrás, arremetieron de primeras con Untethered Angel que abre su más reciente obra y que caló muy bien entre la gente, al igual que su giro musical ha sido bien acogido con riffs más gruesos y potentes, partes progresivas más contundentes y temas un poco más cortos, lo cual seguramente servirá para poder encuadrarlos mejor en sus setlist. De hecho, una decisión bastante arriesgada fue meter más de los que uno imaginaba en un primer momento. Con la parte progresiva de este primer tema, empezó la locura. La gente flipaba, sobre todo los que aun no les habían visto en directo (y yo igualmente, aunque ya les haya visto 7 veces). Las armonías entre Petrucci y Rudess fueron colosales y el bajo de Myung destacó en la mezcla sonora. Nadie esperaba tan pronto As I am, con la que casi me parto el cuello gracias a los potentes guitarrazos de Petrucci, que parece seguir disfrutando a tope con este tema, uno de los más apreciados por los fans en directo. Y vaya que si se notó esto último. La gente fuimos todos a una, se veía un ambiente genial y muchísima gente. Y es que Dream Theater merecían el puesto de cabezas de cartel mucho antes que los del jueves. Ahí podíamos ver a Jordan Rudess, con su partitura en una pantalla sobre el teclado, manejando sus teclas con una precisión inhumana y una rapidez que francamente, me deja atónito… No fue tan aclamada Fall into the light a pesar de ser uno de los temas más escuchados de su “Distance Over Time”, probablemente por su cadencia más tranquila, aunque para mí es de lo mejorcito. Todavía recuerdo el concierto, cada gesto, cada movimiento de los músicos.

Ver a estos monstruos es como una especie de terapia evasiva que me hace perderme en mundos extrasensoriales donde música y locura se cogen de la mano en una comunión perfecta de técnica y fuerza. Amainaron un poco más el ritmo con Under peruvian skies, que hacía tiempo (al menos yo) que no la veía sonar en directo. Sin dejar de ser brutalmente técnica, esta canción tiene un feeling muy especial. Y a James Labrie se le notaba pletórico; cada vez hace mejor uso de sus posibilidades vocales hasta en los temas más exigentes, saca armonías muy guapas para defenderse de los agudos e incluso nos alucinó con unos chillidos extremos que pocas veces le he visto dar. Imágenes bucólicas y nostálgicas al mismo tiempo se paseaban por la pantalla de fondo, a veces eclipsadas por la enorme fuerza escénica y de pegada que tiene Mike Mangini, con una batería enorme y sus platos elevados como de costumbre. Dirán lo que quieran, pero este tío es un súper batería de cojones. El sonido, sin ser excesivamente fuerte, era minuciosamente apurado, cristalino, y se escuchaba perfecto desde donde estábamos y dejaba entrever cualquiera de los miles de detalles musicales que ofrece un concierto de los americanos. James rara vez se dirigió al público, pero sí utilizó en numerosas ocasiones la pasarela para situarse a nuestro lado mientras cantaba, además, de lujo. Barstool Warrior puso de nuevo a Mangini a sudar la gota gorda. Verle tocar con tanta precisión es un lujo al alcance de muy pocos, por no hablar de Petrucci y su guitarra de 7 cuerdas, algo fuera de serie. La inmensa técnica que tiene y la concentración que dedica a su instrumento hace que se te vayan los ojos con él, parece que lo hace todo tan fácil cuando en realidad es un ejercicio de pura técnica avanzada… que al final uno solo puede cerrar los ojos y disfrutar con cada una de sus notas. Y llegó por fin el momento que para mí fue el más intenso, pura locura musical con un tema precisamente del “Metropolis pt. 2”, esa instrumental The Dance of eternity que sacó a Labrie del escenario mientras Rudess, Myung, Mike y Petrucci se desquitaban a gusto. Los pelos como putas escarpias. Un espectáculo musical digno de ver alguna vez en la vida, como se compenetran, el fuego que sacan de cada una de sus notas… ver a Petrucci con el shredding a saco, a John Myung en esa parte de solo vertiginosamente rápida (y sin despeinarse, es increíble…) y a Jordan interpretando perfectamente esa parte (mi favorita) de jazz es toda una experiencia en sí misma que te eleva psicológicamente a alturas nunca vistas. Me volvió absolutamente loco. El tiempo pasaba y tenía miedo de mirar la hora para convencerme a mí mismo de que todavía quedaba mucho por delante, pero Dream Theater claramente no es una banda de festival.

Ya es la tercera vez que les veo en este formato y siempre me he quedado con ganas. De todas formas, ni lo pensé, y me puse con el headbanging a toda hostia con Lie, del “Awake”, que olvidaron en directo durante mucho tiempo y ahora nos presentan a través de este corte con connotaciones modernas y registros muy distintos a lo que fueron sus dos primeros discos. Un reto, además, extra difícil para James, que pulió como todo lo que cantó aquella tarde. La pantalla nos trajo nuevas y fantásticas imágenes con Pale blue dot, inesperada por mi parte y por la de muchos. De hecho, fue bastante extraña usarla para cerrar el concierto, aunque no deja de ser un buen tema, pero sin la fuerza que podría haber tenido un Deja Vu o un Pull me under que hace tiempo dejaron atrás (en realidad todo el “Images and words”). Si los movimientos de John Myung eran precisos y calculados en sus movimientos y headbanging (muy activo en esta ocasión), imaginaos sus dedos al pulsar las cuerdas… no en vano, es uno de bajistas favoritos. En cualquier caso, imprescindible disfrutar hasta el extremo con cada estrofa, sea cual sea el tema. El buen rollo general se mantuvo hasta el final, con la gente muy participativa, que supo apreciar la grandeza de estos músicos que están, sencillamente, en otro estrato muy superior, inalcanzable para la gran mayoría de bandas, cualesquiera que sean sus estilos. Obviamente, me quedé con unas ganas terribles de más aunque tuviera ya el lomo descuajaringado de tanto headbanging y las emociones a flor de piel por tan magno espectáculo. Por cierto, anunciaron que en Enero o Febrero les tendremos por aquí. Toco madera desde ya para poder ir a verles donde sea y como sea…

Mi corazón me decía ¡necesito MAS METAL! Pero mi cabeza y mi cuerdo me susurraban: come algo o la vas a palmar de agotamiento. Desafortunadamente, y a sabiendas de que fue un gran concierto muy valorado por la gente, la opción menos mala para sentarse y cenar era la hora en que Dee Snider desplegaría su repertorio, formado sobre todo por temas propios, como For the love of Metal y algún guiño a la banda que le vio crecer, como We are not gonna take it, que todos canturreamos mientras cenábamos un jodido kebap bajo el cobijo de uno de los árboles del recinto. Al mismo tiempo, llevaba ya un rato lloviendo, no demasiado, soportable, pero que fue haciendo crecer en mí una sensación de desasosiego… el cielo estaba completamente negro (además literalmente), se percibía tormenta y electricidad en el ambiente, y la gente buscaba cada vez más refugio temiéndose lo peor. La cosa, desde luego, no pintaba bien, así que cené con un medio nudo en el estómago. Esto no iba a ser problema para el próximo concierto, el de los yanquis Cannibal Corpse, que se celebraba en la carpa, pero me daba auténtico pánico que la cosa se desbocara y terminara habiendo problemas de sonido o más trágico aún, la cancelación de lo que restaba del festival, sobre todo por Def Leppard, que son dioses para mí y la principal razón de haber acudido allí.

Por dicho, con el estómago ya lleno (aunque nuestros colegas Javi, Elena y Marcos se fueron a por un perrito de postre jeje), fuimos avanzando hacia la carpa donde nos esperaba algo realmente brutal y demoledor, los citados Cannibal Corpse, que venían a cubrir con lujo la escasez de Death Metal clásico que ha sufrido este Rock Fest 2019. Eso sí, al menos lo han hecho por todo lo grande, una cita ineludible para los seguidores de este estilo extremo, que como ya imaginé, congregó a un número de asistentes a todas luces excesivo para la carpa a pesar de las mejoras de este año. Así pues, Only one will die hacía temblar, tal cual, el suelo del recinto mientras entre las primeras filas ya se atisbaban los primeros golpes y moshpits, así como las melenas volando a lo loco al ritmo que marcaban Rob Barrett y Erik Rutan con las suyas, continuando con el tema que le da nombre a su disco más reciente, Red Before Black. Erik es el encargado de suplir a Pat O’Brien tras el desgraciado y surrealista incidente que todos conocemos y que actualmente por causas de fuerza mayor se mantiene alejado de la banda. Esperemos que su mente recupere pronto la cordura, pero mientras hay que decir que Erik no lo hizo pero que nada mal, castigando el cuello con saña y demostrando ser un guitarrista con tablas, al igual que el infalibre Barrett, por supuesto. George Fisher, uno de los grandes nombres en cuanto a cantantes de Death Metal se refiere, acaparó gran parte de sus miradas gracias a su asesina voz y el brutal dominio que tiene en cuanto a movimientos de cabeza. Su cara no se vio en ningún momento del concierto (al menos lo que vimos) y en cuanto a molinos con la melena, no se puede negar que es el puto rey, clavando las cervicales, cambiando de sentido y pasándose minutos y minutos enteros con remolinos. Dedicó, en un gesto muy bonito, Staring through the eyes of the dead a su querido amigo, hermano, Chuck Billy de Testament, un detalle que fue muy aplaudido, y seguidamente se acabaron las concesiones, a muerte otra vez con Unleashing the bloodthirsty. Nosotros por nuestra parte, a medida que nos partíamos la espalda a headbanging, íbamos avanzando conforme gente que no entendía el rollo de este estilo salía de delante con cara ciertamente horrorizada. El batería Paul Mazurkiewicz (vaya apellidito…) se iba encabronando cada vez más en los blastbeat y su fuerza de pegada parecía ir en aumento, seguramente incitado por el desmadre que se vivía en las primeras filas. Fue ya uno de los últimos cortes que vimos, dejando a un lado esa (exquisita) violencia sonora a mitad de concierto para acercarnos a donde estaban tocando ahora mismo Europe. La gran duda de todo el festival para mí era escoger entre estos dos, y al final decidí hacer mitad y mitad, pero no tiré hacia el escenario derecho donde se desarrollaba la actuación, sino al contrario, para ir cogiendo sitio para el grandísimo colofón de la noche, los increíbles Def Leppard.

De camino hacia allí pudimos dar un par de bailoteos con su balada por excelencia, Carrie, sonando algo bajada de tono y suavizada con un extra de tecla al final. Ahí me despedí ya hasta la próxima de Elena y Marcos, con quienes fue un inmenso placer compartir grandes momentos de festival, y me adentré con mi chica en el ya poblado escenario donde en cuestión de media hora veríamos algo enorme, que al menos yo no podré olvidar. Por supuesto, ya que estábamos allí, aunque con perspectiva muy lateral… ¿por qué no disfrutar intensamente del concierto de los suecos Europe? Porque en realidad y salvo Nothin’ to ya, de corte mucho más moderno, fueron todo clásicos los que quedaban por caer, como Superstitious, en el que los músicos hicieron una pequeña entrada (que además cuadraba perfectamente con la base musical del tema) del No woman no cry de Bob Marley, conocida por todo el mundo, obviamente. Vi a Joey Tempest con una excelente capacidad física, apoyándose y estremeciéndose sobre el palo de su micro, y cogiendo este último (de color blanco, no puede ser de otra forma), y girándolo por todo el escenario, lo cual me trae recuerdos muuuuuy lejanos, y siempre es un placer, porque aunque su estilo haya cambiado, saben hacer grandes directos y enganchar al respetable. Vocalmente, aunque no le vi en los temas más jodidos, también hizo un gran papelón, mejor incluso que otras veces, aguantando muy dignamente hasta el final y acercándose todo el rato a John Norum, a quien se le ve un pelín más envejecido pero sigue destilando su habitual magia a la hora de tocar, esa postura, esas melodías… es inconfundible. Incluso habría agradecido verle tocar más temas nuevos que me gustan bastante, aunque Cherokee por ejemplo fue un gustazo inmenso, batería de Ian con mucho eco, un bajo muy sentido por parte de Levén y claro está, unos teclados imprescindibles para recuperar aquel sonido de Mic Michaeli, que se convirtió en centro de todas las miradas y oídos cuando entonó con su instrumento el inicio de The Final Countdown, el tema que les llevó a reventar la fama mundial ya no solo de la banda, sino del estilo en sí. A pesar de que siempre hay algún tontolculomovil de estos que se pega toda la puta canción grabando para luego pasarla a sus amigos sin vivir el momento, yo disfruté como un enano de ella, saltando y sudando la gota gorda en aquella, al final, noche de Santa Coloma cálida y sin lluvia. Bravo por todos los músicos, pero en especial por Tempest que se salió en muchos aspectos.

A pesar del casi inhumano esfuerzo y cansancio que llevaba encima, estaba bastante nervioso y excitado por el CONCIERTO del festival, en mayúsculas. Salvo quizá Dream Theater, ninguna actuación me resultaba tan irresistible en esta edición. Y es que Def Leppard es una banda cada vez más difícil de ver en nuestro país. La edad y el caché no perdonan, y es que los ingleses están a otro nivel, unos auténticos monstruos del Rock, a día de hoy excesivamente suave y edulcorado pero con temas en su haber tan influyentes como innovadores en su momento. Yo les adoro, no puedo ni quiero evitarlo, a pesar de sus vaivenes estilísticos, siguen teniendo esa personalidad tan arrolladora que les hace únicos. El “Pyromania” por ejemplo, es un disco del que mamé desde que nací, al tenerlo mi viejo en vinilo, y eso supuso una grandísima influencia musical para mis futuros gustos. Una espectacular reproducción de videos e imágenes en la gigantesca pantalla del fondo ya auguraba el inicio, con varios coros y partes de canciones sonando entre tanto. Estaba claro que lo que íbamos a presenciar no sería un show corriente, porque esta gente vale aun más que eso y se lo pueden permitir. Cuando sonó aquello de… ‘Are you excitable?’ y Rick Allen saludó desde la batería, Phil y Vivian pisaron el escenario, y empecé a segregar adrenalina de la emoción y Rocket, que fue la primera en caer. Joe se acercó ya de primeras mucho al público, encorvándose para cantarla a nuestro lado, y la respuesta no podía ser más ensordecedora. El sonido fue impecable desde el primer segundo… ¡pero las voces del público sonaban aun más! Algunos aun estábamos en shock cuando la divertida Animal, en la que Elliot daba palmas al ritmo de la batería, fue una dulcísima sorpresa cayendo tan pronto, un tema que especialmente me encanta. Phil, que no quería quedarse atrás, en seguida hizo gala de sus encantos, con una forma física envidiable para su edad, y un sentimiento que es inalcanzable para muchos guitarristas, tocando los solos también sobre la pasarela, y enfervorizando todavía más al público. Por cierto… una alegría enorme encontrarme con el mismísimo Lane Lazy de los Jolly Joker justo en el mismo punto en el que estábamos, ¡un gran saludo!

Let it go nos transportó al segundo álbum de la banda, que data nada menos que del 1981, aun a las puertas de la fama, cuando todavía hacían algo similar al Heavy de la New Wave. De hecho, el “High’n’Dry” fue uno de los más representados de la noche para alegría de los más talluditos. Y lo cierto es que estos temas resultaron más fáciles de cantar para un Joe Elliot que, evidentemente y naturalmente, ha perdido mucha voz con los años, pasando de esos gritos tan desgarrados de su primera época a un registro más cercano al pop, al igual que lo es la balada When love and hate collidle, que me puso las emociones a flor de piel, y es que también son muchos recuerdos con ella. Un tema que me costó apreciar en su día pero que hoy por hoy es de mis baladas favoritas. Con unos coros envolventes y maravillosos fueron unos minutos casi de ensueño y un ambiente muy relajado (muy bien cantada por Joe, por cierto, de quien es sobradamente conocida su faceta perfeccionista) que se animó bastante con Let’s get rocked...¡otro subidón bestial! De momento me gustaba mucho el ritmo que llevaba el setlist, baladas y temas de varios discos, aunque en esta en concreto me dejé el cuello y los brazos, y me alegré mucho de escucharla y comprobar definitivamente que no harían un repertorio solamente basado en el “Hysteria”, como la primera vez que les vi, en Hellfest 2013, aunque volvían a recurrir a él continuamente con cortes como Armageddon it y su flipante solo, que comenzó con Campbell de rodillas para ir acercándose paulatinamente hasta el extremo de la pasarela (uno gran acierto del Rock Fest), rebosante de alegría.

Con un pequeño solo por parte de Rick Savage (sin duda, el que más conserva la actitud original del grupo) y tras anunciarnos el cantante que este era precisamente el último show de su gira europea (hemos tenido una suerte inmensa) y que llevan ya la friolera de 42 años juntos, sonaba un cover llamado Rock On, muy de su estilo pero algo lineal, de su “Yeah!” del 2006, lo que nos llevó a otra de las baladas de la noche, Two steps behind, cantada de nuevo con un feeling notable por parte de Joe, quien nos pidió que nos uniésemos a ellos. Este último se colgó la acústica, acompañado por el resto de músicos en las mismas tesituras y Allen con las sonajas, en el mismo centro de la pasarela. De su “Def Leppard”, del 2015 tan solo recuperaron el tema Man Enough, con el que se notan las intenciones de continuar en el Rock. Volviendo al formato inicial, el escenario se volvió a llenar de magia pura, mientras se expandían sobre nosotros unos láseres de color rojo que creaban un efecto 3D como el que pudimos ver el año pasado con Ozzy y sonaba Love bites, otro de los momentos más sentimentales del show, que a muchos les pareció excesivo al ir sucedido por el medio tiempo Bringin’ on the Heartbreak, pero no estoy de acuerdo, ya que parte de la magia de los Leppard reside en estos temas tan elegantes y con melodías y coros tan guapas. Fue entonces cuando, a los pocos segundos de emprenderla con la instrumental Switch 625, tanto Collen como Mr. Campbell se fueron poco a poco, vacilones, hacia la pasarela, cada uno mirando hacia un lado y currándose las guitarras del tema, cada uno con su rollo pero ambos fantásticos.

Según la hora, poco podía quedar ya, y los temas eran bastante predecibles, pero no por ello menos disfrutables, que lo fueron a rabiar, divertidos y bailables, y nos animaron muchísimo a pesar de que de tanta intensidad que viví el concierto, estábamos completamente destrozados de pies y la espalda. Alguno volvería a quejarse, pero nadie puede dejar de sucumbir a este tema casi 100% AOR como es Hysteria, uno de los iconos de la banda que nunca pueden faltar, en la que se proyectaron imágenes del siempre recordado y añorado Steve Clark El ritmo fue perfecto, Joe estuvo a gran nivel con ella y claro, nosotros le ayudamos de lo lindo, también por supuesto en la que seguramente era la más deseada, Pour some sugar on me, con Rick Savage subiendo y bajando las escaleras de la batería y ¡¡toooodo el mundo completamente enloquecido, levantando las manos y gritando tanto el estribillo que no se podía ni escuchar al vocalista!! Aunque muy típica, también fue el momento de mejor rollo de todo el festival sin duda. Y eso que a principio del concierto cuatro gilipollas se estaban pegando en las primeras filas. Hay que ser lerdo. Se despidieron, dejando tan solo los focos en el escenario, pero volvieron provocativos y estalló entonces Rock of Ages, su primer grandísimo hit, que volvió a poner Can Zam patas arriba gracias a las todavía energías restantes de la gente y con la salida estelar de Phil Collen y Cambpell a la primera fila, en donde dieron el guitarrazo definitivo, ese memorable riff de Photograph volvió a sonar alto y claro en directo. Difícil y extenuante para Elliot, la sacó como buenamente pudo, de forma más o menos creativa con su voz, mientras las últimas imágenes que vimos fueron la de rollos de película con fotos de los miembros del grupo mientras nos retorcíamos por última vez sin querer ni pensar en el amargo final del festival.

Y es que por mucho que duela físicamente, en espíritu siempre estoy preparado para más y más días. Parece que cuantos más pasan, más quiero, y es que precisamente la intensidad del cartel y las bandas en particular como Dream Theater, FM, Def Leppard… que vimos hoy, hacen que a pesar de toda esa grandeza concentrada en una misma jornada mi cerebro piense: ‘esto no puede terminar así…’Pero no hay nada que hacer, amigos. Todo tiene su fin, y por supuesto no voy a contar Dj’s ni tributos varios porque no tenía el cuerpo para zarandajas. La lástima es que este año tuve que despedirme de forma más exprés del recinto, al darnos prisa para no pillar cola en la parada de los taxis, pero aun así conforme me alejaba me invadía la tristeza y la impresión de que estos cuatro días, aun siendo uno más que anteriores ediciones, se me habían pasado tan fugaces que parecía cosa de una broma del tiempo. Cada Rock Fest es inolvidable, las seis ediciones (todas ellas) a las que he asistido guardan recuerdos grabados a fuego en mi memoria, y en este 2019 dicho “album” se ha ampliado considerablemente con tantos y tantos colegas a quienes he encontrado.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

Rock Fest Barcelona 2019 (Domingo 07-07-19, Santa Coloma, Barcelona)

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