martes, 13 de agosto de 2019

Leyendas: No Pain, No Gain (Leyendas del Rock 2019, jueves 08-08-19, Villena, Alicante)

Más que interesante y muy movida la sesión de Rock y Metal del miércoles. Con buenos colegas que formaron parte de ella como Juanma, Kurro, Momo, Dani y los perros viejos del lugar como Kolega, Chely, Costera, Indio… una inmensa alegría reencontrarme con toda esta gente de la que siempre se puede aprender mucho por muy rodado que este uno. Y la compañía en general fue de auténtico lujo. Este jueves, primer día completo del festival, sin embargo, tan importante fueron los colegas como el nivelón de conciertos que acogería la jornada, entre ellos algunos de mis grupos favoritos y otros que vi por primera vez y me dejaron literalmente boquiabierto y empapado en sudor. No puedo obviar ni aplazar para más tarde la mención de que, POR FIN, hemos tenido a una banda colosal como Dark Moor en el Leyendas, algo que me he hartado de pedir hasta que me dolieran los dedos durante 14 años, y siempre he mostrado mi decepción hasta esta decimocuarta edición. Hablando de leyendas, tampoco podemos dejar a un lado a las que fueron las mayores de todas cuantas pisaron los escenarios aquel día como lo son Rose Tattoo o Thin Lizzy, que se trajeron con ellos al espíritu de Phil Lynott dando un concierto glorioso. También hubo grandes sesiones de matraca, de esa que nos gusta para encerarnos bien el cuello y los oídos, como la que repartieron Cradle of Filth o Flotsam & Jetsam, incluso para gustos más modernos como los seguidores de Unearth. Con todo, fue una auténtica fiesta de Rock y Heavy Metal, con nombres, grupos y conciertos que quedarán en nuestra memoria durante mucho tiempo. Por eso siempre insisto en que hay que perderse el mínimo de actuaciones posibles, porque aquella que menos te esperas puede convertirse el concierto del festival.

Y valga esta introducción, precisamente, para nombrar una de ellas, la de The Lazys, nada menos que desde Sydney (Australia) vinieron estos cuatro putos locos para dejar en cenizas el escenario Mark Reale. Por mucho que me gusten, y por mucho que me jodiese que coincidiera con la actuación de los Lords of Black, mi destino era claramente este, porque por lo que había escuchado hasta entonces, si mostraban una buena actitud en directo, sabía que les haría falta poco más para volverme solo. Y no solo llegaron a mis expectativas, sino que las reventaron con total contundencia. Como muestra de bienvenida y unos minutillos de retraso, sorprendieron a propios y extraños con una descarga de electricidad ruidosa y descarada como Picture Thieves, con un nervio a la hora de cantar, rasgar, puntear y machacar que no os podéis hacer una idea. Con Howling woman, que fue dedicada enteramente a todas las mujeres allí presentes fueron congregando a más peña, pero os digo que de primeras el recinto daba auténtica pena. De hecho, fui el primero de todos los que estábamos allí en ir a engancharme a la valla, pensando que se iba a petar, y luego se vio un panorama bastante desolador… Pero esto no achantó a los hard rockeros australianos, de hecho, parece que les hizo venirse arriba para animar a todo el mundo a base de actitud y Rock’n’Roll en una combinación tan perfecta que muy pocas bandas en la actualidad ofrecen tal menú.

Los que estuvimos allí en primera fila (yo estaba justo detrás de la gran Marisol Huertas, dando siempre el callo desde primera hora) nos seguimos volviendo cada vez más locos mientras iban cayendo impresionantes hits, 100% bailables y de esos que son capaces de sacar de cuajo toda tu pasión con tan solo unos pocos riffs, como Little miss crazy o Nothing but trouble, single y clip de su último disco “Tropical Hazard” que es una auténtica maravilla, el culmen de su carrera por el momento. Joder con el Matty Morris, su solista. Se empeñó en hacernos perder el cuello a base de headbanging y lo consiguió con sus constantes movimientos, la coña que llevaba siempre encima y su carácter rebosante de simpatía… ¡¡todo un crack!! Y los solos de miedo, destacando algunos como los de Half mast blues o la cañerísima Love your gun, a la que además le añadió unos coros bastante macarras y me gustó aun más que en el disco. Este último corte fue un auténtico destripe, y Leon Harrison, a grito pelao, prácticamente obligó a toda la gente que tenía el culo apalancado en las gradas moverlo hasta su concierto… ¡y vaya si lo consiguió! Y es que con esta energía en estado puro, eran capaces de levantar a un muerto. All fired up dio paso a otra de las más tralleras, esencia de fuego con Punk come and get me, extraida de su segundo largo “The Lazys” del 2014. No es una banda con una larga carrera como la que vendría a continuación, pero sí están dispuestos a dejarse la puta piel en sus conciertos, y con esto solo pueden acabar triunfando a lo grande. Los dos últimos cañonazos que nos tenían preparados (y presentados ambos convenientemente) fueron Louder than youth y Can’t kill the truth en la que, ni corto ni perezoso, el bueno de Matty saltó del escenario (pidiendo a un fan que le sujetara la guitarra mientras tanto) y corrió a subirse encima de la barra de la izquierda para acabar tocando la guitarra de espaldas mientras, incrédulos, gritábamos y saltábamos sin parar. Rock’n’Roll, señores, ¡¡¡¡¡ROCK’N’ROLL!!!!!

Ahora, sin salir del todo del estilo con el que tan a gusto nos dejaron estos The Lazys, nos acercábamos rápidamente al escenario Azucena para no perdernos ni un minuto de las que, como he dicho antes, eran probablemente las mayores Leyendas que el festival acogió aquel jueves, los inmensos Rose Tattoo. Difícilmente se puede ser más grande y, de hecho, para mí ha sido una de las grandes confirmaciones de todo el festival, tal como comentaba con mi colega Chely, que también disfrutó como una bestia del concierto. Y no es para menos. Ya llegamos y lo primero (y lo último) que vimos fue clase. Clase a raudales. Angry Anderson se hacía el dueño del escenario junto a su renovada banda, con músicos muy talentosos que acompañaron al gran hombre e interpretaron a la perfección todo el repertorio. Y es que rememorar todos los miembros que han pasado por Rose Tattoo está relegado solamente a expertos de lo minucioso. Y es que, a pesar de haber nacido a finales de los 70, los temas de Rose Tattoo siguen sonando frescos, llenos de vida y desde luego, concebidos para bailar sin parar en directo, como esos iniciales Scarred for life, One of the boys o Freedom’s Flame.

A mucha peña le costó engancharse, supongo que debido al casi insoportable calor de las horas, pero tampoco les hizo falta demasiado para hacer que terminásemos comiendo de su mano, incluso en un tema más arriesgado como The butcher and fast Eddy que, precisamente fue mi favorito de todo el concierto, un rollazo y un feeling de otra órbita, puro Rock and Blues en el que Anderson se dejó las entrañas, con una voz maravillosa, implacable con el paso del tiempo, solo por verle cantar ya mereció la pena asistir, pero el concierto aun nos deparó más momentazos que recordar por mucho tiempo, de bailes alocados y ante todo, como debe ser en un concierto, de SENTIR la música, aunque muchos no conociesen los temas, cada nota se clavaba debajo de la piel como cuchillas. Tras este rato más tranquilo, demostración impresionante del Rock’n’Blues puro y duro de Rose Tattoo, llegaron temas mucho más animados, sin perder ese feeling astronómico, y Angry y los suyos siguieron dando el callo con Sweet love o 1854, a destacar el guitarrista Dai Pritchard que, con su cejilla metálica, imprimía un punto sureño que redondeaba el conjunto musical, y las espectaculares maneras del batería actual Jackie Barnes. Parecía que se iban acelerando cada vez y nos iban refrescando con We can’t be beaten y otra de mis favoritas, vaya marcha con Nice Boys (don’t play Rock’n’Roll), el que pueda estarse quieto con este tema es que no tiene sangre en las venas. Buena distribución de himnos para un ritmo ardiente que nos dejó un excelentísimo sabor de boca. Dedico esta crónica al gran maestro Chely, que sé de buena tinta que le flipan cantidad.

Para la hora aproximada que me quedaba para ir a la estación a recoger a mi chica, que vino aquel mismo jueves, decidí NO descansar (a muerte) y quedarme un ratito viendo a los Lacuna Coil que, aunque su música es de interés muy limitado para mí, conozco bastante bien sus directos y sé que a nivel de movimiento y decoración en general lo hacen muy bien, especialmente si te quieres pegar cuatro botes con buenas melodías sin buscar excesiva técnica musical, aunque la gran voz de Cristina Scabbia es la excepción, ya que su fuerza y personalidad como vocalista y frontwoman están fuera de toda duda, sea o no de mis estilos favoritos. De entre las primeras distinguí una Our Truth del “Karmacode”, el último disco de ellos que escuché con atención (imaginaos si ha llovido…). Aunque han modernizado mucho su estilo desde aquellos primeros trabajos como “In a reverie” o “Unleashed memories” que, reconozco, me gustaban mucho cuando era crío, siguen teniendo su propio sello musical tanto en disco como en directo. El maquillaje en la cara de Marco y Andrea (también en las manos de Cristina) aportó el toquecito de espectacularidad junto a la siempre preciosa vocalista y su túnica de color rojo. En este momento me encontré con mi gran amigo Toni y su mujer Belén, a quienes me alegré mucho de ver de nuevo por las tierras de leyenda. Ya no vi el final porqué salí hacia la estación, deseando que la cosa fuese rapidita entre aparcar y toda la pesca y poder llegar a ver el concierto de los Helstar entero que sí me resultaba 100% interesante.

La verdad es que entre las obras de Villena, el tema del aparcamiento y salir de la zona fue un poco coñazo, pero por suerte (aunque a tomar por el culo) conseguí aparcar de nuevo, esta vez con mi chica, y nos fuimos derechos y rapiditos al escenario Mark Reale para presenciar a estas leyendas del Heavy Metal americano. Por suerte llegamos a tiempo de situarnos en un buen sitio y esperar a que comenzaran con calma pero con impaciencia al mismo tiempo. Burning Star, con un James Rivera que salió con muchas ganas al escenario, no fue sino un anticipo de otra más cañera todavía, Baptized in Blood… ¡directa a la yugular! Sonido fantástico, el doble bombo atronaba nuestros oídos mientras el metálico bajo de Garrick Smith retumbaba en nuestros pechos, algo de agradecer, porque esto fue en sí mismo una definición de puro Heavy Metal de ley, con guitarras crujientes y poderosas y una batería de lo más contundente. Ambos guitarristas Andrew y Larry (el único, salvo el vocalista, que continúa en el seno de la banda desde su fundación) se encargaron del solo, alternando y mirándose con total complicidad en The King is dead, para mí una de las más esperadas. Ya hemos pinchado a esta banda en radio en unas cuantas ocasiones, pero desde luego en directo ahora sé a ciencia cierta que es donde sacan todo su potencial. Con unos bonitos arpegios, continuaron el setlist de forma un tanto más tranquila, pero poco durarían las concesiones al auténtico Metal, y The King of Hell se encargó de destruirlas completamente, de nuevo a la carga un James pletórico a la voz, y es que es impresionante el aguante que tiene este hombre. Ya vimos un atisbo de su talento en el tributo del día anterior, pero aquí desplegó todo su arsenal de gritos, tonos alargados, rasgados… con un potencial enorme: ¡¡parece que no pasen los años por él!! Fuimos a por unos litros mientras James se mostraba bien orgulloso de su banda, celebrando esos casi 40 años de existencia junto a su compañero Larry Barragán, ante lo cual el público no paró de gritar y repetir el nombre de la banda, creando un ambiente genial que en temas como Vampiro, derivó en grandes moshpits, y eso que hablamos de un tema de su más reciente creación, “Vampiro” del 2016. Pero es que cuando las cosas se hacen tan bien la respuesta no tarda en notarse, y creo que todos los de allí estuvimos encantadísimos de habernos perdido el teatrillo de los Alestorm para acudir a ver a estas viejas glorias que aun no han dicho, ni mucho menos, su última palabra. Tarde o temprano tenía que llegar la conocidísima Run with the Pack, que volvió a llenar el Mark Reale de griteríos varios cantando su estribillo y un James muy contento y agradecido, con un carisma y una simpatía atrayente, y sobre todo, una voz fantástica capaz de llegar a casi todo como hace incontables años.

A pesar de que pasé un poco de ellos en el Rock Fest Barcelona de este mismo Julio, ya contaba con que en el Leyendas tendría una segunda oportunidad de verles. Las veces que he estado anteriormente frente a uno de sus conciertos me han gustado, pero no realmente emocionado, y es que salvo por temas sueltos ya hace mucho que les perdí la pista. Pero el principio resultó tan prometedor como lo que pude escuchar en Santa Coloma de Gramenet, así que me enfilé directo hacia su show mientras mi chica se retiraba a descansar un rato. Así pude disfrutar primeramente de Cruelty brought three orchids (con esa brutal frase del principio incluida) y ya empecé a deslomarme sin freno ni control (y mi colega Juanma me comentó que antes tocaron Thirteen Autumns and a Widow), así que de puta madre, tres temas de uno de mis discos favoritos para abrir el show, que culminaron con Beneath the howling stars. Dani, pese a que en los momentos más extremos su voz apenas se entiende, demostró con creces tener un aguante y unos pulmones asombrosos, ha resistido fenomenal el paso del tiempo con su colección de distintos registros, tanto los más gritones como los más guturales u oscuros. Toda la escenografía estuvo cuidadísima, es una banda que mira mucho por estos detalles, al igual que el sonido en las orquestaciones, básicas y fundamentales en cortes como Malice through the looking glass, en la que pudimos ver tanto a los guitarristas Ashok y Rich como al bajista Daniel Firth levantar el mástil al unísono, y no sería la única coreografía que veríamos, ya que el grupo intenta dar el espectáculo en todos los sentidos, siguiendo por la desmadrada forma de tocar del batería Marthus, que ya lleva un buen montón de años en el grupo, y cuya batería estaba cubierta por una mampara de metacrilato por alguna razón. De nuevo recordemos que la formación de esta banda también es extremadamente compleja de seguir, pero Dani Filth siempre ha creído en esta por muchos vaivenes (musicales y en cuanto a miembros) que haya dado.

En Heartbreak and Séance, por ejemplo, pudimos ver cómo al guitarrista Rich Shaw le entraba la locura de girar sin parar sobre sí mismo, o cómo Daniel se retorcía en su headbanging. De hecho, Filth fue uno de los miembros más estáticos, pero compensó sobradamente esa falta de movimiento con un trabajo impecable en sus cuerdas vocales. Pero para mí sin duda el momentazo del concierto llegó (junto a las primeras en caer) con Summer dying fast, única representación de su “The principle of evil made flesh”, en donde se dejaron a un lado orquestaciones y parafernalia y desde el escenario nos vino un auténtico chorro de pura maldad con blast beats y sonidos graves e infernales. ¡Ojala hubiesen tocado más material antiguo! El contraste fue enorme, sin ir más lejos, con Nymphetamine, mucho más melódica y comercial y sin embargo muy apreciada por los fans, en la que la corista Lindsay Schoolcraft hizo las voces de Liv Kristine en la original con mayor o menor acierto. Claramente también el “Midian” fue uno de los discos más protagonistas, con dos temas para cerrar el bolo. No me extraña, pues fue el disco que definitivamente les lanzó a la fama. En este caso tuvimos ahí el Saffron’s Curse, de nuevo con los tres músicos a las cuerdas haciendo headbanging sin parar, y por supuesto Her ghost in the fog, que imprimió el aura más oscura de toda la noche, dejando muchos temas deseados (como por ejemplo Dusk and her embrace, que hubiese sido bestial).

Y por fin les llegaba el turno, a eso de las 22:30 de la noche, a los cabezas de cartel, que en esta ocasión eran nada más y nada menos que Thin Lizzy. Sé que ha sido una de las incorporaciones más polémicas de todo el cartel, sobre todo por la posición que ocupan, pero qué queréis que os diga… yo ya les vi hace 3 años en el Rock Fest Barcelona y me moría por volver a verles, aunque un puntito por debajo de la primera vez al no contar en esta última gira con Tom Hamilton (bajista de Aerosmith), aunque ahí tuvimos como una roca a Troy Sanders que viniendo como viene de una banda tan técnica como Mastodon, se iba a lucir a base de bien, y así fue de hecho. Del resto de la formación, tan solo Scott Gorham queda de la original, aunque el resto de músicos tienen una calidad y un saber estar excepcional. No olvidemos, por ejemplo, quien está a los palos, el mismísimo Scott Travis de Judas Priest… ¡¡casi na con el menda!! Así pues, con su nombre en letras de luces al fondo del escenario, Jailbreak fue una excelente apertura para el show, ya desplegando esa magia, ese buen rollo que todos los temas de la mítica banda poseen en esencia, y lo mismo se puede decir de otras como Are you ready? o Do anything you do, impregnadas de un feeling imposible de ignorar, con las que yo al menos bailé hasta dejarme el culo, un rock clásico hasta la médula que sigue conservando parte de su magia, esa que dejó para siempre el gran Phil Lynott y aun hoy en día continúa adelante gracias al legado de los nuevos músicos de la formación, empezando por Ricky Warwick, con un timbre equiparable, o Darren Wharton, un genio de las teclas (además de vocalista de Dare), pieza fundamental de aquella noche en Toughest street in town o Cold Sweat, que fueron las siguientes.

Don’t believe a Word y su irónica letra nos presentó a Scott y a Damon juntos con toda su clase interpretando el solo con sus instrumentos, y Hollywood (Down on your luck), del “Renegade” siguió con ese feeling tan cachondo al que ya nos habían habituado, pero una de las explosiones más grandes en cuanto a buen rollo llegó con Get out of here… ¡me encanta! A pesar de la dura apariencia de Warwick, se nota a la legua que disfruta muchísimo con lo que hace. Clásicos como Emerald o Got to give it up no podían faltar, y menos Rosalie, que fue bastante (tal vez demasiado) alargada contando con los coros del respetable, que en general estaba respondiendo bastante bien. Y es que la banda lo tenía todo a su favor, buen montaje, horario cojonudo, excelente sonido y bastante gente delante de ellos. Tras la fantástica Killer on the loose, Ricky presentó a sus compañeros, poniendo especial énfasis como era de esperar con Mr. Gorham, pero tal vez el más vitoreado fue Scott. Así, entrábamos ya en la recta definitiva de los clásicos. Precisamente con un gran trabajo de Scott Travis disparaban material de primera como Bad reputation o la esperadísima Black Rose, en la que el cantante se colgó la guitarra acústica para darle un toque más musical y visual al asunto, e incluso tocó su harmónica en (como no) Cowboy song. Y de repente, cuando este nos cantó las primeras estrofas, llegó ese clásico inmortal, esa mítica composición que nos hizo soñar despiertos que se llama The boys are back in town, entrañable, casi nostálgica y con unos juegos de guitarra que ya pasaron a la posteridad hace muchos años como un clásico indiscutible. Con la sonrisa en el rostro, y la panzada de bailar que se pegó todo el mundo, no había tema que pudiera subir el nivel… salvo por supuesto ¡¡Whiskey in the Jar!! Esa adaptación de la canción tradicional irlandesa que convirtieron en algo suyo a principios de los años 70 y que como no podía ser de otra forma, puso a saltar a tooooodo el mundo, incluido yo, que en ese momento me zampaba mi único bocata del día jejeje. Pero con conciertos tan inolvidables, la digestión no puede ser mala.

Precedidos por la enorme acogida y éxito que tuvo su actuación en el 2017 en este mismo Leyendas, Avalanch All-star band volvían a la palestra con algunas novedades en cuanto a discografía y formación, algunas aceptables o buenas y otras que no pude pasar por alto. Para empezar por algún sitio, si hace dos años Magnus Rosen acompañaba a la banda con el bajo, desde hace un tiempo es Dirk Schlächter quien toca las cuatro cuerdas. Esto no deja de ser una buena noticia cuando Gamma Ray siempre ha sido una de mis bandas favoritas. En cuanto a “El secreto”, su nuevo disco de estudio, primero de la nueva etapa si obviamos el refrito de “El Ángel Caído” (que nunca debió ver la luz en mi opinión), es un disco que me ha costado, pero me ha terminado gustando mucho, y menos mal, porque lo poco que pude ver de este bolo estuvo enteramente basado en él. Pero hubo algo, de lo que me enteré casi a última hora, que fue jodido de encajar: el cantante de la banda en este concierto sería Jorge Berceo ante la actual baja por dolencia de Israel Ramos.

La verdad es que Zenobia es una banda que nunca me he tragado. Me parece un Metal demasiado de niña, y no me gusta nada ese rollo, por lo que la actuación, pese a ser obviamente temas de Avalanch, perdió muchísimo atractivo para mí, lo que unido al solapamiento con Flotsam & Jetsam hizo que no me lo pensara ni un segundo, aunque el tiempo de diferencia entre ambos conciertos lo disfruté bastante, ya que como digo, me han encantado las melodías de “El secreto” y esperaba degustar alguna de ellas en directo, y por ejemplo la primera que fue El oráculo me cayó como anillo al dedo para comprobar qué tal sonaba. En defensa del vocalista temporal, decir que a nivel de voz lo hizo muy bien, con un timbre muy parecido al de Isra y recorriéndose el escenario de punta a punta para calar al público, ya de por sí bastante entregado, pero ya de primeras encontró sus límites vocales. La bestia Terrana tras la batería fue de una espectacularidad exagerada. La forma de tocar de este hombre admite pocas comparaciones, y es que parece que con cada golpe de plato o caja vaya a reventar el instrumento. También vimos a un Jorge Salán muy entregado, codo con codo con el maestro Rionda, una pareja fenomenal que probablemente son los que mejor se coordinan, quedando Dirk un tanto desplazado en el escenario. Demiurgus, tras una pequeña presentación, fue progresivamente elevando el ritmo, y El peregrino, que posiblemente es mi tema favorito del disco, mostró su verdadero ‘punch’ en directo, con esa fabulosa melodía que tanto me gusta. Antes de engancharme más y que se me hiciera tarde, mientras sonaba Otra vida y ya lejos Delirios de grandeza (esta sí que me jodió no poder verla delante de los músicos) nos acercamos y cambiamos Heavy / Power por Thrash fucking Metal.

Además… para movimiento, lo que tocaba a continuación, nada menos que unos titanes del Heavy / Thrash Metal como Flotsam & Jetsam, que pueden enorgullecerse de tener una de las trayectorias más sólidas y dilatadas de la historia de este mundillo en su rollo, que lo hacen como nadie. Ya les tuvimos en el 2016 en este mismo festival pero, por coincidencias, no les pude ver y me quedé con muchísimas ganas. Me juré a mí mismo que si volvían no fallaría, y en fin, allí estaba yo en el Mark Reale, pero además muy bien acompañado con Popi, Alvaro, Cristina, Rebeca y toda esa gente tan de puta madre que hacen de un concierto grande algo más especial todavía. Y puede que fuesen las ganas, puede que la compañía o el litro de kalimotxo que me acababa de ‘cascar’ pero cogí el bolo con unas ganas como si fuese el primero del día, con esa Prisioner of Time ya atronando el Mark Reale hasta los cimientos, con un sonido muy bueno y fuerte y una expectación que seguro tuvo sus frutos en cuanto a opiniones favorables se refiere, y es que los americanos fueron un auténtico torbellino. Potentísima Desecrator, con un Eric muy activo a las voces y sirviéndose del potencial sonoro, gritó hasta sacar las amígdalas, al igual que sus compañeros Michael Gilbert / Spencer se dejaron el cuello interpretando complejos solos y riffs arrasadores. El setlist, para mí, uno de los puntos fuertes del concierto a parte de las ingentes cantidades de energía que derrochaban todos los músicos. Nos presentaban, por cierto, a su nuevo batería Ken Mary de reciente incorporación. De verdad que el repertorio dio puto miedo, os puedo citar Iron Maiden o Hammerhead como ejemplos. Aunque también cayó alguna de su reciente “The end of Chaos”, que tan buenas críticas ha recibido y con razón (personalmente me ha gustado mucho), como la siguiente Demolition Man, sus dos grandes obras, “Doomsday for the deceiver” y “No place for disgrace” tuvieron bastante protagonismo con cortes de la talla de Dreams of Death, I live you die o la ya citada Desecrator casi para abrir, así que ya os podéis imaginar la mandanga que repartieron estos gigantes del Metal y cómo subía exponencialmente el calor con cada una de ellas. Nosotros por nuestra parte hicimos una buena piña y lo pasamos de despatarre mientras caían otras: Suffer the masses y la enérgicamente presentada Smoked out (supongo a raíz de esto que el propio Eric A.K. debe tener algo personal con ella). No faltaría demasiado para que finalizara el concierto, apuré todo lo que pude porque estaba muy a gusto con el ambiente… pero no podía más y salí pitando de allí. Como en casi todo el Leyendas, siempre a la carrera de un escenario a otro.

Pero lo que venía a continuación, con más razón todavía, requería esa prisa, algo sensacional, único y por fin hecho realidad… ¡¡Dark Moor en el Leyendas!! No os podéis ni imaginar cuanto he deseado que por fin llegase este momento, cuanto he echado de menos que mi banda nacional favorita formase parte de este festival al que he acudido (salvo a dos ediciones) todos los años. Y es que, como he escrito en las redes esta mañana, se ha estado cometiendo un crimen musical durante trece años, trece años en los que nunca me he cansado de recomendarles, de pedirles y preguntarme cien veces por qué una banda de un calibre tan colosal nunca ha tocado en uno de mis festivales favoritos que, además, nació como uno enfocado a traer bandas nacionales sobre todo. Tanto he esperado este momento, que me voy a recrear y lo voy a repetir otra vez, ¡¡¡Dark Moor en el Leyendas!!! Ahora que me he quedado a gusto con la introducción (y espero poder escribir estas palabras de nuevo en futuras ediciones), pasemos de lleno a lo que fue el concierto, que para mí superó incluso las expectativas que tenía. He viajado mucho por ellos, he estado en Albacete (donde les vi con Elisa), en Valencia, en Murcia varias veces, incluso me fui a verles a Barcelona en la gira del Autumnal y a Madrid en su concierto del vigésimo aniversario. Han sido 20 años en los que he crecido con su música como parte inseparable de la banda sonora de mi vida, y nunca he dejado de escucharles y de seguirles y perseguirles a pesar de los cambios musicales y de formación. Así que imaginaos el indescriptible placer y honor de poder verles a tan solo 20 minutos de mi hogar.

Mi chica y yo, por supuesto, nos encaramamos a la valla de la primera fila y ya nadie nos podría separar de allí. Desgraciadamente, tal como suponía, la asistencia al concierto estuvo a años luz de lo que una banda de su estatus merece, pero ya se sabe que aquí hace años que no son profetas en su tierra, aunque es algo que a mí nunca me ha afectado. Así pues, voy a desquitarme a gusto con la crónica detallada de su concierto, porque con ellos ya delante, no pude ni pestañear, ni siquiera hice apenas fotos de tanta intensidad como lo viví. Enrik posicionado, Dani con toda su chulería a la parte izquierda, y Roberto Cappa dispuesto a darle cera a los palos, y de repente, cuando el gaitero Germán Ruíz y el violinista Oscar Calvo (que también acompañaron a la banda en su concierto de Madrid, en la sala Cool) empezaron a hacer sonar sus instrumentos, apareció a la carrera el inconmensurable Alfred Romero a coger su micrófono, a saludar a las entregadas primeras filas y sin más preámbulos, con Birth of the Sun, single y videoclip de su último disco “Origins”, que sirvió como calentamiento a un público todavía medio dormido que tan solo al final dio muestras de vida, cosa que no puedo entender, ya que la ejecución fue prácticamente perfecta, el sonido estaba altísimo y muy contundente, el tema es cañero y su vocalista nos invitó a saltar en varias ocasiones.

Tan pronto terminó con el tema, Alfred se dirigió a todo el mundo allí presente, celebrando por fin poder estar sobre aquel escenario al grito de ‘¡¡ya era maldita la hora de que tocáramos en el Leyendas!!’ Y la verdad es que me alegró mucho primero poder verles en uno de los escenarios principales (caché e historia tienen de sobra para merecerlo) y segundo a esas horas y tocando 70 minutos (que de todas formas, se me pasaron como si hubiesen sido 5…). Before the duel fue el complemento perfecto al primer tema para terminar de animar la fiesta, y aquí si se escucharon varias voces apoyando a la de Alfred, que cantó el tema en la tonalidad original y además echándose el pedazo de agudo antes del solo, que ya fue cosa de Enrik bordarlo. De todas formas, como el propio guitarrista me comentó en la sesión de firmas, iban a basar gran parte de su setlist en su último disco, cosa que a mí personalmente no me pareció mal, aunque existe mucha diversidad de opiniones al respecto. Bromeaba el maestro guitarrista justo antes de volver a dar caña con algo mucho más movido pero que volvía a incluir violín y viento, The spectres dance, el corte más rápido del disco y uno de los que mejor ha calado entre los fans en el que Roberto pateo a gusto su batería, haciendo gala de una contundencia sin igual. Fijándote en los detalles que imprime en directo, es de justicia reconocer que es uno de los mejores de cuantos tenemos aquí. Se colgaba Alfred su acústica, pasando a ser parte de la elegancia con la que pisaba el escenario, con su traje, su barba y su pañuelo en la cabeza como nos tiene acostumbrados ya desde hace tiempo, para pasar a Crossing through your heart, una de mis favoritas (y de la banda, según tengo entendido), con un fantástico solo por parte de Enrik, al que vi muy centrado en su instrumento calcando los discos.

Sin soltar la acústica, los primeros acordes por parte de Alfred de Tilt at windmills me pusieron los pelos como escarpias, y el bajo de Dani sonó también de lujo. Para mí el “Ancestral Romance” es el mejor disco que han sacado nunca con la segunda etapa quitando el “Dark Moor” del 2003 y cualquier tema que cayese de este me iba a hacer explotar en mil sensaciones. Y lo bonita que quedó la presentación del tema por parte del vocalista lo redondeó. Abrieron la veda del “Ars Musica” con First lance of Spain y me quedé con algún que otro detalle del teclado de Pablo Sancha, que se ha hecho un hueco ya permanente en la banda y que junto al resto de músicos invitados crearon un trasfondo perfecto para Raggle Taggle Gypsy, su particular adaptación de una antigua canción popular escocesa que ya han interpretado antes otros artistas como los míticos Water Boys. Una pequeña locura que en directo funcionó a las mil maravillas, con toda la fuerza que la poderosa voz y pronunciación de Alfred fue capaz de imprimirle. Hablando de él y de sus cualidades, he tenido la suerte de ver en vivo su evolución y puedo asegurar sin ningún tipo de dudas que se encuentra en estado de gracia total. Atrás quedaron aquellos registros agudos e inalcanzables hoy en día, pero ha ganado una barbaridad en profundidad, matices y personalidad, llegando a ser considerado por BURRN!, la publicación de Metal más prestigiosa de Japón, como uno de los mejores cantantes del mundo. Ahí es nada. Y en el Leyendas estuvo deslumbrante a todos los niveles. También ha ganado en presencia escénica.

La prueba de todo esto se pudo encontrar en Druidic Creed, en la que encontramos cantidad de detalles en su voz, o en la bonita balada And for Ever que fue extrañamente una de las más reconocidas, alzando todo el mundo las manos y haciendo movimientos a un lado y a otro. Nosotros por nuestra parte disfrutamos de aquella noche mágica entre sonidos celtas y ese puntito de Power Metal que sigue quedando, aunque muy escondido, en las composiciones del gran Enrik, bien sea en algunas melodías o bien en la abrumadora forma de tocar de Roberto con esos castañazos que mete. Ya nos la presentaron en Madrid en aquel inolvidable (de verdad) concierto en la sala Heineken, antes de que “Origins” viera la luz y consiguieron engañarnos ya que, como única referencia hasta el momento, In the middle of the night hacía presagiar un disco más hard rockero e incluso más interesante todavía, tirando hacia el AOR, algo muy distinto a lo que fue el resultado final, aunque igual de bueno y sorprendente. Y con ella, desafortunadamente, llegaba la etapa final de aquel concierto de 5 minu… quiero decir, de 70 minutos, que prosiguió con otro de sus grandes hitos de la época actual, The road again, que recibió un trato especial.

Primero Alfred con la guitarra en plan acústico, haciéndonos corearla, para después, a golpe de palo de Roberto Cappa, comenzar con la versión electrificada y todo el mundo (por fin) a cantar bien fuerte mientras el vocalista se desprendía del palo del micro para andar a sus anchas por todo el escenario, siempre con ese halo de clase que le rodea. Estábamos expectantes por ver qué nos deparaba el final. Si la última vez que les vi fue The Chariot una de las primeras en sonar, esta vez fue la penúltima del concierto, con la orquestación disparada escuchándose muy bien incluidos los coros, Alfred luciéndose y llevando su voz al límite y Enrik demostrando el grandísimo guitarrista que es con su solo. Presentaron orgullosos su versión musical del poema de José de Espronceda (con todos los respetos para la banda que va a tocar a continuación, dijeron refiriéndose a Tierra Santa, pero esta es la nuestra), La canción del pirata, y como es lógico, fue la más coreada de todo el concierto, aunque por pedir y por su condición, yo la hubiese cambiado por El último rey, que eché mucho de menos. Aunque también a Music in my soul, o The Bane of Daninsky, o The silver key… y es que aunque hicieran 5 horas de concierto, continuarían faltándome temas, porque no hay uno solo que no me guste. Casi no me podía creer lo rápido que había pasado todo… y dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno, pero os aseguro que esto, con una banda que adoro profundamente como Dark Moor, se queda solo en palabrería. Bravo por ellos y bravo por el Leyendas por decidirse, por fin, a traerles a tierras de Villena. Mi agradecimiento con ambas partes es infinito. Comentar también, a parte de todo esto, que tuve el inmenso placer de poder conocerles personalmente, hablar con ellos en la carpa de las firmas y que me firmaran su último cd, un recuerdo que durará para siempre sin duda. Si no pasa nada, en este próximo noviembre pienso ir a verles cueste lo que cueste al Centro Cívico Delicias en Zaragoza. Ya estoy contando los días.

Ni os imagináis lo a gusto que me he quedado con esta crónica. Casi tanto como salí del concierto, físicamente reventado de tanta intensidad pero psicológicamente extasiado por haber presenciado esos 70 minutos de puro arte musical. Me sentía tan reconfortado que directamente me podría haber ido casa pensando en el conciertazo que acababa de disfrutar. Pero al mismo tiempo, me sentía tan pletórico que quise darles una oportunidad a los riojanos Tierra Santa, sobre todo si hacían un buen setlist estaba seguro de que me iba a volver a venir arriba con ellos. Porque cuando quieren, cuando se lo saben hacer bien, pueden de sobra. Y, al menos, eso prometían en entrevistas y en redes sociales, un setlist especial. Y la verdad, la cosa pintaba muy bien desde el principio, con un tema muy apropiado para abrir y que la gente cante el estribillo a pleno pulmón como La sombra de la bestia. En un momento, fuimos a saludar a nuestros colegas, que se retiraban ya, para ir de lleno a afrontar la última batalla mientras el tono épico subía poco a poco con Apocalipsis, en la que Ángel volvió a repetir la fórmula de dejar al público con el estribillo. Temas rápidos, conocidos, con un bombo potente y directo a la sien, arropado todo ello con un sonido más que digno que llegaba fenomenal hasta donde estábamos nosotros. Reconozco que cuando componen buenos setlist, esta banda puede llegarme muy adentro, siento las letras y me da el subidón, como sucedió con Indomable o Sangre de Reyes, puño en alto y a gritar las letras con la poquísima voz que me habían dejado los Dark Moor. Hace un par de años noté la misma sensación, esa de darle más vida al concierto, esa de querer gustar e ir a toda velocidad y apurar cada segundo que tenían para tocar, incluso presentando alguna que se aleja de sus grandes clásicos pero está muy bien seleccionada, como La leyenda del holandés errante o la tierna balada El amor de mi vida, que hacía mucho tiempo que no escuchaba en directo. ¿Y qué decir de La momia? Joder, esto si era Heavy Metal y no lo que hicieron después…

Ángel ya buscaba menos las voces del público, y corría de vez en cuando a juntarse con sus compañeros Roberto y Dan Díez, que ocupa el puesto de guitarra solista desde el 2017. No lo hizo mal, aunque sí es cierto que se escuchó más de un error y alguna que otra nota fallida. Lo cierto es que después de un concierto tan perfecto a nivel musical como el de Dark Moor… estas cosas chirriaron aun más. De todas formas, también decir que vi a la banda más animada de lo normal, ya que suelen ser más secos que un palo, con prácticamente nula comunicación con el público (al menos son agradecidos…) y un espectáculo visual que brilla por su ausencia, tanto en el plano musical como en el plano de movimiento. Sin embargo, vuelvo a reivindicar el setlist, que estuvo a la altura de lo esperado e hizo que mucha gente se congregara y se quedara en su show, algo con cierto mérito ya casi llegando a las 3:30 de la madrugada. Sea como fuere, y antes de emprenderla con la recta final, se pusieron en plan más AOR, con el que probablemente fue el primer tema que les llevó por este camino, El canto de las sirenas, aunque no tuvo demasiada repercusión, mucho menos que, por ejemplo, Alas de fuego, también del “Indomable”, en el que mogollón de gente se arrimó hasta las primeras filas, emocionados, antes de que volviesen a bajar la velocidad con El bastón del diablo, un viejo tema de su segundo disco en el que Ángel no llegó a los tonos altos, pero verdaderamente fue el público quien dio el do de pecho.

Yo a la broma me estaba pegando la sudada padre, casi sin buscarlo, y uno de los puntos culminantes, uno de esos en los que uno se despatarra, junta los puños y se deja el maldito cuello fue en Legendario, que nos confundió a muchos con el final del concierto, pero aun quedaba la mayor sorpresa de todas cuando el propio Ángel, sin ningún tipo de emoción ni tono nos dijo… bueno, pues vamos a tocar Drácula. ¡Pero si es (aparte del penúltimo) un temazo que además casi nunca cae en directo! A veces no comprendo la actitud del grupo. Tan solo levantaron un poco la voz cuando tocó el que probablemente es su tema más conocido, La canción del pirata aunque, francamente… después de haber escuchado la versión de Dark Moor justo antes… esta me parece ramplona y más simple que un botijo sin asa… aunque no por ello dejé de disfrutarla, claro está. Y así llegó el fin .Tirón fuerte de orejas por no meter Pegaso ni Juana de Arco, pero un gran aplauso por el repertorio de temas y por el ritmo del concierto: así es como Tierra Santa hacen cuando quieren un magnífico espectáculo en el que no te dejan aire ni para respirar. ¡Bravo!

Y ahora sí, damas y caballeros, finalizaba el primer gran día de Leyenda, como habéis podido confirmar, intenso de muerte (y además con un calor espantoso de ese con el que incluso te mareas…), plagado de grupazos y directos impresionantes, aunque por supuesto, si tengo que escoger uno, no tendría dudas en señalar al de mis adorados Dark Moor, a quienes por fin se trata como se merecen en Villena (salvo algún puto gilipollas en su concierto, aunque Alfred se lo dejó claro con el contundente ‘¡Qué te jodan!’), una grandiosa sorpresa y descubrimiento en directo como The Lazys (pueden decir que ya tienen un fan más aquí para siempre), también me alegro por la subida en cuanto a nivel del concierto de Cradle of Filth respecto a las anteriores veces que les he visto o por la inmensa forma de Angry Anderson (Rose Tattoo), algo fuera de serie. Y por supuesto, más de uno tendrá que admitir que lo de Thin Lizzy fue de órdago tras su más que criticada entrada a formar parte de los cabezas de cartel. Lo merecían, respondieron acorde, y triunfaron. Y punto pelota.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

Leyendas del Rock 2019 (jueves 08-08-2019, Villena, Alicante)

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