martes, 22 de octubre de 2019

Bailarás en el Infierno... (Festivalcrea 2019, Uzzhuaïa + Loreley, Sábado 19-10-19, Manises, Valencia)

Que últimamente estamos viviendo una época a nivel de conciertos, de grandes bandas y de novedades extraordinarias en nuestro rollo es algo que no se puede discutir: una rotunda verdad. Al mismo tiempo, suele pasar que a veces tenemos a la vista épocas de sequía y otras en las que no sabemos para donde tirar para disfrutar de un buen concierto. Pero lo de este fin de semana en concreto fue algo absolutamente extraordinario. A parte de conciertos cercanos el viernes y el domingo (aunque lejos de mi estilo, eso sí) en el Pub Morgul, el sábado concretamente había cuatro, sí, cuatro conciertos en los alrededores, alguno realmente apetitoso y otros, directamente, de algunas de mis bandas nacionales favoritas. Entre otras bandas, 91 Suite en la Wah Wah, Midnight Force en la Nave Iguana, Hamlet en Novelda y Uzzhuaïa en Manises. Uno de esos días que, de haber podido partirme en cuatro partes hubiese vivido, estoy seguro de ello, cuatro noches apoteósicas. Sin embargo, y por desgracia, esto no fue posible (obviamente), así que tuve que escoger solamente uno. Y si algunas de las bandas que he nombrado me vuelven loco, ninguna de ellas sabe tocarme la fibra sensible como Uzzhuaïa. Y es que tienen ‘un algo’, una capacidad de adicción, un magnetismo increíble del que llevo ya muchos tiempos siendo súbdito, por lo que una vez hecha mi decisión personal, cogí el coche y me fui sin pensarlo dos veces hacia Manises. Tres horitas de coche (contando la vuelta) y encima sin nadie que me acompañara, que hice con una inmensa sonrisa en la cara, al ir por la ilusión que me hacía verles otra vez, pero sobre todo a la vuelta por el conciertazo tan increíble que se marcaron y por las sensaciones tan intensas que esta banda es capaz de transmitirme.

Pero ojo, muy lejos de mi intención dejar en un segundo plano a la otra banda de Rock que les acompañaba en cartel. Los Loreley han sido, sin duda alguna, una de las grandes sorpresas que me he llevado en esta segunda mitad del año, ante un discazo del tamaño del “Here we are again”, ante un directo tan pulido y con tanta calidad a raudales como el que dieron el sábado y sobre todo, con unos músicos tan inmensos que me tuvieron a sus pies durante los tres cuartos de hora que tocaron, flipando con ellos y casi sin cerrar los ojos ni para pestañear. Desde YA mismo, recomiendo a todo el mundo que les escuche, y que valore lo que suena, porque es de un nivelón de caerse de rodillas. Nadie, sobre todo fans del Hard / AOR melódico, debería volverles la espalda.

Pero no todo fueron alegrías para mis sentidos aquella noche. El viaje se me hizo rápido y sin sobresaltos, pero llegar a Manises y encontrar aparcamiento fue una verdadera tortura (y eso que ya iba sobre aviso por parte de mi colega Popi jeje), recorriéndome media ciudad a 20 km/h buscando desesperadamente un hueco para apalancar a mi relámpago gris. Aunque llegué con casi una hora de antelación, me vi bastante apurado y finalmente la suerte se volvió de mi lado. Aun tenía un buen rato por delante, y la música que estaban pinchando me pareció una auténtica mierda (con varios sacrilegios en forma de remixes), así que ya con la tranquilidad en el cuerpo (aunque al mismo tiempo, muchas ansias por empezar a disfrutar como un poseso) me zampé un bocata y una birra esperando a que dieran las 23:00, momento en que las guitarras comenzarían a sonar ininterrumpidamente.

Y además, por suerte para mis oídos, con mucha puntualidad (ya no podía soportar más aquello). En cuanto vi que los miembros de Loreley ocupaban el escenario, me fui a la carrera para situarme entre el calor de la gente. El no encontrar a ningún conocido de primeras no me importó en absoluto. Hay gente que dice que es triste ir solo a un concierto, pero mucho más triste y amargado es no ir y quedarse en casa con el culo estacado en el sofá. Eso sí que es lamentable.

No había demasiado público esperándoles, pero eso también me dio igual. Me situé en primera fila, aunque a unos metros del escenario todavía, para disfrutar intensamente de los primeros temas, aunque la falta de calor humano era demasiado determinante todavía. Se presentaron, cogieron sus ‘armas’ y comenzó la movida, con un tema nuevo y posteriormente, atacaron con Let’s Stop, activando de inmediato mis ganas de empezar a mover el cuello a ritmo de riffs suaves, llenos de clase y un nivel compositivo gigantesco como todo lo que he escuchado de ellos. Se nota a la legua que son músicos de primera división. Además de los temas ya grabados hace cuatro años en su “Here we are again”, también nos presentaron una buena retahíla de temas nuevos que siguen por la misma línea, es decir, Hard melódico exquisito y muy elegante, entremezclando ritmos ya conocidos y cañeros como el de Lookin away, algo más pausados pero casi vacilones como el de Crazy y otros sorprendentes como Walls around the world, otro tema de los que irá incluido en su próximo disco que, según nos contó su vocalista Franck Ronin, planean grabar en algún futuro próximo. La forma en que este último llegaba a los tonos altos y los mantenía era verdaderamente impresionante, y todo sin dejar de moverse de un lado al otro del escenario, desplegando una clase inmensa con cada paso y una calidad vocal fabulosa en cada estrofa. Por suerte para ellos y para nosotros, el sonido del que disfrutamos fue casi casi perfecto, muy alto y bastante claro, escuchándose potente tanto la batería y el bajo, y sintiendo hasta el más mínimo de los crujidos de la guitarra de Francisco Javier Zahonero, que al menos a mí me dejó flipando con los solos y con la innegable técnica en sus manos. La gente, que hasta este punto todavía movía la cabeza tímidamente a varios metros del escenario se fue acercando ante el llamamiento de Franck, que se esforzó a tope para mantener e incrementar el calor del concierto con cada tema que caía, cantando increíblemente bien. 1-2-3 comenzaba, a modo de guiño supongo, del mismo modo que lo hace el Rock and Roll de los Led Zeppelin. Tras la batería, un reputado nombre, el de Paco Muñoz, un músico enorme que demostró que ser un metrónomo viviente no tiene porque ir reñido con una pegada tan sólida como la suya.

La banda nos invitaba a implicarnos en su estribillo. Un medio tiempo muy sentido protagonizó el momento más emotivo del concierto, que el vocalista quiso dedicar al padre de Gilbert (bajista del grupo) fallecido hace tan solo unos días. Algunos de los músicos apenas pudieron contener las lágrimas, pero aun así ni desentonó la voz ni el propio Gilbert dejó de apasionarnos con su estilazo a la hora de tocar. A pesar de la emoción del momento, les quedaron bordados los temas, tanto este como la siguiente A Brand new world, que tengo muchas ganas de escuchar grabada. Poco a poco la gente se fue volcando con ellos, y es que su rollo era totalmente pegadizo y atrayente. Ciertamente, la historia de esta banda me deja un poco desconcertado. No entiendo que, con la inmensa calidad que tienen, solamente hayan grabado un disco datando la formación (ojo al dato) del año 1982, franceses pero residentes en Valencia. Impresionante, se mire como se mire… Muy participada también por parte del público (al igual que ya sucedió en anteriores) Listen to your heart. Franck siempre nos hacía algún guiño o comentario, siempre agradecido y siempre acercándose a sus compañeros. Gilbert, con su casi perenne sonrisa, fue una de las mayores atracciones para mí. Con una técnica espectacular y un dominio absoluto de su bajo, fue uno de los músicos que más disfrutó sobre el escenario, se le veía vibrante, especialmente en la última en caer, si no recuerdo mal, Sex, Drugs and Rock’n’Roll, con una locura de riff que nos hizo bailar a todos, hasta al más apático. La mayor lástima es que no llevasen teclista; algunos temas hubiesen lucido mucho más, pero aun así, un concierto de 10 en el que todos terminamos pidiendo a gritos ‘Otra, Otra’ mientras los componentes se despedían. Tengo que terminar esta parte de la crónica agradeciendo la suerte que he tenido al poder verles, porque al parecer se toman periodos de inactividad bastante largos y no es fácil dar con ellos. Pero ni dudéis que la próxima ocasión que tenga de verles, ahí estaré.

Hacia el final del concierto, por fin me encontré con tres colegas como Popi, David y Diego (no dejéis de escuchar a sus Prolaphsus si os va el rollo más gordo) y brindamos por el Rock’n’Roll juntos, por el que habíamos tenido hasta ahora y por el que quedaba. Y qué inmenso honor para mí encontrarme, en el descanso, con Alex Rayder, batería de mis adorados Jolly Joker, con quien hablé durante un buen rato sobre su banda, experiencias y movidas varias. Qué tío más grande, en serio, tanto arriba como debajo del escenario. Nos vemos la semana que viene, a disfrutar como cerdos de más Hard Rock de mil y un quilates.

Ya quedaba muy poquito para Uzzhuaïa, que fue el gran momento de la noche, el más esperado, mi principal razón para estar allí. Y es que si de Valencia ha salido una banda GRANDE, que ha triunfado a base de lucha, de dejarse la piel en cada concierto, de recorrer toda la nación y de discos de una calidad suprema y un estilo inconfundible, son ellos, a quienes han seguido otros en los últimos años, un aluvión de bandas con un carisma y fuerza arrasadores como los citados Jolly Joker. Nunca olvidaré el concierto que juntó a ambas bandas, en Picanya, el pasado mes de Julio, fue algo increíble y seguramente irrepetible.

Pero volviendo al presente, curiosamente me encontraba ante otra banda cuyo concierto podría ser el último que dieran, ya que su reunión actual, tras cuatro años de descanso, tiene como principal motivación celebrar el décimo aniversario de esa obra maestra llamada “Destino perdición”. Ya nos lo avisó específicamente aquel que presentó el concierto, poco antes de que Alex, Israel y los suyos salieran al escenario. Pero dejando a un lado este detalle para no desmotivarme innecesariamente, estaba preparado al 100% para vivir, disfrutar y sentir cada tema. Con la intro de Terminator 2, que considero perfecta para abrir cualquier show (me pone a mil escuchar justo antes de un concierto un tema de una de mis cinco películas favoritas de todos los tiempos), prepararon semejante espectáculo, y con Baja California, denominación de origen del grupo, estalló esa gran pasión con el que el grupo siempre sale a escena. La diferencia fue brutal respecto al entusiasmo que mostró la gente en el grupo anterior al principio, con todo el mundo coreando el tema, con muchísima energía, tanta como la de ambos guitarristas a la hora de hacer los coros… ¡¡y no veáis cómo salió Alex!! Encendido y tocando mitad de espaldas, mitad cara al público como suele ser su modus operandi. Sin soltar sus sonajas, Pau y compañía la emprendieron sin respiro con Santos y Diablos. Al cantante se le veía pletórico, tanto física como vocalmente, su voz sonaba como un cañón y de nuevo arropada por esos coros del público que ahora daban gusto de lo fuerte que sonaban. Inicio cañero donde los haya, y Uzzhuaïa transmitiendo a toneladas, como muy pocas bandas son capaces de hacer. Yo por mi parte, también estaba totalmente eufórico y gritando cada tema en primerísima fila… ¡pero qué grandes son, joder! Y más caña con Cuando ya no quede nada. Isra y Alex, juntos, cruzaban los mástiles de sus guitarras en alto con esos riffs ardientes.

A la batería Jose, que empuñaba los palos tan fuerte como golpeaba, y a quien también se le vio entusiasmado, destacando también en cuanto a sonido. Este volvía a ser alto y claro, no hubiese podido imaginar una situación mejor para aquella noche. Público numeroso y entregado y un volumen tremendamente alto al que solo había que objetar un continuo sonido muy grave y molesto entre tema y tema, por lo que Pau ya dijo que lo mejor sería tocar a saco para que no nos explotaran los oídos jeje. Recordaron que lo suyo no es flor de un día con No intentes volver atrás, 15 años hace que se gestó este tema… y esta melodía, que decir de ella, fantástica, 100% Uzzhuaïa. Cada músico destacaba dejando su impronta, y me alegré muchísimo (más, si cabe) con La mala suerte, un pedazo de tema que me faltó en el Leyendas del Rock. Y es que aquel concierto me supo a poco, no por falta de intensidad o buenas maneras, sino porque 50 minutos de Uzzhuaïa nunca pueden ser suficientes. Aquí por suerte, podrían explayarse mucho más, hasta hacernos quedar roncos y sin voz.Da igual el registro, da igual la intensidad, Pau se come el escenario y borda cada tema, no solo con su timbre, sino también con su enorme saber estar sobre las tablas. Cuando empuñó su acústica, casi daba por hecho que Magnífico fracasado sería la siguiente, y así fue, le ayudamos en las primeras frases y el resto… fue soñar despiertos. Y es que particularmente la letra de este tema me parece pura poesía (‘dejar la puerta abierta no es una invitación; tal vez es un descuido que acaba en ocasión’… me flipa muchísimo). No me extraña que la gente gritase cada vez más fuerte. Se les quiere porque se hacen de querer por mil razones distintas. Esta es perfecta, especialmente, para los tiempos que vivimos, dijo Pau, que sin soltar la guitarra (con un manejo furioso e impecable de esta) entonó La flor y la guerra, otra pieza clave de su “Destino perdición”.

Otra que eché muchísimo de menos en el Leyendas y que recuperaron aquí (como ya hicieron en Picanya) fue Bailarás en el infierno (pura inspiración para esta crónica). Una vez cumplida la petición de la banda (que requería luz infernal para interpretarla) el escenario se tiñó de rojo e Isra, en primera línea de escenario y levantando su mástil, dejó caer las primeras notas, destacando especialmente el bajo de Álvaro en un tema tan rítmico. Para la última estrofa, este y Pau Monteagudo compartieron micro. 13 veces por minuto, que da nombre a su penúltimo álbum, fue calificada por el vocalista como ‘una canción de fuerza’; completamente de acuerdo con la definición, es un tema que nunca falta (ni debe) en sus setlist. Todavía faltaban muchas por caer, pero como si cerca del final estuviésemos, Pau nos conminó a ir “a muerte ya, de aquí hasta el final”. Aunque a algunos nos sobraba motivación, la petición quedó cumplida, y ayudaron muchísimo los temas escogidos, una auténtica tormenta musical y sobre todo, emocional, algo de lo que los temas de la banda van sobrados, como Una historia que contar, con unos buenos coros, Jose metiéndole a piñón a la caja / bombo y Pau desmelenándose apoyándose en el micro, o Blanco y negro, otro de sus busques insignia, con una fuerza impresionante y un cantante que no se cansaba, no cedía a los excesos con su voz, y es que siempre que le he visto interpretar este tema da el 110% de sí mismo, al igual que Jose, que casi revienta su batería con el redoble final. Más implicación por parte del público, más devoción y participación en Destino perdición, tema esperadísimo y que nos partimos las cuerdas vocales al cantar junto a Pau (y su guitarra) especialmente las últimas frases, en las que nos dejó casi a capela. Nueva subida de ritmo, ahora ya imparable, atacaban con No quiero verte caer, tras la que posiblemente también hay una historia más o menos personal. Alargaron el tema con un fragmento instrumental en el que Alex, Isra y Álvaro pudieron recrearse de cara a su público con la base que marcaba también Jose. No quería, no podía pensar en que se fuesen a ir ya, pero obviamente aun quedaban, al menos, dos balas en la recámara.

Nos dejaron tan solo unos segundos para recuperarnos. Allí estábamos ahora Popi y yo, mano a mano, dándolo todo y comentando lo grandes que son. Respiro también para la voz de Pau, que se reenganchó al concierto con Directo al mar, más melódica, como preparándonos para el envite final, una explosión de furia, principios y celebración llamada Desde Septiembre, que nos volvió a todos locos (imposible no saltar hasta tocar el cielo con ella), los tres músicos a las cuerdas dando headbanging y Pau poniendo su voz al límite de la resistencia, modulando muy bien hasta sacar el tema bordado en oro y con algún que otro divertido baile jeje… ¡menuda liaron! De puto miedo. Ahora sí, ‘solamente’ quedaba uno de sus grandes himnos, un grito a la revolución y a la liberación de nuestro rollo, con frases que ya han pasado a formar la historia del Rock de este país: ¡¡Nuestra revolución!! Manos en alto, puños cerrados y muchísimo espíritu de arrasar con todo, tanto arriba como debajo del escenario. Si fuese por mí, este concierto no hubiese terminado nunca. A pesar de que es el mejor que les he visto desde que les conozco, me quedé con muchas ganas de más, y también a pesar de la tremenda sudada y agotamiento que llevaba (como si hubiese corrido una maratón jeje). Así pues, despedida mutua, pero un impagable regalo que me llevé por su parte, una púa de Alex que guardaré en mi colección por los restos con el orgullo siempre de poder decir que estos ídolos son vecinos, de la Baja California.

Así pues, tras esta intensa borrachera de Rock’n’Roll que me metí, este chute de intensidad eléctrica, volvió el recuerdo a mi cabeza de que es posible que sea la última vez que les vea en directo. Su vuelta a los escenarios, dedicada al disco que más grandes les hizo, puede llegar a su fin en cualquier momento. Es algo anunciado. Todos lo sabemos. Sus fans tenemos claro que ha sido una gira muy especial, pero con fecha de caducidad. Aunque no están claros al 100% sus planes para el futuro, es muy probable que nos vuelvan a decir adiós… y me volverán a romper el corazón en pedazos… pero su música, Rock’n’Roll de entrañas, de whisky y de mala vida, siempre formará parte de mí, y desde luego, continuaré siguiendo a estos grandes músicos, bien sea con Corazones Eléctricos, bien con Capitán Booster, con 13 Millas con lo que quiera que hagan cuando termine este paréntesis. Se lo merecen por todo lo que nos han dado.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

Festivalcrea 2019 (Uzzhuaia + Loreley, Sábado 19/10/19, Manises, Valencia)

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