Ahora que ya he soltado el rollo, como de costumbre (ojala no tuviese necesidad de hacerlo… pero es lo que pienso y es lo que hay, las cosas claras), relataré lo que dio de sí esta todavía cálida noche de Octubre en la Sala Babel, a la que prácticamente ya puedo llamar mi hogar de conciertos. Repito por enésima vez, es un auténtico honor y un privilegio poder tener esta sala tan cerca de casa, que no termina siendo una discoteca más para los putos pijos y cada fin de semana se llena de melenudos y buen Metal como este pasado sábado, con el festival Maniacs Metalfest en su primera edición, pero esperemos que no la última. Cuatro bandas de gran calidad se juntaban en un mismo cartel, uno de los más interesantes que se verán en la ciudad de aquí a final de año. Los portugueses Lyzzärd, los madrileños Frenzy, y las leyendas Killer, desde Bélgica y ADX desde la misma París.
El principal hándicap que tenía yo era el brutal gripazo que llevaba arrastrando desde hacía un par de días, casi sin poder levantarme de la cama con fiebre, dolor muscular, una tos mortal… pero aun así no me lo pensé en absoluto aunque tuviese que salir de la sala en camilla. Lo primero es lo primero. Tras unos cuantos traspiés con el coche y después de dar unas cuantas vueltas para llegar debido a mi pésimo sentido de la orientación (y mira que he estado veces allí… no tengo remedio), ‘estaqué’ el coche en la misma calle de la sala. Salí corriendo hacia ella porque iba con el tiempo pegado al culo, y me encontré con la puerta con mi colega Cristina (con quien compartí gran parte de la noche). Tras saludarla y a algún otro colega que andaba por allí, me inmiscuí entre las primeras filas. Sobre el escenario, había comenzado la batalla de la mano de Lyzzärd y lo primero en que me fijé, que saltaba a la vista, fue en una sensación de actitud indiscutible. Mientras sonaba ya Queen of vengeance, el segundo tema de la noche, comencé a saco con el headbanging sin ningún tipo de calentamiento, y es que estos jóvenes saben inculcarte esa energía que les posee desde un principio. Heavy Metal de ese que irradia espíritu clásico, ideología y estética ochentera, letras guerreras y macarras, pinchos y tachas. Y precisamente era justo eso lo que buscaba yo aquella noche. Actitud despatarrada y muchísimo movimiento sobre un escenario que se les quedaba pequeño mientras sacaban a la luz piezas como Fire, de su primer LP “Savages” (y difícilmente se puede encontrar un título mejor para el comportamiento de la banda) o Shackles of Justice, que formará parte de su próximo disco. Según dijo su vocalista Tim Azevedo, este saldrá a la venta a lo largo del 2020, habiendo sido su disco del 2017 incluido en alguna que otra de esas listas de bandas revelación del momento. Y desde luego, empuje para ello no les falta. Los hermanos Tim y Ricardo dieron una buena lección de compenetración sobre las tablas, tocando este último de miedo y siendo uno de los protagonistas, pero también me gustó la forma de tocar de su compañero Tiago Tedim, muy enérgico y apasionado. A pesar de congregar todavía a poca gente, los que estuvimos en las primeras filas pudimos notar el calor que desprendía la actuación, pero también la simpatía de sus músicos. El ritmo del concierto fue frenético y los 50 minutos de los que diponían exprimidos al máximo, continuando con Metalzone y también con algún tema que, presumo, también formará parte de su próximo disco, como fueron Agents of Death o The Abyss, ya que ninguno se encuentra en su primer EP “Release the hounds”, del que no tuvimos ocasión de escuchar ninguna. Entre tanto greñudo degenerado (como nos demostraron al final de la noche jajaja), destacaba la presencia de la bajista Margarida Veiga, toda una sorpresa que manejaba su bajo con mucha fuerza y entusiasmo, y nos dedicada sus mejores sonrisas. Yakuza fue un temazo de órdago, probablemente el punto álgido de su actuación en el que una vez más Luis Ferreira tuvo que poner su batería al rojo vivo, pero los bailoteos más estrafalarios por parte del público (con volteretas, pataletas, etc.) se vieron con su versión de la conocida Maniac que, aunque no es la mejor que he escuchado, fue todo un puntazo y terminó el concierto por todo lo alto. Se les vio muy felices y animados, y al final, enormemente agradecidos por el apoyo. Y atención porque parece ser que este fue su último bolo antes de meterse de lleno en el estudio. No les perdáis la pista.
Al final de la noche disfrutaríamos de unos momentos inolvidables junto a ellos, vaya gente más de puta madre, me partí el pecho de risa con ellos y sus múltiples locuras. Que gustazo conocer a peña así, grandes músicos y mejores personas incluso. También me encontré al principio de la noche, por supuesto, con mi amigo Popi que andaba por allí en toda su salsa jeje y al colega Faraón. Igualmente, tuve el placer de saludar a conocidos de la organización como Vanessa o Eduardo (War Dogs) y felicitarles en persona por este trabajo que hacen, nunca suficientemente agradecido. Y por supuesto, conocía mucha gente nueva, como el Maki o René, y me impactó muchísimo el caso de un chico llamado Łukasz que vino, flipad, desde Polonia, ÉL SOLO y con 21 años, nada menos, para ver el concierto, y al día siguiente se piraba de nuevo a su país cogiendo un tren a las 7 de la mañana para empezar. Estuve casi tres cuartos de hora hablando con él, incluso sacrificando algún tema de la actuación de Frenzy (mea culpa) sobre muchísimas cosas a nivel cultural entre ambos países y sobre todo, por las pelotas de acero que le había echado para hacerse más de 2000 kilómetros para ver un concierto y otros tantos para volver al día siguiente. Y qué queréis que os diga, esta es la gente que se gana mi respeto desde el primer segundo, gente que tiene los huevos como melones y que se la suda todo de esta manera solo por el Metal cuando hay gente que no es capaz de levantar su puto culo del asiento y hacerse ni que sea una hora o dos de coche para disfrutar de una noche tan grande. Vergüenza. Así nos va.
Al rato, e instándole a vernos entre las primeras filas, me metí entre ellas como una flecha, llegando a la actuación de la que era mi banda favorita de aquella velada, los Frenzy, al tiempo que sonaba Change to green con un sonido mejorable pero lo suficientemente potente para hacernos mover las vértebras sin parar. A pesar de que no usan disfraces, como parece estar de moda últimamente, a pocas bandas les sentarían mejor que a esta, cuyas letras tienen por temática a los superhéroes de la historia del cómic y el cine. Sin embargo, y a pesar de esta particularidad, no se puede esperar otra cosa de Frenzy que no sea HEAVY METAL puro y duro, a veces espitoso, a veces más melódico, pero con una seña de identidad que les está haciendo cada vez más grandes: la personalidad que se encuentra en todos y cada uno de los temas y en sus melodías, y por supuesto, en la voz que los interpreta, la de Anthony Stephen, uno de los férreos defensores de la liga del Metal que forman parte de la banda madrileña. De hecho, ahora que está tan en boca de todos, hicieron mención a la película Joker, pero aclarando que ellos ya habían compuesto Killing with a smile mucho antes de que esta viese la luz. Y a decir verdad es una de mis favoritas, gracias que llegué a tiempo para escucharla, porque fue la que me puso definitivamente ‘on fire’, dando cabezazos en primera fila junto a su reducido pero fiel grupo de seguidores que cantaban sus canciones sin fallar. Entre los miembros del grupo se echaba en falta a Luis Pinedo por alguna razón que desconozco lo cual, tras la salida de Víctor Díaz en Mayo, dejaba todo el peso de las guitarras a Álex Gabasa (ex–Leather Heart, por cierto), eso sí, un 10 para este músico, que se metió unos solos de aúpa sin descuidar su actitud Heavy/Rockera ni por un segundo, siempre a la derecha de Anthony. Incluso uno de los solos más rápidos y técnicos que han compuesto sonó absolutamente bordado como en el caso de Velocity (o ‘la balada’, como fue presentada).
Nos partimos bien el espinazo con ella, mientras Anthony nos dedicaba su carácter bromista, sus particulares expresiones, y sobre todo, el tremendo vozarrón que tiene, que no deja de fliparme en todos los sentidos: su timbre es 100% reconocible, tiene un aguante de acero y a nivel de agudos… es complicado encontrar un vocalista mejor hoy por hoy en nuestro país. Y no menos aguante demostró Pablo a la batería. En We are the future me estuve fijando en las múltiples piruetas y movidas que hacía con los palos, y me encantó. Como le dije a mi colega, por mí les pueden traer en todas las ediciones del festival, porque yo estaría en todas ellas aunque solo fuese por ellos. Recuerdo que la tocaron cuando les vi en Junio en la sala Paberse, pero aun así me vino de sorpresa y los primeros acordes de Dream Warriors de los Dokken, uno de mis TEMAS favoritos de todos los tiempos, volvieron a ponerme los pelos de punta (tremenda sensación). Anthony la defendió de lujo. Es innegable que le costó bastante y peleó con los tonos altos, pero al final quedó casi impecable, también a nivel de base, con Ángel “choco” Muñoz, bajista y líder de estos vengadores de Metal, y Pablo Bazán a la batería, la más reciente incorporación al grupo, al que se le vio especialmente implicado y sudando la gota gorda en cada golpe a la caja. No lo recuerdo al 100%, pero creo que fue Lethal Protector la que continuó la fiesta, sin más covers, solamente temas de su EP (llamado igual que el tema) y su disco “Blind Justice”, que está arrasando en el panorama desde que salió hace ya unos meses. Save me fue también una de las más esperadas, y es que dentro de la personalidad de la que hacen gala sus temas, esta destaca todavía más, y bien podría haber sido el single de turno si no fuese porque es tal vez demasiado distinta al resto. Sea como sea, a mí me vuelve loco ese toque más Hardrockero y es una de mis favoritas. Pero seamos realistas. Su principal espíritu siempre ha sido y sigue siendo el shredding, el Heavy Metal desenfrenado y despiadado con los cuellos de su público, y mejor muestra que Shred or die imposible, fue la que más peña despegó del suelo e incluso se formaron buenos mogollones en la parte central delantera, disfrutando del fuelle de Anthony, de la pasión de Álex a las guitarras o el subidón que daba ver tocar a Ángel las cuatro cuerdas. Concierto de la hostia, misma o mejor impresión de la que me llevé hace unos meses cuando les vi por primera vez. Les deseo desde aquí lo mejor del mundo y que su carrera siga ascendiendo sin parar y extendiéndose por todo el mundo como ha hecho hasta ahora.
Para la segunda mitad de la noche, nos esperaban dos auténticas leyendas, pero esta vez de fuera de la península. Bandas de esas que es un auténtico privilegio poder ver en directo tan cerca de casa. No entiendo cómo hay gente que no sabe apreciar esto. Pero antes, descanso y cigarrito en la mejor compañía, y es que el buen rollo era tal que era casi imposible dar dos pasos sin entablar una conversación súper agradable con alguien. Solo por los momentos entre concierto y concierto ya habría valido la pena acudir al lugar. Seguía haciendo muy buena temperatura en la calle, aunque dentro tampoco se estaba nada mal gracias a las instalaciones de aire.
Esta vez sí, desde el principio estuve al pie del cañón con la actuación de los belgas Killer, una formación de auténtica leyenda cuya formación se retrae al 1980 (casi nada) y aunque con algún que otro parón y cambio de músicos, actualmente tienen una formación estable cuyo líder y único miembro original, Shorty, hizo de maestro de ceremonias durante toda su actuación con el inestimable acompañamiento de dos músicos igualmente geniales, Jakke al bajo, un auténtico guerrero, curtido en mil batallas, de aspecto rudo y hecho un monstruo físicamente, y Vanne a los palos, un auténtico loco de la colina que nos alegró más todavía la noche con sus divertidas caras y su fogosa forma de tocar. Así, en formato power trio, abrieron la veda con la potente Blinded y su coreable estribillo, con muy poca gente en las primeras filas, algo que poco a poco se fue solucionando, cabeceando al ritmo de grandes clásicos de sus primeros discos, de donde extrajeron un gran porcentaje de su setlist para regocijo de sus fans más acérrimos (se notaba que había gente que no les había conocido hacía dos días precisamente…). Bodies and bones o No future, ambas del “Wall of Sound” (que por cierto, ¡¡cayó prácticamente entero!!), fueron el perfecto ejemplo. La voz de Shorty sonaba con tanta solera como en disco, con ese toque añejo y clasicazo de principios de los 80, casi cazallero y auténtico. Y por sus expresiones y la forma de interpretar los solos se nota que no ha perdido la pasión por hacerlo en absoluto. Al principio estuvieron algo fríos, tan solo la imponente presencia de Jakke se nos acercaba a las primeras filas, poniendo el pie sobre el monitor para machacar su bajo en nuestras narices, pero poco a poco, y no solo a base de espectáculo visual, se fue animando la cosa. Antes de continuar, el cantante presentó a la banda de forma rápida pero concisa para descargar ahora un tema de su último disco, la homónima Monsters of Rock, en la que se nos invitó a repetir una y otra vez el estribillo a capela. La cosa continuaba un poco desangelada a nivel de público, pero por suerte había ya unas cuantas voces para seguir a Shorty con sus himnos.
A toda hostia, con Vanne flipándonos tras la batería Kleptomania arrasó e incluso se vio por primera vez subirse a peña para tirarse (eso sí, al loro de no partirse la crisma jeje) y tampoco nos dio ningún descanso Battle scars. Un detalle que a veces se agradece es una pequeña introducción de cada tema, alguna anécdota sobre estos, y el líder de la banda estuvo muy comunicativo en este sentido, siempre alzando la voz con orgullo cuando pronunciaba las palabras TRUE METAL, algo que a servidor siempre le llena mucho. Nos comentaba, por ejemplo, que Back shooter, tema que forma parte de su primer álbum “Ready for hell” iba dedicada a toda esa gente que te acuchilla por la espalda sin el menor valor ni respeto o que Back to the roots, como ya se puede adivinar en su letra, es tan solo un viaje a través de las bandas que les han influenciado musicalmente (tanto a ellos como a la mayoría de nosotros), esos grandes clásicos inmortales de la música Metal. La cosa había cambiado sustancialmente: ahora había más apelotonamiento en las primeras filas, la gente, movida también (imagino) por el nivel de alcoholismo de aquellas horas tardías, lo estaba dando todo e incluso hicieron esbozar alguna leve sonrisa a la bestia Jakke, que seguía marcando el ritmo con potencia implacable, el necesario para Shock waves o Laws are made to break, y aplicándose el espíritu salvaje de esta última, la cosa se desbocó, y tanto Shorty como Jakke bajaron del escenario con sus instrumentos, se dieron una vuelta entre nosotros (siempre vigilados por el maromo que llevaban con ellos a unos metros jeje), se colaron tras la barra mientras seguían tocando y soleando… ¡¡e incluso salieron a la calle!! Imaginaos que estáis tomando el aire fuera y de momento os veis salir al bajista del grupo tocando jajaja… tronchante a más no poder. El guitarrista y cantante alegaba continuamente que nosotros éramos el cuarto miembro del grupo, y lo cierto es que como tal nos trataron. Iban anunciando ya, tras este paréntesis de locura, el final del concierto, aunque más de uno le cogió el gusto a quedarse bajo el escenario jeje. Era, a continuación, la misma Wall of Sound la que azotaba nuestros cuellos, con una potencia en directo que demuestra que el tema sigue siendo 100% puro Heavy Metal por el que nunca pasarán los años y tras un pequeño discurso de agradecimiento, nos presentaron el primer tema compuesto en la historia de la banda, formando parte de su primer LP, llamado como este, ¡¡Ready for hell!! La gente cogió tal subidón que casi en manada comenzaron a subir al escenario y a tirarse cada vez más desinhibida. Diferencia bestial de cómo comenzó el concierto, con la banda muy parada y estática, a cómo terminó, liándola por todo lo grande e incitando al desfase general. ¡¡Muy grandes Killer!! Otra actuación de esas que nadie va a tener que contarme.
El festival, que en algún momento había acumulado algo de retraso por causas ajenas a la organización, iba volviendo a su cauce en este aspecto. Ahora sí picaba un poco el frío en la calle, no vino mal la manga que me llevé. De nuevo me encontré con algunos colegas, como Cristina o Łukasz, con quienes los intermedios entre bolo y bolo se me pasaron volando. La buena compañía es lo que tiene, que mejora todavía más la experiencia de un concierto. Tan buena estaba siendo esta que (aunque no es la primera vez ni será la última jaja) se me olvidó cenar hasta que terminó el festival sobre las 2 de la madrugada. Eeeeen fin…
Con los míticos franceses ADX podríamos decir adiós hasta de aquí a un tiempo a la sala Babel, pero aun había mucha tela que cortar aquí, ya que para mí y salvando la de los grandísimos Frenzy, era la actuación más esperada de toda la noche. No podía permitirme perderme ni un segundo, así que todos los que estábamos fuera prácticamente entramos a la vez para ver la (simbólica) caída del telón y el primer petardazo de la noche que vino de la mano de Mémoire De L'Éternel. ¡¡No había duda, nos iban a dar mucha guerra!! Menuda elección así de primeras, con esa melodía tan reconocible que llegó al alma de los asistentes, empezando también por los primeros redobles de Didier Bouchard y los espitosos guitarrazos de Nicklaus Bergen y su melenaza, a golpe de Speed Metal que siempre fue lo suyo, con un ritmo vertiginoso. Puede que no fuese el más claro de todos, pero desde luego, el sonido del que gozó la actuación fue el más potente y también el más criminal para nuestros oídos por el volumen pero… ¿es que existe otra forma de vivir plenamente este rollo? Ninguna queja, tan solo se echaba de menos una mayor definición en la voz de Phil Grélaud que es, junto al batería Didier, el único miembro original que queda desde principios de los años 80, cuando se fundó el grupo. Viéndoles en acción, por fin, uno se da cuenta de lo jodidamente buenos que son, cómo saben llenar el escenario y la fuerza que desprenden, su capacidad para meter todo el ruido posible y sus ánimos que parecen estar en la cumbre todavía tras tantos años en la palestra. Si bien La complaite du Demeter (que además sonó de muerte) pertenece a su más reciente disco “Non Serviam” (antes de que salga su nueva obra el próximo Enero del 2020, que ya han titulado “Bestial” ¡¡ojito!!), muchos de sus temas fueron clásicos de sus primeros años, y sonaban como tal pero con un extra de potencia y vibración gracias al potentísimo sonido que, como ya digo, tenían sobre el escenario. Notre-Dame de Paris o Déesse du Crime formaron parte de este selecto grupo, enloqueciendo literalmente a los fans, en concreto esta última, que yo esperaba a una altura mucho más avanzada del concierto, y que es un temón de esos que te hace caer de putas rodillas.
Incluso el lío a base de empujones y saltos se iba encrudeciendo cada vez más en las primeras filas, ampliándose más y más. Un verdadero disfrute no solo por el propio concierto y por poder ver en directo temas tan legendarios como este, sino por ver que, aun siendo la última actuación, la gente responde con ese nivel de pasión y entrega a la batalla final de la noche. En verdad, no había otra forma, había que darlo todo, que luego todo son lamentaciones a la hora de volver a casa jejeje. Phil Grélaud, hay que reconocer que este hombre estuvo radiante a nivel de simpatía con su público (incluso llegó a cantarnos la primera estrofa de esa canción que cantábamos de pequeños sobre un elefante que se balanceaba… etc.) y no dejó de divertirse con las paridas de algunos fans, pero vocalmente, las cosas hay que decirlas, se mostró bastante hecho polvo en algunos momentos. En la citada Déesse du Crime por ejemplo… uf… su forma de cantarla fue bastante dolorosa para los oídos, desafinando, faltando descaradamente a los agudos y con bastantes gallos, aunque por su cara parecía que él mismo afrontaba la realidad casi con humor. Los años no pasan en balde, pero aquello fue bastante destacado en la parte negativa. Sin embargo, tampoco se puede decir que destrozara las canciones, simplemente había muchos fallos si las comparamos con los discos. Pero compensó esto con su gran empatía y saber estar, como miembro original y líder supo meterse a la gente en el bolsillo casi de primeras, a pesar de no hablar en inglés, solo en francés, así que muchos no entendimos ni papa. Porque a nivel de clase y saber estar, estuvieron a la par que los Killer, pero a nivel de movimiento… ah amig@s, eso fue otro cantar. Estos desde el primer momento se comieron el escenario, con carreras de un lado para otro, y algún miembro que se volvía loco de atar, como el nuevo guitarrista de la banda, Neo, que no podía parar de moverse, incluso arrodillándose, y que además a nivel de virtuosismo se salió, dando uno de los mejores espectáculos de la noche. Solamente mirando la velocidad a la que tocaba y su precisión se pasaba el tiempo (demasiado) deprisa. ¡¡Era pura energía en el más amplio sentido!!
Continuando con el setlist, y con la temperatura más elevada de la noche (sobre todo en cuanto a participación del público), dos temas de sello más actual, pero para nada sonido moderno: La Mort en Face y Red Cap, de su “Non Serviam” y “Ultimatum” respectivamente, siguen representando esos ideales musicales por los que nacieron, lucharon, y se han mantenido todos estos años. Puede que tengan algún disco más denso en cuanto a riffs o más potente en cuanto a ritmos, pero nunca han abandonado su verdadera esencia ni estilo, como debe ser. Pero de alguna manera, ya se veía venir que tenían un buen hueco al final reservado exclusivamente para grandes trallazos de su historia. Algunas nos las presentaba el propio Phil, como Suprématie, algunas venían casi empalmadas, como L'Étranger, así, sin vaselina ni nada. El envite final del concierto requería de toda nuestra entrega y espíritu de Metal, y a tenor de lo visto reflejado en las caras de los músicos, estaban contentos por cómo estaban funcionando los temas. Y es que claramente se podían sentir las ganas con las decenas de voces coreando a pleno pulmón (y mi maltrecha garganta inflamada por el resfriado pidiendo clemencia o una muerte digna) ese estribillo tan adictivo de Division Blindée. Eso sí, a nivel de setlist, aunque me parece que fue fantástico (totalmente de acuerdo con mi colega Łukasz), sí que eché mucho en falta algunas como Les enfants de l'ombre o Marquis du mal, que prácticamente daba por hecho que iban a caer, aunque ya imaginaba que al entrar en acción Caligula con su avasallante ritmo, al concierto le quedaban tan solo unos minutos, eso sí, de los más intensos, que había que disfrutar a piñón fijo como si no hubiese un mañana.
Y por supuesto, todavía estiramos un ratito más (algunos mucho más jeje) fuera de la sala, con nuevos colegas y momentos especialmente hilarantes como las ocurrencias de los chicos de Lyzzärd, unos auténticos monstruos jejeje. Yo por mi parte, y como el estómago no andaba muy fino debido al gripazo y al hambre que lo atenazaba ya a aquellas horas me fui despidiendo de toda la peña y mentalizándome para la vuelta a casa, a donde llegué ya casi rozando las 4 de la madrugada, muy eufórico todavía por los cuatro conciertazos que me había metido entre oído y oído aquella noche. De nuevo, saludos y agradecimientos a la organización de Mediterranean Metal Maniacs por el currazo brutal que se pegaron y por hacernos disfrutar de una noche a lo bestia de esas que algunos no cambiamos por absolutamente nada en el mundo.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Maniacs Metalfest I (Sábado 12-10-19, Sala Babel, Alicante)
Javi, aqui René, hablamos en el festival y me mencionas aqui en la cronica. Lo has explicado todo perfectamente, una gran noche. Un saludooo
ResponderEliminarHola René, ¡qué sorpresa! ¿Qué tal estás? Un inmenso placer conocerte. ¡Muchas gracias y espero que coincidamos en muchos más! Un abrazo.
ResponderEliminar