Dudando
sobre el título a utilizar para esta crónica mientras recordaba y ordenaba los
temas que compusieron el setlist del concierto de este sábado, al final me di
cuenta que tenía la respuesta ante mis narices. Porque no, la vida por mucho
que queramos nunca será perfecta, pero desde luego, acordándome de la mitad del
2020, y los primeros meses de este 2021, con lo putísimas que las pasé sin mis
conciertos (algo necesariamente imprescindible en mi vida), me siento muy
afortunado de ver cómo, después de las cien mil injusticias, trabas e
impedimentos hacia nuestra escena, poco a poco esta va resucitando, se van
abriendo las puertas de las salas, al menos de aquellas que han podido
sobrevivir al calvario de situación de estos últimos tiempos, y las bandas
empiezan a rodar, a respirar y a hacernos disfrutar… aunque no sin un montón de
obstáculos todavía. Queda un largo y exasperante camino hasta que todo vuelta a
la normalidad, hasta que podamos saltar, empujarnos y pisarnos, abrazarnos como
antaño, correr y apoyarnos en el escenario, pero al menos en la mayoría de
comunidades ya se empiezan a ver carteles de conciertos con fechas próximas que
a muchos como yo nos dan la esperanza de que esta aceleración va a continuar
hasta que, en última instancia, volvamos a disfrutar, como objetivo final, de
esos festivales al sol del verano con toda la libertad que el puto virus nos ha
arrebatado durante tanto tiempo. Jolly
Joker es una banda que, como todos sabéis, admiro profundamente desde hace
muchos años. Pero sin duda, todo lo que han conseguido durante esta pandemia,
haciendo lo imposible por moverse sin parar, regalándonos noches inolvidables
de Rock’n’Roll entre tanta negatividad y frustración… para mí directamente les
ha convertido en el principal pilar de apoyo emocional al que he podido
agarrarme para no caer.
Por
ejemplo, nunca olvidaré (NUNCA) aquel bolo que dieron en la 16 Toneladas en
Julio del año pasado, el primero al que asistí después de muchos meses grises y
que tanto me alegró la vida, su acústico en el Carmen de Valencia, el de
Noviembre en el Loco Club… Pero es que lejos de pisar el freno, hace tan solo
unas semanas se embarcaron en una kilométrica gira que les está llevando a
recorrer de arriba abajo la península, algo que poquísimas bandas (contadas con
la mitad de dedos de una mano) se han atrevido a hacer. El viernes de la semana
pasada tuve el honor (porque siempre es un honor) de verles actuando al 100% en
la sala Bóveda de Barcelona. Aquella fue una noche que pasará a formar parte de
mis recuerdos para siempre, pero es que lo de este último sábado en Madrid fue
algo, como mínimo, tan intenso e inolvidable como lo vivido en la ciudad condal
y toda una mini-aventura en la ‘capi’.
Tras el
madrugón y el largo viaje, mi colega y yo llegamos a Madrid para hacer el
check-in en el ‘hostal’ donde nos hospedábamos, y lo pongo entre comillas por
poner algo, porque no se lo recomiendo ni al peor de mis enemigos, pero cuando
uno es pobre, es lo que hay jeje. A partir de aquí, todo fue jolgorio y buen
rollaco. Encontramos rápidamente la sala y nos apalancamos en el café anexo para
no movernos ya de allí hasta la hora del concierto. Entre birra y birra, tapa y
tapa, nos reunimos con mi colega Cris (¡un abrazo enorme!), que se vino nada menos que desde
Barcelona, y poco a poco se fue uniendo a la sobremesa gente de puta madre con
la que pasamos unas cuantas horas a gustísimo (Manu, Mel, Marta, Bea, Judy y ese
matrimonio aleman tan encantador con quienes muy buenas migas, un saludo
a tod@s). Incluso nos planteamos entrar también al primer pase, pero el tiempo
pasó volando y ya nos descuidamos por completo.
La cosa
es que la hora del segundo pase llegó casi sin darnos cuenta, y aumentaba mi
curiosidad por visitar por primera vez la sala Rockville. La verdad es que no
era exactamente lo que me esperaba, pero cualquier sala que esté ahora mismo
organizando bolos y acogiendo a bandas tiene mi respeto infinito. De espacio
muy limitado (más o menos como nuestro Paberse), diría que la Rockville es más bien un bar con opción de directos
(gracias a su pequeño escenario y una distribución que lo hace posible). Ya se
preveía un aforo muy limitado, recortado todavía más por las restricciones,
pero eso no quiere decir que al final se quedase un ambientazo de cojones. En
este caso, las sillas con distancia de separación y demás, como viene siendo
habitual, tampoco faltaron a la cita, pero también estaba la posibilidad de
sentarse en los respaldos de la parte lateral del escenario. Por lo que me
comentaron, el primer pase tuvo bastante retraso en el horario, así que
tendríamos que esperar unos minutos extra para este segundo que estábamos
esperando con los dientes ya casi tocando el suelo. Llegado el momento, la sala
estaba a reventar (otro Sold Out en toda regla, y ya van……) y los nervios como
siempre a tope, cuando llegó esa intro marca de la casa que ya es algo así como
un presagio de diversión y desenfreno, un toque de atención para prepararse
para casi hora y media de pura adrenalina, un tema muy pegadizo que de repente,
rompió Paco a la batería con sus platillos… ¡¡y ahí empezó el desmadre total!!
Como es
habitual, su carta de presentación fue I am Rock n’Roll, un estallido de
fuerza bruta en la que, tras los primeros acordes, apareció el gran Lane Lazy
sobre las tablas, agitando los brazos, vociferando, levantando los ánimos del
personal hasta su máximo nivel y por descontado, cantándose el tema la hostia
de bien. Con su headbanging tan contagioso y el pedazo de solo que se marcó
Yannick, este último daba paso al guitarreo de Sidewalks y en esta
ocasión fueron él y Andi quienes se pusieron en primera línea de escenario,
esgrimiendo melena, sonrientes y combinando sus instrumentos que daba gusto,
porque siempre es un placer ver lo bien que se complementan y casi por encima
de todo, cómo disfrutan haciéndolo. Al ser una sala tan pequeña, se respiraba
tal buen rollo que por momentos parecía un concierto entre amigos… y en
parte, de hecho, así fue. Con Hey you, Lane dejó el estribillo para el
público, que respondió de maravilla, concentrándose en las partes más
difíciles. Y es que, aunque uno se resista, es imposible no terminar de algún
modo fundiéndose con la banda, impregnándose de esa energía que despiden a
raudales, de ese colegueo, de esa cercanía que siempre llevan consigo, y cada
tema que caía acentuaba más y más ese sentimiento.
Hacían
una pequeña pausa para saludar a la peña y hacer las pertinentes menciones y
agradecimientos a todo el mundo que hizo posible que aquella tarde / noche
estuviese resultando tan especial y redonda, a la gente del público, a la sala,
al personal de The fish factory… y entre Andi, Paco y Yannick comenzaron unos
minutos después a dar forma a Perfect Life, un tema que, por cierto, cuanto
más escucho más me gusta, y en directo ya… ni os digo. Es pura chulería, es una
melodía de estribillo guapísima y tiene un groove y un ritmo que da pie a Lazy
a hacer el macarra a tope, a pavonearse sobre el escenario mientras balancea su
micro. Otra que dejó absolutamente bordada. Y hago aquí un pequeño inciso.
Cuando cogí la entrada para el segundo pase, no es que dudase en ningún momento
de uno de mis grupos favoritos, pero temía en menor medida que la primera
actuación que tuvo lugar prácticamente tan solo unos minutos antes les hubiese
dejado algo cansados, porque además es una banda que se deja la puta piel sobre
el escenario a cada minuto que están tocando. Pero llegados a este punto del
show, tuve que reírme de mí mismo por haber pensado siquiera en ello. Ni-de-coña.
De hecho, diría que incluso bajo estas circunstancias, se crecieron a tope,
estaban on fire a más no poder, con una energía y una entrega dignas de
reverencia, y una de las mejores demostraciones de ello fue la llegada de los
dos temas siguientes. La pegada de Paco, las virguerías al bajo de Andi y el
arranque de Yannick en Full of Beans con ese solo que le volvió a llevar
al borde del escenario para tocárnoslo ‘en toda la cara’, (por Dio, que locura
de tema, es que me desmonta en directo), solo fueron igualados por la furia y
pasión con las que Lazy cantó Fuck it all, en la que todos nos dejamos
el cuello mientras sacábamos el middle finger con mala leche hacia todo aquello
que denuncia el tema. Repito, parece mentira que llevase a sus espaldas una
primera actuación. Ya no solo a la hora de dar cabezazos, o arrodillarse, o patear
el escenario. Estuvo absolutamente genial a nivel vocal y eso es algo que saltó
a la vista y al oído.
Tras
este trío tan intenso de temas (que conforman una de mis partes favoritas de
sus conciertos), pusieron la mirada en su último trabajo hasta el momento, “Never
say forever”, que nunca me cansaré de recomendar a todo aquel que le guste
tanto el sleaze, como el Rock clásico, como el Hard Rock, porque en sus temas
acoge todos estos estilos y más. Las escogidas para esta parte del show fueron,
para empezar, la ‘canalla’ Nasty Habits, que puso a todo el mundo con
las manos en alto a cantar el estribillo hasta la irrupción de Yannick con su
solo. Otro que, os puedo asegurar, estuvo espectacular aquella velada. No
solamente toca como Dios, un guitarrista increíble a todos los niveles, sino
que también tiene una actitud y un comportamiento sobre el escenario que imponen
mucho respeto. Tampoco se puede obviar la actuación en ella de Paco, que con esa
pegada le imprimió una potencia bestial. Con Believe llega ese
regustillo melódico pero sin perder ese toque barriobajero que tanto les mola en
algunas partes, y en directo se me antoja una de las más esperadas de esta
segunda parte. La evidente compenetración entre Andi y Yannick continuaba
siendo casi de libro.
Y
estábamos a punto de asistir a la que, posiblemente, fue la parte más especial
del concierto. Y es que entre el público estábamos rodeados de auténticas personalidades
de nuestro Rock, incluyendo peña de Ciclón e incluso los míticos Bella Bestia
entre muchos otros. Uno de ellos era Luismi, de los avilesinos Leather Boys
(hacedme caso si no les conocéis y lanzaos a por su ‘Born in the Seventies’
como perros famélicos), amigo de la banda y que, como estaba mandao, se subió
al escenario con los valencianos para acompañarles a la voz en la primera cover
de la noche, un señor tema llamado Powertrip de los Monster Magnet. Su
desparpajo, buen hacer y esa voz tan particular y reconocible empastaron de
puto lujo con el espíritu de Jolly Joker,
como cabía esperar. El buen rollo que hubo entre ellos estaba fuera de toda
duda de antemano. Pero no iba a ser esta la única colaboración de la noche, y
es que, al tiempo que se acercaba esa tempestad llamada No way out,
invitaban al escenario a Ian Wilde, de los Wild Freedom (a quienes acabo de
descubrir, expiando mis pecados por no haberlo hecho antes) y decir que su
actuación vocal me dejó alucinado… creo que es quedarme corto. Impresionante
rango, brutal chorro de voz y una presencia escénica genial. Mientras la banda
se crujía el cuello tocándola (espectacular Paco, una vez más), en una gran
muestra de amistad, Lane dejó el grueso vocal a Ian, acompañándole en el
estribillo y haciendo el gamberro a manos llenas. Entre grandes aplausos, Ian
se despidió de la banda para volver a formar parte del público, y para culminar
esta parte tan especial y llena de sorpresas, no podía sonar otra que no fuese Set
my soul on fire, con su casi hipnótico ritmo y con Lane haciendo uso de su
sonaja para redondear el tema. Mención especial para la parte lenta, la que más
me gustó, con ese inconfundible aire glam.
Se
ensañaba de nuevo Paco con la batería a modo de introducción para otro cover
que me flipó a saco la semana pasada en Barcelona, el Freedom Fighter de
Steve Jones, adaptada al ‘sonido Joker’ y en la que destacaría, entre muchas
otras cosas, la chulería que se gastó Yannick con el solo contoneándose al
límite del escenario. Sin duda un temazo colosal, tanto como la labor vocal de
Lazy. Aquella noche parecía que su energía, más que nunca incluso, no tenía
límites. Se tomaba un respiro ahora para presentar a la banda, antes de volver
la vista a los inicios discográficos de su “Sex, Booze and Tattoos” y dar caña
con Sucker, que siempre levanta pasiones con su estribillo macarra y descarado,
100% Jolly Joker, y que viene al pelo para encarar la recta final, volver a
subir los ánimos a tope, y casi empalmarla con I wanna go, que es mi
tema favorito del “Never say forever”, un chute de intensidad condensada en
poco más de dos minutos que me pone a mil (y no creo ser el único) y con un
finalazo que deja el escenario en llamas. Pero aquí tampoco dejan tiempo ni
para respirar y van directos al grano ya hasta el final, prolongando ese nivel
de intensidad sonora con Rockin’ in Stereo, con ese puntazo de Pop Punk tan
festivo que tiene casi todo el “Here come… the Jokers!!” que siempre pone a
hervir la sangre mientras, en esta ocasión, Lane Lazy repartía saludos entre el
público. Y por supuesto, Dressed to kill, que fue una auténtica fiesta desmelenada
sobre el escenario, con Andi zarandeando su bajo, Paco viviendo a piñón fijo el
momento y Yannick (a quien se le veía muy contentillo jeje) subiéndose a una
silla en mitad del público para tocar el solo, lo que acabó en un aterrizaje
forzoso (xDDD) pero por encima de todo, en un momentazo único made in Jolly
Joker con denominación de origen.
Empapados
en sudor, abandonaron el escenario para respirar unos segundos y volvieron a
posicionarse para, de nuevo, saludar a la peña y regalarnos el vocalista un
pequeño guiño a capela del I remember you de los Skid Row. Casi de repente,
pasaron literalmente de 0 a 100 con Stay Behind, el flechazo definitivo
entre las cejas, con un final que no dejaba de acelerar. En esta parte,
disfruté mucho de la técnica y la velocidad de Andi con la melodía de bajo. ¡No
dejaron títere con cabeza! Y para despacharse a gusto, incluyeron en el setlist
una tercera cover, algo que a ellos les ha gustado mucho hacer durante toda su
carrera. Se trató, como ya hicieran en el show de Barcelona, del Never
enough de sus idolatrados L.A. Guns… y esto último se nota a la legua al
verles interpretarla, desde el primer acorde de guitarra de Yannick hasta el
único baquetazo de Paco. Un tema que nos dejó muy, pero que muy calientes en
todos los sentidos. Solamente hasta los bises ya hubiese quedado satisfecho por
el conciertazo (aunque, contradictoriamente, nunca tengo suficiente) pero con
ese sprint final terminaron de bordar con oro la actuación.
Las
razones por las que esta gente cada vez me gusta más son casi incontables.
Tienen una actitud fulminante, el sonido, los temas, tres discazos increíbles, unos
directos que te dejan temblando, presencia, imagen, fuerza, son músicos de
élite, chulería, capacidad de impacto y de sorprender, espontaneidad, cercanía,
ganas, una ilusión desbordante, amabilidad, tendencia a armarla gorda,
perspectivas, afán de mejorar… y podría dar un centenar más de carrerilla. Y lo
mejor de todo es que no hace falta más que ver uno de sus directos, cualquiera
que sea, para darte cuenta de todo eso y muchísimo más.
Ahora, unos últimos añadidos a la crónica.
1.- Quiero
recordar que el sábado día 10 de Julio, con motivo de los cumpleaños de Yannick
y Lane, ambos darán un acústico en el Loco Club de Valencia, ocasión ideal para
comprobar también el potencial que tienen ambos en este formato.
2.- Por
lo que llevo escuchando desde hace un tiempo en comentarios y entrevistas,
parece que ya es algo casi oficial, lo cual no os podéis ni imaginar la ilusión
que me hace: JOLLY JOKER ESTÁN METIDOS
DE LLENO EN LA GRABACIÓN DE SU CUARTO DISCO. ¡¡¡Palabras mayores!!!
3.- La
noche madrileña no terminó ahí, y tanto el Kolega y yo como Manu y Mel (qué
grandes, de verdad) nos fuimos a culminarla por todo lo alto a los bajos de Argüelles
(¡¡un saludo a Carlos del Bastard!!) y lo pasamos de destripe, se nos hizo muy
corto porque todo chapaba a la 1, pero la verdad es que pasamos un rato cojonudo
allí. Pensando ya en volver.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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