lunes, 9 de agosto de 2021

Oda celta al Leyendas (Lèpoka + Celtian, Sábado 07/08/2021, Plaza Mayor de Villena)

Incluso los más optimistas lo sabían de antemano: este año tampoco se celebraría nuestro querido Leyendas del Rock en Villena. Y cuando lo pienso, es algo que me llena de tristeza, pero la verdad es que para que se haga en unas condiciones limitadas que no nos permitan disfrutarlo al 100% como todos los años… lo más sensato es esperar para, lo antes posible, volver a tener un principio de Agosto en todo su esplendor. La enorme diferencia respecto al año pasado es que al menos en este 2021 sí que está habiendo un buen fluir de conciertos, así que los festivales no se echan tanto de menos, porque al fin y al cabo, ahora mismo lo fundamental es apoyar a nuestras bandas, y eso es en una sala donde realmente se consigue. Porque ya se ha demostrado sobradamente que, pese a las nefastas restricciones y condiciones para celebrar conciertos, haberlos haylos, poderse se puede, y hay que estar ahí dando el callo, y todo lo demás son excusas baratas. La prueba es que este es mi decimoquinto concierto ya desde que nos cayó esta maldición de virus (aunque en tiempos de normalidad hubiese cuadruplicado esa cifra jeje). Y la ocasión para celebrarlo a nivel personal fue muy, pero que muy especial. De hecho, empecé haciendo referencia al Leyendas del Rock precisamente porque, a falta de este, el concierto que darían Celtian y Lèpoka en Villena no era sino un magnífico y sentido homenaje hacia ese festival que tantísimas alegrías nos ha dado a quienes lo seguimos desde la primera edición. No obstante, Celtian están confirmados para la edición 2022 y también Lèpoka, que además ya pisaron el escenario en el 2019, por lo que la elección de bandas, teniendo en cuenta el formato acústico, era de lo más apropiada.

Tras un cafelito con el Kolega y su mujer Tere, salimos con mucho tiempo de antelación hacia la vecina ciudad de Villena para disfrutar de la exquisita tarde que hacía previa al concierto. Paseando y charlando, de repente y sin tener ni puñetera idea de que un sitio así existía, nos encontramos, atraídos por su ambientación, con la cafetería Klam. Con los Saxon sonando a piñón, no dimos un paso más y nos quedamos allí para disfrutar de unas birras bien heladas, temazo tras temazo de Heavy Metal y una gran atención por parte del dueño, que nos hizo la espera todo lo amena que esta pudo ser. Las horas volaron allí, literalmente. Quien guste de nuestro rollo, desde luego, no debe dejar pasar la oportunidad de pasarse por allí.

De camino ya hacia la Plaza Mayor, donde tendrían lugar los conciertos, saludamos a varios colegas y, tras otra ronda de bebidas ya en la barra a disposición de la peña, pillamos sillas a la espera de que dieran comienzo los Celtian. Las plazas poco a poco se fueron llenando, pero también hay que comentar que, debido a las restricciones y al emplazamiento, mucha, mucha gente se quedó sin sus invitaciones, otorgadas a través de la App de Villena y con un límite de 200 personas. Sin duda, otro daño colateral de la puta pandemia, que impidió a mucha gente disfrutar del espectáculo de aquella noche. Nosotros, pensándolo bien, fuimos muy afortunados de poder conseguir los pases, pero la voluntad y rapidez a la hora de solicitarlos también fue algo determinante.

De forma bastante puntual, y ya con la peña deseosa de música en directo, aparecían los primeros componentes sobre un escenario que, a pesar de albergar tan solo un par de conciertos, vio a muchos músicos desfilar entre invitados y la inusual cantidad de estos que forman parte de los grupos. En el caso de los madrileños Celtian (aunque por su sonido, uno podría pensar a ciegas que provienen de la más bucólica Galicia), formados hace tan solo 5 años, hablamos de una banda que ha experimentado un crecimiento exponencial, siendo su primer trabajo completamente instrumental y el tercero, de este mismo año, la cúspide de su carrera hasta el momento a nivel de reconocimiento y calidad. No les había visto nunca en directo hasta esta noche, y la verdad es que resultaron ser una gratísima sorpresa que le dio un ambiente increíble a aquella cálida noche de Agosto. Tras una suave intro en la que destacaron las cuerdas de Sergio Culebras, la banda desplegó toda su esencia con La musa del bosque, y nada más empezar, consiguieron sacar las primeras palmas de entre el público. Breve presentación y saludo, y continuaban haciéndonos saltar (no física, pero sí mentalmente) con Niamh. Una Xana a las voces totalmente suelta desde el minuto uno se ganó nuestro reconocimiento con esos fantásticos agudos del tema. Este era, precisamente, su último concierto antes de embarcarse en la gira de su nuevo trabajo (que data de este 2021), “Sendas de leyenda”, que casi con total seguridad va a ser un exitazo.

Pedían de nuevo al público su colaboración (algo que fue la nota destacable durante todo el concierto) para juguetear con la melodía de Mirada de fuego, para la cual, además, contaron con un invitado de auténtico postín, un pedazo de músico multiinstrumentista que siempre da el 100% en directo. ¿Os suena ‘un tal’ Narci Lara de Saurom? Pues entonces, nada más que añadir. Un auténtico portento que endulzó todavía más el tema con su flauta. El magnífico trabajo con los platos del batería David Landeroin se me quedó grabado en esa Magia de luna. Sonido descaradamente celta y trasfondo de la más fantástica literatura, que puede gustar más o menos, pero hay que reconocer que era algo perfecto para aquella noche veraniega al aire libre. El formato acústico provocó variaciones en el sonido de la guitarra de Sergio (a quien conocía de la banda Against Myself, que me encantan), pero al mismo tiempo hizo que todo sonara más melódico y fantasioso, también gracias al soberbio violín de Txus.

Xana con toda su magia escénica, se hacía con el centro del escenario mientras saltaba en los primeros compases de El solsticio de dríade, pegadiza como ella sola, para abandonar el escenario y dejar a sus compañeros interpretando un pequeño fragmento instrumental en el que Txus hizo gala de su habilidad con el bouzouki. Vuelta a escena de la banda al completo… más uno, y ese uno fue Ruben Kelsen, vocalista de Debler que, al igual que hizo en el disco “En tierra de hadas”, interpretó junto a ellos El sueño de Deirdre, empastando unas excelentes armonías junto a la luminosa voz de Xana, sin duda una de las grandes protagonistas de la noche. Simpática, comunicativa, encantadora y deslumbrantemente guapa, pasó a presentar a los miembros de la banda y casi de inmediato, sonaba Tu hechizo. Bases mucho más suaves que en disco por parte de David y Raúl Plaza (siempre en su rinconcito del escenario, sin levantarse de su taburete) y con Diego, alma matter del grupo, luciéndose a la flauta en la parte del solo. Muy agradecidos, encauzaban la recta final del show con El hijo del ayer, con probablemente los mejores tonos agudos de Xana, que de algún modo me recordaban a los de la ex-Sirenia Aylin, y además con una dicción fantástica. Para el tema final, contaron con otra colaboración de auténtico lujo, la ilicitana Rosalía Sairem, que actualmente milita en las filas de los legendarios Therion. Dicho corte fue En tierra de hadas, y desde luego, todos tuvimos que rendirnos definitivamente ante el feeling y coordinación que ambas vocalistas mostraron sobre el escenario.

Lo dicho, pese a no ser exactamente mi estilo predilecto, Celtian me dejaron unas grandes sensaciones y sobre todo, muchas melodías paseando por mi cabeza hasta el día de hoy. El formato acústico les sentó de maravilla, y si no nos hicieron botar a todos hasta caer exhaustos fue porque las restricciones nos tenían anclados a la silla. Pero desde luego, no fue porque la banda no transmitiera esas ganas y esa energía.

Lo he dicho antes, y me reitero. Más allá del buen rato pre-concierto que pasamos aquella tarde, más allá de los propios bolos… para mí lo mejor de la noche fue sin duda el ambiente. Se podría decir que fue una de esas noches que marcan cada verano. El calor, la música al aire libre, la sensación de comunidad y hermandad… la noche de este pasado sábado fue, en estos dos últimos años que llevamos, lo más parecido en cuanto a sensaciones a un festival veraniego. La barra metálica, una bebida helada en la mano, algunas charlas con colegas… hasta los mismísimos urinarios portátiles me trajeron nostalgia (quien me lo iba a decir jeje). Así que, aunque con una lagrimilla escondida por la ausencia del Leyendas del Rock y el resto de festivales que pensaba disfrutar este año, aquella noche logró enterrar bien hondo esa tristeza, y si cerrabas los ojos, hasta parecía por momentos que nada había cambiado, que esta pesadilla de pandemia nunca había existido.

Venga, volvamos al turrón que me pongo extremadamente sentimental jeje. Cambio de músicos tras un breve descanso y cambio de decoración. Y además, por todo lo alto, con dos gigantescos muñecos hinchables con sendas birras en las manos que flanqueaban el escenario, dando la bienvenida a los nada menos que siete músicos de una de las bandas más folkohólicas y beerserkers que tenemos en este país, los castellonencs Lèpoka, a quienes ya he tenido el placer de ver en varias ocasiones, aunque esta sería la primera sentado, algo que a muchos nos impediría darlo todo como querríamos, pero puedo dar fe de que la banda sí dio el 100% absoluto a nivel de fiesta, de comunicación y de espectáculo, a pesar de prescindir de sus tan habituales túnicas y vestimentas temáticas. Fue casi raro verles de esta guisa, aunque cuando abrieron fuego con Eternia, uno se daba cuenta de que en realidad nada había cambiado. Rollo fiestero y cachondo a más no poder disfrazado de folk, mundos medievales y unos instrumentistas que fueron una gozada. Con su acelerado inicio, El baile de los caídos garantizaba una noche de alegría y desparrame, a pesar del formato acústico, en la que terminarían bailando los mismísimos camareros detrás de su barra. Pero el sonido, al contrario de la impresión que me dio con Celtian, era un poco apagado, como disperso. La batería se merendaba gran parte del resto de los instrumentos, perdiendo detalles del violín de Daniel o las gaitas y demás de Zarach. Al menos, al inicio del bolo.

No podían faltar, casi por ley, las referencias y recuerdos a nuestro Leyendas, que Lèpoka pregonaban antes de entrar al trapo con uno de los cortes más intensos de su discografía, esa siempre presente Yo controlo que animó muchísimo a un personal que ya de por sí lo estaba viviendo a tope desde el primer momento. También avisaron de que nos iban a regalar algún que otro tema que, por temas de duración, no suelen interpretar en el formato habitual de sus conciertos. Lo primero en caer dentro de este conjunto fueron los casi 9 minutos de Nimue, del “Bibere Vivere”. Pese a que su potencia disminuyó bastante respecto al disco, sobre todo por las suavizadas guitarras de Dio y Popez, igualmente disfrutamos muchísimo de todos los músicos, sobre todo de los vientos de Zarach. El mismo Popez nos ofreció una magnífica introducción con alma de guitarra española para Pandemonium, tema que deriva más tarde en ritmos casi reggae. El público, muy agradecido, respondió al tema con los puños en alto. Pero no solo la gente se mostraba radiante. También la banda deslumbraba por su buen feeling y ganas de hacer, siempre bromeando entre ellos y, con una mesa llena de priva a su disposición, no dejaron de recalentar sus gaznates trago a trago ni el ambiente con su bestiajo sentido del humor, incluso dejándose caer alguna estrofa de Beerserkers mientras llenaban sus vasos.

Aunque también hubo momentos más sensibles, como aquel correspondiente a la balada En este sueño, hicieron todo lo que estuvo en sus manos para que el ritmo no decayese ni por un segundo, con Dani al frente como un gran comunicador que no dejó de pedir ánimos y palmas, pero también agradeció continuamente nuestro apoyo. Un pequeño fragmento musical le valió un merecido aplauso a Zarach, y de ahí a Es tiempo de partir tan solo hubo un paso, en clave de gesta épico-festiva que ellos saben hacer como pocos. A estas alturas, parecía que el sonido se había equilibrado bastante, aun sin sonar como el grupo anterior, todo estaba mucho más ‘en su sitio’. Un último vistazo a su penúltimo álbum, “Bibere Vivere” y vuelta a “El baile de los caídos” a seguir con todo el jolgorio, en tonos más Heavys, con Sombra de Libertad, que le dedicaron los miembros de Saurom (Migue colaboró con ellos en el tema de estudio), y pasando por la musicalidad de La taberna de los trolls (que se vio más reforzada, si cabe, en acústico), en la que desde Jaume a la batería hasta Zarach mostraron sus mejores cartas, siempre contando con la gran personalidad de Dani al frente del escenario. Había muchas grandes personalidades por allí, como el gran Marcos Rubio de Sufriendo & Gozando o Tomás de On Fire, que se dejaron el culo entre muchos otros para que estos bolos se celebraran, y a quienes la banda dedicó en agradecimiento una cover bastante curiosa e inesperada, pero tremendamente animada como la Danza dell'Autunno Rosa de Talco. Como es natural, todo el mundo se vino (aunque no de forma literal) arriba con ese ritmo tan bailable.

Todavía pletóricos de energía y haciendo cada vez más uso de la mesa con priva situada en medio del escenario, ni ellos ni nosotros queríamos que aquello terminara y hasta los camareros saltaron (afortunados por poder hacerlo) al frenético ritmo de Seguimos en pie a la que siguió, con ese aire tan desternillante, Heavyátrico, y al mismo tiempo el primer aviso de fin de concierto. Pero la peña no estaba de acuerdo, a tenor de los gritos de ‘otra, otra’ que se escuchaban, y que tentaron al grupo a proseguir con Goliardos para terminar de quemar el escenario. Hay temas que nunca fallan en directo, y este es uno de ellos, incluso en este formato en particular. La sensación de que a estas alturas la banda y el público se habían fusionado completamente en una sola consciencia era total, y tan solo hacía falta una palabra de Dani o una broma entre los músicos para hacernos reaccionar, así que Contra viento y marea supuso el puntazo definitivo en su setlist y en la fiesta que tan solo unos pocos suertudos pudimos vivir el sábado en Villena.

Posiblemente por su más extensa carrera y por su mayor reconocimiento por parte del público, para muchos Lèpoka fueron los grandes triunfadores de la noche. En lo personal, ambas actuaciones me encantaron, distintos estilos pero mismo corazón, aunque si me tengo que quedar con una a la fuerza, casi escogería la de Celtian, cuyas melodías en acústico nos llegaron al alma. Pero en cualquier caso, dos grandes conciertos, dos más para el recuerdo de una noche absolutamente perfecta, como digo, por el ambientazo y las condiciones del concierto que, si bien limitaron mucho la participación y la asistencia, los que estuvimos allí podemos dar fe de que, a falta de festivales, bueno fue este cariñoso homenaje al Leyendas del Rock hasta que podamos disfrutarlo en toda su grandeza. Para terminar, me gustaría mandar un estruendoso aplauso para la organización en general y para todas las personas implicadas en la realización de este evento en particular.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_



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