lunes, 11 de octubre de 2021

En pie y desafiantes (Ankhara + Dagorlath, Sabado 09/10/2021, Sala Babel, Alicante)

Os voy a ser totalmente sincero. Hace ya más de un mes que tenía la entrada para este suculento bolo que iban a protagonizar los siempre bienvenidos Ankhara y los ilicitanos Dagorlath en la Sala Babel, bien cerquita de casa. Y la verdad, tenía muchísimas ganas de que llegase tan señalada fecha. Pero una semana antes de la celebración del evento, se anunció el potente cartel del festival Molina Rock City, en Molina de segura, con bandas de la talla de Angelus Apatrida, Injector, Iron Curtain, S.N.AK.E…. poca broma, ojo, que tocaban justo en el mismo sábado día 9 y a un precio más asequible. Reconozco que en ese momento, tuve mis dudas sobre si había tomado la decisión correcta, y aunque en ningún momento dejé de tener mucha ilusión por el concierto de Alicante, tampoco se terminaron de disipar las dudas… hasta el momento en que vi los primeros minutos de cada actuación. No dudo que el festival murciano acogería unos conciertazos de la hostia (muy difícil fallar con esas bandas), pero os puedo garantizar que lo de Dagorlath, y todavía más, lo de Ankhara, fueron dos putos bolazos para quitarse el sombrero. Sí, incluso muy por encima de mis expectativas. Es más, diría sin miedo a equivocarme que, en ambos casos, fueron las mejores actuaciones que les he visto dar nunca, y eso es mucho decir sobre todo en el caso de los madrileños teniendo en cuenta que les habré visto alrededor de una decena de ocasiones. Pero sin duda, lo mejor de la noche estuvo, de algún modo, ajeno a los conciertos en sí, y es que por fin, ¡¡POR FIIIN!! íbamos a poder disfrutar de un concierto de pie, sin las ataduras de la silla, con las mínimas restricciones y con la merecida libertad que con tanta paciencia y sacrificio hemos esperado.

Porque ya me he cansado de decirlo innumerables veces: como medida de emergencia para que los que no podemos vivir sin ellos podamos ver un concierto, estaba bien de forma temporal. Pero lo cierto es que la cosa ya iba siendo cansina. Siempre he odiado, desde el primero de ellos, la forma en que he tenido que ver los conciertos durante esta puta pandemia, y me jode especialmente porque en mi vida se me ha ocurrido ver sentado un concierto que me gusta. No quiero, no puedo, y además me cuesta mucho liberar la ansiedad de esa forma, y del modo en que vivo los conciertos, siempre acabo dolorido por las sillas o con molestias de espalda que me duran días. Así que, perdonar que me explaye sobre este tema, pero no os podéis siquiera imaginar el placer, el PUTO GUSTAZO que fue disfrutar como un maníaco, por fin, de un concierto de pie, sudando la camiseta, bailando, agitándome, codeándome, metiendo headbanging sin mesura… volviendo a vivir un concierto de la única manera posible. Pero esto fue solo el punto álgido de una noche que tuvo de todo, buen sonido, grandes actuaciones, un ambiente único y muchos, muchos colegas que no quisieron perderse la experiencia, así que me gustaría mandar un fuerte abrazo a todos los protagonistas de la noche, a Julián y a su mujer por compartir la mesa con nosotros, al gran Aitor por ser tan de puta madre, por las entradas y por ese birrazo final, a Pablo y a Ángela, porque poder compartir unos minutos con vosotros ya es un privilegio, y por encima de todo, a mi chica por acompañarme en esta ocasión.

Pasamos las puertas de la Babel, con poco tiempo de antelación al primer concierto, y nos asignaron una mesa, en donde compartimos unas birras con nuestros colegas. Pero en cuanto nos dimos cuenta, los Dagorlath ya estaban desfilando sobre el escenario. Y he de decir que lo suyo fue una de las más agradables sorpresas de toda la noche, y revirtieron por completo el recuerdo y las sensaciones que tenía con ellos. Como anécdota curiosa, todavía conservo un CD demo con dos temas de su primer disco “Génesis” grabados que ellos mismos repartieron la primera vez que coincidí con ellos en Murcia, 2011. Desde entonces, no han sido muchas las ocasiones que he estado frente a ellos en un escenario, pero si soy franco, la última de ellas teloneando a los Vhäldemar me dejó con un sabor de boca bastante agrio, resultándome una actuación bastante desaborida. Os lo garantizo: para mi alegría, absolutamente nada que ver con esta, en la que todos sus componentes brillaron a gran nivel, tanto en lo musical como a la hora de sentir y actuar en cada tema. A partir de esa evocadora introducción llamada Narya, que oscureció la sala, le dio clima, y nos situó de lleno en la Tierra Media de la que la mayor parte de los temas de la banda cogen inspiración, ya sonó, potentísima, Cenizas, con toda la banda al completo sobre el escenario y he de decir que muy animados todos, especialmente Dani, que ya desde su salida no dejó de agitar la melena y lanzar gestos de compañerismo al resto de los miembros.

El sonido tal vez era el gran punto a mejorar por el momento. La nitidez en algunos instrumentos brillaba por su ausencia, incluyendo la de la propia voz… costaba un montón entender las letras. Pero lanzados ya como iban, echaron la vista atrás en el tiempo para ejecutar una de las piezas más complejas (sin ser un grupo especialmente técnico, tiene temas y fragmentos que se acercan bastante al Metal progresivo, como en este caso) como es La caída de Númenor, con la parte instrumental muy bien ejecutada, que a pesar del confuso sonido todos percibimos de maravilla viéndoles tocar. Dani Hernández, vocalista y fundador del grupo, parecía otra persona totalmente distinta respecto a la anterior vez que les vi. Animado, sonriente y hasta comunicativo, presentó alguno de los temas y sobre todo, cantó de maravilla con ese vozarrón que posee, destacando sobre todo en las partes más agudas que quedaron ‘chapeau’, dio mucha alma a los temas tanto en lo musical como en lo escénico. Y sus compañeros no le fueron a la zaga. Ahora hacían un pequeño paréntesis para hablarnos del décimo aniversario de la banda, sobre la reciente reedición de unos cuantos temas, y pronto volvían a la carga con Mithrandir, el tema que abre su último disco nuevo hasta el momento (“Última alianza”, 2015) en el cual el guitarrista Marcelino puso toneladas de sentimiento al inicio con esos punteos. Todos les seguíamos el ritmo, y la cosa se iba animando que daba gusto, esta vez consiguieron vibrar encima del escenario y transmitírnoslo a tope. La parte instrumental que sirve de introducción para Hoy debes luchar me pareció de lo mejor de todo su show, muy coordinada, y con una Laura Illán a las teclas que lo dio absolutamente todo (y no solo en este corte), cerrando los ojos y sintiendo cada una de sus notas. Aportó muchísimo al concierto, pero sobre todo me fijé mucho en ella durante este temazo.

El guitarrista continuaba con sus gestos (los cuernos no paraban) y su apasionada forma de tocar en Llanto de fuego, otra que me gustó mucho, y en la que mayor participación tuvimos los del público, alentados por Dani, con ese ‘uooouo’. Este mismo se marcó unos agudos al final del tema que corroboran al 100% su excelente condición vocal. Y es que pese a que personalmente no le veo un timbre especialmente distintivo, su rango, todo hay que decirlo, es extraordinario y canta de lujo en diversos registros. Y este fue el tema que cerró el concierto. Si no me he saltado ninguno, fueron ‘solo’ cinco temas más la introducción, y se me hizo algo corto, pero hay que tener en cuenta que las composiciones de la banda suelen rondar de media los seis minutos, así que en total fueron casi 45 minutos de melódico e intenso Power Metal en donde por supuesto también destacó la base rítmica, desde las cuatro cuerdas de Raúl al bajo (lástima que por temas de sonido su instrumento quedase un poco por detrás) y la cabalgante energía de José Antonio a las baterías. Por cierto, la banda sigue (hasta donde sé por las redes sociales) buscando guitarrista, así que si os animáis a probar podéis contactar con ellos a través de su página de Facebook o vía e-mail.

Así pues, para tomarnos un descansito antes de la batalla principal, salimos a la calle bajo la tibia noche alicantina a echar un poco de humo y zamparnos los cutre-bocatas que nos habíamos traído de casa. Por cierto, un gustazo que a pesar de que todavía siguen vigentes ciertas normativas de seguridad, la sala autorice a la peña a salir entre bolo y bolo mediante un cuño. El personal tan amable como de costumbre y los precios de la bebida bastante competitivos visto lo visto en otros locales. De momento todo estaba saliendo de auténtico lujo.

Y mucho antes de lo esperado, llegó ese tifón con nombre de Ankhara, pillándonos desprevenidos dando las últimas caladas, así que sin perder ni un segundo más, entramos ya con la poderosísima Lentamente, que abrió el setlist directa desde su último disco, ese trallazo que lleva por nombre “Premonición” y que, a nivel personal, me parece de lo mejor que ha sacado la banda en toda su carrera. Y temas como este, desde luego, confirman el torrente de energía que es capaz de desprender su actualizado pero no moderno sonido. A pesar de haber editado dos (tres, si contamos el de demos y caras B) discos desde su triunfal regreso a los escenarios, nunca olvidan los grandes clásicos, aquellos por los cuales les conoció cantidad de gente, como Un paso más (con ese pedazo de agudo con el que Pacho se quedó solo en el escenario) o Demasiado tarde, en la que Cecilio alzaba su mástil y nos deleitaba con esos gestos y movimientos dignos del guitar-hero que sigue siendo a día de hoy. El vocalista se dirigía a nosotros, con gran ánimo, y nos felicitaba por el día de la Comunitat Valenciana, haciendo incluso algún aceptable intento de hablar nuestra lengua jejeje. Para esta ocasión entre el line-up contaban con dos miembros que cubrieron las ausencias del bajista Sergio Martínez y del batería Matt. Oskar a las baquetas ya les echó una mano en su concierto del pasado Ripollet Rock (al que también tuve el placer de asistir) y en esta ocasión, a las cuatro cuerdas, contaban con toda una personalidad de nuestro Heavy Metal patrio, nada menos que… ¡¡José Rubio!! El talentoso guitarrista esa noche se tuvo que acoplar al bajo… y por supuesto, lo hizo de maravilla, y no solo a nivel instrumental (obviamente), sino también a la hora de encajar sobre el escenario, continuamente sonriendo, lanzando guiños al público y sintiéndose muy cómodo e integrado en el grupo. Toda una sorpresa, sin duda.

Las palmas fluían de entre el público. Ankhara estaban demostrando una energía, una entrega y una solidez dignas de los mayores elogios, y todavía les quedaban muchísimas cartas bajo la manga. Cecilio, que esta noche estuvo pletórico en todos los aspectos, celebraba su primer concierto (de la banda) en sala en mucho tiempo y por supuesto también la especialísima ocasión de poder disfrutar de pie de un concierto. Continuando con el setlist, Alberto Marín se hacía cargo de los coros en Sueña, una de su último disco que ya cayó en el Ripollet como un torbellino de agudos vocales y riffs muy encabronados por parte del mismo Alberto, y que fue, diría, el primer gran reto de un Pacho que, como describiré a lo largo de la crónica… fue algo de otra puta galaxia. El vocalista le echaba más leña al fuego, provocando y pidiendo más guerra, como si no estuviésemos ya lo suficientemente calientes, de pie y disfrutando del concierto saltando y gritando como posesos tan cerca del escenario como nos fuese posible. Grandes recuerdos con 3:40 y un gran agudo de Pacho al inicio que efectivamente consiguió subir la temperatura, pero fue Huida la que definitivamente comenzó un auténtico ‘tour de force’ para el vocalista, que tuvo que emplearse al 100% para sacar este y los temas que cayeron a continuación. Y sufriría, ya lo creo que sí, pero os puedo jurar que su trabajo y el resultado me dejaron completamente rendido a sus pies. Al mismo tiempo, con esta última me ganaron todavía más, pues la eché de menos en el Ripollet y es una de mis favoritas del reciente “Premonición”. Y no digamos Océanos de lágrimas, otra que supuso un aluvión de recuerdos y sensaciones, con Alberto en primera línea con su habitual actitud salvaje y un Pacho que nos volvió a dejar maravillados, estupefactos, con su labor vocal. De verdad me pregunto… ¿cómo puede seguir cantando así (de hecho mejor que nunca) después de 25 años en la banda?

Marín celebraba y felicitaba a su pareja el aniversario y nos hablaban sobre el merchandising que podíamos comprar en su puesto oficial. Poco después, caería otra realmente jodida para el vocalista (y de nuevo, otra de mis favoritas del “Premonición”): Esperando en la eternidad, con ese estribillo que te pone a 100 y te incita a quedarte afónico, seguida de la enérgica Sigo en pie, que fue single del “Sinergia”, tema ya fijo en sus setlist. En ella volvimos a ver la faceta más espectacular de Cecilio Sánchez, con sus virguerías y además, sus coros en este caso. Para la ocasión recuperaron un tema que para mí fue clave en el concierto. Hacía tiempo que no la tocaban, y Jamás llegó, sencillamente para emocionar, empezando con ese arpegio y los fraseos vocales del propio Pacho… y esa letra… ¡los pelos como escarpias! Presentando a los ‘nuevos’ miembros temporales del grupo (Oskar y J. Rubio), y sin salirse de su segundo disco “II”, trajeron una que siempre es un subidón de adrenalina, esa potente No digas nunca que invitó al respetable a alzar su puño en alto durante el estribillo. Es de las que levantan a un muerto, y si además le añadimos los suculentos detalles de Cecilio a la guitarra… ya es pura crema.

Muchos la esperaban, y es que para muchos es el tema estandarte de Ankhara, esa No mires atrás que (volvió a) revolucionar a toda esa peña que cada vez se pegaba más a las primeras filas para sentir esa emoción casi olvidada de sentir un concierto a los pies de un escenario con total libertad de movimiento. Hace años esto hubiese sido una obviedad del tamaño de un autobús, pero a día de hoy poder decirlo es un auténtico sueño hecho realidad. Con la tremenda caña de fondo de un Oskar a la batería entregadísimo, Ayúdame resultó en otra pequeña sorpresa, y lo fue todavía más Levantar mi alma (Pacho bromeaba con sus letras jeje), que ya sabía yo de antemano que en directo sería un auténtico pelotazo, sobre todo por ese breakdown a mitad de tema que nos hizo deslomarnos a todos al mismo compás. Solamente, a estas alturas, quedaban dos temas, ¡¡pero vaya par de himnos!! En Hasta el fin, con ese estribillo de hermandad y apoyo hacia la escena, vimos a Cecilio y a Alberto turnarse el solo para regocijo del personal, y fue definitivamente en Acordes mágicos, el único reducto que queda en el setlist de aquel discazo llamado “Sombras del pasado” y uno de los temas más pegadizos que han compuesto, donde el rubio guitarrista finalmente se soltó la melena, llegando a tocar de rodillas en la parte final, después de que Alberto interpretara un pequeño fragmento del With or without you (U2) aprovechando la similitud de la melodía base.

Tras el último gran agudo de la noche, Pacho y compañía nos avisaban de que en un momento bajarían a tomarse unas birras con toda la peña, y así lo cumplieron. Desde luego, no se puede negar que tanto Ankhara como Dagorlath se ganaron el respeto de todos aquella noche. Y por supuesto, una vez terminado el bolo, no tuve ninguna duda de que, a pesar de que la entrada me pareció algo cara de primeras, amorticé cada céntimo gracias a la grandeza y calidad de las actuaciones, pero incluso más allá de esto, por poder vivir por fin un concierto de pie y entre las primeras filas, como nunca debió dejar de ser. Poco a poco nos fuimos despidiendo de esa peña tan guapa y enfilamos la horita de camino que nos separaba de casa, donde llegamos más que satisfechos y felices por una velada de este calibre.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_



Ankhara + Dagorlath (Sabado 09-10-21, Sala Babel, Alicante)

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