La cosa es que entré a Sant Joan pasados unos minutos de la hora, pero lo peor vendría a la hora de aparcar. Ni de coña. Cien vueltas y ni un solo hueco, hasta que casi de milagro logré empotrar el coche en una esquina físicamente casi imposible. Corrí desesperado a la sala, mostré todo lo necesario para entrar, rogándole a la muchacha que se diera prisa, y cuál fue mi sorpresa y mi indescriptible alegría cuando me percaté de que, en ese justo momento, sonaban los primeros acordes el primer tema de la velada, esa Por ti que me volvió a poner el nivel de energía al 100%. ¡Casi no me lo podía creer! Gracias al retraso de unos 20 minutos respecto a la supuesta hora de comienzo, ¡¡había llegado a tiempo!! Ni os cuento el subidón de adrenalina en aquel instante. Durante el tema, con un ojo puesto en el escenario y otro en la barra y con la electricidad ya fluyendo por mis venas, pillé una birra y como por inercia incontrolable, me planté en primera fila del escenario. El mal trago había pasado, ahora solo quedaba disfrutar, vivir el Rock and Roll de la mano de una de las mejores bandas del estilo que tenemos hoy por hoy en este país, al ritmo de Camino al sur, uno de sus temas estandarte que también me moría por poder ver. En ella, al menos desde donde yo estaba, no se escuchaba demasiado la guitarra de Pau, algo a lo que se pondría remedio poco después, pero alta y clara la batería de Quique Cuquerella, que como ya contaré, da un espectáculo fabuloso tras los parches en cada tema, aunque esto no es ningún secreto para quienes le hayan visto ya en acción. Doble o nada completaba el triplete de algunos de sus temas más cañeros, y como veis, no se cortaron en este sentido, buena dinamita con sabor a años 50 para empezar el bolo a tope, radiantes de energía y empuje los tres.
Concierto increíblemente especial porque, tras seguir cada paso de la banda desde sus mismos inicios, era mi primera vez frente a ellos y me encontraba con una ilusión indescriptible, pero también especial por ser su primer bolo de una gira que nunca pudieron hacer el año pasado debido a las putas restricciones provocadas por la pandemia y se trasladó a este 2021… ahora ya es algo imparable, y daba comienzo aquella noche en Sant Joan, presentando ahora sí, y con todos los honores, ese exquisito álbum llamado “Arte y oficio” que estrenaron muy a finales del 2019, y que combinaron con muy buen gusto en cuanto al orden de los temas con su primer trabajo, “Corazones Eléctricos”, del que a continuación sonaría una de mis favoritas (joder, si es que creo que hasta he soñado con verla en directo), más temprana de lo que me esperaba, Todo me recuerda a ti… y no sabéis hasta qué punto me emocioné con ella. Qué gozada escuchar la voz de Pau bordándola, esos cambios de ritmo y combinación de estilos, esa melodía… me flipa. En registros más pausados tuvimos esa Despierta del segundo disco, aunque también hubo momentos apasionados sobre el escenario, y es que especialmente Pau es un artistazo que en un momento le puedes ver cantando con los ojos cerrados, y al segundo después se está dejando el cuello sobre el escenario. No hace falta que repita otra vez que mi admiración por él como artista, músico, compositor, genio… desde los tiempos de Uzzhuaïa, es prácticamente ilimitada.
El pedazo de single Cama de faquir fue una de esas que le hizo darlo todo y lucir melena mientras castigaba las cuerdas de su guitarra, mientras Quique ya sudaba a mares, totalmente entregado a su instrumento desde los golpetazos del principio, pero tendría un ligero descanso con Sangre y revolución, un tema lento y petadísimo de sensibilidad. Ni por asomo penséis que nadie se aburría. Entre lo que sabe transmitir esta gente, y el ambientazo que se respiraba en la Sala Euterpe… aquello era casi mágico. Tan punto puse un pie en ella, se ganó mi corazón automáticamente. Calor acogedor, gente de puta madre, atención con sonrisas, paredes literalmente forradas de vinilos firmados… sinceramente, espero volver muy pronto. Pero hay alguien de quien todavía no he hablado, y fue el mismo Pau quien se encargó de presentar a su nuevo bajista, Pete, que sustituye a Kako Navarro desde hace ya unos meses. Es la primera vez que le veo tocar en directo y mi impresión no pudo ser mejor. Elegancia, saber estar y mucho aplomo, creo que es un músico que casa con la banda a las mil maravillas en todos los aspectos (y lo digo sin desmerecer en absoluto a Kako, ojo), y creo que también se ganó a toda la peña de la sala. Para terminar de dirigirse a nosotros, Pau también nos soltó, de refilón, que están ya trabajando en temas nuevos, lo cual es música para mis oídos.
Pero sigamos con el bolo y el setlist, porque todavía daría muchísimo de sí, mucha adrenalina en estado eléctrico como fue ¿Quién salvará al Rock and Roll?, un tema que me quema las venas aunque eché en falta esas teclas, u otra tremendamente personal como A contraluz, con esa letra casi amarga que también es santo y seña de la banda (o tal vez de Pau Monteagudo, ya que en espíritu me recuerda a Blanco y negro en cierto sentido). En cualquier caso, una de las letras con las que más me identifico y una de mis favoritas a nivel musical, con unas guitarras (ahora sí) flipantes a cargo de Pau, que ya sonaban como debían después de haberle subido ese puntito. El coleccionista de fronteras, no sé por qué, siempre me ha sonado a que podría haber formado parte de la discografía de Uzzhuaïa perfectamente, medio tiempo con semi-acústica que nos hizo cantar a todos y vivir el momento con cada frase, casi lo mismo se puede decir de Volver a empezar, un tema de esos cuyo ritmo y letra son capaces de enviarte muy lejos en un viaje de evasión total, y tal vez en una de las que más patente se hace el pequeño ramalazo noventero en la música de Corazones Eléctricos.
Antes de retomar el venazo rockero más clásico con Rockawilly, nos hablaba Pau para recordarnos el tema del merchandising y demás. De algún modo, se le notaba como pez en el agua. Las conversaciones, tanto entre la banda como hacia nosotros, eran tan naturales y espontaneas que contribuían a reforzar ese ambientazo del que hablé al principio. Gente conversando, gente bebiendo, una cantidad insólita de mujeres guapísimas por metro cuadrado y, con temas como este Rockawilly o El monstruo (que por cierto formó parte de la banda sonora del primer capítulo de la 2ª temporada de la serie televisiva Hit), gente bailando, pero bailando de verdad, como antaño, nada de hacer el gamba com servidor (xD). De verdad, qué gustazo pisar una sala por primera vez y sentirte como en casa. También la banda agradecía a la sala por haber contado con ellos, pidiéndonos un aplauso para todo el equipo. Así pues, la recta final tuvo mucho “Arte y oficio”. En las estrellas supuso uno de los momentos más emotivos. Cantada con verdadera alma y además con mucha pasión por parte de Quique y Pete, los Corazones nos tuvieron, una vez más, comiendo de su mano con ella, y subieron un poquito el fuego con Contra las cuerdas con ese riff tan poderosamente rockanrolero y unas líneas de Pete fantásticas que pusieron de nuevo a bailar a toda la sala.
Sorprendente parte instrumental y de improvisación antes de Fuera de sí, en donde se volverían a lucir como músicos. Las miradas de complicidad entre Pau y Pete demostraban mucho sin palabras, esa coordinación que mostraron desde el principio del show y que se mantendría en uno de los temas más celebrados… y con más subidón en su parte final. Desmelene total que no haría más que aumentar mientras Pau acoplaba su guitarra con un puntito de malicia en su mirada y actitud para usar el último cartucho que nos volvió locos a todos, esa furiosa Valentina que sabe a diablo y Rock’n’Roll hasta el tuétano, y con la que terminé prácticamente deshidratado de sudar. Incluso Pete, que se mostraba más sobrio, cayó en el descontrol con la parte del solo. Ante tal despliegue de caña y pasión enloquecida, no les íbamos a dejar marchar por las buenas, así que a grito de ¡otra, otra! no llegaron a bajarse del escenario, y nos ofrecieron una cover que les vino que ni pintada y que por supuesto nos dio ‘p’al pelo’ a base de bien, ese clásico eterno, ya no de la música, ya no del Rock’n’Roll, sino de la cultura universal llamado Johnny B. Goode del gran maestro Chuck Berry que, según dijeron, no habían ni siquiera ensayado, pero que les quedo de putísima maravilla, haciéndonos disfrutar a lo bestia por última vez en aquella velada rebosante de electricidad.
Tras tener el gran honor de charlar unos minutos con Pau y agradecerle el concierto que nos habían dado, emprendí la marcha de vuelta a casa. La hora que me quedaba se me pasó volando recordando escenas y momentos de mi primer concierto de Corazones Eléctricos que, sencillamente, no pudo ser mejor, y llegué a casa colocadísimo, pero no de ninguna mierda de droga, sino del éxtasis del Rock’n’Roll (que al fin y al cabo, es mi favorita). Ya les había visto en decenas de vídeos y directos, pero cara a cara sobre un escenario son infinitamente mejores, todo el feeling que desprenden y toda esa energía directa son un auténtico puñetazo en la cara. Pienso recuperar el tiempo perdido con ellos todo lo que pueda, y mientras escribo estas líneas, ya estoy deseando que llegue el día 13 para poder verles de nuevo.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!