lunes, 29 de noviembre de 2021

Un crimen sin resolver (Corazones Eléctricos, Viernes 26/11/2021, Sala 16 Toneladas, Valencia)

Y ya van tres. Tres conciertos de Corazones Eléctricos en este mismo mes de Noviembre. El ‘crimen’ por fin se ha resuelto. Lo necesitaba. Esta era una promesa que me había hecho a mí mismo (y estas son sin duda las que más valor tienen) y estoy contento de haberla cumplido. Como ya expliqué en la primera crónica que les hice, debido a diversas e inesperadas circunstancias de esas que parecen hechas adrede, hasta el concierto que dieron en la Sala Euterpe de Sant Joan hace unas semanas era una banda que siempre se me había estado escapando en directo. Y no sabéis las ganas contenidas que les tenía. Así pues, lo que he salido ganando de este mini-tour han sido tres noches que no olvidaré, con un nivel de disfrute personal difícil de describir en palabras, mucho más incluso del que esperaba. Y para culminar este triplete, esta vez tocaba verles en casa. Y aunque han sido tres bolos bastante seguidos, mis ganas de volver a verles no disminuyeron ni un ápice. Les tocaba dar el callo en Valencia, desde aquel bolo del 15/02 del maldito 2020 en la misma sala en el que hicieron la presentación de su “Arte y oficio” y al que desafortunadamente no pude acudir. Jugaban en casa, y por descontado supieron aprovechar de la mejor manera posible las cartas que guardaban en la manga. Tanto es así que, os lo aseguro, para mí ha sido la mejor de las tres actuaciones que les he visto dar, por muchos motivos y factores, así que si ya disfruté como un loco de los dos anteriores, este ya fue algo extraordinario, un auténtico bombazo de R’n’R que me dejó el cuerpo acribillado y el corazón en carne viva. Fue intenso, emotivo, cercano, ardiente… y todos los adjetivos que uno quiera añadir.

Por parte nuestra, esta vez el viajecito fue bastante más largo de lo habitual hasta llegar a Valencia, ya que ahora partíamos desde Reus, haciendo la escala obligatoria para una vez finalizado el bolo, volver a casa. La verdad es que el trayecto nos dejó bastante ‘tocados’, pero el bolo de los Corazones Eléctricos era la luz al final del túnel, así que personalmente llegué a la capi valenciana pletórico de ganas y energía. Tiramos de parking con mucha antelación, lo que fue la excusa perfecta para pegar un bocado y unos cubatas baratitos por la estación de autobuses. Cuando nos dimos cuenta, ya se acercaba la hora de apertura, una hora particularmente tardía para lo que suelen ser los conciertos en Valencia, pero que nos permitió tomarnos las cosas con mucha calma.

Y tampoco fue a las 23:30 cuando los Corazones abrieron fuego, sino casi las 00:00, así que dentro de la sala aún tuve que esperar un buen rato, amenizado eso sí por el encuentro con mi colega Marta (¡crack!) y por la buena música que sonaba, y que entonaba perfectamente con lo que paladearíamos a continuación. Sobre esa hora ya, Pau Monteagudo cambiaría su puesto de atención en la mesa del merchandising (con nuevas camisetas, por cierto) por su guitarra y su palo de micro. Y ahí fue donde realmente empezó la acción de verdad. Acción de la buena, explosiva, en esa apertura espectacular con Por ti, en la que a Pau se le vio 100% entregado, con unas ganas que se salían del mapa (marcando el paso en el solo, cantando con pasión, desmelenándose ya de primeras…) por disfrutar y hacernos disfrutar con toneladas de Rock’n’Roll. Ahora mismo, escribiendo este texto, casi me parece estar todavía allí, castigando el cuello con esa soberbia Camino al sur, con la que nunca podríamos dejar de correr gracias a esas armonías que se curraron entre Quique y Pau o esa marcada actitud de Pete, muy animado desde la primera nota, alzando el mástil de su bajo hacia nosotros.

‘Somos Corazones Eléctricos’, presentaba brevemente el vocalista con una media sonrisa antes de seguir con el imparable ritmo de la mano de Doble o nada (cantidad de especial para mí), sin levantar ni un milímetro el pie del acelerador, haciendo que el frío que pasábamos en la calle breves instantes antes de entrar en la sala se convirtiera en un auténtico calentón de esos que no te dejan parar quieto. Y no lo iba a ser menos con Todo me recuerda a ti. Más melódica, más pausada, pero casi más repleta de emociones que las anteriores. Otra muy, muy especial que en directo me desmonta, me transmite a chorros. En la parte central, tan vacilona, pudimos ver como Pau y Pete cruzaban mástiles desde nuestro punto de vista, gesto que repetirían numerosas veces y que es un síntoma de la rapidísima integración del nuevo y joven bajista en el grupo. Se dirigía ahora a nosotros el gran Pau Monteagudo con humor, y mostrando una cercanía y una comodidad total. No duró demasiado la pausa, lo justo para conectar, si cabe, un poco más con nosotros, y atacaron de nuevo a medio tiempo rítmico con Despierta, en la que volvimos a darnos cuenta de la gran compenetración que existe entre Pau Monteagudo y Pete, sin olvidarnos de Quique, parte del todo fundamental en el sonido Corazones Eléctricos que es capaz de imprimir una energía apabullante incluso a los temas más relajados.

Los humos ya estaban bastante subiditos entre el público después de este inicio tan imparable, y también entre la banda, que se enfrentaba a una 16 Toneladas abarrotada hasta los topes, llena de gente que conocía y respetó al grupo como se merecieron, no dejando de apoyarles ni en un solo tema, como ya se vio en Cama de Faquir, de la cual cantamos íntegramente las primeras frases. Este tema en especial creo que sonó tremendamente cañero, directo y electrificado, y ganó incluso con respecto al disco, con un Quique aplastante y virtuoso a la batería. A veces, ante el estruendo que arman, cuesta creer que sean tan solo tres músicos. Pero en esta ocasión en concreto, el sonido en general fue, con diferencia, el mejor que les he visto hasta ahora. No es que dudase en ningún momento de esta cualidad que suele ser santo y seña de la sala, pero lo cierto es que fue espectacular, volumen alto, instrumentos 100% reconocibles hasta el más mínimo detalle, la guitarra de Pau rugiendo como nunca, sin acoples (más allá de los provocados jeje)…

Bajaron el ritmo (nunca jamás el nivel de pasión) para deleitarnos con Sangre y revolución, la ocasión también de dar un respiro. Muy bonito, por cierto, el efecto de los puntos de luz que envolvían la sala, sobre todo para un tema como este que te invita a sentir, y que además contó con un efecto reverb que me flipó. Y lo dicho, un sonido ex–ce–len–te. Pero tras la calma… llegó la gran tempestad del ¿Quién salvará al Rock’n’Roll?, que puso a la sala entera a bailar y a moverse sin ningún tipo de mesura, con esos riffs tan soberbios de Pau (y esa voz con ese feeling tan deslumbrante y único al cantar) que nos hicieron hervir la sangre, además de ese teclado disparado que puso ya la guinda. Pau también cambió por primera vez de guitarra en este tema, que mantuvo para la acelerada A contraluz, otra de esas que te hace vibrar y mover los pies al ritmo de la batería de Quique, que en ningún momento pierde la sonrisa mientras suda la gota gorda a piñón. Otro respiro (pequeño), antes de entrar al trapo con una de las melodías más características, a mi entender, que ha compuesto la banda, justamente la de El coleccionista de fronteras, que terminó con los tres componentes juntos en la parte de la batería. El buen rollo y la comunicación no verbal entre ellos surgen a cada momento.

Presentaba Pau Monteagudo a Pete, el bajista que ya se ha hecho un hueco fijo en la formación, y nos comentaba algunas observaciones antes de emprenderla con la personal Volver a empezar y, seguidamente, volver a ponerlo todo patas arriba a ritmo de puro Rock’n’Roll sesentero con Rockawilly. De nuevo bailes, motivación y alegría a tope entre el público, cuyas voces se unían a la de Pau casi de igual a igual. ¡¡Y es que a ver quién es el guapo que se resiste a liarla con este temazo!! Hasta el mismo Pete se puso en plan vacilón adelantándose en el escenario. Fundamental en sus directos casi al mismo nivel que El monstruo, otra descarga potente y eléctrica, ruidosa y con un estribillo que se pega como una lapa. Pau, viniéndose arriba, pegaba sus orejas al amplificador mientras maltrataba su guitarra zarandeando el mástil. ‘Estoy intentando romper las cuerdas de la guitarra, pero no hay manera’, nos contaba. Ese estilazo que tiene, ese feeling y esa clase no se puede aprender: hay que nacer con ella.

De repente llegó ese gran momento del que hablé antes. Acercándose el teclado al escenario y sentándose frente a él, tras unos pequeños ajustes, comenzaron las primeras notas, nada más y nada menos que de Sempiterno. Y esto, os lo aseguro, fue algo mágico, esa voz tan preciosa y esas notas tan subyugantes a cargo de Pau hicieron crecer la intensidad hasta el infinito (que sepas que se me saltaron las lágrimas) y posteriormente, se unieron el bajo y la batería para rematar y darle la consistencia definitiva al corte. Son esos momentos que no esperas para nada pero que se quedan grabados, y pueden marcar la diferencia entre un gran concierto y uno sencillamente magistral. Tras asimilar este chutazo de emotividad vino otro de los buenos. Y es que En las estrellas, más allá de ser single de su “Arte y oficio”, es una de las más guapas a nivel vocal, donde Pau luce por todo lo alto en todas sus facetas, y además fue otra de esas en las que las voces desde el públicos sonaban altas y sin límites, como arropando a la principal. Una gozada que poco a poco nos acercaba hacia la parte final, los últimos cartuchos que, tras unas palabras de Pau, continuaban con el bajo de Pete a tope y la batería de Quique ‘entonando’ el ritmo rockero de Contra las cuerdas, siguiendo con su “Arte y oficio”, que es un discazo para chuparse los dedos, no me canso de decirlo. Ese momento instrumental que se marcaron con tanta clase a continuación derivó, de repente, en Fuera de sí, y precisamente de este modo se mostró la banda, especialmente en la última parte del tema, casi enloquecidos, dándolo todo y haciendo salir chispas de cada uno de los instrumentos.

Y ya no os digo nada con Valentina… fuego y distorsión, diablo y Rock’n’Roll a saco con toda la caña y actitud del mundo para dar un fin de fiesta apoteósico para aquella noche, un punto y final que por suerte para nosotros no fue definitivo. Y es que la peña tenía muchas ganas, muchísimas. Pau dejó tirada su guitarra en medio del escenario, acoplando el sonido como hacía el viejo Lemmy hasta que, poniéndole el pie encima para que se ‘callara’, respondió a las ovaciones que pedían otro tema más para volver al pie del cañón junto a Pete y Quique y darnos la revancha final con un tema que no fue el que tocaron en sus dos anteriores actuaciones: esta vez se decantaron por un cover de los Beatles, un temazo como el Twist and shout que tantos recuerdos y buen rollo me trae en lo personal, haciéndonos así sudar con ella hasta la última gota.

Terminamos bastante hechos polvo de un concierto que brilló especialmente por su intensidad, así que tras el final no tardamos nada en emprender el buen rato que nos quedaba aun para llegar a casa. Me alegró mucho el hecho de que, aunque no vi muchas caras conocidas esa noche, la sala estaba petadísima hasta los topes y hacía mucho tiempo que no veía algo así. Aunque ya han sido unos cuantos de esta guisa, no me canso de reivindicar que es así como tienen que ser los conciertos, sobre todo cuando se disfrutan como si fuese el primero, sin ataduras y dejándonos la piel. Grandísimos los Corazones Eléctricos. Larga vida al Rock’n’Roll… ¡y viva la libertad!

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_



Corazones Eléctricos, Viernes 26/11/2021, Sala 16 Toneladas, Valencia

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