Y es que al final, cuando hay ganas, pero ganas de verdad, no hay excusas que valgan. Querer es poder, y ellos lo saben de sobra. Pero sería injusto, de hecho, no repartir el mérito también entre las otras partes que hicieron posible que, al final, la noche resultara en otra de esas que no se olvidan nunca, y todavía menos gracias a las circunstancias que la rodearon. El empuje y agilidad de Tomás, de On Fire, la disposición de la sala Spectrum y la colaboración de los Heavy Metal Espectros es también de obligada mención. Desde aquí me gustaría lanzar un enorme agradecimiento a todos ellos, a los que se dejaron el culo a contrarreloj para que todo saliera rodado. Por supuesto, tampoco puedo olvidarme de los Alae Noctis, que no solo se apuntaron a la fiesta sin pensarlo un solo segundo, sino que además dieron un concierto que, personalmente, me encantó.
Así pues, todo preparado y dispuesto. Desgraciadamente me tocó hacerme las tres horas de ida y vuelta a Murcia más solo que la una. Triste, sí, pero más lo es quedarse amargado en casa. Y si os soy completamente sincero, la banda que más me interesaba del cartel inicial seguía siendo Jolly Joker, así que no pensaba echarme atrás bajo ningún concepto. Lo que no me esperaba para nada fue encontrarme con buenos colegas allí. Por una parte, el gran Vicent, ejemplo de actitud, que no para ni queriendo de movida en movida. Y por otra, mi colega yeclano Esteban, a quien me alegré mogollón de ver allí, y con quien compartí la mayor parte de la noche. Por supuesto, saludos también a toda la peña a la que conocí aquella noche (incluido Leandro, ¡gracias mil por ese birrazo tronco!), y que contribuyeron a aumentar el calor y el buen rollo en la Spectrum.
Llegué a la capital murciana justo a las 22:00, hora en la que se suponía que abrirían las puertas de la sala. Con unas buenas charlas, el tiempo voló, pero pasada más de media hora, seguía sin haber señales de vida en las afueras de la sala, hecho que llegó incluso a preocuparnos. Por suerte, poco después pagamos la entrada y entramos a tomarnos algo, haciendo una visita a la parte de arriba (curradísima, muy bien decorada) y, seguidamente, encarando ya la introducción del concierto de los Alae Noctis. Y no es que sean, ni mucho menos, una banda desconocida para mí, pero era la primera vez que iba a verles en vivo. Una actuación que me suscitaba muchísima ilusión pero también curiosidad, especialmente por no saber exactamente con qué me iba a encontrar, dada la continua evolución en el sonido a lo largo de su discografía, desde el post-punk al Hard melódico, pasando por registros retro wave, synth, Techno-Rock, Heavy Metal… ¡para flipar! Disco a disco han ido labrando su personalidad, mejorando en lo musical y, ya desde el 2008 (aunque su fundación se remonta, incluso, a diez años antes), buscando y encontrando su lugar en la escena, siempre inspirados en el cine de ciencia ficción / terror (palabras mayores para mí) y ese rollo siniestro tan guapo.
Estando ya los cuatro componentes (Diego ‘Noctis’ como voz / guitarra, Álvaro al bajo, Raúl a la batería y Dani ‘Daytona’ a la guitarra), creo que su carta de presentación fue inmejorable para comenzar el bolo. En una sala todavía con muchos huecos, Starglider entró dinámica, con fuerza, arrancando los primeros gestos de un público que, aunque escaso, se entregó rápidamente al show. Daniel, llevando todavía sus gafas de sol, le dio un extra de actitud al momento, que a continuación tuvo como protagonista a Target: Renegade, con esos bajos ‘maidenianos’ de Álvaro al principio y esa parte central ultra-acelerada que, si bien descolocó un poco, también subió exponencialmente la temperatura, con sus solos por parte de Diego incluidos, preparando bien el terreno para una de mis favoritas del setlist, Battle beyond the stars, muy celebrada. La voz de Diego estuvo en primera línea en todo momento, una voz casi siempre en un registro bastante elevado pero suave, melódica al mismo tiempo que para mí es uno de los principales baluartes del grupo. Y qué decir de los temas, todos ellos fueron muy bien seleccionados, siendo muy pegadizos y no dejando un segundo para quedarse quieto, debido a la enorme variedad de ritmos que ostentan. Con esas armonías al final por parte de Diego y Daniel, la banda se permitió unos instantes para presentar el siguiente tema, Lords of the wasteland, inspirada en la primera trilogía de Mad Max (de la que confesaron ser fans), y de nuevo logrando engatusarnos con el estribillo. Concretamente estos cuatro primeros temas figuran como exclusivos dentro del disco recopilatorio que sacaron hace un par de años llamado “Eternal rest for the best”.
Como decía al inicio, no sabía qué esperarme, pero los registros Heavy / Hard Rockeros fueron los dueños del concierto en general, sonido eléctrico sin apenas efectos sintetizados, batería enérgica e imparable por parte de Raúl… algo que, otra vez, volvieron a demostrar con Win or die, extraída de uno de los discos que más renombre les dio como es el “Rising from the grave”. Muy guitarrera y con gran sabor ochentero, Rock machine, con un registro vocal menos limpio y cargado de chulería, dio paso a los agradecimientos por parte de la banda hacia el público y la organización, y a la presentación de sus músicos, y como uno de los pocos temas que incluyó bases electrónicas, Thunder Race (“Omega Force”, 2015) fue un amago de retorno a su sonido más primigenio, muy bailable pero sin renunciar a los sonidos más potentes. A la banda en conjunto se la veía muy contenta y sobre todo, confiada. Aunque en general no es un rollo excesivamente técnico, todos y cada uno de los músicos dieron la talla sobradamente, con el gran sonido que les acompañó (tal vez faltó algo más de garra en las guitarras), aunque si tuviese que quedarme con algo en particular, sería con la solidez con que sonó la batería de Raúl. No hace falta devanarse mucho los sesos para darse cuenta de que los músicos son unos aficionados empedernidos del cine de terror de serie B, con sus letras y sus presentaciones haciendo continuas referencias a algunos de sus mejores exponentes.
Solo hace falta ver, por ejemplo, el vídeo tan retro de la cañera Bounty Hunter, que con los imparables bajos y baterías de Álvaro y Raúl respectivamente, hicieron las delicias del público, provocando que este se acercase un poco más, y arrancando numerosos headbangings. Canela fina para el final, lo mejorcito de cada casa, como se suele decir (en este caso, de cada disco), empezando con su particular homenaje a El regreso de los muertos vivientes con Slave brain y la que más me gustó, la ‘ochenterísima’ Evil ways, con ese pedazo de estribillo, esa guapísima melodía de principio a fin que le sube a uno la adrenalina, y que todos acompañamos con coros a la voz de Diego, que se lució especialmente con ella. Ya lo advirtieron: este iba a ser el último tema. Pero a la mayoría nos entusiasmó tanto el concierto que nos pusimos cabezotas con ‘otra, otra… y por suerte atendieron a nuestras súplicas con Murder one (un guiño en toda regla al género Slasher), otra que me flipó por todo lo alto y que desde un principio esperaba ver en directo. Desde luego, no podía esperar algo mejor para mi primera vez frente a ellos. Su show me dejó muy contento y satisfecho, con un repertorio intachable y un sonido que rayó a gran altura, dejando a un lado los sonidos más Punk/Dark para centrarse en el rollo que realmente me mola de ellos, el Hard / Heavy melódico. De hecho, mentiría si dijese que no se me hizo tremendamente corto. ¡Necesito volver a verles YA!
En lugar de subir a hacer otra visita al bar, preferimos salir a tomar el aire y echar un poco de humo. A las puertas de la sala, un placer como siempre encontrarme con mi colega alemán Bill, siempre tan amable y divertido quien, junto a su mujer Angelica, se encarga de llevar el puesto de merchan de los Jolly Joker.
A última hora andaba ya al loro de que el concierto no empezase mientras esperaba fuera con mi colega Esteban. Tenía unas ganas brutales de volver a ver a Jolly Joker, y lo cierto es que entramos casi justitos. Dani se sentaba, pasados pocos minutos, tras su batería, y Yannick hacía acto de presencia junto al bajista que les acompañaría en esta ocasión en concreto, que no era otro que el gran Natxo Tamarit, de Los Zigarros (otra banda que me flipa hasta el tuétano). Solo faltaba que la música empezara a sonar para armar la de San Quintín, pero eso para los valencianos es tan natural como el respirar, y no les costó el más mínimo esfuerzo hacerlo, disparando como primer cartucho uno de sus pesos pesados, Rockin’ in stereo, regodeándose Yannick con su mástil para preparar el terreno, y ya de primeras, con un público que les hizo merecidamente los honores, brincando y bailando con unas ganas tremendas de Rock’n’Roll. De forma ágil, empalmaron el último acorde de esta con el primero de Hey you, otra que da pie a mucho, muchísimo desfase mientras al micro, el incombustible y gamberro Lane Lazy ya hacía de las suyas, pateando al aire y liberando toda su inquietud por todo el escenario, hasta el último centímetro de este. Entre los gritos del público, destacar el cariño que, vayan donde vayan los valencianos, les profesa este, y es que son unas cuantas veces ya las que Jolly Joker ha pisado tierras murcianas, y la devoción que también se les tiene allí salta a la vista. Tiraban ahora de repertorio de su “Loud & Proud”, ese último y flamante trabajo que, sin duda, va a quedar como uno de los mejores de este 2022 de cualquier género. Con los punteos de Yannick en Blood velvet, este se metió a la peña en el bolsillo, y más todavía si cabe con ese espectacular y virtuoso solo que luce el tema, mientras Lazy y Natxo se encaraban con sus respectivos instrumentos. Este último también fue un buen apoyo vocal en los coros en gran parte de los temas, como en I don’t care, que exige del vocalista todo su talento y recursos.
Por su parte, Dani había encarado el concierto con esa tremenda energía que ya le vi en Puçol hace unas semanas, pero si cabe, todavía más acentuada… y es que las incontenibles ganas que tenían de estar allí, sobre un escenario, después de tanto traspiés, se transformaron en un torrente inacabable de pasión, maestría escénica e incitación a la fiesta como pocas veces he visto en ellos, aunque esto suene ya a tópico. La más rítmica Perfect life, con esos limpios iniciales tan AC/DCeros, fue otra muestra de que Dani se encuentra comodísimo en la banda. Su sonrisa era proporcional a la brutalidad con la que trataba a su instrumento, y de nuevo vimos a Lazy dando vueltas en medio del escenario y contoneándose, sin recuperar casi el aliento para uno de los retos más duros en cada uno de sus conciertos, Fuck it all. Ya casi no necesitan incitarnos a levantar el ‘middle finger’, es algo casi automático para quienes les hemos visto tantas veces, y con un ensordecedor alarido del vocalista, y la caña burra de Dani, nos volvimos todos locos a base de headbanging, hasta en esa parte central del tema en la que el batería se puso incluso de pie para seguir machacando y provocándonos. Tras este arrebato de fogosa energía, el concierto iba a tomar otro aire gracias a Motor, y lo diré repetidas veces, este tema es absolutamente perfecto para el directo, además de ser uno de los temas más sensuales (y no solo por su calentorra letra) que han compuesto nunca. Y si Lane se restriega contra el monitor mientras canta esa parte más cadenciosa, ya ni os digo jajaja. Siguiendo el bien trazado ritmo del concierto (reconozco que me encanta el nuevo setlist de esta gira), Believe queda de perlas para continuar la anterior, cogiendo el vocalista su aro, y soltándose por todo el escenario. Destacar ese ‘paso del pato’ que se marcó Yannick durante el solo ante el descojone de Natxo, quien también se pegó un curro de aúpa. Stay Behind… ¡lo que faltaba para terminar de enloquecer al público! Con los mamporrazos de Dani y la furiosa actitud de Lane Lazy, fueron capaces de crear un verdadero torbellino entre nosotros.
Si de algo estoy seguro, es que la banda se lo estaba pasando tan bien como nosotros. Es algo que se ve, se intuye, cuando presentaban con toda la ilusión y orgullo más que justificado su último disco, y uno de mis temas favoritos como es Sky is so high, que casi te obliga a gritar hasta sacar las amígdalas. Es uno de los temas más distintos que han hecho, y al mismo tiempo posee un magnetismo irresistible, además de sacar a relucir todos los registros vocales posibles. La más que conocida Sidewalks, no sé exactamente por qué, me sonó más contundente que nunca, incitando de nuevo al headbanging (también encima del escenario) y con todo ese desparpajo en los movimientos de Yannick, que se acercaba una y otra vez al frente del escenario, comportándose como una auténtica estrella del Rock. Y es que de actitud y cojones, desde luego, van sobradísimos. Y al igual que digo con Motor / Believe, la combinación entre Sidewalks y la siguiente, The chance, me pareció un encaje perfecto, teniendo ambas esos ritmos tan tajantes. El Jack Daniels empezó a fluir, para no perder la costumbre, por los gaznates (y caras, y ropas…) de los asistentes, otra provocación más por parte del vocalista, que con la botella apoyada sobre su cabeza, comenzó a zarandearse de un lado a otro y dando patadas al aire ante los primeros acordes de Sucker, uno de los tema más sleaze de su discografía y que nunca puede faltar en sus directos, entre otras cosas, porque da muchísimo juego con el público también.
New Orleans fue el último regalo que nos hicieron de su impresionante “Loud & Proud”, donde el Rock’n’Roll más clásico se adueñó del escenario, con un rollazo descomunal, luciendo el vocalista su guitarra y echando un mano a mano con su amigo Yannick en uno de esos duelos que da gusto ver por el inmenso feeling y química que existe entre ellos… hoy por hoy, no cabe duda, son la pareja por excelencia de nuestro Hard Rock, y lo demuestran concierto tras concierto, en sus movimientos, en sus guiños, o en la coordinación musical, como sucedió en los fantásticos coros de I wanna go, un tema que siempre me cae como una puta bomba en directo, intensa como un patadón en toda la cara que disfruto como un cerdo, y no solamente yo, pues marcó uno de los momentos de mayor locura generalizada antes de la despedida provisional de la banda. De hecho, se subieron tan repentinamente a los camerinos que pensé que se habían pasado del tiempo de actuación (teniendo en cuenta el notable retraso que llevaba el evento). Pero mi amigo Vicent y yo, que por suerte no abandonamos las primeras filas en todo el bolo, pronto les volvimos a ver colocados en sus respectivos puestos para el remate de la jugada, con dos temas que fueron todo un broche de oro para una actuación absolutamente soberbia. I am Rock n’Roll, dedicada ‘con cariño’ a sus ex-anfitriones es una auténtica delicia, un trallazo infalible con la que durante mucho tiempo comenzaron sus conciertos. Salieron, como no podía ser de otra forma, a tope, como si en realidad fuese el primer tema, contagiando irremediablemente esa sensación de energía, frescura, y sobre todo, pasión desbordante para cerrar el concierto con Dressed to kill y darlo todo en el último asalto, con un Yannick vacilón al máximo, mientras nos echábamos los últimos bailes locos, transpirando ya hasta la última gota de sudor, saltando, gritando, desmelenándonos, y deseando que los últimos minutos de aquel fiestón de Rock’n’Roll no terminase nunca.
Contra más les veo, más me da la sensación de que esta gente, cuando se sube a un escenario, no tiene límites. Como siempre, en cuanto a actitud, no hay nadie en este país que pueda toserles, y lo del sábado no fue más que otra demostración de esto. Podrían haber cancelado el concierto sin más, podrían haber buscado otra fecha para el futuro o simplemente quejarse de las circunstancias y olvidarse, pero no es su estilo. No es su forma de hacer las cosas. A ellos se la suda tocar para 5 o para 500 personas, y cuando estos principios se llevan a la práctica, es cuando se ve claramente que lo que hay es verdadera hambre, ganas, pasión, y una forma de vida en sí misma que es inseparable del Rock’n’Roll. Pensaba que no podía admirarles más de lo que ya lo hago, pero con ese gesto, y por supuesto con el conciertazo acojonante que se marcaron, han ascendido a otro nivel de respeto.
Con paciencia, música a toda hostia y una lata de Monster pal cuerpo, fui haciendo marcha hacia casa, pero no sin antes despedirme de la peña y tener el placer de charlar un rato con los músicos, cuyo trato con sus fans es siempre de admirar, firmando discos, comentando el concierto, saludando a todo el mundo… Muchas gracias por darnos tanto. Y muchísimas gracias también, una vez más, a todos los que hicieron posible este concierto casi improvisado hasta última hora, a la Sala Spectrum y a su equipo, a los Heavy Metal Espectros, a On Fire… y a la gente que se arrimó a dar calor y un justo recibimiento y apoyo a todos los participantes en aquella gran fiesta.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Jolly Joker + Alae Noctis (Sabado 09-04-22, Sala Spectrum, Murcia)
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