Sinceramente, me van a faltar palabras para relatar la experiencia en sí misma que resultó ser este viernes, ya desde buena tarde, y mi inmensa gratitud a toda la gente con la que tuve el placer de compartir gran parte de aquel inolvidable día, rodeado de artistas y personas maravillosas que formaron parte de él de uno u otro modo. ‘Zarpamos’ desde Villena sobre las 17:30 de la tarde, teniendo ya de primeras el privilegio de poder ir junto al mismísimo Frank y la siempre encantadora Susu. A las 19:00 ya nos plantamos ante las puertas del Peter Rock Club y comenzó el cerveceo, con unas conversaciones inusualmente trascendentales y de lo más edificantes, que ya le dieron un punto muy especial a la tarde. Ya a las tantas de la noche, y buscando un lugar donde cenar en pleno barrio del Carmen, me enteré de que los teloneros de aquella noche (algo que hasta ese mismo viernes desconocía) habían cancelado su actuación. Un verdadero honor el haber podido compartir ratos con Álex (que se encargó de capturar los grandes momentos del concierto), el puto jefazo de Yannick, Nando, Luciano… y haber conocido por fin en persona nada menos que a Luismi Rose de los Leather Boys… con esto, con todos esos momentos y esas personalidades, ya podéis imaginaros el nivel que iba adquiriendo la noche.
Y por supuesto, todavía faltaba el grueso, el objetivo primordial, el “Mambo Voodoo” puesto en escena en toda su gloria, en toda su envergadura. Dentro ya de la sala continué topándome con grandes nombres de la escena valenciana, como el incomparable Lane Lazy, con quien me encantaría haber compartido más tiempo. Pero justo en ese momento, con todos y cada uno de los músicos ya sobre el escenario, daba comienzo aquella oda al voodoo, a los ambientes decadentes y misteriosos de la vieja New Orleans, a la oscuridad de sus ritos y creencias… que Frank Suz se ha sacado de su chistera, rompiendo con todo lo establecido, incluso, por él mismo. Un trabajo que, más que nunca, saca a relucir su grandiosa creatividad, su desbordante imaginación y, por supuesto, su talento compositivo, una obra desposeída de barreras y restricciones donde melodías descocadas letras de humor ácido y ambientaciones místicas van caminando al mismo son, de principio a fin, en una armonía perfecta. Y os aseguro que yo soy el primer reticente ante cambios drásticos y giros excesivamente pronunciados en bandas que me gustan, pero ante tanta calidad, es prácticamente imposible no caer rendido. Lo mejor de todo es que la esencia Frank Suz late, de una forma distinta pero perfectamente reconocible, en el corazón y las arterias del disco, y habiendo conseguido traspasar esta línea en cuanto a gustos (y ahora hablo a nivel personal), ahora es cuando estoy realmente seguro de que todo cuanto haga me va a encandilar de la misma manera.
Continúo donde comencé el anterior párrafo, con ese brillante inicio de concierto, ahora sí (la eché mucho de menos en Murcia), con Louisiana Rougarou. Y qué mejor forma de iniciar aquel ritual pagano que con ese ardiente, embriagador y festivo ritmo que te cautiva inmediatamente y hace que tus extremidades comiencen a moverse casi por inercia. Pero lo realmente tocho aquí fue cómo estuvo interpretada, un corte que sirvió como perfecta carta de presentación tanto para “Mambo Voodoo” como para los propios músicos, que se explayaron a gusto dando rienda suelta plenamente a su pasión y habilidad con un nivel de miedo, y todo ello coronado con un sonido, ya de primeras, de auténtico lujazo. Porque… no vayáis a equivocaros. Aquí no hubo samples, ni el más mínimo sonido disparado. Todo fue 100% orgánico, a pesar del enorme nivel de detalles que contiene cada tema, como por ejemplo Mambo Voodoo, que volvió a servir como lucimiento de los músicos al mismo tiempo que Frank cogía sus maracas para darle ese extra de ‘picante’ al tema. Muy sentida a la vez que particular la forma de interpretar su solo Luciano.
Y así, a estas tempranas alturas, sin vaselina, y solo con la parte habitual de la formación en escena, un trallazo como Inferno (que me sigue pareciendo una de las mejores composiciones de Frank en toda su carrera) cayó como un relámpago sobre nosotros, incisiva y cañera a saco, con un sonido que continuaba siendo sublime, marcando fuerte Nando con su bajo en la parte central y con un final alargado en el que el artista creador, a golpes de teclado, nos instó a completar la parte final. Agradecía Frank la presencia de su público, y aprovechando el descanso de la sección de vientos, continuó el protagonismo de su “Inferno” con otro de sus mejores singles, No es país para viejos, pura droga auditiva, que se benefició de la tremenda potencia que le inyectó Paco, ese astro indiscutible de la batería, con sus baquetazos, redobles y virguerías varias, y que Luciano redondeó con un solo muy en su estilo, es decir, con feeling a borbotones. Y es que, a pesar de que le he visto pocas veces en vivo, me parece un guitarrista que, cuando se mete en faena, se sale del mundo terrenal, con una pasión y talento indiscutibles, y lo digo sin menospreciar, ni por asomo, a su colega Rafa Bonet, que fue otro de los pilares imprescindibles del concierto con un nivel gigantesco.
Llegaba uno de los momentos más profundos del concierto, uno de esos que se vivieron y disfrutaron con especial intensidad, como si de repente se apagaran todas las luces y nos viéramos caminando… Mar adentro. Con Hickowski sobre el escenario y esas líneas vocales tenues de Frank iniciando el tema, la trompeta se fue erigiendo como protagonista del tema, siendo el highlight ese precioso solo con sordina. También las armonías en los coros de Rafa apoyando a Frank me gustaron mucho. Y de uno de los más íntimos, a otro de mis momentos favoritos del concierto con El huerto del conejo muerto. O sea… para flipar. Este tema fue absolutamente redondo en directo. Si en el anterior concierto que vi estuvo adaptada de lujo para formato más eléctrico, en esta ocasión sonó en toda su plenitud, espíritu “Mambo Voodoo” al 100%, con decenas de detalles en cada instrumento (ojo con esa ‘salida’ de trompeta, guiño al tema central de El Padrino), los punteos con poca distorsión de Luciano, las decadentes notas de Rafa que dan tanta personalidad al tema… y como tercer guitarrista para la ocasión, nada más y nada menos que el incombustible Eloy Ibáñez, un tío que demostró unas tablas, un saber estar y una técnica formidables, aparte de venirse arriba en los últimos compases rodeando el mástil con su pierna y lanzando la guitarra hacia arriba. La parte improvisada… joder, aquello fue sencillamente orgásmico, suavizando Paco progresivamente el ritmo hasta quedarse todo muy abajo, para a continuación volver a dar el pelotazo, incluyendo unos teclados improvisados por parte de Suz que fueron una completa delicia, y una demostración de su calidad como músico. Y no olvidemos lo más importante: que es un PUTO TEMAZO de la hostia.
Momentos así hubo para parar un tren. De hecho, fue un concierto hasta agotador de seguir para esta crónica, ya que de haber estado tomando nota de todos y cada uno de los detalles, no habría apartado casi la mirada del móvil. Lo digo para que os hagáis una pequeña idea del espectáculo que fue aquello a nivel puramente musical, aunque también lo fue en el plano escénico. Ocho músicos, nueve según el momento, sobre el escenario, pueden dar mucho juego, y también exprimieron al máximo esta faceta. Hickowski, Javi y Fede no solo hicieron un trabajo majestuoso, sino que además se movían a conjunto, animaban con palmas y en general aportaban dinamismo al concierto más allá de su portentoso talento con sus instrumentos, los cuales fueron sin duda el ingrediente que terminó por convertir el concierto en un manjar auditivo de cinco tenedores. Y en cuanto al técnico de sonido, creo que también fue profesional a más no poder. Ecualizar tanto instrumento no debe ser moco de pavo, pero el resultado saltaba a la vista.
Cambio de tercio a nivel rítmico (como prácticamente sucede con cada tema de “Mambo Voodoo”) con Dueños de la noche, marcando Frank ese ‘groove’ tan guapo con el teclado, una cadencia tremendamente adictiva que nos puso de nuevo a todos a bailar, pasando Nando al centro del escenario junto a su compañero Luciano mientras Javi Pardos nos dejaba a todos boquiabiertos con ese pedazo de solo de trombón, tan ensoñador como el propio inicio de La marcha fúnebre de Roberto, que en disco me trae al recuerdo algunos fragmentos del compositor Angelo Badalamenti. Hickowski (ahora en solitario) y Luciano (bien coordinado con Rafa) se encargaron de la introducción en aquel momento ideal para dejarse llevar, todo un réquiem oscurecido todavía más, si cabe, por los retumbantes y graves golpes de Paco desde su batería. Aunque tal vez bajó demasiado el compás del concierto, no se puede negar que esa melodía es tan genuina como pegajosa, de las que se quedan días y días rondando en tu cabeza. Algo falló al principio de Barón Samedi, pero con gran agilidad, recomenzaron el tema inmediatamente. Esa festividad que inculcaron los vientos fue todo un soplo de aire fresco, en el que incluso Suzuki dejó a un lado su teclado y se centró en las labores vocales, sin parar de acercarse al público a dar palmas, codearse con sus compañeros, hacer mil y un ademanes, desatando todo ese nervio de artista que guarda dentro y merendándose el escenario. He de insistir en cómo sonaron el saxo, el trombón y la trompeta en este corte. De alucinar.
Daba un respiro Frank a su banda (hasta ahora, prácticamente todo había ido a piñón) para publicitar su nueva y diabólica creación, e instarnos a que nos diésemos un rulo por el puesto de merchan… antes de entrar otra vez de lleno en el setlist, y en particular, en el que para mí fue definitivamente el mejor momento del concierto con Mirar a las estrellas. Cuatro minutos y medio que me subyugaron y transportaron a otro mundo. Si en Murcia recuerdo que me gustó la interpretación, esta vez con el elenco musical al completo fue, sencillamente, un viaje ensoñador, casi un trance, y no sé si fue exactamente por cómo encajé ese derroche de sensibilidad en las letras al escucharlas, por las sutiles notas de piano, por la increíble armonía que vivíamos entre el público o por ese brutal subidón de emotividad que daban los vientos en el estribillo… pero consiguió ponerme los pelos como escarpias en casi toda su duración. Uno de esos momentos tan increíbles que por sí solos pueden definir un concierto entero y hacer que nunca se vaya de la memoria.
Recta final, muy a nuestro pesar, del concierto. Si hubo algo insuficiente en él, fue sin duda lo rápido que terminó, pero eso fue más debido a la intensidad que a una corta actuación. Sin embargo, albergaba todavía más de una sorpresa de esas que contribuyeron a aumentar todavía más el carácter especial del concierto, sobre todo a nivel de colaboraciones. Mano derecha en su anterior etapa, e indiscutiblemente uno de los mejores guitarristas de este puto país, Yannick Bonora se presentaba sobre el escenario, ante el aplauso del respetable, para insuflar todo su desparpajo e innegable calidad a esa despampanante LNDLMC, tema que abría su “Inferno”. Los despiadados machaques de Paco en este tema de corte más industrial y el incesante cabeceo de Nando marcando sus notas de bajo la convirtieron en una de las más sonadas y bailadas de la noche, en aquel momento en que la fogosidad del concierto se disparó, yendo a más, hasta el infinito, continuando con la rockanrolera y cabaretera En Babilonia con otro invitado de altura (y más exclusivo por las circunstancias, si cabe) como Luismi ‘Rose’ de los fantásticos Leather Boys, que se unió a la fiesta viniendo nada menos que desde su tierra (Asturias). Se vio cantidad de buen rollo entre él y Frank, y por supuesto eso siempre transmite a raudales, haciendo que todos nos viniéramos muy arriba con ese jodido rollazo que tiene el tema, algo a lo que igualmente contribuía Luciano, pavoneándose en medio del escenario mientras sacaba sus punteos. Y es que, como digo, entre el público había de todo menos ganas de pirarse. Aquel mambo tenebroso nos hizo caer ya desde el principio, y no había forma, ni ganas, de librarse de él.
Íncubus (el depravado) volvió a contar con la estelar presencia de Yannick, y con Javi, Hickowski y Fede sobre el escenario, más caña, más humor corrosivo, más música con mayúsculas, y más espectáculo de vodevil para mantener el desenfrenado ritmo de este tramo final. Músicos que formaron un todo, perfectamente coordinados, unos coros de Nando por aquí, toneladas de desparpajo por parte de Yannick por allá (quien no grabó los temas el disco, pero se sentía comodísimo con él en directo), en otro pico de intensidad rítmica que terminó con el mismo Frank zarandeando como un poseso su teclado. Ante tamaño despliegue, y viendo que se avecinaba el final, todos los de abajo la emprendimos a gritos de ‘¡otra, otra!’ sin parar. El grupo tan solo hizo un minúsculo parón y volvieron a la palestra con la última bala de la recámara, una suculenta versión del L.A. Woman de los Doors que ya nos dieron a degustar en su pasado concierto en Murcia, y que como no podía ser de otra forma, sonó a las mil maravillas. Paco fluía como pez en el agua, con esos ritmos y ese estilo con el que tan cómodo se le vio, y Frank, en aquello que él mismo llamó ‘su fiesta de fin de curso’, tras toda esa presión y trabajo en la concepción y grabación del álbum, se soltó definitivamente la melena, cogiendo el micro, contoneándose y haciéndose dueño del escenario a la par que el resto de sus compañeros ponían hasta la última pieza de carne en el asador. Aplausos, alegría, saludos, satisfacción y más gritos pidiendo otra (esta vez de forma infructuosa) culminaron un concierto en el que todo, absolutamente todo, salió rodado, como la seda, y la sonrisa final en la cara del principal artífice de todo esto, Frank Suz, también nos lo daba a entender.
Pasamos un buen rato más dentro de la sala, disfrutando de la música, con saludos y despedidas (un recuerdo especial a Sergio Bixo, de Rock The Best Music, ¡por fin nos conocemos!), y el espectáculo y canciones vividas todavía bien frescas en la cabeza. La noche para algunos estaba todavía muy lejos de terminar (o tal vez ni siquiera terminó, jejeje), pero esa ya es otra historia que mejor omitiré por aquí. Vuelvo a lanzar sinceros agradecimientos a toda la gente guapa con la que compartí aunque fuesen unas palabras, a Nando, Paco, Fede y Hickowski, Luciano, Álex, a Yannick y Lane (más grandes que la vida misma), a Luismi Rose (gracias por acercarte, tío), a Betty, Paula, Wally y Sergio, en general a toda la peña que se acercó a ver el bolo, y muy en particular, a Frank y a Susu. Como de todas formas sé que nunca voy a poder compensaros por todo lo que hicisteis por mí, lo voy a resumir en cuatro palabras: gracias por hacerme feliz.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Frank Suz (Viernes 27-05-22, Peter Rock Club, Valencia)
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