viernes, 17 de junio de 2022

Evil Speed (Exciter + Toxikull, miércoles 15-06-22, Sala 16 Toneladas, Valencia)

Ya había cantidad de ganas, en medio de la enorme variedad de estilos que he podido ver este año en directo, de una noche de puro Heavy Metal, de las de cuero, gritos de infarto y tachuelas hasta en los huevos, todo ello y mucho más materializado en la gira que esta misma semana ha recorrido la península prácticamente de punta a punta, con los míticos Exciter en una forma envidiable tras más de 40 años atronando los escenarios con su descuartizador Speed Metal, acompañados por unos Toxikull que fuero la banda perfecta para esta ocasión, y a muchos de nosotros nos dejaron con los ojos como platos y los oídos pidiendo ‘clementix’. La particularidad de este concierto es que cayó en pleno miércoles, aunque eso es una nimiedad cuando se trata de una cita absolutamente ineludible para cualquier fan del Heavy Metal espitoso y machacavértebras que se precie de serlo. La sala 16 Toneladas volvió a ser la mejor anfitriona posible, como lo ha sido de tantas noches inolvidables que he pasado en la capital valenciana, y lo digo, entre muchas otras cosas, porque todo lo que sonó allí aquella noche lo hizo a un nivel soberbio. El hecho de que fuese entre semana, y ante la dejadez relativa que hay últimamente a la hora de acudir a conciertos que no sean sota, caballo y rey o grandes festivales, me preocupaba por el tema de la venta de entradas, pero todos los temores se disiparon rápidamente cuando comprobé el ambiente que se vivía en las puertas y alrededores de la sala, incluso un buen rato antes de la apertura de puertas. Nos encontrábamos ante el penúltimo concierto de la gira, después de pasar por ciudades como Madrid, Oviedo, Zaragoza, y previo a la gran despedida en la ciudad condal.

Lo primero, una vez me reuní con mi colega Popi, y posteriormente, con toda una legión de caras tanto conocidas como nuevas para mí, fue pillar unas birras del paki cercano a la estación, y privárnoslas en plan relax en los bancos de enfrente de la sala. Más tarde, nos acercamos al Vora Riu para hacer lo mismo pero con algo más de caché jeje. Detalles aparte, minutos antes de empezar la gran somanta de palos que viviríamos dentro de la 16 Toneladas, en las puertas ya se respiraban muchas ganas de estar dentro dándolo todo. Aún nos encantamos, y cuando nos dimos cuenta, entramos deprisa y corriendo con el primer tema de los Toxikull ya sonando.

Una arrolladora The nightraiser que sería todo un puñetazo sobre la mesa, cuya tralla nos dejó incluso descolocados al principio, con un sonido de miedo, el volumen a tope y un poco más (algo que sería la nota dominante en toda la noche) y unos músicos de los que dirías que ya llevaban horas tocando, por cómo se estaban comiendo el escenario ya desde el primer tema. La banda, procedente de Lisboa (Portugal) practica un Speed Metal en toda regla, muy deudor a su vez de los mismísimos Exciter, por lo que, como digo, la elección no pudo ser mejor. Sus letras son mayormente en inglés, pero para continuar la fiesta nos ofrecieron un tema en portugués llamado Nascida No Cemitério, en la que, entre la destrucción rítmica que practicaban el bajista Antim y el batería Tommy, nos incitaron a vociferar a grito pelao ese ‘seis seis seis’ del estribillo, ganándose cada vez más al público por méritos propios. Y es que cuando presencias a una banda que sale con tanta energía y hambre desde el principio, ya tienen mucho terreno ganado para conseguirlo. Actualmente, y desde el 2021, van editando un single tras otro a buen ritmo, y si no pasa nada, los seis que tienen previstos se recopilarán en un nuevo trabajo llamado “Warriors Collection”. Uno de ellos es I will rock again, tal vez el más ‘melódico’ de todos (si se me permite la licencia) que en estudio cuenta con la colaboración del gran Sean Peck, y de la cual el bajista Antim cantó gran parte, alternando esas voces más duras con los estridentes gritos (y guitarreos) del vocalista Lex Thunder, que tuvo un gran peso escénico durante todo el concierto.

Un rollo más a lo Judas Priest, no tan acelerada, tuvo Killer night, épica y aguerrida a partes iguales, con una banda que se salía de madre sobre el escenario, con movimientos bruscos y headbanging a todo trapo, alimentando todavía más las ganas que teníamos de agitar la melena. Rising dust incluida en su más reciente trabajo de estudio (“Cursed and punished”) fue mi favorita de todo el show, además, exhalando una energía tremenda a pesar de no ser lo más acelerado de su discografía, con varias voces simultaneas (los coros tampoco estuvieron nada mal durante el show y ayudaron en consistencia vocal), un doble bombo atronador y un solo bien afilado. El primero de su colección de singles, Metal defender, cayó a continuación, sin dar apenas un respiro, toda una declaración de intenciones en su título y en su letra, y es que se nota que estos chicos van a por todas, sin innovar demasiado en su forma de componer pero sin perder en ningún momento la coherencia en su estilo. Y eso da gusto sobre todo si hablamos de una banda tan joven, formada en 2016, pero ya con una cantidad muy respetable de material en la calle. Aún siendo un concierto rebosante de caña burra, dejaron lo más bestia para el final. Y es que Cursed and punished, de forma inevitable, nos puso a todos a dejarnos las vértebras al furioso ritmo de los riffs de Michael Blade y la imparable batería de Tommy en toda una vorágine de gritos, solos, y hostias sonoras varias, además de unos gritos por parte de Lex abrumadores, de los que te encabronan todavía más. Me habría encantado escuchar en particular Manipulator, que es de lo que más me ha molado de sus dos discos, la verdad es que se me hizo bastante corto, dada la intensidad que nos metieron entre pecho y espalda con temas tan frenéticos y con una actitud tan incontestable. Me encantaría verles pronto de nuevo.

Decir que los Toxikull fueron un simple calentamiento o un buen primer plato sería casi faltarles al respeto. Fue un concierto demoledor en el que cada músico se dejó la piel sobre las tablas, y lo que consiguieron fue dejarnos al rojo vivo, a la espera de que comenzasen ya los Exciter. Mi historia con esta banda en directo se remonta nada menos que al año 2008, donde les vi por primera y única vez en el desaparecido y añorado Atarfe Vega Rock. Tocaron hace unos años (2017) en el Rock Fest Barcelona, pero por alguna razón me los perdí, así que me tocaba resarcirme de estos últimos… 14 años sin verles. Y de hecho, es curioso, pero aquella vez no estuvo ni uno solo de los músicos que veríamos a continuación en el bolo de la 16 Toneladas, aunque al menos en cuanto a formación, me quedo con esta última, que contiene a dos miembros fundadores como son los míticos Allan Johnson (bajista) y Dan Beehler a las voces y batería, muy bien acompañados por el guitarrista Daniel Dekay, que formando parte de la banda desde el 2018, demostró ser un puto tornado en directo.

Esta vez entramos poco antes de que sonara la intro, recibimos a los músicos poco después con gran algarabía y, casi sin darnos cuenta, ya estábamos metiendo headbanging a piñón con Violence & force, toda una advertencia en sí misma de palos y old school Metal por un tubo, calentamiento exprés para la banda y una alegría para los fans de los primeros discos. Y para mayor fortuna para ellos, el setlist se iba a componer solamente de temas incluidos en sus tres primeros discos, por lo que la tralla salvaje estaba garantizada, como esa indomable Stand up and fight, o Victims of sacrifice del “Long live the loud”. Pisaban fuerte, con un sonido acojonante, súper potente, un volumen atronador y una ecualización, en general, excelente, al menos a media altura de la sala que es donde me encontraba dejándome el cuello junto a mi amigo Popi. Con estas condiciones, da igual que sea un sábado o un miércoles, uno no puede evitar venirse arriba, sin importar una mierda lo que suceda en el exterior de esas cuatro paredes. Se dirigía a nosotros, como haría otras tantas veces, Dan Beehler, preguntándonos si queríamos un poco más de buena mierda old school, y estalló la frenética Die in the night, crujiendo las guitarras de Dekay y machacando la batería del mismo Beehler. Aunque sus gritos no son tan extremos y desgarradores como lo fueron antaño, su voz llenó igualmente la sala con gran potencia, además de la gran presencia y clase que sigue teniendo en el escenario, tanto a la hora de cantar como de tocar la batería de lujo en cortes como los siguientes Iron dogs o la que él mismo presentó como ‘zombies’ Rising of the dead, un jodido clásico de su mítico y de culto primer disco “Heavy Metal Maniacs”.

La verdad es que tanto Dan como Allan se mostraron de lo más expresivo. Si bien la comunicación verbal recaía principalmente en Beehler, Allan no dejó de provocar al público con el puño en alto, o vociferando antes de comenzar un nuevo tema, también tocando, por supuesto, su instrumento con gran aplomo y experiencia escénica. La mismísima Heavy Metal Maniacs (que no esperaba a estas alturas) trajo sin duda uno de los grandes momentos punteros de la noche, con la muralla sónica que creaban los riffs de Daniel Dekay (que hizo un show espléndido, repito), levantamos los puños cantando el estribillo y lo pasamos como locos con este clasicazo de la historia del Heavy / Speed Metal que a tantas y tantas bandas posteriores ha influenciado. Dedicando el tema para todas las féminas que asistieron al concierto (pidiendo que hicieran notar su presencia antes de arremeter con el tema), Black Witch fue una de las más relajadas de la noche (algo que sin duda agradecería la voz de Beehler), pero al mismo tiempo, de las más sentidas, y no dejaron que el brutal ambiente que habían conseguido crear hasta ahora se enfriase, disparando a continuación un cañonazo como (si no recuerdo mal) I am the beast, en la que al vocalista le tocó sacar la parte, y fue de lo mejorcito a nivel del solo de guitarra que se marcó el seis cuerdas D. Dekay. Pounding Metal estaba a puntito de aplastarnos el cuello, pero antes, ahí teníamos de nuevo a Allan incitando y moviendo el puño, pidiéndonos que diésemos hasta la última gota de sudor en la tormenta de hostias que iba a caer a continuación, con varios moshpits incluidos.

El citado guitarrista tuvo ahora su mayor momento de protagonismo, solo ante el público mientras sus compañeros se tomaban un pequeño respiro para mostrarnos todo su talento en forma de un solo no demasiado largo pero de lo más ardiente, preludio de Beyond the gates of doom, volviendo a aquel brutal “Long live the loud”, en la que la batería de Dan volvió a sonar mortífera. De hecho, se notaba que el tratamiento sonoro que estaba recibiendo su instrumento (y su micro) era algo preferente respecto al resto, pero esto no quiere decir que aún así no todo sonase de auténtico lujo. El power trío tomaba unos minutos para presentarse entre ellos, recibiendo unas merecidas ovaciones, para emprender los últimos minutos con una inmejorablemente seleccionada Long live the loud, con todo lo que conllevó, coros agresivos, solos de locura y una grandísima respuesta por parte de la peña, que levantábamos los puños a tope con el estribillo. Ahora sí, la voz de Dan Beehler nos recordaba a los viejos tiempos en los que sacaba las amígdalas con cada grito, poniendo absolutamente toda la carne en el asador a la vista del final. Por suerte, todavía no iban a decirnos el adiós definitivo: aún guardaban una bala en la recámara. Y a pesar de los insistentes gritos de alguien del público, que no dejaba de pedir una y otra vez que tocaran el Under attack, la versión del Iron fist de los Motorhead les quedó que ni pintada, especialmente por cómo adaptó su voz Dan para el tema.

Hasta que no llegué a Valencia, no podía formarme una idea de cómo iba a responder la peña ante este evento, pero desde luego, la implicación fue total, con un buen lleno (no absoluto, pero sí bueno) de la 16 Toneladas y con un ambientazo que suele ser algo casi habitual del lugar. A la salida, comentamos todos lo bestial que había sido, y personalmente me alegré millones de haber acudido, a pesar del dineral que tuve que invertir solo en el viaje. Al final, es otra noche de esas que no se olvidan, y esa sensación para mí es fundamental. Con un grupo de gente de puta madre, me quedé a tomar las últimas birras en el mismo banco en donde la tarde / noche había comenzado, entre anécdotas y buenas charlas. La noche podría haberse alargado, de hecho, hasta las tantas, pero al final decidí volver a casa a descansar de la batalla. En unos minutos, en cuanto acabe de escribir estas líneas, de hecho, vuelvo al ruedo, esta vez a la Babel Live Stage. Os cuento en breves.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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