domingo, 14 de agosto de 2022

Festa i Lluita (Public Intoxication + War Dogs + Metralla, viernes 12-08-22, Barraka Alternativa de Elche)

Ni una semana ha pasado todavía del Leyendas y ya me han liado para ir a otro bolo de los guapos. Bueno, qué carajo, a quién quiero engañar, me terminé liando yo mismo porque me apetecía cantidad y punto pelota. Como sucede todos los años por estas fechas, se celebran en Elche las fiestas patronales con multitud de eventos de la más diversa índole. Uno de ellos es, dentro del programa ‘Nits de festa’, las barracas populares, con un montón de ‘artistas’ de esos que estamos hasta los cojones de escuchar por la radio, de nulo interés para la gente del Rock y el Metal. Sin embargo, en este 2022, en colaboración con el Ajuntament d’Elx, la CGT y el colectivo Festa i Lluita han decidido alejarse lo máximo posible de ese rancio mainstream musical para organizar todo un sarao, una historia muy distinta. Un festival con casi una quincena de bandas repartidas en tres días, con claro enfoque alternativo y antifascista, que han denominado Barraka Alternativa, y que se celebra entre el 12 y el 14 de este mes. Aunque cualquier cosa es mejor que todos esos grupuchos de radiofórmula, sin duda el cartel más interesante para mi gusto era el de este pasado viernes, que juntaba a lo más florido de la escena joven de la ciudad como son Public Intoxication y War Dogs con los míticos Metralla, tal vez la banda de Metal más longeva que ha nacido en la ciudad de las palmeras, y para cerrar la velada, los más punkarras Ratizida. Para sumar otro punto a favor, más allá de este suculento cartel, la entrada al recinto era totalmente gratuita para todo aquel que quisiera acercarse a disfrutar de la movida, en donde ya de primeras, predominaba un ambiente estupendo, sano y muy reivindicativo, tal como sugería el espíritu de este festival.

Finalmente, fuimos tres los que nos acercamos al evento, el Kolega, Gremlin y yo, y es que como digo era un plan fantástico, cerca de casa y además por la patilla. Y desde luego, las bandas merecían muchísimo la pena. El hecho de celebrarse en plenas fiestas de Elche nos llevó a salir con bastante antelación para llegar, al menos, con un par de horas antes del primer concierto y así poder aparcar y saludar con tranquilidad a cuantos colegas nos encontrásemos allí, tomar (y fumar) algo relajadamente bajo un ambiente que, de algún modo, me trajo muy buenos recuerdos de cuando servidor era más jovencillo. Una noche muy calurosa, con un clima bastante cargado que amenazaba con tormenta, pero con muchísima gente acercándose a ver a las bandas, a tomar algo o simplemente a darse un rulo por allí.

Se aproximaba la hora de machacar vértebras a toda hostia con los frenéticos Public Intoxication, a quienes tuve el placer de descubrir en directo en aquel Maniacs Thrashing Death Fest II del 2019, en la Babel de Alicante. En aquel bolo, me dejaron una gratísima impresión y, por lo que pude comprobar hace un par de noches en Elche, no han perdido ni un ápice de velocidad, inmediatez o esa espontaneidad tan juvenil que ostentaron. Con la banda completa ya sobre el escenario, e incluso antes de empezar a soltar cera, su vocalista Arturo era un manojo de excitación, impaciente, inquieto, pateando el escenario de un lado a otro, una y otra vez hasta que, como un tiro entre ceja y ceja, comenzaron a caer, sin piedad ni concesiones, trallazos como Christmas boogie, que abre su primer y único trabajo, Double infart o Mad iron man, rápidas hasta el extremo y llenas de rabia, que no tardaron en calar entre la peña, que por cierto, tampoco iba corta de ganas de fiesta. El escenario se cubría de humo y ante los visibles ánimos de su guitarrista Adrián, nos presentaron el último tema que han compuesto hasta la fecha, Self Knocked, tan feroz que levantó los primeros moshpits de la noche, ante las miradas de Kevin, Fran y Adrián que se apiñaban mientras Arturo continuaba vociferando y lanzando golpes al aire, imparable. Y es que vaya torrente de energía está hecho. Pero por encima de todo, qué gran, GRAN alegría volver a verle en plena forma y con una ilusión sin límites, dándolo todo sobre el escenario. Con Hangover fisting continuaban los mosh justo debajo de ellos.

Una lástima que hasta el momento el sonido no fuese del todo bueno, muchos acoples molestos y algún que otro petardeo, además de que el bajo de Kevin apenas se escuchaba en la mezcla. Aun así, eso no fue impedimento para que todo el mundo disfrutase a lo grande, tanto arriba como debajo del escenario, la cosa se vivía con gran intensidad. Tanta, que en Hold my beer Arturo bajó entre la peña a repartir empujones al tiempo que cantaba, y con unos coros que me recordaron, posteriormente, al Into the Pit de los Testament. Saludándonos el guitarrista Fran, continuaban al trote con Road Rage (¡¡a bailar!!) la ya conocida Antisober / Frenetic Piss (título también de su EP), puro Crossover / Thrash, en la que, afortunadamente, los bajos ya se escuchaban mucho más altos y relativamente nítidos, tal como en Bacon Golem, con una desmadrada batería de Miguel Ángel y sus constantes y rápidos cambios de ritmo. Tras un descansito de cara a los últimos bises (y con el trago de cerveza reglamentario, como decía Arturo), Nuclear ambush fue la hostia para continuar partiéndonos el espinazo, tras la cual llegó un cover de una banda muy querida para ellos, Vitamin X y esa About to crack que no desentonó, en absoluto, con sus propios temas, criminalmente rápidos y directos a la sien, y durante la cual incluso el guitarrista Fran se metió en una especie de crowd surfing jeje. Y por supuesto, para el cierre no podía faltar esa Thrash police (what are you smoking??), el tema con el que la banda se dio a conocer, y que como no podía ser de otra forma, triunfó a lo grande con los últimos moshpits.

Nos retiramos de las multitudes a dar una vuelta, a pillar algo de la barra y a sentar el culo hasta la siguiente banda, para mí, la más esperada de la noche. Pero como ya me imaginaba, no fui yo el único que flipó a lo grande con los War Dogs. Hacía ya unos cuantos años que no les veía (con estos dos años de puta pandemia de por medio, tampoco han tenido demasiadas oportunidades para tocar), poco antes de estrenar su flamante disco “Die by my sword”, por lo que, seguramente, esta vez les disfrutaría todavía más. Y mira que sufrieron problemas técnicos, parones y reenganches, pero lo suyo, salvando esos inconvenientes ajenos a ellos, fue un conciertazo mayúsculo que como digo, dejó alucinados incluso a quienes no les habían escuchado nunca antes. Y es que no es para menos: el nivel musical que tiene esta gente no es para tomárselo a broma.

Destaparon setlist con muchas ganas, tan meticulosos como siempre, pero desafortunadamente, un problema técnico provocó que tuviesen que recomenzar el tema, ahora sí hasta el final, con esa parte instrumental abriendo Wings of fire. La primera sorpresa que me llevé fue que actualmente, tras la salida de la banda de Enrique y el breve paso de Alberto de Lara, era el mismo vocalista, Alberto Rodríguez, quien se ocupaba de la guitarra rítmica y… ¡joder! ¡Pues tampoco es precisamente manco! Me encantó cómo acompañaba a Edu y al mismo tiempo entonaba los temas de maravilla. Me dio la impresión, incluso, de que (a pesar de llevar la guitarra colgada) había cogido mucha más actitud y movimiento a la hora de interpretar los temas. Precisamente con guitarras dobladas comenzaba Wrath of Theseus, que no me esperaba ver, y a continuación tuvieron que hacer otro parón debido a los dichosos problemas con el sonido. Con gritos animando al batería Josevi, este volvió al escenario para continuar dando caña con Vendetta, un tema nuevo que tuvimos el gusto de disfrutar con buenas armonías de cuerdas, un Alberto que se volvía a salir y unos detalles geniales por parte de Jose Vicente, a quien es un puto placer ver aporrear los parches. Ahora todos pendientes de que este último abriera fuego, encarados hacia él, Ready to strike subió todavía más el calor de aquella noche ilicitana ya de por sí intensa y bochornosa, con sus letras épicas, el bajo tan poderoso y esos solos casi continuos del inconmensurable Edu Antón, un guitarrista que en menos de un minuto puede dejarte con la boca abierta. Y esto no había hecho más que comenzar, porque lo que vendría a continuación confirma mi teoría, empalmando ahora una parte instrumental larga y sobre todo, muy virtuosa, con escalas, solos compartidos entre Alberto y Edu y con lo que más flipé: esa última parte con bajos y baterías más técnicos. Hasta ahora todo iba como la seda salvando los percances iniciales, pero el sonido se volvió a caer, varias veces, durante la potente The shark, y por unos segundos nos cortó bastante el rollo, porque aparte de estos problemas, el sonido del que gozaba la banda era prácticamente perfecto, con cada uno de sus instrumentos en su sitio, perfectamente diferenciables pero formando una mezcla potente y Heavy.

Además de marcarse otro solo para quitarse el sombrero, todo pasión y actitud, levantando el mástil de su guitarra, Edu también pedía ánimos del público que acabó recibiendo con creces, eso sí, tras otro molesto apagón que les obligó a recomenzar el tema. Immortal’s lament fue la primera representante de su primer EP “War Dogs”, uno de esos cortes que merece la pena quedarse a ver atentamente en directo para poder paladear las impresionantes habilidades de los músicos. La ametralladora J. Vicente no paraba, asomaba ese frenético bajo entre las guitarras, y para terminar de bordar la cosa, un solo de Edu que para mí fue el mejor de todo el concierto, ¡bestial! Qué rabia, de nuevo, ese lapsus a mitad del tema. Sin embargo, la banda no se desanimó en ningún momento (si bien nos comentaban que jamás habían tenido tantos problemas como en aquella noche), haciendo ademanes a su público que cada vez estaba más y más animado. Con lo que quedaba, y ya sin el más mínimo incidente, era prácticamente imposible parar, comenzando con mi favorita del EP por su letra ‘manowariana’ y su genial melodía, To live to fight another day, con Manuel al bajo metiendo cera (y headbanging) a tope, empalmada sin perder un solo segundo con Die by my sword (puro sonido NWOBHM, épico, y muy bien cantada) y Josemi poniendo toda la carne ya en el asador, aunque incluso no tanto como en la speedica Back for the attack, en la cual terminó por desmelenarse del todo, sudando la gota gorda y regalándonos todo un espectáculo y una muestra de cómo tocar la batería con una precisión y pegada magistrales. ¿Terminaron? ¡Todavía no! Guardaban un último caramelo para el final, nada menos que esa grandiosa Angel Witch, bien adaptada a su tono por Alberto, aunque faltaba un poco de fuerza en los coros desde donde me encontraba. Así, también un final de auténtico lujo para un concierto que, en lo musical, y en cuanto a talento instrumental fue una verdadera gozada para los sentidos. Y mucho ojo, porque además, la banda está a puntito de volver a entrar al estudio para grabar nuevo material. Quedamos a la espera con muchísimas ganas.

Conforme pasaban las horas, y aunque parezca mentira, la temperatura parecía que no dejaba de subir grados, y no solamente por la mandanga que nos acababan de ofrecer los Public Intoxication y War Dogs. El ambiente estaba bastante cargado y daba la impresión de que en cualquier momento se iba a caer el cielo encima. Ráfagas de calor asfixiante nos alcanzaban, de forma cada vez más densa y frecuente. Fuimos a descansar un momento, también por mi amigo Kolega, que había tenido los santos cojonazos de venir al concierto con las muletas y con la espalda hecha añicos, sin poder apenas andar. Si eso no son ganas y pasión por nuestro rollo, entonces que me digan qué es.

Tras echar unas birras, nos preparábamos para la recta final de la noche, esperando a una de las bandas más míticas que han dado estas tierras, los Metralla. Aunque con una década de parón de por medio, su nacimiento se remonta nada menos que a finales de los 80, y por descontado, siempre es un privilegio poder verles en directo, y si cabe, todavía más en su casa. Nos ofrecerían una buena selección, tanto de clásicos como de temas de su más reciente “Aqueronte” del 2020 que tanto me mola, siempre manteniendo ese regustillo ochentero y clásico, y además, tendríamos más de una sorpresa durante el show en forma de colaboraciones. Tal como me comentó mi colega Gremlin, por movidas personales, han tenido que prescindir de su guitarra rítmica desde hace unos meses. Pero que no cunda el pánico: no supuso un cambio demasiado radical en el sonido de la banda, más allá de que en algunas partes muy concretas se echase de menos mayor cuerpo en las cuerdas. Puede que una de las pocas en las que esto sucediese fue, precisamente, Te veré en el infierno, con la que arrancaron a tope, con un ritmo frenético que Metralla siempre lucen orgullosos, seguida de Aquelarre, que arrancó ya los primeros aplausos, los primeros saludos y agradecimientos. El sonido era básicamente todo lo que se podía pedir, fuerte y nítido, perfecto para el Thrash urbano de los ilicitanos, tampoco carente de potencia y solidez, en el que la distorsión golpeaba fuerte o las baterías retumbaban que daba gusto, en partes como la recta final de Reina de la oscuridad, que subió todavía más el nivel, o la completamente instrumental Aqueronte, con arpegios, y cambios radicales de ritmo en la batería del incansable Carlos, desde los más Heavys hasta los más suaves, y vuelta a empezar. Hasta ahora, nos presentaban exclusivamente temas de su “Aqueronte”, pero llegaba la hora de pasar a esos que forman parte de la banda sonora de la vida de muchos, como La nevera, presentada por el vocalista y guitarrista Pedro Mas.

Lo más preocupante, en este momento, es que comenzaban a caer gotas, aunque nada grave (de momento). Nosotros por nuestra parte continuábamos disfrutando de la caña imparable de estos grandes, con esas letras reivindicativas y directas (de esas para cantar puño en alto) de Ya van diez, que aunque contó con una sólida base por parte de Juan Mas, también pedía una segunda guitarra en ciertas partes. Llegaba el momento de presentar y subir a algunos amigos de la banda al escenario. El primero de ellos fue Ramón Esclapez "Gori", todo un veterano, quien nos sorprendió a propios y extraños con esa voz tan llena de matices, cantando de lujo junto a la banda covers como el Cowboy song de los Thin Lizzy o el Deuce de los KISS, entre otras. Muy contento de estar ahí con sus compañeros (que también se marcaron de lujo las versiones), en este punto la lluvia ya empezaba a ser bastante molesta y los relámpagos bastante intimidantes, pero eso no frenó un ápice a la banda, que estaba dispuesta a terminar el concierto fuese como fuese. A esto se le debe unir una ventolera cada vez más violenta que arrastraba cualquier objeto que hubiese por el suelo, haciendo realmente incómodo seguir el concierto. Le tocaba el turno a Sarah Dishammer, que con mucha simpatía, aplomo, y cantando francamente bien, se marcó junto a Metralla el Kill the King de los Rainbow con mucha soltura escénica. El último cartucho que nos tenían reservado era la mítica Rodando hacia el averno, puto temazo extraído de su primer trabajo, el EP “La tortura de las muñecas”, cañera, con marcado sabor ochentero y un estribillo que coreó casi todo el recinto mientras Carlos a la batería se marcaba un maratón final de aúpa. Para la recta final, varias espontaneas saltaron al escenario, casi al mismo tiempo que nosotros nos retirábamos para refugiarnos de la lluvia…

… Que JUSTO en ese momento, dejó de caer jajaja. Lo que son las cosas. Los encargados de ponerle el fin a la fiesta de aquella noche fueron los Ratizidas, con un rollo ya muy alejado de mis gustos, así que no me importó verles de lejos, en plan tranqui, mientras desvariaba con mi colega entre risas jeje. Cafres y directos (aunque muy simples musicalmente para mi gusto), dejaron caer bastantes temas propios y algún cover, como el Nos vimos en Berlín de Soziedad Alkoholika o La puta policía de Narco (tema que entoné muy a gusto, oiga), un par de bandas que sin duda son inspiración directa de Ratizidas, aparte de otras como, posiblemente, Non Servium y demás. Mostraron una actitud totalmente intolerante con el fascismo (como tiene que ser) tanto en sus letras como en sus discursos, y aunque mucha gente había abandonado ya el recinto, hubo quienes todavía se lo pasaron de miedo con ellos.

Sin rastro ya de lluvia o viento, y con nuestra misión ya consumada y terminada, emprendimos la retirada hasta el coche, que quedaba algo lejos (sobre todo para el Kolega y sus muletas xD), pero con cuatro anécdotas y cuatro risas el trayecto se nos pasó en un suspiro, casi igual que la vuelta a casa, con el mejor Thrash Metal a toda hostia aunque con algún ‘desvío’ no deseado jeje. La cuestión es que lo pasamos como dios, y por descontado, mereció la pena acercarnos a esa Barraka Alternativa, que esperemos que no sea la última vez que se celebre. ¡Haaaaaasta pronto!

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


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