Con una mezcla de excitación e incertidumbre (no sabía lo que me encontraría en la localidad, en plenas festividades), emprendí la marca a mi bola, teniendo por delante mucho tiempo para tomarme el viaje con calma. También tenía dudas sobre el horario del concierto. En algunos sitios leí que la hora de inicio eran las 23:30, en otros las 00:30 y en sus redes, la banda lo anunciaba a la 01:00 de la madrugada. Para no pisarme los dedos, salí a las 22:00 de mi casa, con un bocata, el GPS, y poco más, y por fin llegué a Fortuna, donde nunca antes había estado tras aproximadamente una hora y media. Moverme por las intrincadas y laberínticas calles del centro, aun con localizador, fue una verdadera locura, y la gente con la que me encontré me dejó impresiones muy enfrentadas. Por una parte, un grupo de jóvenes vestidos de festeros, o más bien una sarta de impresentables que, aparte de ocupar una de las calles sin ninguna señalización, no me permitieron el paso y además mostraron sin motivo alguno una gran prepotencia, un cachondeo bastante tóxico y una nula educación. Por otra, unos gitanos que, con gran amabilidad, me indicaron el camino e incluso me ayudaron en las maniobras para dar media vuelta. Y finalmente, un chico extranjero (diría que del Este) que me brindó la posibilidad de aparcar en la misma puerta de su casa con mucha educación y simpatía. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Una vez aparcado, cené y me di un rulo por los alrededores para ver las instalaciones con calma. Por suerte, el resto de habitantes con los que hablé sí fueron amables. Pillé una birra y finalmente decidí quedarme a ver la última mitad de la banda que actuaba en calidad de teloneros de los valencianos, un grupo de versiones llamado Retropop, que haciendo honor a su nombre, interpretaron grandes clásicos Pop-Rock de los 80 / 90, como Cadillac Solitario (Loquillo), Clavado en un bar (Maná) o su particular visión del A quién le importa de Alaska y Dinarama, con un Hammond que les dio mucha vidilla. Un rato entretenido, sin más, pero ideal para comprobar que el sonido era realmente bueno en todos los aspectos. Y si estos sonaron así, no esperaba menos de una banda como Los Zigarros, cuyo estatus actualmente dentro de nuestro Rock’n’Roll es enorme.
Me moría de ganas de que comenzaran. A las 00:30, la banda de versiones dio por finalizada su actuación, y en cosa de media hora, puntuales, salieron a escena, por fin, y ante mi incontenible impaciencia, ante una gran expectación… ¡Los Zigarros! Y si el ambiente de festividad era enorme a nuestro alrededor, los valencianos terminarían por prender la mecha de la traca definitiva con su Rock’n’Roll eléctrico, descarado y explosivo, abriendo con Espinas, en la que el guitarrista Álvaro Tormo, ataviado con gafas de sol, ya nos incitaba a dar palmas con gran energía para que desde el primer minuto el concierto tuviera un ritmo creciente hasta el infinito, y siguiendo la marcha, además, con una de mis favoritas de toda su discografía, nada menos que ¿Qué harás, amor?, en la cual la falta del teclado se suplió estupendamente con los continuos ánimos de la banda, ese solo compartido entre ambos hermanos, Álvaro y el vocalista Ovidi, y las melodías vocales, distintas a las del disco, que improvisaba este último. Sin embargo, fue Apaga la radio la primera gran triunfadora entre el público, sobre todo el de la primera fila en donde me encontraba, que saltó y gritó el estribillo con un buen rollo absoluto, mientras el foco iluminaba a Álvaro durante su solo. Primer cambio de guitarra para este último, que abrió la primera parte, alargando unos acordes, de Voy hacia el mar (joder, llevaban pocos temas y el setlist estaba siendo absolutamente perfecto para mi gusto), destacando la pegada de Adrián y los bajos de Natxo, el único miembro de la banda al que hasta ahora había visto en directo, echando una mano a mis queridísimos Jolly Joker. Desfilando hacia terrenos más suaves y melódicos, tras Queda muy poco de mí, con unos coros fantásticos por parte de Natxo Tamarit que fueron todo un subidón, llegó esa más distinta pero absolutamente deliciosa No sé lo que me pasa, cantidad de funky (y por lo tanto, luciéndose aquí el bajista a tope).
Hacían un paréntesis para que Ovidi nos comentara que el viernes estuvieron en La Coruña, el sábado en Zaragoza y tras una burrada de kilómetros, aquí en Murcia, y para terminar el tema, una parte entre Adrián y Natxo bordada con el wahwah de Álvaro. Y con partes así, no se puede llegar a otra conclusión que la de que son unos músicos absolutamente excepcionales. También haría hincapié, más tarde, en agradecer y reconocer el gran trabajo de los técnicos que trabajan codo con codo junto a ellos. El Rock’n’Roll clásico, vacilón y alegre de Baila conmigo (con ambos guitarristas enfrentados en sus solos), otro cambio de guitarra, y llegaba otra de esas que nos hizo saltar como nunca, No obstante lo cual, poniéndonos a sus pies Ovidi con esa clase, elegancia y saber estar con los que se mueve encima del escenario, acercándosenos desafiante, e invitándonos a cantar la primera estrofa. Entre el calor que hacía, mis incontenibles ganas de verlos y la retahíla de temazos que nos estaban soltando, estaba ya literalmente empapado en sudor, pero con una electricidad corriéndome por dentro que no me permitía parar ni aunque quisiera. Dos cañeras y muy rockanroleras como Mis amigos (y esa potente batería de Adrián, que es una bestia tras los parches) y Malas decisiones, completaron de momento la parte del setlist perteneciente a su último disco, “Apaga la radio”, que aunque fue de los tres el que más me costó de entrar, sus temas sonaron brillantes en directo, y además, se notaba que la banda les ponía una ilusión y una actitud extra a la hora de interpretarlos. Al mismo tiempo, entraba la segunda parte del show. ¿Estáis a gusto? Nosotros también’, nos decía Ovidi con su inseparable guitarra colgada, y se chuleaba a más no poder con Dispárame, combinando esos tajantes guitarrazos con los de su hermano, para nuestro total deleite.
Primera (pero cortita) salida, para reaparecer sobre el escenario Natxo y Álvaro con sendos cigarrillos y volver a encender el fuego con Cayendo por el agujero, de nuevo montando un buen jolgorio entre los asistentes, y la provocativa y políticamente incorrecta Odiar me gusta. Y menudas vaciladas tanto Adrián a la batería como Álvaro en ese solo, tanto como en Resaca, donde nos tuvieron comiendo de su mano, bailando como posesos y cantando ese estribillo a grito pelao. Hay que hacer hincapié en que muchos de estos temas iban completamente enlazados, sin perder un segundo ni mediar palabra. Natxo se retiraba al fondo del escenario durante una parte. Y no será el más activo a nivel de movimiento, pero desde luego, verle tocar y hacer coros, con esa técnica impecable, le deja a uno pasmado, alternando temas con púa y otros tirando de dedos. Un motor sólido e infalible en la banda ¡¡Flipante!! Voy a bailar encima de ti fue un auténtico bombazo, con esos cambios y traqueteos de batería y esa intensidad tan fogosa que despliega, si me preguntáis, fácilmente una de mis favoritas de todo el concierto, y tras Con un solo movimiento y su extremadamente adictiva melodía, tampoco le fue a la zaga uno de los mayores éxitos de toda su carrera, Hablar, hablar, hablar, que me volvió literalmente loco, con guitarras frenéticas y electrizantes por parte de ambos hermanos. Lo dicho, es que era imposible, literalmente, dejar de bailar, un fiestón que nos atrapó irremisiblemente desde el principio y ya hasta el final, que iba a ser de auténtica locura.
Pero primero, uno de sus grandes medios tiempos, Desde que ya no eres mía, para asentar un poquito las cosas (aunque por otra parte, fue de las más coreadas), cambiando Ovidi su guitarra, viniéndose arriba en el solo, y terminar el tema aullando como un lobo, casi empalmando con A todo que sí, que contó con unos coros geniales, una vez más, a cargo de Natxo y una parte central alargada para lucimiento de todos los músicos, que esta vez se despidieron y abandonaron el escenario. Hasta el momento, era imposible haber disfrutando el concierto con mayor intensidad de la que lo hice. Pero lo que vino después ya me dejó completamente roto. ¿Sabéis esos momentos que, por inesperados o sorprendentes, son capaces de ponerte la piel de gallina? Pues eso mismo me sucedió aquella noche con Tenía que probar. Su dramatismo se me metió hasta el tuétano. Aparecieron de nuevo Álvaro y Natxo cigarro en boca, este último tocando con los dedos. Y me encantó ese detalle de los focos iluminando a Ovidi en la parte más silenciosa, creando una ambientación muy mística, digna de tal temazo. Tras una parte instrumental, reconocimos inmediatamente ese riff inicial, prolongado, de lo que sería ya un desparrame imparable, guitarrero y frenético, desmadrado e infinitamente fiestero con Dentro de la ley, con toooodo el mundo bailando, flipando y apoyando a Natxo en sus coros, gritando el estribillo, mientras Álvaro se desmelenaba en el solo… y seguimos cantando junto a ellos, exprimiendo los últimos momentos ya con la última canción, el exitazo ¿Qué demonios hago yo aquí?, que subió la temperatura hasta el punto de fusión, comenzando por los tremendos baquetazos de Adri ‘Cachorro’ y terminando por los últimos acordes de Ovidi, quien, como un gesto de pleitesía hacia su instrumento, besó su guitarra. Más besos y abrazos entre ellos y una despedida, rotunda e indiscutiblemente, por la puerta grande. Ahora, después de haber vivido por fin su increíble directo, entiendo definitivamente, en conjunto, por qué Los Zigarros es una de las bandas de Rock’n’Roll clásico más grande que tenemos en nuestro país. Y lo que les queda.
Pensaba que la vuelta a casa se me haría larga y complicada, y en parte fue una odisea conseguir salir del pueblo, con mogollón de calles cortadas en aquel ya de por sí confuso laberinto que era aquel barrio, pero por otra, el concierto me dejó tan extasiado, disfruté tantísimo, que teniéndolo aún en la cabeza, con una alegría y una sonrisa de oreja a oreja, la ruta no se me hizo nada pesada. No sé cuándo les podré volver a ver, porque es una banda que ha cogido muchísimo vuelo y tampoco suele prodigarse por los festivales y círculos por los que me suelo mover, pero os lo digo de corazón, desde YA mismo estoy deseando volver a vivir sus temas en directo. No puedo comparar este concierto con ningún otro porque, como digo, era mi primera vez, pero desde luego, no pudo ser más satisfactoria e intensa.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Los Zigarros (domingo 14-08-22, Colegio Vicente Aleixandre, Fortuna)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!