lunes, 26 de septiembre de 2022

Buenos tiempos... para el R'n'R (Gallos + M Clan + Los Zigarros, sábado 24-09-22, Parc Ausiàs March, Gandia)

Fira i Festes de Gandia 2022… o lo que es lo mismo, cómo un concierto, o más bien, un mini-festival del que me enteré casi de rebote hace tan solo unas semanas, ha terminado convirtiéndose en una de las mejores veladas concierteras que he tenido en todo este año y parte del anterior. Vaya, vaya pedazo de liada se marcó el Ajuntament de Gandia en el Parc d’Ausiàs March, este último sábado. De locura. Juntar sobre un mismo escenario a tres bandas, tres nombres más que relevantes de la historia, presente y futuro del Rock’n’Roll nacional clásico (como muy acertadamente se presentó el inicio del festival) fue un auténtico hito, el más grande festival de este tipo realizado en Gandia en muchos años, y una noche memorable para el resto de los tempos, al menos para un servidor, que me lo pasé como un chiquillo desde el primer riff de la noche hasta el último golpe de batería. No solamente las bandas hicieron que fuese una noche tremendamente especial. También el ambiente, el buen clima de colegueo que se respiraba fue un factor muy importante para complementarla, sin un solo follón ni traspiés que oscureciese el panorama. Finalmente me tocó ir solo (ya hace muchos años que paso olímpicamente de tener que ver caras de agonía cada vez que le propongo a alguien ir a un concierto, y desde luego no voy a volver a perderme nada que me interese por el hecho de tener que montármelo a mi rollo). Excelente recinto el Parc d’Ausiàs March, muy espacioso, enorme y abierto, aunque en esta ocasión, esta última característica pudo haber jugado en su contra por los constantes avisos de lluvia que daban para toda la noche a partir de las 21:00, justo cuando todo empezaría.

Como digo, bravísimo a todo el equipo de técnicos y organizadores por montar todo este enorme evento y conseguir que todo saliera a pedir de boca, al ayuntamiento y al departamento correspondiente. Ya quisiera yo que en mi pueblo, donde para fiestas aún traen a putas verbenas casposas que tocan Paquito el chocolatero para las 4 abuelas de turno, trajeran algo de esta magnitud. Llegué a Gandia en hora y poco, no me costó demasiado aparcar, aunque tuve que hacerlo algo lejos del recinto. No fue un problema, así tuve tiempo de papear y echar una birra (que por cierto, vaya tela también con los precios impopulares de las barras…). Sentado y esperando tranquilamente bajo un árbol, desde el escenario se escuchaban auténticos temazos junto a otros horribles que nada tenían que ver con el Rock. La primera actuación, la de los madrileños Gallos, se demoró media hora exacta respecto a la hora anunciada, pero cuando me acerqué al escenario, ya todo estaba a punto de caramelo.

Hace tan solo unas semanas, desde que me enteré del evento, que conozco a estos últimos, pero si tengo que ser sincero, han conseguido engancharme mucho en tan poco tiempo. Y es que, pese a su juventud como conjunto, están más que dispuestos a convertirse en una de las bandas de Rock’n’Roll de referencia en nuestro país. Sus singles, discos y conciertos son la mejor carta de presentación, y desde luego, en esta mi primera vez con ellos, me lo pasé como un enano. Transmiten frescura, buen rollo y diversión en su forma de moverse, en sus letras y en su música, y Gandía, según nos contaron, es casi como su segundo hogar, así que todo pronosticaba un gran concierto. Rockstar fue el primer aviso inequívoco de ello, pura energía en esos guitarrazos, en ese solo que compartían Nacho, alma matter de la banda, y el guitarrista Manu, el nuevo fichaje del equipo. No contaban con el más concurrido público, pero fue algo que no interfirió en la enorme actitud y pasión que demostraron en cada uno de sus temas, como Baby o Vivir por vivir, cada vez más venidos arriba, con escenas como Nacho cayendo de rodillas al final del tema o el tremendo nervio con el que el batería Pablo iniciaba No seguiré contigo, en la que ya se vieron, aunque algo tímidas todavía, las primeras manos alzadas y las primeras voces coreando el estribillo, que irían a más según la gente se iba acercando al frente del escenario. Desde primera línea, donde me encontraba, todo se escuchaba fenomenal, excepto el bajo de Álex, que sonaba demasiado alto y llegaba a ser un poco molesto en partes donde no rugían las guitarras. Nacho, con su instrumento o sin él (porque a veces la dejaba unos segundos para dedicarse solo al micro) cantó muy bien, y tuvo un comportamiento espectacular sobre el escenario, se acercaba, saltaba, corría… no podía estar quieto ni queriendo. Eres guay, su (creo) último single hasta la fecha no me emocionó demasiado en estudio, pero reconozco que en vivo ganó muchísimo, en parte por el sonido fuerte y contundente, en parte por la alegría que nos transmitió la banda con ella, con todos ellos saltando al mismo tiempo. Los coros de Álex, también guapísimos, un papel que se le daba de lujo.

Un hueso más es sin duda de mis favoritas, y la esperaba como agua de mayo en el directo. La banda continuó dándolo todo, Manu paseándose con elegancia ejecutando esos punteos, Nacho dando vueltas, muy apasionado, y esa melodía que es una pasada sonando mejor que nunca. Por allí cerca andaban unos fans auténticos de la banda, que no dejaban de gritar los nombres de los músicos y animar el panorama más todavía. Al amparo de la iluminación del escenario, la más tranquila Batalla perdida tuvo como protagonista el sentido solo de Manu, seguido, en su parte final, por la estruendosa batería que nos llevó directos hacia la más cañera pero también comercial Muertos, en la que Nacho se venía arriba tanto como el mástil de su guitarra. No podía faltar, por supuesto, la que abre su LP “Squirt” llamada, simplemente, Gallo!, un tema que sorprende y casi descoloca por esos cambios melódicos, clavada en directo y subiendo otro peldaño los ánimos del público, ahora más numeroso y metido en el bolo. Percatándose de esto, la banda no dejaba de pedir palmas, incitar al griterío, y calentar el ambiente, y a buen seguro que lo conseguían. Agradeciendo por tercera (o cuarta) vez a todo el personal que hizo posible una noche así, saltó el tema realmente me ha hecho adicto a estos Gallos, Buenos tiempos, que además, sonó más cañera y acelerada que en disco, un caramelo de Rock’n’Roll puro, clásico, vibrante, que nos hizo doblar la espalda, saltar y gritar a muerte, pero no paró ahí la cosa, porque su versión del Let there be Rock (AC/DC) sonó igual de cojonuda, con ambos guitarristas enloqueciendo y, girando sobre sus ejes. Los gritos de ¡Gallos! ¡Gallos! eran ahora más fuertes que nunca, señal de que la banda no solo convenció, sino que encantó a la inmensa mayoría de asistentes. Ahora no solamente nos pedían palmas, sino que nos invitaban a cantar, a capela, Tal vez el Rock And Roll, y finalmente, con la cachonda Squirt, pusieron punto y final a su hora de concierto (que se me hizo realmente corta), no sin antes dedicarnos unas últimas palabras: ¡buenas noches, somos Gallos y esto es Rock’n’Roll en tu puta cara!

Puesto que no conocía a nadie por allí, ni me encontré con ninguna cara familiar, no tenía mucho que hacer en los momentos de descanso, y tampoco tenía un clavo, así que me fui a sentar el culo por allí, esperando a la siguiente actuación. No es que M Clan sea de mis bandas favoritas, la verdad, hace muchos años que les perdí la pista cuando viraron hacia sonidos más comerciales, pero tenía esperanzas de que aún conservasen en el setlist algunos temas de “Un buen momento” o sobre todo “Coliseum”, mi favorito y el primero que escuché. De hecho, podría decirse que les vi hace como casi 20 años aquí cerca, pero iba tan colocado que apenas recuerdo nada (aquellos tiempos de velocidad y desenfreno jejeje). En esta ocasión, como debe ser, era el Rock’n’Roll lo que me movía.

Me despisté con el tiempo, y el concierto llevaba unos minutos sonando. Tocaban Calle sin luz cuando estaba haciendo la cola (en donde se amontonó bastante la gente) y cuando llegué al recinto, estaba abarrotadísimo, aunque era algo que ya esperaba tratándose de M Clan. Me conformé con verlos a una buena distancia pero ‘sin atascos’, disfrutar de lo que me gustase y poder ver, eso sí, a unos músicos de un nivel extraordinario, solamente por los cuales ya habría merecido muchísimo la pena acudir. Para no ver el final ya me pilló situado, disfrutando de la inconfundible voz de Tarque, que llevó a otro nivel en la conocidísima versión de Steve Miller Band, Llamando a la Tierra, con unos tonos muy altos que dominó de maravilla, bordados. El tema creó una sensación muy envolvente, que me ayudó a sumergirme en el concierto. Tras un cambio de guitarra por parte de Prisco, nos obsequiaron ahora con Souvenir, una de las grandes deseadas y de las más cantadas. Tarque desparramaba su clase y sus dotes escénicas por todo el escenario, incapaz de parar, combinando micro y pandereta mientras esa banda espectacular le arropaba de la mejor manera posible. Me moló muchísimo, de hecho fue lo que más disfruté, que llevasen un Hammond en directo, tocado de auténtico lujo por un grande del instrumento como es Lucas Albaladejo. Los temas cobraron una nueva vida con él, por supuesto, en esos pianos tan rockeros mezclados con el blues de las guitarras y ese toque sureño en Perdido en la ciudad (una de mis favoritas del setlist), o esas ambientaciones en Roto por dentro, de lo más suave que sonó aquella noche. Se podría decir que bajó demasiado la intensidad rítmica, pero viendo a la gente, uno se daba cuenta de que la mayoría estaban completamente embelesados por el concierto. Yo no compartía esa pasión hasta tal punto, pero sinceramente, me estaban molando mucho más de lo que esperaba. El bajo, que durante el primer concierto sonó demasiado estridente, ahora estaba perfectamente ecualizado, con “Chapo” González a las cuerdas, regalando detalles y melodías chulísimas de fondo, con elegancia, incluso cantándose algunas frases en solitario, igual de bien, en Usar y tirar. Gran solo de teclado, por cierto, cantidad de feeling.

Carlos Tarque se mostró muy comunicativo, aludiendo a la hermandad del Rock’n’Roll y agradeciendo también a todo el equipo y a las bandas con las que compartían escenario. Aquello tenía connotaciones de fiesta, y como tal había que actuar. Prisco y Ricardo Ruipérez, padre de la banda junto a Tarque, se enfrentaban ahora coordinando sus solos / riffs en Miedo, con unas armonías destacadas, hasta caer, seguidamente, el que fue para mí uno de los grandes temazos de la noche, Las calles están ardiendo, en la que me solté más que en ninguna, con una parte instrumental para darle inicio, y un sonido a la batería de Sergio realmente impecable y nítido que te obligaba a mover el cuello sin parar. La gente a estas alturas se deshacía en palmas, hasta que la celebrada Pasos de equilibrista, con Tarque golpeando los platillos con una baqueta, nos condujo hasta los bises. El personal no perdió los ánimos, y nadie abandonó su sitio. Tarque y la banda al completo volvieron al escenario con el fuego todavía encendido, y no iban a permitir que nadie quedase quieto, entrando con Quédate a dormir, que contó con una parte instrumental de un ‘soul’ tremendo, con el vocalista tocando y lanzando por los aires sus aros, seguida de otra versión sobradamente conocida, Maggie despierta (Rod Stewart). El vocalista, ni corto ni perezoso, bajó del escenario a darse un garbeo entre el público… y la intensidad de aquel momento, con TODO el mundo coreando las voces del final a pleno pulmón, fue ciertamente espectacular y emocionante a partes iguales. Al grito de ¡Carolina! volvieron loco al público. La verdad, nunca me llegó a gustar este tema, pero el puente especialmente sonó de vicio en directo, y es que, repito, estamos hablando de unos musicazos de primer nivel. Perfecta para terminar, la última en sonar puso un punto muy emotivo al final, dejándonos un gran sabor de boca con esa bonita melodía, también coreadísima desde las primeras a las últimas filas. Porque muchos lo daríamos todo por vivir eternamente en un Concierto salvaje.

No había tiempo ni ganas de descansar ahora. Aprovechando que la peña iba desocupando las primeras filas, yo me lanzaba a muerte hacia ellas, sorteando la marabunta, para llegar lo más cerca posible del escenario y poder disfrutar en primera línea de ataque de la que era la actuación más esperada por mí de toda la noche, la que hizo que mantuviera toda la energía e ilusión a pesar del cansancio de unas cuantas horas entre viaje, esperas, y conciertos. Cuando pensaba que pasaría un tiempo antes de volver a encontrarme frente a ellos, iba a ver a Los Zigarros por segunda vez casi en un mes, sin duda alguna, una de las más grandes bandas de Rock’n’Roll clásico que existen actualmente en nuestra geografía, por no decir la mejor de todas, y que me tienen enganchado cosa mala.

Y a la vista de la gente que lograron congregar, desde luego no soy yo el único. La expectación era máxima, gran parte del público había acudido a Gandía y aguantado hasta las 2 y pico de la madrugada para verles exclusivamente a ellos. Por suerte, fueron bastante puntuales, el cambio fue muy rápido, y cuando menos lo esperábamos, los hermanos Tormo, Adrián y Nacho ya iban camino de sus instrumentos para arrancar aquel gran fiestón con Espinas. Mi sorpresa y alegría por comprobar cómo sonaba aquello no tuvo límites. La batería era un auténtico cañón sonoro, y los riffs de guitarra, pulcros y afilados, ya nos ponían frenéticos ante el rollazo que desprende ¿Qué harás, amor?, sin teclas, pero con unos punteos de Álvaro bien resaltados. No hubo un tiempo de transición. En este concierto, todo el mundo se puso a bailar, a saltar y a cantar desde el primer minuto. Un ambientazo increíble, petado de peña ansiosa por disfrutar de más de una hora y media de puro Rock’n’Roll, en la que serían protagonistas temas de sus tres álbumes, dando bastante cancha en la primera parte al más reciente, de donde extrajeron ese gran hit llamado Apaga la radio. Brutales esos ‘martilleos’ de Adrián en la parte central, y continuando con una de mis grandes favoritas de su opera prima, esa Voy hacia el mar que transpira nostalgia en cada nota de su melodía. A nuestra derecha, el genial Natxo Tamarit, la elegancia personificada, un bajista meticuloso, preciso, que se lució por todo lo alto también con sus coros. De hecho, fueron absolutos protagonistas en Queda muy poco de mí, y nosotros estábamos ahí, a sus pies, dejándonos las gargantas con ellos, al tiempo que el concierto iba cogiendo más y más intensidad, con una banda muy crecida, y especialmente, un Ovidi al que vi mucho más animado incluso que en mi primer concierto, hace mes y poco en Fortuna. Cambiaba Álvaro por primera vez de guitarra, entre la niebla que invadía el escenario, haciendo también buen uso de sus pedales en No sé lo que me pasa, que nos envalentonó a todos a bailar con su adictivo y particular ‘groove’, con una parte central que Natxo y Adrián se encargaron de marcar con sus instrumentos. Hasta el momento, afortunadamente, la lluvia se estaba conteniendo, caían algunas gotas de vez en cuando, pero nada que hiciera peligrar aquel mágico fin de velada.

Con la cejilla ya colocada en su instrumento, Ovidi arrancó con los primeros acordes de Baila conmigo, que nos volvió a poner ‘on fire’, tema de directo total que gana incluso más que en disco, con un inicio y final instrumentalmente alargados. Imposible dejar de mover el pie (como mínimo). El concierto llevaba un ritmo explosivo. Tan solo unos pequeños problemillas en el ampli de Natxo (nunca nos llegó a contar ‘cómo se sentía’, jeje) retrasaron unos segundos la continuidad. Aprovechaba Ovidi para saludar y bromear, y pasados unos segundos, volvían a inundar el escenario de actitud y Rock’n’Roll, dándonos pie a cantar en No obstante, o también durante Malas decisiones, en la que el vocalista ostentó una chulería descomunal, como ellos mismos dicen, paseándose como un pavo por todo el escenario, agitando los rizos, y dando bandazos de aquí para allá con su eléctrica. Nos contaba ahora que fue Álvaro, con 15 tacos, quien compuso Dispárame, otra vez riffs ardientes y ritmos ante los cuales nadie pudo dejar de bailar, incluidas esas dos gemelas guapetonas que tuve delante todo el bolo, y encima del escenario, ambos hermanos, espalda contra espalda, haciendo gritar a sus guitarras. Veo que algo habitual en sus conciertos es alargar ciertas partes de los temas, pero sin caer nunca en la pesadez, con mucho feeling, y para concluir, lanzar la tralla final del tema, como fue el caso, entre otros. Particularmente, esos slaps de Natxo, flipantes. Ovidi agradecía a la organización y a todo el equipo técnico que siempre llevan detrás por el currazo. La traca continuaba. Me encantó cómo Adrián metió esos ritmos del Rock and Roll de los Zeppelin para empezar Resaca, que cantamos bien a gustito, y que literalmente empalmaron con algo de lo más cañero de todo el concierto, Voy a bailar encima de ti, con algún cambio calenturiento en su letra… y sonando increíbles los redobles en mitad del tema a cargo de Adrián, una auténtica bestia parda tras los parches. Yo habría preferido, sin salir del “Apaga la radio”, una Mis amigos, o incluso La trampa, pero no estuvo nada mal Con solo un movimiento, un corte que es pura y adictiva melodía, que tiene un algo magnético incluso más allá de ese feeling 50s en su estribillo… rematada a lo grande por los perfectos coros, como siempre, de Natxo.

Iba llegando ya el momento de lo más gordo, y Hablar, hablar, hablar, aunque Ovidi tuvo que improvisar una parte de la letra (con mucho aplomo, eso sí), nos volvió a todos locos, un auténtico relámpago de tema que confío nunca desaparezca de su setlist. Y tal vez fuese una bajada rítmica demasiado pronunciada, pero lo cierto es que Desde que ya no eres mía funcionó realmente bien, con cambios de guitarras puntuales, y desde los focos, una iluminación fabulosa, con cientos de rayos de luz, que vino genial para ambientar. Una última dosis (antes de volver para los bises) de Rock’n’Roll, de guitarras pulidas y juegos armónicos por parte de ambos hermanos, que volvieron a demostrar su gran coordinación en A todo que sí, a lo grande, y no menos lo fue su vuelta al escenario, aunque cambiando de tercio, con Tenía que probar, indudablemente, uno de las mejores y más personales composiciones de la banda, que alcanzó el clímax total, curiosamente, en la parte más lenta, con focos rojos iluminando solamente al cantante. Los pelos de punta, oigan. Vacilón y canalla, se nos acercaba él mismo, guitarra en ristre, con malévola expresión, antes de soltar uno de los grandes pelotazos del grupo, la deseadísima Dentro de la ley, que significó una de las mayores locuras de toda la actuación, desmadrando a todo el mundo mientras sobre el escenario, Álvaro se soltaba la melena con el headbanging en ese solo tan ardiente. Saltos palmas y gritos al terminar, y todavía quedaba uno de los grandes pesos pesados, ¿Qué demonios hago yo aquí?, inmediatamente reconocida desde los primeros baquetazos de Adrián, y fue aquí donde, definitivamente, nos quedamos con la voz completamente vacía… pero con un nivel de satisfacción por las nubes ante tamaño conciertazo. Se despidieron de nosotros y se felicitaron entre ellos, entre abrazos y sonrisas. Fue algo extraordinario, y me voy dando cuenta que es algo habitual en ellos. Incluso diría que me emocionó todavía más que la primera vez. ¿Me creéis si os digo que estoy deseando volver a verles? Pues es bastante probable, porque recientemente han anunciado un buen pilón de fechas para culminar su actual gira, y que incluyen ciudades como Alicante, Murcia, o su lugar de origen, Valencia.

… Y como si la lluvia se hubiese estado ‘aguantando las ganas’ para dejar que termináramos de disfrutar de la velada, justo, exactamente en el momento en que Los Zigarros abandonaban el escenario, comenzó a caer una buena. Aunque el chaparrón no duró demasiado, me fui corriendo hasta el coche, que estaba bastante lejos del lugar, intentando no calarme del todo. La vuelta fue… un tanto extraña y más pesada de lo habitual, en parte porque el GPS casi me vuelve loco, y en parte debido a las altas horas, llegando a casa casi a las 5 de la madrugada, agotado hasta el límite. Pero todos esos traspiés se quedan en simple anécdota cuando uno acaba la noche así de extasiado, después de tres conciertos de un nivel tan bestial.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_



Gallos + M Clan + Los Zigarros (Sábado 24-09-22, Parc Ausiàs March, Gandia)

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