lunes, 10 de octubre de 2022

'Private' Hard Party (Hardline + Xtasy, domingo 09-10-22, Sala 16 Toneladas, Valencia)

Joder, ¡¡por fin!! ¿Sabéis esos conciertos que, después de posponerse muchos meses, varias veces debido a la puta pandemia, y siendo bastante insólitos de celebrarse en Valencia, parece que nunca van a llegar y terminarán cayendo en el olvido? Pues el de Hardline era uno de ellos. Afortunadamente para los amantes del buen Hard Rock de corte americano, en este 2022 llegó, finalmente, la vencida. Este domingo 9 de Octubre (día del País Valencià) iban a subirse al escenario de la sala 16 Toneladas para repartir, a partes iguales, clase, actitud y temazos, y además lo hicieron con una entrega y un sentimiento de familiaridad que, estoy seguro, nos llegó a todos al corazón. Y no, no fue una fiesta privada como reza el título que le he colocado a esta crónica, pero de algún modo, y como insinuó su frontman en repetidas ocasiones, esa fue la sensación de la velada: una sala no excesivamente grande, con un público no demasiado numeroso, pero en donde la comunicación, la empatía entre ambas partes, fue del 100%, y creó un clima absolutamente maravilloso. Supongo que el hecho de ser una día un tanto inusual como un domingo, que todos aprovechamos para romper la rutina, también le dio carácter especial. Pero es que además, y esa fue otra parte muy importante del bolo para mí, venían acompañados de la que es una de mis formaciones favoritas de Hard Rock melódico de cuantas existen en este país, los navarros Xtasy, a quienes tenía unas ganas locas de volver a ver en vivo, y que se me han resistido ya demasiadas veces desde la primera vez en aquel Leyendas del Rock 2018. Una combinación ganadora con total seguridad, calidad garantizada en una noche que iba a ser muy, pero que muy única.

El tráfico en las afueras de Valencia, al ser domingo, era verdaderamente terrible, pero cuando entramos a la capital, se disipó bastante. Llegamos sin contratiempos a la 16 Toneladas, y tuvimos muchísima suerte al encontrar aparcamiento, y ya con una hora aproximada por delante, nos acercamos al ya clásico ‘paki’ de la estación de autobuses, donde cenamos, tomamos unos tragos, y ya tuvimos el gusto de saludar tanto a nuevos como a viejos conocidos de la zona, especialmente a mi amigo Vicent y a su chica, Anna, que no se pierden una, y con quienes estaba claro que más pronto que tarde terminaríamos coincidiendo. Rápidamente, ya acercándose la hora, hicimos piña con todo el personal de por allí. Se respiraban muchas ganas de que la fiesta comenzara y mucho ánimo en general, a pesar de que el día siguiente fuese laborable. Algo extraño en esta sala: se formó una cola bastante grande para entrar a la primera banda, haciendo que no pudiésemos verles saltar al escenario, aunque por suerte llegamos a la mitad del primer tema.

Como digo, muchísimas ansias por volver a ver a estos Xtasy, a quienes sigo desde su primer trabajo, y a quienes tengo mucho cariño por muchos motivos. Para empezar, hacen un Hard melódico guapísimo que es toda una rara avis en nuestro país y son unos músicos de gran nivel, pero es que además, es una banda extremadamente cuidadosa con todos los aspectos que la rodean: su imagen, lo pulidos que están sus temas, sus producciones (en las que el guitarrista Jorge Olloqui ha trabajado codo con codo, nada menos, que con el mismísimo Erik Martensson para la producción y las mezclas), sus videoclips y, por encima de todo, un grupo que ha peleado durísimo desde su primer disco, girando sin parar, recorriéndose toda nuestra geografía y gran parte de Europa. Y eso creo que ya es digno del mayor de los respetos. En directo también me demostraron su solvencia hace unos años, pero en esta ocasión, en sala, y con un público más numeroso y entregado, ganaron muchos enteros.

Perfect strangers fue la escogida para abrir la velada e ir calentando al personal con esas geniales melodías, aunque todavía harían falta unas cuantas más para que la sala se viniese arriba. Nowhere to run y Revolution fueron consiguiéndolo cada vez más, y también sobre el escenario se vio un mayor movimiento, con unos Xtasy cada vez más sueltos y asentados, sonando muy bien en general, sin que ningún instrumento se comiera a los demás, cada uno de los músicos desplegando su talento, con un Jorge Olloqui siempre al frente (junto a Silvia, es el padre de la banda), acercándonos su guitarra, y dando esos pasos y movimientos tan de videoclip ochentero). El bajista Johnny Kerchief cambiaba de lado, y se situaba al lado de su otro compañero a las seis cuerdas, Carles Salse, que fue uno de los protagonistas de la actuación gracias a la fluidez de sus solos y al gran espíritu y ganas que mostro sobre las tablas. Said and done es, sin duda, una de mis favoritas de la banda, llegada directamente de su segundo trabajo “Second chance”, y en la que ya percibimos en toda la cara la enorme potencia que ostenta Abel Sequera, que no solamente se encargó de abrir el tema, sino que además, y a pesar de ser un corte de lo más melódico, le metió una pegada bestial a sus parches, mientras su compañero, sobrado en el solo, lo ejecutaba con una mano mientras con la otra se arreglaba el cabello jeje. Diría que aquí el concierto subió otro escalón, con Flesh and blood y esos fantásticos tonos elevados, por parte de la guapísima Silvia, con la voz asentada y cantando cada vez mejor. La vimos moverse, bailar, y ganarse al público con su elegancia, no solamente interactuaba con nosotros al presentar los temas (nos explicaba el origen de la letra de Silent Heroes a continuación), o en sus intentos por romper el hielo entre tema y tema, sino que también lo hacía mientras cantaba. Ahora era el bajista Johnny quien se flipaba, en primera fila, marcando con sus notas de bajo el tempo para los rockeros riffs de Carlos / Jorge en Under the gun.

Si hasta ahora todas las teclas que habían sonado fueron disparadas, ante nuestra sorpresa, Abel abandonaba su taburete para ponerse tras un teclado, solo junto a la sonriente Silvia, para uno de los momentos más emotivos de toda la noche, e igualmente, una de las mejores interpretaciones vocales de toda la velada (lo cual, ya es decir…). Impresionante Silvia en esos cambios de tesituras, en esos puntos más agudos, y a la hora de imprimirle fuego a Crashing down, que fue la escogida para este formato, más cercana a cómo suena en su nuevo EP “Fuerza interior”, del que posteriormente presentarían alguna más. Fue la más lenta de todo el concierto, obviamente, pero por el contrario, fue la más vitoreada por todos, y al mismo tiempo, la que marcó el despertar definitivo del público, mucho más bailón y entregado a partir de ahora en temas como The Clock (vaya estilazo escénico de Jorge al ejecutar esos riffs), que nos llevó hasta un solo de batería devastador por parte de Abel, utilizando unas bases sinfónico / progresivas disparadas para interpretarlo. El tema favorito de Silvia, Welcome to my world, tiene un punch espectacular en directo, y una melodía / ritmo flipantes que, aunque no la hayas escuchado antes, te engancha sin remisión. Hora de sacar las mejores cartas en esta recta final. Play with fire sonó igualmente adictiva, con ese innegable regustillo a Hard Rock escandinavo y Silvia que no paraba de acercarse a su público para cantar. La vocalista nos presentaba otro corte de su reciente “Fuerza interior” un EP del que fueron lanzadas tan solo 500 copias, y tal vez A luchar (y sus letras contra el machismo y la opresión) sea la más representativa, continuando esa senda más Heavy de sus últimas composiciones. Se miraban Jorge y Carles al ejecutar las armonías en una evidente coordinación entre ambos para continuar con Into the fire (¡otra de mis favoritas!), en donde la pasión se reflejó en esos ojos cerrados de Silvia, y la potente Eye of the storm, ya cantada de forma muy elocuente por gran parte del público. Y si antes he hablado de sonido Heavy, no lo hay más que Die Young en toda su discografía, todo un trallazo para culminar la actuación, riffs potentes, Carles niquelando ese tremendo solo y un dominio total de Abel con su doble pedal. ¡Dificilísimo mejorar ese final!

Antes de meterme de lleno en lo que fue la maravillosa actuación de Hardline, tengo que citar la mejor anécdota de la noche. Terminaron Xtasy y nos juntamos de nuevo toda la peña a las puertas de la sala, comentando el anterior concierto y echándonos unas fotos. Justo cuando nos preparábamos para hacernos una de ellas, aparecieron los Hardline al completo, de camino hacia la sala, y en ese momento, casi sin pedírselo, ellos mismos se arrodillaron junto a nosotros para salir en la instantánea que podéis ver al pie de esta crónica. ¡Un detallazo que fue la hostia! Y diría, incluso, que aumentó todavía más las ganas que teníamos de verles después de tantos años esperándoles.

Impacientes, y ya situados entre las primeras filas, vimos como el humo comenzaba a cubrir el escenario, teñido de azul por las luces. No tardaron demasiado los músicos en subirse a este para dar inicio a su setlist, algo que hicieron de una forma sorprendente, con un fragmento electrificado de la obra clásica de Puccini, Nessun Dorma, en la que ya pudimos apreciar que Johnny Gioeli, una de las estrellas indiscutibles de toda la noche, estaba en una forma vocal impresionante. Pero esto no fue más que un calentamiento, una pequeña muestra de lo que estaba por venir y con Fuel to the fire no solamente siguió corroborándolo, sino que además, dejó salir toda esa energía, esa furia escénica que siempre acompaña al cantante, para volverse literalmente loco sobre el escenario (a pesar de que se le quedaba pequeñísimo), yendo de uno de sus compañeros a otro, gesticulando, revolviéndose, corriendo… un auténtico torbellino imparable que subió la temperatura de 0 a 100 en unos pocos segundos, dejándonos literalmente boquiabiertos con esas ganas y ese hambre de escenario pese a llevar toda una vida de carrera musical y conciertos a sus espaldas. No bajaron el pistón, ni esas enormes vibraciones que nos transmitían, con Surrender, otra de las pocas canciones que escaparon a la predominancia del “Double Eclipse” en su setlist, también extraída, igual que la anterior, de su último disco “Heart, mind and soul”, guitarrera, con un bajo más asentado (al principio sonó demasiado fuerte) y en la que Andrea Seveso ya reclamaba protagonismo a las seis cuerdas situándose en primera línea. En esta enésima formación del grupo (ya es prácticamente imposible seguirlas), encontramos a Johnny Gioeli como único representante de la original, pero obviamente el músico sabe lo que se hace, rodeándose de otros de calidad suprema, destacando el mítico teclista (el hombre de las mil y una bandas) Alessandro Del Vecchio, toda una personalidad sobre el escenario, que no solamente ambientó con clase y elegancia los temas, sino que además aportó su voz en muchos de ellos.

Tampoco encontramos ya a la bajista Anna Portalupi, siendo su sustituto (desconozco si de forma temporal o definitiva) el neerlandés Alex Jansen, que hizo un conciertazo sólido como una roca, siempre ocupando la parte trasera del escenario, pero desprendiendo mucha actitud y una técnica exquisita. Everything fue, tal como apuntó el vocalista Johnny Gioeli, un viaje a principios de los 90, al sonido más aguerrido y americano de sus inicios y, de momento, la más coreada del concierto. Fantásticas esas armonías vocales de Del Vecchio, a quien, con una perenne sonrisa, se le veía muy a gusto, casi tanto como a todos y a cada uno de los asistentes. La banda, especialmente a través de Johnny (pero también con gestos por parte del resto de los músicos), estaba creando un clima tremendamente cercano, familiar, cálido, para terminar de redondear un domingo mágico. Agradecía, bromeaba y se dirigía al respetable con toda naturalidad, contando anécdotas como la que nos llevó hasta otra de las más celebradas, Takin’ me down. Se adelantaba de nuevo Andrea Seveso para clavar ese riff inicial, y a su lado, podíamos ver cómo se las gastaba también la bestia italiana Marco Di Salvia a la batería, tomándose al pie de la letra aquello de ‘vamos a arrasar vuestra ciudad… con música’, que nos dijo el vocalista. Unos mamporrazos tremendos y una energía perpetua que también se sintió en una de mis favoritísimas, y es que menudo alegrón cuando comenzó a sonar Dr. Love, marcado inicialmente por las cuerdas de Alex Jansen. Incluso Del Vecchio se marcó una sola vez, casi por la sombra, esos coros del estribillo que tanto molan. Toneladas de soul en los añadidos y ‘escapes’ vocales de J. Gioeli, que nos confesaba: ‘es el escenario más pequeño al que me he subido en toda mi carrera… ¡y no me importa!’. En la parte que siguió, tendría tiempo a explayarse en todas sus facetas, las de alguien que vive la música en toda su magnitud, sensible y ante todo, muy positivo, por lo que se puede extraer siempre de sus palabras.

Un medley formado por partes de temas como Who wants to live forever (Queen) y fragmentos de otras propias, tal como In this moment (los minutos más emocionales de todo el concierto), cantadas entre Del Vecchio y Gioeli, y ya junto al resto de la banda, Take you home. Coronando dicha miscelánea, In the hands of time, retornando al “Double Eclipse” sonó completa. Mucho medio tiempo, podría pensar alguien, y estaría en lo cierto, porque además, los temas fueron alargados instrumentalmente, mientras el batería Marco Di Salvia marcaba las subidas y bajadas de intensidad. Pero lo más asombroso es que, aún bajando la velocidad, había tanta energía positiva en el ambiente que nadie pareció aburrirse, sino más bien disfrutar de unos musicazos como la copa de un pino. Todo explotó de nuevo, en una sacudida que se prolongaría ya hasta el final del concierto, con Life’s a Bitch, que cayó como un trueno, y que recibimos con saltos y gritos ante el empuje y la voracidad escénica de Johnny Gioeli, ESPECTACULAR a nivel vocal durante todo el concierto, sin cansarse, sin recortar, siempre rayando a una altura increíble, y seguidamente, la más melódica Fever dreams, con cantidad de tecla, de ambientación puramente ochentera con esa genuina melodía. No es de extrañar que el tema terminase con vítores y palmas hacia la banda. Pero todavía quedaba algo muy gordo, continuando con Rhythm from a red car, en la que Marco Di Salvia lo partió a lo bestia, desmelenándose, machacando sus palos sin piedad, y Gioeli volvió a tocar el cielo con sus cuerdas vocales al límite, ayudado por los coros de Del Vecchio. Todos sabíamos lo que llegaría al final. La banda decidió no hacer el paripé de salir y volver a entrar, pero eso sí, lo que comenzó de forma especial, tenía que acabar de igual modo, así que, bajo líneas ambientales de teclado, Johnny se entonó unas frases del In the air tonight, de Phil Collins, antes de entrar al trapo con Hot Cherie, su single por excelencia (aunque la original pertenece al batería y compositor Danny Spanos), que por supuesto fue el punto álgido del concierto en cuanto a desmadre se refiere, con una interpretación del vocalista prácticamente perfecta. ¡Hasta los vecinos nos escucharían gritar ese estribillo!

Saliendo a la calle para echar el último pitillo, despedirme de los colegas y compartir impresiones, me di cuenta de que la gran mayoría coincidían conmigo: todos hablaron de un concierto que, aunque muy corto, fue tremendamente intenso y emotivo al mismo tiempo, con unos músicos excelentes y muy cercanos, setlist cojonudo y un ambiente casi insuperable. Eso sí, he de insistir en lo de corto. Fue la hostia, eso es algo que difícilmente se puede discutir, pero 26 pavos son bastantes para una sola hora de actuación por parte de una banda con una discografía dilatada y llena de temas de directo. Pero entre esto y la inclusión de los Xtasy en el cartel, con quienes también lo pasé de miedo, me doy más que por satisfecho. Al fin y al cabo… ¿qué más se le puede pedir a un domingo?

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_



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