…Aunque no fue gracias a ellos, precisamente, que llegamos más o menos a tiempo al concierto. Nuestra visita en Ibi terminaba a las 20:00 de la noche, y teóricamente, era justo la hora a partir de la cual que tenía que comenzar la actuación de Adam Bomb. Dado que el personal encargado del garito ignoró completamente (por teléfono y por distintas redes sociales) mi solicitud de información sobre la hora exacta del inicio, arriesgamos yendo a toda hostia hacia Alcoy, aceptando la posibilidad de que el show ya llevara rato sonando, con lo que habríamos hecho el viaje en balde. Afortunadamente, y a pesar de que esa misma noche los alcoyanos celebraban su mig any fester, pudimos aparcar fácilmente (tras dar unas cuantas vueltas) y, al llegar al pub, nos dijeron que hacía unos 10 minutos que Adam había arrancado. Por 12 pavos de entrada, era un tiempo aceptable, así que no tardamos ni un segundo en decidir entrar.
La de Alcoy era la segunda fecha de la segunda parte de su ‘Don’t try this at home Spain Tour 2022’, por lo que esperábamos encontrar al guitarrista bastante fresco. Eso sí, lo de este personaje no tiene nombre, es casi un caso único en la historia. Recorre el planeta entero a golpe de volante, dando una barbaridad de conciertos en cada país, no se detiene ni para respirar, y se la trae completamente al fresco dónde, cuándo, y cómo tenga que tocar. Lo mismo da un bolo para 20 personas en un cuchitril, que se marca tres actuaciones seguidas en tres noches en la misma sala, le prende fuego a la guitarra, le adhiere bengalas o luces, cambia su formación o modifica el setlist en todas y cada una de sus actuaciones. Algo realmente impresionante. A pesar de su apariencia de rockstar, de glamur, de limusinas, laca y cocaína, en realidad lo que es Adam Bomb es un puto currante como la copa de un pino a quien no le pesan los bolsillos, que vive por y para el Rock’n’Roll, que tiene un hambre inagotable de escenario, de montar su show cualesquiera que sean las condiciones, de llevar su música hasta el último rincón del mundo y de demostrar que, a pesar de que nunca llegó a ser un gran nombre de la escena Hard/Sleazy americana (intentos no le faltaron, desde luego), lo que realmente le llena es tocar en vivo, en cuantos más lugares mejor, y que le sobran pelotas para hacerlo. Un guitar hero en la perpetua sombra, pero al mismo tiempo, un luchador incansable. Y esto para mí, ya suscita un respeto infinito.
No fue un concierto con un gran sonido, ni demasiado espectacular debido al irrisorio espacio del que disponía para tocar. También eché de menos un mayor número de temas propios en lugar de saturar tanto el setlist de covers (aunque innegablemente, todas ellas triunfaron lo suyo). Pero eso sí, fue la hostia divertido, más que movidito, y además, tanto el artista americano como los músicos que le acompañaron hicieron gala de una gran actitud y entrega en todos y cada uno de los temas. A su diestra, el bajista Diego Prieto, componente ya habitual en la banda en sus giras por nuestro país, y a las baquetas, Laura García, que milita en el tributo a AC/DC Rosie’s in Hell. En mi opinión, ambos dieron un muy buen bolo, destacando especialmente Diego por ese aplomo y esa notable técnica a las cuatro cuerdas.
Nos encontramos, en el momento de entrar y durante un buen rato, con una retahíla de versiones que nos vinieron perfectas para comenzar a mover el esqueleto de forma inmediata. Nos fuimos hacia delante y ya disfrutamos de Detroit Rock city (KISS), Ice cream man, tocada en un tempo más parecido a la versión de Van Halen que a la original de John Birm, y la más que sorprendente e inesperada It’s my life, de la gran Wendy O. Williams, que nos llevó por derroteros más sleaze / punk con los que el guitarrista también se siente muy identificado y cómodo, y de los que habría más muestras más adelante. El guitarrista se dirigía a nosotros chapurreando español, incluso posaba, entre temas y durante ellos, a las fotos del público. Pese a su aspecto de estrella del Rock inaccesible, se mostró muy cercano y simpático con todos los allí presentes. Su guitarra, petada de luces led y brillando (nunca mejor dicho) con luz propia, sonaba bastante bien para la resonancia y características del sitio. Marcaba con su pie el ritmo en el comienzo de la cañera Let there be Rock (AC/DC), en la que Laura se sintió como pez en el agua, en una de sus mejores interpretaciones. Culminando con un solo bastante salvaje y alargado, dio paso, en otro vuelco hacia el punk más desgarbado, a Bodies, de los Sex Pistols, en la que el vocalista empleaba registros más macarras y movimientos más irreverentes en el poco espacio que tenía para moverse. Ya tenía ganas de escuchar algún tema propio, y precisamente en ese momento cayó I want my Heavy Metal, uno de sus mejores (y moderados) éxitos de su primer disco, el “Fatal Attraction”, grabado nada menos que en 1984. El colegueo y la compenetración entre Adam y Diego se hacían de notar en momentos como aquel en que apoyaron hombro contra hombro, o en esas miradas para controlar tempos y movimientos escénicos. También este último apoyó muy correctamente con sus coros.
No faltó, incluso, un solo de cumpleaños para Marga, una de las asistentes, y seguidamente, el Rock and Roll de los mismísimos Led Zeppelin que le sirvió para: 1) poner a toooda la sala a bailar como nunca, y 2) lucirse a tope, alargando el solo de guitarra al tiempo que se acercaba todavía más a nosotros (realmente, apenas había escenario como tal). Por cierto, el guitarrista llevaba un parche en el ojo (también muy glamuroso, con brillantes), no sé si por estética o necesidad. Muy rockera, con esos riffs ardientes, continuaba They only love you when you’re dead, uno de los últimos temas que compuso, junto a otras de cosecha propia como Pure S.E.X. (o al menos, recuerdo ese riff inconfundible de apertura) y Bought the farm, una de mis favoritas de todo el concierto, con unas líneas de bajo muy molonas por parte de Diego, que le echó mucho corazón a esta última parte del concierto, sin quedarse atrás tampoco su compañera Laura. Para este último tema, precisamente, Adam le ‘birló’ una de sus baquetas para acicalar un solo que comenzó de forma más tradicional, continuó con una buena dosis de tapping, y finalizó a golpe de palo (sí, en la propia guitarra), y para rematar, el propio Adam se puso a tocar la batería junto a Laura. Debido al gran número de cables que había en el escenario, al artista se le formó un buen lío, así que el momento previo a los bises no pudo ni descansarlo. El público, que nos lo estábamos pasando teta, tampoco le dejamos, pidiéndole sin parar que tocara más temas. Y vaya que nos dio un buen cierre de noche, con la bienvenida SST a todo trapo, un pequeño interludio en forma de L.A. Woman de The Doors (se perdió un poco el ritmo, pero volvió rápidamente a encauzarse) y finalmente, bordar la fiesta interpretando la versión de los Motley Crue (que no la de Brownsville Station) de la marchosa Smoking in the boys room, que todos cantamos y bailamos hasta el último segundo.
Me quedé con ganas de más, sensación también reforzada por el hecho de haber entrado ya con el bolo empezado. Me pregunto con qué temas arrancaría, ya que por ejemplo, no escuché algunas de sus más conocidas, como Je t'aime bebe, Rock like fuck o Crazy motherfucker. Pero ante un garito muy poco apropiado para celebrar conciertos (que afortunadamente, aún así, se celebran) y unas condiciones que no fueron las mejores, el concierto dio todo lo que pudo dar de sí, y salimos con buenas vibraciones, de haberlo pasado bien echando unas voces y unos bailoteos. Pero en lo personal, salí especialmente contento y satisfecho por haber podido ver, y sobre todo apoyar, al fin, a uno de los músicos más luchadores, constantes y cabezotas que ha dado el Hard Rock en toda su historia. Ya era hora. Y fue un placer que espero poder repetir en alguna de sus futuras giras.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Adam Bomb (Sábado 22-10-22, Pub Bad Voodoo, Alcoi)
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