Poco a
poco, con el paso del tiempo, y gracias a conciertos como los de estos dos
últimos fines de semana (y la gran perspectiva en estos meses venideros) se me
va olvidando el duro golpe que supuso el nuevo retraso en las fechas del
concierto de Helloween y Hammerfall, un momento que he estado esperando durante
casi tres años con ganas y para el que, definitivamente, ya he tirado la
toalla. Pero a pesar de estos sinsabores de la vida, que en realidad no son
nada comparados con la debacle que supusieron aquellos dos insoportables años
de pandemia, hay que tirar p’alante, hay que seguir apoyando el Heavy Metal en
directo contra viento y marea, y afortunadamente se prodiga lo suficiente como
para no tener un solo fin de semana sin concierto. Precisamente, una de las
características que definió la noche de este pasado sábado en Sant Vicent del
Raspeig fue esa, la del apoyo incondicional que las alrededor de 100 personas
dimos al concierto organizado por la asociación Mediterranean Metal Maniacs y sus
hermanos del Hellions HMFC. Un concierto que, concretamente a última hora,
estuvo marcado por la inseguridad, debido al hecho de que la sala en la que
inicialmente iba a tener lugar, la Nave Iguana, canceló súbitamente todos sus
compromisos, por motivos que escapan a mi conocimiento, poco antes de llegar
tan señalada fecha. Así pues, los miembros de las organizaciones tuvieron que
buscar deprisa y corriendo otro local para solventar la papeleta, y gracias a
su constancia y nunca bien aplaudida labor (y con la suerte también de su
parte), consiguieron mover todo el ‘tinglao’ a la Nueva Revuelta, una sala que
además, me trajo grandísimos recuerdos, ya que desde la primera vez que estuve
allí deben haber pasado, como poco, 15 años.
Pero
por encima de todo, lo de este sábado era un auténtico caramelazo,
especialmente para quienes vivimos cerca de la zona. Acompañados por los
alicantinos StoneRacer, que
demostraron una solvencia y buen hacer absolutos en directo, las estrellas de
la noche eran Night, una banda sueca
de Heavy / Hard melódico completamente desconocida para mí hasta hace tan solo
unos meses, concretamente hasta que les anunciaron. Y qué voy a decir… han
resultado ser, para mí, una de las grandes sorpresas en mucho tiempo, y estoy
seguro de que van a seguir sonando en mi reproductor durante muuuuchos más
meses. Solamente faltaba descubrirles en vivo, y he de reconocer que me han
dejado pasmado. Pero contaré los detalles más adelante. Porque la noche también
se compuso de colegas, toneladas de colegas, prácticamente a cada paso, y es
que siempre es un verdadero gustazo poder charlar, aunque sea a ratos cortos,
con peña como el Gran Vicent y su chica Anna, Roge, Vanessa y Enrique,
Cristina, Marta, Edu, Pablo y Ángela, Leandro, Esteban… y muchos más, peña de
Valencia, de Alicante, de Albacete y de Murcia, que me alegraron la noche con
su simple presencia. Entre todos conformamos un ambientazo espectacular, un
barullo sanísimo, tremendamente placentero, un clima de compañerismo total.
Eran
las 18:50 y acabábamos de llegar a la ciudad de Sant Vicent del Raspeig. Un
poco adelantados a la hora de inicio (la teórica, no la real jeje), pero que
nos sirvió para aparcar de puta madre, echar con calma unos cigarritos y
saludar a los primeros colegas que pasaron por allí. La ilusión y las ganas,
como digo, se respiraban en el ambiente, y conforme nos acercábamos a las
puertas de la sala, era algo que se acentuaba cada vez más. La sala tenía otro
evento programado a las 22:00, así que el retraso en el comienzo del evento me
preocupaba bastante.
Afortunadamente,
en unos minutos ya estábamos haciendo cola, y poco después, accediendo al
recinto con unos StoneRacer ya a
pleno rendimiento que ahora merecen toda nuestra atención, porque en mi primera
toma de contacto en directo con ellos, puedo decir que se marcaron un
conciertazo de aúpa que tuvo un ritmo fulminante. Una banda formada en 2019, a
quienes la pandemia (como a tantos otros grupos) pilló casi de pleno, pero no
perdieron precisamente el tiempo, forjando ese suculento EP llamado “Fear the
human”, que tampoco he dejado de escuchar en las últimas semanas. Gran parte
del setlist se basó en este, su primer trabajo grabado, comenzando fuerte con Another
man’s life, donde ya vimos a ese imparable frontman llamado Eric ocupando
la plataforma baja del escenario. Un escenario en el que, pese al minúsculo
espacio disponible, se desenvolvieron la mar de bien, atrayendo cada vez a más
público, que ya ocupaba las primeras filas durante la siguiente She came to
me. Nueva incorporación a la banda, concretamente al bajo, puesto que desde
diciembre ocupa Jose en sustitución de Vanesa, quien por cierto se pasó todo el
bolo en primera fila, animando a sus compañeros, incluso acercándose
puntualmente al micro. Los primeros punteos suaves de It’s enough (mi
favorita de todo el disco) pronto se convirtieron en la furia recargada de
graves, bajas frecuencias y mucho cuerpo en esas guitarras que sujetaban Cristóbal
y Francis con tanto tesón, descargando esos contundentes riffs sin compasión hacia
nuestros oídos, que se reflejaron en la peña en forma de headbanging y cada vez
más movimiento, más calor, más complicidad con la banda.
Otra de
las cadencias más guapas y bailables de la noche vino de la mano de Anything
except the truth, y es que al mismo tiempo que hacen un rollo claramente
stoner, con sonido pesado y tajante, tampoco reniegan de inyectar bastante
velocidad a la gran mayoría de los temas, dando como resultado una mezcla
explosiva, buen nivel compositivo, y estribillos que enganchan con fuerza a las
pocas escuchas, y que por ende, nos hicieron agitar la melena de lo lindo. Drive
my van, aunque no se encuentra en su “Fear the human”, también resultó una
gran sorpresa, incluyendo ese solo de Cristóbal, y el cover Hell on wheels,
de los americanos Fu Manchu, vino que ni pintado a esa atmósfera tan densa que
estaban creando, acompañados por una iluminación que, por lo tenue, también
favoreció esa ambientación (aunque fue un desastre para las fotos). Durante un
par de temas que no alcancé a reconocer, la banda se vino muy, pero que muy
arriba, soltándose al máximo tanto Francis, a quien ya se le quedaba pequeño el
escenario, como José Manuel a la batería, metiendo cera por un tubo. Un sonido
que, a pesar de que no fue el mejor por las condiciones de la sala, no dejó de
ser intenso y homogéneo, sin altibajos, y pudimos distinguir bien todos los
instrumentos. Otra que me flipa, Love no gender, encaró la actuación
hacia su recta final, con un ritmo apasionante y una melodía cojonuda, a la que
siguió Pouring rain. Ante los constantes ánimos del gentío, Eric se
desmadró a tope, subiendo y bajando de la plataforma, dejándose el cuello y
cantando muy bien con ese timbre tan particular y versátil. Y tras esta última
subida de adrenalina, con el volumen al máximo, delicioso ruido a piñón, desde
abajo pedimos a grito pelao, y de forma unánime, otro tema, y la banda nos
complació tocando, a modo de bis, No prisioner, dejando el pabellón bien
alto e incluso ganas de ver más. Espero poder volver a verles pronto, porque a pesar
de su corta trayectoria como banda, ¡su directo es tremendo!
La
noche era bastante fría para tratarse de Sant Vicent y de tan tempranas horas,
así que mi chica y yo hicimos una salida bastante exprés de la sala, solo para
echar humo, hablar con algunos colegas con quienes nos encontramos, y poco más.
Ansioso estaba por comprobar cómo se las gastaban en directo estos Night que tanto me han enganchado
últimamente. Con la sala bastante abarrotada, peleamos un poco para encontrar
un buen sitio… ¡y a disfrutar! Porque el sonido que pudimos apreciar ya en la
inicial Where silence awaits mejoraba bastante respecto al que tuvieron
los StoneRacer, con baterías más
duras, un mayor volumen y mayor brillo para todos los instrumentos. Ahí, frente
a nosotros, se alzaba al frente Oskar Andersson, líder de la banda, con un
vozarrón en los tonos altos que indicaba un gran estado de forma, a pesar de
ser ya la tercera fecha seguida que daban en nuestro país, tras Portugalete
(con Aeroscreamer) y Barcelona (con Thalassa y Age of Steel). Guitarras súper
pulcras, perfectamente coordinadas, en Under the moonlight sky, haciendo
las delicias de los fans y adaptándose cada vez mejor al reducido espacio.
Aunque no podían evitar estar algo encorsetados en el escenario, su actitud iba
en crescendo, y su pasión intensificándose en cada tema, continuando con Running
in the night, en la que incluso se permitieron (como hicieron más adelante
en varias ocasiones) tirar de coreografías con los mástiles de los tres
instrumentos. Respecto a lo que me comentó mi colega Ángela, toda la razón: se
nota a la legua que es una banda que se toma muy en serio su trabajo, muy
exactos, meticulosos y cuidando cada detalle con gran atención. Otra cosa es
que la distribución y características del lugar les jugasen alguna que otra
mala pasada. Pero como grandes profesionales, continuaron dándolo todo,
acercándose cada vez más a su público con grandísimos temas, de hecho, con un
setlist que en lo personal me pareció perfecto, y del que creo que no movería o
cambiaría ni un solo corte. Si acaso, metería algo más de su último CD.
Ese
inicio tan del salvaje oeste nos condujo de pleno a Strike of lightning,
con un bajo a cargo de Joseph Max muy resaltado, vibrante, y unas armonías
entre Sammy y Oskar que sonaban a gloria. Sus influencias son enormemente
amplias, desde Iron Maiden hasta Blue Oyster Cult, desde algunos retazos de
Motorhead a una pizquita de esencia Riot, pero el corazón de su música está fraguado
con la alquimia de los años 70, innegablemente, con la justa distorsión,
melodías muy evocadoras, ritmos extremadamente clásicos… y un sonido único y
100% reconocible que fue lo que definitivamente me enamoró de ellos. La mayor
pega en el sonido recayó en ese constante, irritante y a ratos insoportable
feedback, por el que incluso la banda pidió disculpas. Winds, que fue el
primer single de su penúltimo trabajo, “Raft of the world”, acusó también falta
de volumen en esos coros tan maravillosos por parte de Sammy, pero compensaron
con esos potentes redobles de batería al principio y, sobre todo, con ese solo
de guitarra rebosante de feeling. Un tema con el que se metieron de lleno al
público en el bolsillo, que, al igual que con la siguiente Fire across the
sky, nos tuvieron puño en alto vociferando su estribillo, mientras Sammy y
Joseph hacían piña y Oskar se flipaba por todo lo alto, levantando el mástil de
su guitarra. Hay que remarcar que, en esta gira, no les ha podido acompañar su
baterista actual, Linus Fritzson, pero afortunadamente, se ha hecho cargo del
instrumento Dennis, quien grabó el “Raft of the world”, por lo que lejos de
desentonar, se curró un concierto de la hostia tras los parches.
Pequeño
parón para pedir algo de cerveza (en un español de lo más descojonante), saludar
a todo el mundo, y a la carga otra vez con la melódica Time, que no por
su condición dejó de tener dosis de caña, pero lo que más me gustó fue el
control total que mostró la banda en esos vaivenes de intensidad. Son detalles
que dejan una sensación insuperable en directo, y señal de trabajo y buen
hacer, a pesar de que seguramente aquella no era precisamente la sala de sus
sueños. Entre grandes aplausos y vítores, seguían hechizándonos con un tema de
su “High tides – Distant skies”, disco que, sorprendentemente, no tuvo el peso
que esperaba en su repertorio, pero aun así dejó huella, y muy especialmente,
con este Crimson past, una de mis favoritas por esas tesituras tan
marcadamente épicas. Añadir que las dilatadas partes instrumentales les quedaron
de miedo, bebiendo incluso del swing en muchas de sus notas e, indudablemente,
de los mismísimos Blue Oyster Cult en esas melodías, aunque eché mucho de menos
esas preciosas teclas del disco. Viajando de golpe 10 años atrás, se acordaban
ahora de su homónimo “Night” con Stand your ground, durante la cual,
entre registros mucho más Heavys, armonías, y ese bajo retumbante de Joseph,
aprovechaba su frontman para presentar a la banda, pedirnos los últimos gritos
de la noche, y terminar el tema con una energía atronadora, y de paso,
demostrar que todavía le quedaba voz de sobra, bordando cada nota de la
celebradísima Surrender, que nos volvió a poner a todos puño en alto y
que, teóricamente, iba a ser la última en sonar aquella noche. Pero ni siquiera
esperamos a que la terminaran para cubrirles de alabanzas, con la banda entera
de rodillas sobre el escenario. Y ante aquel clima de juerga y entusiasmo, no
dudaron en volver a ponerse manos a la obra con Gunpowder treason,
revisitando su primer disco, y cambiando la letra original por ‘In the rainy
streets of Alicante’, su último y gran detalle para con todos los que estuvimos
allí dejándonos la melena. Con Oskar ‘Burning Fire’ zarandeando su instrumento
de un lado a otro y el resto de la banda ejecutando ese apasionado final, se
despidieron sabiéndose triunfadores de la noche.
Resumir
que, en cuanto a ejecución, actitud, técnica y setlist y, la actuación de los
suecos Night fue un auténtico
gustazo, una hora y poco que se me pasó como un suspiro, y que me dejó con unas
ganas bestiales de más… o al menos, de volver a verles en un futuro. Entono el ‘mea
culpa’ por no haberles conocido antes (me consta que hace unos años tocaron en
el festival Metalcova 2019, en Barcelona) y a partir de ahora les seguiré con
mucho ojo, deseando que no tarden mucho en volver por estas tierras. Y no
quiero olvidarme tampoco de StoneRacer,
cuyo concierto nos puso a 100 a todos nada más comenzar la noche. Salimos a
cenar, acalorados (eran las 22:00 exactas), refugiándonos en el coche del
fresco. Por circunstancias, necesitábamos llegar lo antes posible a casa, por
lo que finalmente no pudimos despedirnos de todos como nos habría gustado
hacerlo. Pero, una vez más, me molaría mandar un fuerte abrazo a toda esa peña
que formó parte de la noche, que vino a apoyar el bolo, y con quienes siempre
es un inmenso placer encontrarme bajo el calor de una sala.
P.D.
Perdón por la cochambrosa calidad de las fotos…
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Night + StoneRacer (sábado 18-02-23, Sala La Nueva Revuelta, Sant Vicent del Raspeig)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!