martes, 30 de mayo de 2023

Monsters of the Underground (Metal Bats Fest. VII, Sábado 27/05/2023, Sala 16 Toneladas, Valencia)

Hasta el sobrenombre que llevaba el festival, el cual me he permitido fusilar descaradamente para titular esta crónica, era brutal, y representaba a la perfección el contenido del cartel de un sábado que quedará marcado para siempre a fuego en quienes estuvimos allí, y que será recordado en Valencia como una prueba más de que el Metal está bien vivo, al contrario de lo que algunos pintamonas chuchurríos se empeñan en afirmar, y que fue, tal como los mismos RAM dijeron, una auténtica celebración de Heavy Metal por todo lo alto, con una marcada esencia festiva, de camaradería, de entrega y pasión por parte de todos los asistentes, así como de todas las bandas que formaron parte de ella. Y todo ello, una noche de tan enormes actuaciones, de tan apurada organización, que logró reunir bajo el techo de la 16 Toneladas a tantísimos aficionados a esta forma de vida (porque lo es), se lo debemos, una vez más, a los miembros de la asociación Metal Bats, que tantas y tantas alegrías nos llevan deparando desde hace ya más de 15 años. Pero en ocasiones, hasta las más irrefrenables ganas, hasta el más atractivo y flipante de los carteles, no son suficientes cuando la situación hace prácticamente imposible asistir, y en principio tuve que buscar otro plan alternativo, que no era el que más me apetecía. Por eso, me resulta obligatorio agradecer infinitamente (por primera, pero no por última vez) a uno de mis mejores amigos, José Luís ‘Popi’, que me hizo por mi aniversario uno de los mejores regalos que he recibido nunca: la tan ansiada entrada para este festival. Y sabiendo la importancia vital que tienen para mí los conciertos, podéis haceros una idea de la euforia que me invadió cuando, de repente, el frustrado plan se convirtió en toda una realidad.

El hecho de que colgaran, hace semanas, el cartelito de Sold Out, ya fue para mí una enorme alegría, aun sin poder asistir. Pero poder prestar mi apoyo, en la medida de lo posible, ya fue directamente un privilegio enorme. Un cartel poderosamente atractivo, especialmente, por la variedad de estilos, pero también por la calidad de las bandas que lo componían, como siempre desviándose del típico sota, caballo y rey, y ofreciéndonos sangre fresca que paladear, ya fuese el Metal guerrillero de nuestros aclamados Iron Curtain, el Thrash ennegrecido de los italianos Bunker 66, el potente Heavy Metal a toda hostia de los Kryptos, el clasicismo ortodoxo de RAM o la esencia ochentera en los temas de Rave in Fire, todo coherentemente dentro del rango estilístico con el que suele jugar esta asociación, pero prácticamente para todos los gustos y colores. Francamente, me habría dejado hecho polvo el haberme perdido esto.

El tiempo también se portó. A pesar de que las continuas lluvias amenazaban el día, al final quedaron en una leve llovizna puntual al final de la noche, disfrutando de la temperatura habitual de la capital valenciana. Llegar a la ciudad fue bastante caótico, dando vueltas y buscando aparcamiento que al final pillé de rebote, y a la carrera, me acerqué a las puertas de la sala, donde ya se congregaba toda la marabunta, un sinfín de conocidos, y el gran evento estaba a punto de empezar. Que quede claro que en cada una de las crónicas que escribo pongo toda el alma, pero esta, en concreto, me apetece incluso más contárosla, por la enorme ilusión y las circunstancias extraordinarias que me condujeron hasta allí esa noche. Así pues, venga, ¡al rollo!

Como entrante para el exquisito e irresistible menú que nos ofrecía la noche, tuvimos a una incorporación de ultimísima hora, en sustitución de Snakeyes. Ellos fueron los madrileños Rave in fire, sinceramente, una banda completamente desconocida para mí hasta hace unos días, pero que me dieron unas cuantas alegrías en disco, y más todavía en directo, y que suplieron perfectamente la jodienda que supuso la ausencia de los gaditanos.

Con una introducción grabada de fondo, asaltaban el escenario los músicos, posicionados, dándole candela al asunto al tiempo que la vocalista Selene completaba la formación. Juventud en este caso fue igual a hambre de escenario, tal como demostraron desde Set me free, el primer tema de la noche. Melodías bien definidas y trabajadas, melodías ochenteras, buenas guitarras y una voz que ya despunto desde el mismo principio, dándole una nueva vida y una personalidad muchísimo más marcada a temas de su primer EP, “Chronicles of a timeless end”, como fue el caso de Beautiful lies. La relativa pasividad, en estos primeros temas, por parte del público, no duró en absoluto, y ni mucho menos echó atrás a los músicos, que continuaron con gran movimiento y actitud, y que rápidamente se fueron ganando todo el mundo, demostrando carisma y buenas maneras, con el guitarrista Jonjo luciéndose cada vez más en sus partes, elevando el mástil de su guitarra y ejecutando de maravilla el solo. La voz de Selene siguió conquistándonos a cada tema, con esa textura ligeramente rota en determinados registros, recordando a algunas míticas vocalistas de décadas pasadas, en temas como The healer, que culminó con un grito muy agudo, o Sons of a lie, posiblemente mi favorita de su último trabajo y primer LP (por cierto, vaya portada más cojonuda), de nuevo una melodía con mucho gancho que quedó perfectamente plasmada en vivo, sin desmerecer de las bases rítmicas bien coordinadas entre la guapísima Sara Carretero y el imparable Jimi, cuyo instrumento sonó, además, prácticamente perfecto, como se pudo comprobar en Shout, uno de los temas más cañeros y heavys de todo el repertorio, donde ya se vio muchísimo más movimiento entre la peña.

A todo esto hay que añadir que la sala 16 Toneladas rara vez ha decepcionado en cuanto a calidad de sonoridad, y el sábado no fue la excepción. Con Wings of darkness, llegó el primer cover de la noche, concretamente de los Tarot, curiosa y al mismo tiempo sorprendente elección, que continuó, mientras Sara y Jonjo mostraban abiertamente su entusiasmo y felicidad por estar allí arriba dándolo todo, con Bite the fire. Amansaba Jimi, a mitad de tema, el compás, para retomarlo con más ganas todavía, tirando de ese doble bombo a saco. Al mismo tiempo, Sara también se encargaba de los coros. No me pareció una bajista con una técnica espectacular, pero sí muy apasionada a nivel escénico y sobre todo, eficiente, creando unos buenos cimientos melódicos para los temas con sus cuerdas. Volviendo a su EP, desgranaban a continuación Lost in a road que, a su vez, fue el nexo con otro de mis temas favoritos, Never forget, en donde tanto Jonjo, pero especialmente Selene, con esa voz tan versátil y rebosante de fuerza, mostraron la mayor variedad de registros de todo el concierto. La cosa se había venido muy arriba, e incluso el guitarrista acabó haciendo surf sobre todos nosotros al final de Memories, que de nuevo inundó la saga con esas armonías tan deliciosamente ochenteras. Y pare que no decayese la cosa hasta el final, el cover de Skid Row, la más que conocida Youth gone wild, nos lo hizo pasar a lo grande, con puños en alto desde cualquier ángulo de la sala. Muchas ganas de escuchar qué nos ofrecen est@s chic@s en el futuro, porque sin duda, lo tienen.

La tarde / noche se iría embruteciendo considerable y exponencialmente conforme pasaban las horas, con constantes cambios estilísticos. Lo de Kryptos supuso, para mí, uno de los mayores descubrimientos en directo gracias a este festival, y aunque su rollo, la enorme calidad de sus discos, y los temazos que contienen ya vaticinaban algo grande, creo que superaron las mejores expectativas de muchos de nosotros. Creo que todos coincidimos en que lo de esta gente fue jodidamente apoteósico.

Entré con el tiempo bastante raspado, pero justo (espero) para el primer tema, un Blackstar horizon que ya sonaba, al mismo tiempo, con una energía electrizante y una mala hostia considerable, con Nolan Lewis, frontman y uno de los padres de la banda, lanzando esos gruñidos de cariz tan thrasher y maltratando sus cuerdas, a la que prosiguió, con un movimiento ardiente en el escenario (Rohit y Vasu Chandran cruzándose a la carrera, y Vijit a la batería ya sudando a mares) Dead of night. Primera gira por España desde su formación a finales de los 90, y último concierto de esta, y aun así, fresquísimos e intensos, con muchísimas ganas de arrasar, algo que saltaba a la vista. Y es que más allá de su gran talento como músicos, más allá del abrumador espectáculo que ofrecieron, aquí el principal ingrediente ganador fue la forma en la que ellos mismos disfrutaban tocando, comunicándose entre ellos y con su público, al que, por cierto, tuvieron de su parte en todo momento, ya que la sala mostró un lleno absoluto durante su concierto. Y claro, cuando ves gozar a una banda a esos niveles, es algo peligrosamente contagioso. ¡Si incluso había un fan que vino desde Japón para verles! Sin descuidar tampoco el humor y el buen rollo entre tema y tema, la emprendieron de nuevo con Dawnbreakers, que nos dejó el cuello como un fideo cocido, tal como le quedaría al bajista Vasu Chandran, que no dejaba el headbanging ni un segundo, y lo mismo sucedió con la casi thrasher Raging Steel, un bofetón en toda la jeta tras la cual nos deshicimos en merecidos elogios hacia la banda, pues el show que estaban dando era cósmico. Force of danger, que iniciaron entre Nolan y Rohit con esas guitarras pesadas muy a lo Accept (y esas coreografías posteriores tirando de sus mástiles) puso a la vista de todos cómo que funcionan en directo ambos hachas, al igual que Cold Blood puso de manifiesto lo bien que sonaba el bajo y esa percusión tan Heavy. De nuevo una ecualización casi perfecta que, si cabe, todavía le subió más enteros al concierto.

Encima, la banda, a través de su vocalista, sabía motivar de sobras al personal, tirando de amabilidad y chascarrillos varios, sin poder ocultar su sorpresa por aquel llenazo y por la ardiente bienvenida que les estábamos brindando. La agresiva voz de Nolan, esta vez más ‘a lo Petrozza’ brilló en Nighthawk, y la peña se iba desmadrando por momentos, hasta que con la llegada de la tremendamente cañera Afterburner, se terminó por desbocar en las primeras filas, con unos moshpits de espanto, mientras la banda no dejaba de flipar por la que estaban liando, pero sin dejar de meter leña al fuego, a base de baterías encabronadas y guitarras aplastantes y afiladas, un auténtico cañonazo. Tras unas rápidas palabras de agradecimiento, y presentando el siguiente tema, March speed running, con guitarras armonizadas en su inicio y ese rollo casi 80s, no frenó la marcha, destacándose el guitarrista de entre la banda, acudiendo a primera línea de escenario sin abandonar ese perpetuo headbanging ni esa entrega en los solos (en ocasiones, de hecho, varios por tema). The mask of anubis, directamente desde su tercer disco “The coils of Apollyon” tuvo un final de auténtico infierno, con una machacona e incesante batería, coordinación de lujo (para variar) entre los músicos, y uno de los solos más guapos, resultando en uno de los momentos más intensos de esta última mitad, junto a la última de su setlist, el colofón final con Full Throttle, estribillo coreado a lo largo y ancho de la sala, un ambientazo de sobresaliente alto, y en definitiva, un concierto prácticamente redondo, sin problemas técnicos, sin errores, sin fisuras, que encandiló a todo el mundo. Venidos desde el sur de la India, nos regalaron un bolazo de tal magnitud que estoy seguro de que su Heavy Metal sigue retumbando todavía entre aquellas cuatro paredes. Para servidor, el mejor concierto de la noche, y uno de los mejores que he presenciado en lo que va de año.

Y tras semejante sesión de traca, aún tocaba pisar un poco más el acelerador, porque con el siguiente concierto, la noche alcanzaría su cúspide de bestialidad de la mano del oscuro Thrash Metal de los italianos Bunker 66, decididos a destruir definitivamente nuestras cervicales. La idea era cenar en el descanso, aunque en lugar de ello, me fui a tomar unas birrillas con gentuza de primera, como Cris, Enrique, Vanessa o Dani, que me permitieron acoplarme a ellos. Dicho esto, y en términos generales, no puedo ni echar cuentas de tanta, tantísima gente conocida con la que me encontré en este festival. Intentar nombrarlos a todos sería injusto por el simple hecho de que seguro que me dejaba a alguien fuera sin querer, y nadie de aquellos con quienes compartí ni que fueran 10 segundos se merece eso. Pero eso sí, gracias, GRACIAS de corazón a tod@s por haber formado parte de esta insuperable noche.

Con todo, al final me perdí unos cuantos temas de la actuación de los Bunker 66. La verdad es que, por decirlo así, eran mis ‘menos favoritos’ por estilo, pero eso no quita que les disfrutara como un puto enano. Cuando crucé las puertas de la 16 Toneladas de nuevo, ya iban en plan salvaje, desfasadamente animal, con unos ritmos de verdadero infarto, repartiendo tralla con ganas y comiéndose el escenario a zancadas, aunque ante un público mucho menos concurrido que en los anteriores bolos. En Taken under the spell, la rabia con la que el guitarrista J.J. Priestkiller sacaba fuego a sus cuerdas solo era comparable a la furia con la que Dee Dee Altar atacaba su batería, liando un estruendo de mil demonios. Un pequeño accidente, una rotura de cuerda en el bajo de Damien Thorne detuvo el concierto, pero el cambio fue rápido, y salieron de nuevo a escena con toda la munición, y dándole cera a Her claws of death, en donde el mismo Damien se puso en primera fila, provocador, cara a cara con la gente, que por su parte, comenzaba a desmadrarse bastante, sobre todo en esa parte donde la batería parecía una jodida ametralladora. Al menos en la parte que vi, hicieron un recorrido por gran parte de su discografía, posando ahora la mirada en sus últimas grabaciones, concretamente en el Split con la banda alemana Lucifuge, del que extrajeron una tormentosa e infernal Mellhammer.

Pese a lo estruendoso de su propuesta, y también gracias al hecho de ser solo tres músicos, sonaron realmente bien, con unas baterías contundentes bien ecualizadas, y tanto la voz como el bajo de Thorne resultaron de una ferocidad extrema, todo ello, además, amparado por el volumen más alto de toda la velada, casi ofensivo en las primeras filas. Presentando los temas, aunque bastante parcos en comunicación, la siguiente en caer desató unos pogos de la hostia, que hacían peligrar la integridad de quienes andábamos por las primeras filas, y es que poca broma con The Blackest of Omens, con un vozarrón salido de las mismas catacumbas del infierno, los riffs asesinos por parte de Priestkiller y un final sencillamente devastador. Desde luego, se notaba a la legua que ya llevan unos cuantos añitos subiéndose a los escenarios, dominaron en todo momento la situación con muchísimo aplomo, y fueron directos al grano, sin concesiones ni bajadas de intensidad. Para culminar a lo grande, viajaron hasta su primer EP “Out of the bunker” para rompernos el cuello con Walpurgisnacht, sacando su vena más sucia, ese Thrash cubierto de mugre, Black, y una pizquita de Death, que les quedó bordada, dejando muy contento al personal que se quedó a verles, y bastante locos a quienes no les conocían y se encontraron de frente con esa avalancha de destrucción sonora. Por lo que escuché a posteriori, mucha gente consideró su actuación como la mejor del festival.

No es una banda realmente complicada de ver, porque se apuntan a cualquier sarao. Pero eso no quita que lo que hicieron nuestros Iron Curtain el sábado fuese rotundamente excelente. Porque cuando una banda, tras tantos años en el ajo, sigue conservando esa actitud como el primer día, esas maneras sobre el escenario, y yendo siempre de frente y a la yugular, es muy difícil que algo falle.

Y para empezar a congregar, y al mismo tiempo, engatusar ya de primeras al público, qué mejor que emplear And the band played on, de Saxon, como introducción. Con la gente canturreando el tema, las huestes satánicas de Mike Leprosy saltaron hambrientos de Metal al escenario, y pasando de cero a cien, sin tiempo ni para asumir la que nos iba a caer encima, abrieron fuego con la espitosa y malhumorada Jaguar spirit, en donde el vocalista ya nos dio muestras de esa gran personalidad y aplomo… y de su capacidad para provocar al respetable. Y con Stormbound, luciéndose Joserra al bajo, Mike, y Juanma, en el centro del escenario, demostraron formar un equipo que iba sobrado de potencia, implacables, ávidos de montar jaleo y cuanto más mejor. Empalmaron, sin respiro, con Outlaw, haciendo vibrar y saltar a todo el mundo, comportamiento que se fue endureciendo por momentos, cuando los primeros espontáneos comenzaron a subirse al escenario para saltar desde él, y al mismo tiempo, los moshpits comenzaban a violentarse. Pero lejos de ablandar su actitud, la banda continuó como un torbellino, rodeados por un atrezo cantidad de guapo, con cadenas, calaveras de ojos brillantes, telón de fondo, etc. Volviendo de nuevo a su “Jaguar spirit” (el disco más representado en la actuación), Satan’s race desplegó todas esas influencias ‘motorhedianas’ de la banda, tanto en los riffs de Juanma y Leprosy (incluyendo también los registros vocales de este último), y esa batería sucia y trepidante de Moroco, que sin desentonar con el resto de bandas, sonaba de putísima madre. Y, al menos para mí, hablar de ese último EP, “Metal Gladiator” es hacerlo de uno de los mejores trabajos que la banda ha sacado en toda su carrera, es pura esencia Iron Curtain concentrada, callejera, desmadrada y sin medias tintas, tras el algo más experimental “Danger Zone” (que ojo, también me moló un puñao). La cosa es que se veía venir que el corte Metal gladiator marcaría uno de los puntos álgidos del concierto… ¡¡y vaya si así fue!!

La fulgurantes baterías a toda mecha, los tonos altos que Leprosy superó hábilmente y el hecho de dedicarla previamente a todos los componentes de los Metal Bats, la lió a lo grande, con decenas de puños al aire por toda la sala, y todo el mundo berreando el estribillo a pleno pulmón. Todavía quedaba mucha fiesta por delante, aunque si tengo que poner un puntito negro sobre la actuación es debido a lo corta que fue… o al menos, lo que a mí me resultó. Get out of my way fue ideal para continuar sin bajar las revoluciones, y volvimos a ver a un entregado Moroco casi levantándose para zurrar con más empeño sus platos. Black fist, guarrera y blasfema a más no poder, fue precisamente eso, un puñetazo de negro Metal en toda la jeta y Rattlesnake, con una contundente batería en su apertura, otra que nos llegaba directa del “Metal gladiator”, potencia y auténtico Metal en su estado más primitivo, sin andarse por las ramas ni movidas raras modernas. Para el inicio del fin, nos tenían guardada la mayor sorpresa de su setlist, ¡¡nada menos que un cover del Metal Daze de los Manowar!! Con ella, los gritos de HEAVY METAL sonaron más fuerte que nunca, la voz estuvo bien dentro de sus posibilidades, y escuchamos un solo fabuloso de Juanma que, sin cortarse un pelo, ejecutó al borde del escenario. ¡Nos volaron la sesera con ella! Pero no terminaría ahí la cosa, porque siguieron calentando el ambiente hasta el límite con Scream & Shout, exponiendo de nuevo sus raíces ‘made in Motörhead’, arrolladora, y cómo no, su himno estandarte, su grito de guerra, la coronación de un concierto bestial con Brigadas Satánicas, con Leprosy cantándola de un modo especialmente corrosivo y bestiajo, la mitad de la sala subiéndose y saltando desde el escenario, y la otra mitad, dejándose las amígdalas y la piel coreando el tema. Las brigadas satánicas salieron a predicar, y tras la de Kryptos, la suya fue mi actuación favorita de toda la noche, lo pasé de barbaridad con ellos.

Y para aquellos amantes del Heavy Metal más firmemente ortodoxo, la actuación de RAM era una a la que no podían faltar. A pesar de ocupar el último puesto en los horarios, con el cansancio ya notándose ligeramente en algunos (otros, sin embargo, parecía que acababan de empezar la tarde jeje), los escandinavos RAM se presentaban en directo con ese desafío extra de volver a poner a todo el mundo en movimiento, algo que sin duda lograron a base de esfuerzo, calidad, y un setlist que, pese a que me pareció un tanto irregular en algunos momentos, fue muy potente en términos generales.

Lo que sí bajó un pequeño escalón respecto a las demás bandas, sorprendentemente, fueron tanto la claridad del sonido como el volumen. Escogieron Blades of betrayal para comenzar a saco, y el cansancio inicial de la gente no tardó en desaparecer casi por completo, gracias al tremendo énfasis de los músicos, destacando a las voces ese terremoto que es Oscar Carlquist en cortes como la siguiente The trap, cuya casi intimidante presencia y notable vozarrón fueron algunos de los puntales maestros de esta actuación. La banda al completo era energía en estado puro: saltos, carreras, melenas al viento, instrumentos por los aires… como ese mástil elevado de Tobias Petterson en Forced entry, que empezó como un tiro, aprovechando para introducir su vocalista frases casi narradas y reivindicativas en su parte central. También fue curioso que escogieran un tema tan largo como Forbidden zone. Entre Harry y Martin nos dieron un gustazo con esas guitarras dobladas, antes de que Morgan la emprendiera a muerte con ese doble pedal, algo que pareció animar cantidad al gentío, junto a los ademanes de su vocalista, siempre puño de hierro por delante. Nótese que este llevó un efecto eco que le dio un toque de distinción a su voz durante todo el bolo. Sin detenerse ni a respirar, arrancaron esa Eyes of the night con una intensidad fogosa… pero en los primeros compases, el sonido se cortó por completo, dejándonos con un palmo de narices. Está claro que no fue culpa suya, pero el parón fue bastante largo, y a mí personalmente me bajaron bastante las pulsaciones. Suerte que, una vez solventado el problema, volvieron a empezar el tema y lo clavaron como si nada hubiese pasado, incluso con más energía para compensar, y todavía más en uno de mis temas favoritos del setlist, la implacable The usurper, que tuvo un ritmo y unas guitarras absolutamente demoledoras.

Me gustaron los discursos de Oscar entre algunos temas, cortos pero siempre enalteciendo el espíritu del Heavy Metal, y también haciendo una pequeña introducción de los temas, como fue el caso de Suomussalmi (The few of iron), que con esos aires de himno de guerra nórdico, fue seguramente la elección más arriesgada del repertorio, un tema muy evocador, pero quizá con partes demasiado alargadas para esas horas que, no obstante, fue bien recibido y ni que decir tiene, que muy bien interpretado. ‘El Heavy Metal trata de rebelión, y la rebelión va de desafiar’, palabras pronunciadas por Oscar justo antes de Defiant, otro punto clave en el concierto. Impresionante la reacción general, con peña saltando del escenario y dándose leches en primeras filas (¿quién dijo cansancio?), y que elevó el pulso a otro nivel. La artillería pesada estaba a punto de saltar por los aires, y directamente desde su primer EP, “Sudden Impact”, sonaba, con ambos guitarristas dejándose el cuello en ella, Machine invaders, donde los coros del estribillo inundaron la sala, y mucha gente se adelantó hasta el mismo escenario para vivirla a tope. Infuriator, con un frenético solo de Harry Granroth y un agudo final de los que ponen los pelos de punta, terminó la parte principal del bolo, dejando tan solo los bises por delante. Gulag fue una inesperada aunque interesante elección, y me encantó ese momento en que Oscar dejó el micro a un lado para dirigir, cual regidor de orquesta, los coros que entre todos íbamos gritando, poniendo la guinda al tema ese virtuoso solo, esta vez de Martin Jonsson. Fue, además, el único tema tocado del “Rod”, ese disco semi-conceptual (y puede que el más personal que han grabado). Nada menos que 20 años ya de RAM, y qué mejor forma de conmemorarlo aquella noche que terminando aquel bolazo con la explosiva Sudden Impact y, tal como dice la letra, ¡¡completamente desatados!! Poniendo ya todo lo que les quedaba, hasta la última gota de sudor, para firmar un punto y final de esos de alta tensión.

Y con el fin de este concierto, y tras un discurso de agradecimiento por parte de la organización, se dio por terminado el festival… ¡o no! Porque, en verdad, todavía quedaba una sesión de música pinchada a cargo de DJ Medusa y DJ Bosch, aunque yo ya no me quedé. Después de cinco conciertos seguidos de ese nivelón, y sin comer nada desde las 15:00 de la tarde, la verdad es que estaba bastante reventado, y la pereza de tener que hacerme solo la hora y media de trayecto hasta casa (que fue bastante pesado), ponía el resto. Lo cierto es que no me despedí de todo el mundo como me habría gustado, pero no quería alargar más la hora de regreso. Pero desde aquí, vuelvo a mandar un gran abrazo a toda esa gente con la que compartí algún instante de la noche (mil gracias especialmente a todos los que me disteis apoyo moral respecto a mi trabajo con este blog), mi más sincera enhorabuena a los Metal Bats por volver a conseguirlo, y en el principio y final de todo, mil gracias a mi amigo Popi, porque él fue el verdadero ‘culpable’ de que pudiese disfrutar como un gorrino de un festivalón así, de que finalmente haya podido escribir estas líneas, y dicho sea de paso, también por ese pedazo de camiseta tan increíble. GRACIAS.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Metal Bats Fest VII (Rave in Fire + Kryptos + Bunker 66 + Iron Curtain + RAM, Sábado 27-05-23, Sala 16 Toneladas, Valencia)

4 comentarios:

  1. El bajista de Kryptos no fue Ganesh, si no Vasu Chandran, quien hizo la gira con ellos.

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    1. ¡Ostras! ¡Muchísimas gracias por la información! Lo desconocía. Corrijo inmediatamente. Un saludo

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  2. Gracias por informarnos de todo lo acontecido en el festival, sobretodo a los que no pudimos estar. Un abrazo.

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    1. No hay de qué, es un placer. Ese ha sido siempre uno de mis mayores propósitos. Un abrazo.

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