domingo, 18 de junio de 2023

En la cúpula del trueno (Frank Suz, VEM 2023, Viernes 16-06-23, Plaza de Toros de Villena)

La música supone, para muchos de nosotros, y entre muchísimas otras cosas, una forma de vivir y un medio de canalizar las emociones, positivas y negativas: algo sin lo cual la existencia no tendría suficiente color. Es por ello que eventos como este pasado VEM (Villena es Música) son tan necesarios como bien recibidos. En esta sexta edición, la localidad alicantina volvía a llevar la música a cada rincón de sus calles, dos jornadas intensivas en las que esta se convertía en indiscutible protagonista, en cualquiera de sus formatos, y tocando prácticamente todos los estilos, con más de 100 actividades musicales diferentes, lo que lo convierte en uno de los festivales más abiertos, grandes y variados de esta comunidad. El primer día, viernes, terminaba de la mejor forma posible, con un ciclo de conciertos por parte de seis bandas distintas, agrupado bajo el nombre de VEM Rock Festival. Y aunque los cambios de lugar y horario fue un movimiento arriesgado, me alegré de comprobar que tuvo mucha mejor asistencia y apoyo del que en principio imaginé. Thrashcore, Punk, Metal moderno o Rock de influencias noventeras se darían cita en un mismo gran escenario, montado para la ocasión en la plaza de toros de Villena, hasta pasadas las 6 de la madrugada, una verdadera maratón para los amantes de sonidos más alternativos. Pero para quienes buscábamos un rollo más clásico pero refrescante al mismo tiempo, la actuación de Frank Suz era, sin duda, la más destacada. El artista, residente en Villena pero de origen ibense, junto a una formación de auténtico lujo y con un setlist de lo más intenso, desplegó inmejorablemente sus facetas de showman, teclista y cantante para encandilar a toda la plaza, incluyendo a un gran número de asistentes que no habían escuchado al conjunto con anterioridad.

Tuve suerte a la hora de aparcar, a pocos pasos de la entrada, teniendo en cuenta que la cosa estaba bastante complicada cuando llegué a Villena. Sonaba ya el primer grupo, Cuarta Fase, tocando temas propios y varios covers (entre ellas, el Basket Case de los Green day, banda que, vistos los atuendos de los músicos y el estilo que practicaban, parecía ser influencia directa). Tras echar un pitillo a las puertas, no tardé en encontrar a gente conocida, e incluso, tuve el placer de poder saludar a los músicos de Frank Suz, justo antes de su actuación.

Con un horario bastante ajustado, fueron rápidos a la hora de equipar el escenario y arrancaron con un repertorio enfocado a hacernos segregar adrenalina desde el principio. Yannick y Rafa a las guitarras, Nando Insidious al bajo, y a la batería, rotundo acierto, el italiano Daniele Panucci como la más reciente entrada a una formación que ha tenido múltiples cambios desde su inicio, pero con un exponente común e invariable: la calidad, y eso es algo que en seguida salta a la vista en sus directos. En este, como en la gran mayoría de los que he disfrutado (y esto no es sino otra muestra de lo que digo), también hubo lugar a la improvisación, y no solamente en lo musical, sino a la hora de solventar ágilmente algunos problemas ajenos al grupo. Antes de meterme en faena, me gustaría mandar un gran saludo a mi colega Nava, gracias a quien disfruté todavía más del bolo.

Todos a una, como engranajes de una misma maquinaria, arrancaron al compás de No es país para viejos, con esos riffs tajantes y contundentes por parte de los dos hachas del grupo. Marcando el ritmo, tanto con su headbanging como con ese nuevo, precioso y flamante Thunderbird negro, estaba Nando, tras el cual, su compañero Dani, en su segundo concierto con la formación, machacaba los parches. Algún que otro imprevisto, como el cable de micro que se soltó, no impidió que la intensidad del show continuara subiendo enteros a pasos de gigante, especialmente con la llegada de un pepinazo como Incubus (El Depravado). Nando todavía más entregado, pisando fuerte en el escenario, y el vocalista que, tras unas primeras notas de teclado, abandonaba su instrumento para darse un garbeo por el escenario, puro nervio, estableciendo vínculos con su público (que cada vez se aproximaba más) y desatando al 100% ese carácter de artista que, cuando se sube al escenario, brilla, transmite, y se olvida por completo del mundo exterior, dándole un nuevo colorido a las melodías vocales y mostrándose tan espontaneo como aplastantemente seguro de su trabajo y de sus creaciones a la hora de defenderlas en vivo. Eso es lo que se dice ‘llevar el Rock’n’Roll en la sangre’. Y además, en casa esta vez, en su tierra donde al fin, fue profeta. Tras ese final tan cañero, inclinando la plataforma de su teclado, pedían (y no fue la primera vez), que subieran a tope el volumen de la batería, y ya de paso, esas birras que se resistían a llegar.

Un buen ejemplo de la adaptación de sus temas al directo es La Noche de los Muertos Calientes, que si bien puede perder ciertos matices musicales, resulta mucho más directa al cuello, más aguerrida, con ese ramalazo industrial representado por demoledores ritmos de batería de Dani (un gustazo siempre ver como martillea sin piedad esos platos). El humo invadía por completo el escenario, creando un ambiente formidable para esas letras de denuncia social inteligentemente disfrazadas de horror. Un clásico ya en los setlist, seguido por otro que se convirtió instantáneamente en ello, y en la carta de presentación de ese excelente “Mambo Voodoo” que nos dejó a todos estupefactos. Hablo, por supuesto, de El huerto del conejo muerto, que por su variedad musical, sus cambios rítmicos, y esa esencia tan pantanosa que define el susodicho álbum, es uno de los que más disfruta la banda tocando en directo, y además, con una de esas partes improvisadas que, para mí, marcan algunos de los mejores momentos de cada concierto, donde mejor se puede apreciar la soltura de sus instrumentistas, destacando ese oscuro inicio por parte de Dani y Nando y el fantástico y apurado trabajo de guitarras de principio a fin. Me sorprendieron también muchísimo esas líneas corales de Rafa, cuyas armonías le sentaron como un guante.

Aprovechó Frank un momento para agradecer a toda la organización del VEM el haber montado estas dos espectaculares jornadas de música en estado puro, a todos los que estábamos allí abajo, y también el hecho de haber contado con ellos para este ciclo de Rock. Pero también para expresar su malestar por el constante e insufrible rebote del sonido en la cúpula del lugar, algo que desafortunadamente provocó algún que otro desatino entre sus, por otra parte, más que talentosos músicos.

Fue esta segunda mitad del show, sin embargo, a pesar de las incomodidades sonoras, la que más disfruté, la más apasionada, vibrante y plagada de detalles musicales. Geniales esos pianos limpios de Frank en Dueños de la noche, que le dan una vida infinita al tema, también gracias a ese ritmo tan elástico y fluyente que marcan las bases. Incluso llegó el momento en que Nando lanzó su púa al público, cambiando la sonoridad de sus cuerdas al tocarlas con los dedos. Sin embargo, lo mejor, para mi gusto, llegó con ese apasionadísimo solo de Yannick, transportando la melodía original del trombón a su guitarra. Su figura se erigía ante nosotros, justo al límite del escenario, derrochando carisma, aplomo, y un feeling de libro a la hora de interpretar dicha parte. También llegaron, de su mismo puño y letra, al tiempo que sonaba Mambo Voodoo, esos momentos tan guapos en que se pone a ‘posturear’ sobre el escenario… y es algo que me flipa a lo bestia. De nuevo, una adaptación al directo distinta al disco, con menos carga de guitarras y más protagonismo para la voz durante las estrofas, y por supuesto, esa parte de improvisación instrumental, con el dúo Yannick / Suz apoyándose entre sí, jugando con las melodías, entregándose al momento como si fuesen uno solo, complementándose, retroalimentándose… fue, en mi opinión, el punto álgido a nivel de pasión al que llegó el concierto, uno de esos que te contagian y te ponen los pelos de punta. Una de las mayores sorpresas de la noche llegó con Barón Samedi, al contar con la colaboración especial de Salva, actual profesor de saxofón de Frank Suz, quien como cabía esperar, bordó la interpretación con su instrumento. Algún pequeño lío en las baterías de Dani (de nuevo, a causa del dichoso rebote sonoro del recinto), no ensombreció un tema que levantó unos cuantos bailes y gritos desde el público gracias a su frenético ritmo, subiendo aún más los ánimos. Y es que cada vez éramos más los que disfrutábamos entre las primeras filas (incluido ese ‘comando Ibi’ jeje).

Dado el escaso tiempo de actuación con el que contaban, faltaron algunos temas habituales en su repertorio (como una de mis favoritas, Mirar a las estrellas, o Louisiana Rougarou), pero se notaba el enfoque más cañero e inmediato que quisieron darle a este. Y no se puede negar que funcionó de lo lindo. Para ese rollo tan especial entre lo rockero y lo festivo que presenta En Babilonia, perfecta para cerrar a lo grande los últimos momentos del concierto, Yannick se colgaba su impresionante Flying V y rápidamente volvía a destacar con su gran presencia escénica, amparado por los incisivos punteos de Nando y las tremendas baterías de Dani, que las machacaba sin piedad alguna. Tirando de palmas y su no menos carismática actitud, el genio Frank se metía al público en el bolsillo, y a base de insistir, consiguió que incluso los trabajadores de las barras cantaran al compás ese estribillo tan pegadizo y setentero con el que es sencillamente imposible no dejarse llevar. Otro de los máximos exponentes lo encontramos en la implacable Inferno. Una batería a toda hostia y unas guitarras electrizantes fueron coronadas por esa bestial entrada del Hammond, haciendo explotar definitivamente un tema, que a pesar de los años y la evolución, siendo uno de mis favoritos, con una intensidad ardiente y unas letras que harían santiguarse a tu abuela. Blasfemia y Rock’n’Roll en estado puro, y Frank echándole todavía más leña al fuego. Tras hacer piña con su compañero Rafa, entre sonrisas, bajó del escenario sin dejar de cantar para después volver a subir, arrojar con saña su micro, terminar sacando el teclado de su base para arrastrarlo, literalmente, por el suelo, en plan cafre, y dar así por terminado este conciertazo que se marcaron, pese a algunas inclemencias técnicas.

Vuelvo a repetir, para todo el mundo que no les conozca, que aunque no haya escuchado un solo tema, aunque no sea exactamente su rollo, se deshaga de perjuicios y fronteras mentales, y no dude en acudir para ver el espectáculo que ofrecen Frank Suz, porque merece la pena en todos los aspectos posibles, por sus músicos, por su pasión sobre el escenario, por las fabulosas interpretaciones, por el increíble buen clima que transmiten… Y lo mejor, es que todo ello es fruto del día a día, de la constancia, de creer al 100% en lo que hacen, y de mucho, mucho trabajo duro. Y mucho ojito con esto, porque en septiembre estrenarán su tercer larga duración, ese esperadísimo “Reza todo lo que sepas” que, con toda seguridad, elevará a la banda a otro nivel. Avisados quedáis.

Y para rematar la jugada de forma inmejorable, terminar la noche de fiesta con gente tan maravillosa, de la que se puede aprender hasta el infinito, a quienes tanto admiro, y que tan arropado me hicieron sentir, es algo que para mí no tiene precio. Gracias eternas.

P.D. Entre otras cosas, muchísimas gracias también a Susu por las fotos para esta crónica.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Frank Suz (VEM 2023, Viernes 16-06-23, Plaza de Toros de Villena)

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