domingo, 16 de julio de 2023

Las voces del pueblo (Hamlet + Soziedad Alkoholika, Viernes 14-07-2023, CEIP L'Alfàs, Pedreguer)

Ya es la segunda gran alegría que la localidad alicantina de Pedreguer me da en lo que va de año. Si en el mes de marzo tuvimos allí a los grandes Frank Suz actuando, esta vez les tocaba el turno a dos colosos de nuestro Rock como son Hamlet y Soziedad Alkoholika, dos bandas que no necesitan presentación, ni siquiera referencias, para saber que sus directos van a saltarte los fusibles a lo bestia. Un cartel que era un auténtico caramelo, encima, como suele ser habitual en esta localidad, organizado con todo el cariño, la profesionalidad y el sentido de la hermandad, y para rematar, con entrada gratuita. Con poco más de 8000 habitantes, Pedreguer es un caso del que muchos pueblos deberían tomar ejemplo. El desfile de bandas de casi todas las variantes del Rock es continuo por allí. Acompañaban a ambos grupos principales Metall i So, una banda proveniente de Tavernes de la Valldigna que cuentan, para mi sorpresa, con 30 años de trayectoria a sus espaldas. Aquel evento formaba parte de las fiestas populares del lugar (repito, ya quisiéramos muchos…), concretamente, la segunda parte del ciclo Nits de Rock. Pero además, para aquellos a quien no les convenciera, cosa rara, ninguna de estas propuestas, en el Pub Quatre Estacions tenían una alternativa con el bolo de los hardcoretas Answer, otra banda más que rodada por estos mundos, que visitaban el pueblo desde Barcelona. El concierto de Metall i So, Hamlet y Soziedad Alkoholika se celebraba, además, en un recinto inmejorable, el patio del colegio L’Alfàs, enorme y con capacidad de sobra para que corriera el aire en aquella calurosa (pero ventosa) noche de verano. Si a todo esto le añadimos el excelente ambiente que siempre suele fluir en aquellas tierras, ya se podía esperar una de esas noches grandes de verdad.

Entramos y echamos un ojo al merchan, dimos un rulo por el recinto (celosamente custodiado por picoletos con boinas verdes, no vaya a ser que se produzca un atentado entre el inmenso buen rollo que reinaba allí), y más tarde, a lo largo de la noche, mi amigo Kurro y yo nos encontramos con cantidad de colegas del pueblo, de Ontinyent, de Almansa… Bola, Juanma, Rome, Pep, Rafa, David, Marc, Adrián... entre otros. Un abrazo a todos, cabrones.

Una noche, además, con marcado y necesario carácter antifascista, donde la actitud, las consignas y el público marcaron el clima reivindicativo sin absolutamente ningún incidente en su, por otra parte, larga extensión. Y es que, desde el momento en que la primera banda, Metall i So, comenzaban su actuación a las tardías 23:30, ya sabía uno que aquello iba a alargarse hasta las tantas de la madrugada, aunque con ese ambiente de fiesta y celebración de la buena música, es algo que fue un placer.

El veterano primer grupo nos ofreció un repertorio que, imagino, haría un buen repaso por sus numerosos álbumes, y rápidamente se metieron a su público en el bolsillo, con letras que nos se cortaban un pelo en decir verdades como puños, con un frontman de lo más afable y comunicativo, y un sonido que ya hacía presagiar algo realmente bueno para las siguientes bandas. Les vimos durante ratos sueltos, entre salidas y entradas al recinto, pero se notó su experiencia sobre el escenario, sabiendo mantener muy arriba los ánimos en todo momento y lo mejor de todo, con letras cantadas en nuestra lengua, el valencià.

Pero para mí la hora realmente grande, y me refiero a toda la velada, llegaría con la salida al escenario de los madrileños Hamlet. Quienes me conocen, saben que el Metal alternativo no es, para nada, lo mío. Pero con ellos, tengo que hacer un pronunciado paréntesis, y es que, aparte de seguirles prácticamente desde el primer disco, sé de buena tinta, por las innumerables veces que he disfrutado de sus conciertos, que existen pocas bandas más auténticas con su rollo, más sólidas, y más dispuestas a dejarse la piel en cada uno de ellos. La hirviente pasión que demuestran en cada canción, en cada movimiento, les ha hecho ganarse mi devoción incondicional a lo largo de los últimos 25 años que llevo viéndoles actuar, situándolos, sin duda, entre mis cinco bandas nacionales favoritas de todos los tiempos. Y por mucho que les continúe viendo otros 25, es una de las pocas bandas de este estado por las que pondría la mano en el fuego al decir que jamás van a defraudar.

Además, este concierto también formaba parte de la gira especial que están dando desde hace ya un tiempo (que ya tuve el privilegio de ver el pasado año en Alicante), con los temas más selectos de dos de sus más grandes obras como “Revolución 12.111”, “Insomnio”, y que en esta ocasión, condimentaron de lujo con algún tema de su no menos importante “El Inferno”, incluyendo alguna sorpresa que me puso frenético

De hecho, fue con Denuncio a Dios, un tema que suelen dejar para más avanzado el concierto, con la que abrieron… y a la vista está que Hamlet no necesitan ningún tipo de calentamiento, porque de pronto, el escenario se convirtió en un auténtico maremágnum de headbanging, saltos, poses y carreras. Quizá el ambiente general no era el más habitual ni idóneo en el que ellos suelen moverse, pero tal vez por eso, pusieron un especial énfasis para cautivar al respetable. Continuando con “El Inferno”, Vivir es una ilusión sacó la versión más chulesca del incomparable J. Molly, que se pavoneaba por todo el escenario, metiendo tanto gritos muy agudos como guturales demoníacos, sin dejar de desplazarse a un lado y a otro, siempre con la mirada fija en nosotros, y la intención de hacernos vibrar. Estuvo, durante todo el show, espléndido, incluso más que en otras ocasiones que le he visto últimamente. Respecto al resto de músicos… total espontaneidad. Mástiles en el aire, contoneos, saltos… pura energía al servicio de nuestro goce. De un gran salto, desde la plataforma de la batería, Luis Tárraga acrecentaba la intensidad que ya se vivía entre la gente con Tortura-Visión, con sus habituales movimientos esquivos y contundentes. Y si esta última me impactó por lo inesperada, la primera GRAN sorpresa de la noche llegó con Poseer Bajo Sumisión, un tema que salvo en esta última gira, nunca había visto en directo, y que me elevó las pulsaciones hasta el límite, completamente devastadora, con Álvaro volviéndose loco a cabeceos, Tárraga situándose delante del todo, y una batería explosiva de Paco, quien tras los parches es un auténtico salvavidas. Un subidón incontrolable que culminó con unos gritos estremecedores de Molly, volviendo a demostrar su extraordinaria forma vocal. En aquella noche antifascista, vino que ni pintada esa Dementes Cobardes, que el público, ya muy caliente (aunque no lo numeroso que mereció el grupo) puso toda el alma en cantar, entregadísimo sobre todo en las primeras filas y motivado todavía más por el excelso trabajo de Paco en las baterías.

Muchas sorpresas de esas que te ponen a hervir la sangre nos esperaban, y con El Mejor Amigo de Nadie me dieron en el centro de la patata, y es que hacía siglos que no la presentaban en directo. Me extrañó el inicio pregrabado, pero muy pronto se escucharon atronar esas guitarras de Luis y Ken (este último, literalmente, retorciéndose), poniendo a saltar y a berrear a todo el mundo en una explosión adrenalínica que recordaré durante mucho tiempo… y prácticamente empalmada con uno de esos temas cuya letra es un bofetón en la cara, No me jodas, por no hablar de la arrolladora batería de Paco, o del estridente solo de Tárraga, agitando su guitarra en plan animal. Si tenían al personal bastante movidito ya, quisieron subir otro escalón con Muérdesela, esta vez del genial “Insomnio”, que aborda otro tema siempre candente y los saltos prominentes de Ken y Luis que incendiaron más la movida. No satisfechos con ellos, ‘partieron’ al público en dos mitades para organizar un brutal Wall of Death en la traca final. Lo dicho, a pesar de que en un primer momento se pudiera pensar que aquel ambiente no eran aguas en las que Hamlet pudieran nadar cómodamente, la banda dio un soberano puñetazo a esa teoría desde el primer tema, y continuaban en ello con El color de los pañuelos. Un corte que me sabe a casete, a extasiada juventud, a recuerdos impagables de tiempos mejores. Álvaro y su fluida manera de tocar, junto a Paco, abrieron el tema, que posee tantos registros como emociones es capaz de transmitir. Uno de los puntos álgidos en el sonido de la noche, y una de las frases más rotundas: “Solo somos lo que quieren ver: una puta raza exterminándose”. Cambiando radicalmente de ritmo con Habitación 106, Molly se acercaba a las primeras filas, arrodillándose, cara a cara frente a nosotros, para terminar desatándose por completo, con un aguante vocal de aplauso, atravesando el escenario una y otra vez ante el headbanging de Ken y Álvaro, y los movimientos contorsionistas de Tárraga, que castigaba con ahínco sus cuerdas. Y aunque (cosa insólita), el cantante se perdió durante unos instantes, no tuvo problema en reengancharse rápidamente.

El monumental sonido parecía mejorar por momentos, no sería tan fuerte como el de Soziedad Alkoholika pero para mí mucho mejor en definición. Las guitarras se escuchaban crujir y cada golpe de batería sonaba como un martillazo. Se olía el desmadre ya en los primeros acordes de Egoísmo, y así fue. Moshpits de la hostia, saltos y muchas voces acompañaron a la banda. Me encantó el detalle de que los focos persiguieran al vocalista hasta la tarima elevada, en el epicentro del tema, y esa gran habilidad de la que hace gala a la hora de cambiar de registro (incluyendo, otra vez, unos guturales desgarradores). Nos habían dejado con una sudada de cojones, y con el corazón a mil. Pero todavía faltaban muchas hostias sonoras que repartir. Tras una rápida salida, volvía la banda, tan ilusionada como al principio. Molly lucía ahora una chupa de color rojo, y se agarraba al soporte de su micro para empezar a cantar Antes y Después, al tiempo que Ken se situaba cerca de nosotros, rasgando las cuerdas con gran pasión. Otro tema que siempre me desata mil y una sensaciones y esta no fue la excepción. El reloj infalible de Paco volvió a ponerse en marcha con Tu Medicina (destacando también ese sonidazo que tenía el bajo de Álvaro). Silencios muy acotados y calculados, y una explosión de intensidad que volvió loco al mismísimo Tárraga, sin parar de saltar y patear el escenario. Y por último, como no podría ser de otra forma J.F. llegó para vencer, para que Molly, a su voluntad, nos hiciera corear cada una de sus partes, dejándonos esa bonita imagen de ambos guitarristas abrazándose al principio, partes muy salvajes, como esos extremos guturales de Molly, o esa parte anterior al solo que ralentizaron hasta adquirir una cadencia cercana al Doom. Por último, Molly volvió a dejar bien clarito que a nivel físico está en otro plano, corriendo, literalmente, de punta a punta del escenario y dando unos gritos de infarto en ese escandaloso final.

Fue tan solo una hora y poquito de concierto, y acostumbrado a verles más tiempo, se me quedó corta, aunque nunca por falta de ‘nervio’, sino porque es una banda con la que nunca tengo suficiente. Parece incluso que, cuanto mayor es el reto, más se crecen ante él.

Pero no podíamos relajarnos durante mucho tiempo, porque los Soziedad Alkoholika nos iban a dar otra dosis de tralla para quitarse el sombrero. Nos acercamos a la barra a refrescar el morro, y volvimos a encontrarnos con los colegas. El recinto se había llenado todavía más, y es que los de Vitoria-Gasteiz cuentan con un poder de convocatoria mucho mayor por estos lares. Ya podíamos esperar un grandioso espectáculo audiovisual de su parte en todos los aspectos, pero además, nos trajeron un setlist con algunos temas que, si los hubiese visto de crío en directo, cuando empecé a escucharles, me habría estallado la cabeza.

El telón de fondo, con el logo clásico de la banda, decía mucho a favor de esto último, y no decepcionaron ya con su inicio, mortal de necesidad, en el que los músicos ocupaban el escenario, siendo el vocalista Juan el último en salir, y emprendiéndola a palos con Perra Vida, a 100 por hora, y la grandiosa Pelota, tralla sin mesura que he tenido muy pocas ocasiones de ver en vivo, tocada y cantada a la velocidad original, y bajo un conjunto de luces increíble, que es marca de la casa desde hace mucho tiempo. Tanto en esta última como en la siguiente, la incisiva Padre Black & Decker, dedicada a los putos curas, Juan demostró un aguante fenomenal en los fraseos, y es que no es nada fácil cantar como lo hace él. Me puso jodidamente cardíaco. El repertorio mezcló los temas de toda la vida con algunos más recientes, como Nadie, pero siempre optando por los más conocidos (singles, sobre todo) y consiguiendo un ritmo muy homogéneo. Tiempos Oscuros, cuya letra, por desgracia, está más viva que nunca, trajo consigo las primeras columnas de fuego en el escenario, calentando al público en todos los aspectos, y echándole dos cojones con ese grito final: ‘¡¡Muerte al fascismo!!’, ‘¡¡Fuego a Vox!!’. También atrajo al primer espontaneo de la noche, que afortunadamente, se largó rápido de la tarima. Cayeron también unos cuantos representantes de su “Mala Sangre” (2008), siendo la primera de ellas Política del Miedo, de nuevo contra todas esas sucias cucarachas fascistas y opresoras que pretenden aplastar nuestra libertad. Guitarras graves, riffs potentes a medias entre Jimmy e Íñigo, contundentes movimientos de Pirulo al bajo, y la agresividad habitual en Juan a la hora de cantarla, saltando en esas partes más fraseadas y abriendo la veda para los moshpits, que no dejaron de hacerse más grandes y peligrosos durante el transcurso de las siguientes. Y aunque no es una de mis favoritas, la inclusión de Sueños Rotos, del “Ratas”, me sorprendió un montón (casi no me acordaba de la letra), seguida de la más habitual, pero no por ello menos deseada, Palomas y Buitres, al grito de ¡¡no habrá paz!! contra la opresión a la libertad a decidir de los pueblos por parte, perpetrada por las repugnantes alimañas de siempre.

Y es que una de tantas razones por las que Soziedad Alkoholika se han convertido en algo tan enorme es por la ausencia de miedo a la hora de escribir y gritar esas letras altas y claras, a la puta cara, sin temor a la censura. Una censura que desgraciadamente, les ha tocado de pleno en determinados momentos de su carrera, lo cual es otra muestra más del país de mierda en que vivimos. Una buena retahíla de temas del “Ratas” a continuación, con la batería de Alfred abriendo a toda mecha para La Aventura del Saber, la mala leche de Juan vociferando Estado Enfermo, apoyada por todos y cada uno de nosotros desde abajo, y de sus propios compañeros a los coros, y la demoledora Ratas, con el escenario escupiendo chorros de humo y la locura apoderándose de la peña, a golpes y empujones, a gritos y manos alzadas… en pocas palabras: desfase máximo. Un tema que además sonó con una intensidad rabiosa. Me gustó muchísimo la inclusión, también, de uno de mis temas favoritos del “Y ese que tanto habla, está totalmente hueco, ya sabéis que el cántaro vacío es el que más suena”, concretamente, Automarginao. Y es que con S.A., aunque realmente hace mucho tiempo que no les sigo de cerca, aparte de música que me ha marcado, también llegan muchísimos recuerdos a mi cabeza, y letras con las que me siento muy identificado. Y ya no os digo nada de Sin Dios ni na… cuantas veces la habré cantado hasta quedarme afónico, y cuánto la disfruté en directo, tocada a mil revoluciones, y con ese solo de un Íñigo desmadrado, plasmando con ella más escenas representativas de la acalorada intensidad con la que todos vivíamos el show. Juan, acercándose a nosotros, también se deshacía en feeling cantando esa melancólica Buenos Momentos, que tanto invita a pensar, y nos hacía saltar a todos con Peces Mutantes, empleando un efecto de distorsión en la voz (para asemejarla al disco) en esas partes más rapeadas. El vocalista brilló a una altura enorme durante todo el bolo, cantando de maravilla, incansable, y sin dejar de soltar gestos y ademanes para calentar más el ambiente.

El sonido, por otra parte, era tan alto y potente como cabía esperar, atronadora la batería, y agresivas las guitarras y bajo, y aunque para mi gusto le falto bastante definición a la voz, solo con ese volumen tan elevado conseguían volvernos locos. Como último tema del “Ratas”, tocaban a continuación No quiero participar, y pisaron aún más fuerte el aceleradora con S.H.A.K.T.A.L.E., dedicada a ese politicucho mierdoso que acaba de entrar en nuestra Comunidad, llena de rabia y obligatoria protesta, y con unas baterías que te hacían cortocircuito. Muy animado en esta parte, Jimmy se paseaba enérgicamente por el escenario, castigando sus cuerdas, con mirada de humos bastante subidos. Y es que la que estaban liando no era para tomársela a broma, acudiendo a la triunfadora Piedra Contra Tijera como gran final… antes de los bises. Aprovechando el parón (algo que no hicieron prácticamente en ningún momento del concierto) saludaban a la peña de Pedreguer, por donde ya han pasado en innumerables ocasiones, y donde se sienten como si fuese una segunda casa. Y poco más. Ya que habían exprimido tan bien su tiempo hasta ahora, no iban a aflojar en el final, transportándonos al 1997, hasta su “No intente hacer esto en su casa” de la mano de Cuando Nada Vale Nada, una de las más coreadas del show, pasando por la versión de Leño Sorprendente (con esa parte de aires reggae incluida en su parte central, parafraseando a Bob Marley) y para finalizar, ese estallido de furia incontenible que es Nos Vimos en Berlín, con unas luces flipantes en el escenario, de donde también brotaban columnas de fuego y humo, para que no faltara de nada, ya puestos a destrozarlo todo, y un locurón entre el público digno de ver. Hacía ya cuatro de años que no me encontraba frente a frente con ellos, pero después de media vida acudiendo a sus directos, no me cabía duda de si lo iban a petar o no a lo grande.

La marabunta se dispersó rápidamente, tras la despedida de la banda, y es que ya eran altas horas cuando terminaron. Algunos de cháchara, otros bastante perjudicados, y otros ya saliendo por las puertas del recinto. Nosotros nos quedamos un rato haciendo el zángano por allí, despidiéndonos de la peña y tal, pero pronto fuimos tirando hacia el coche, no fuese que se nos acabara haciendo de día allí mismo. Con un cartelón que era una apuesta 100% segura, estaba claro que la fiesta iba a ser de aúpa, y todo, tanto a nivel técnico como de ambiente, estuvo a la altura, incluso seguro que superando las expectativas de muchos.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Hamlet + Soziedad Alkoholika (Viernes 14-07-23, CEIP L'Alfàs, Pedreguer)

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