lunes, 31 de julio de 2023

Hot Blooded (V Deploy Metal Fest, Sábado 29/07/2023, Centre de Cultura Contemporània L'Escorxador, Elche)

El año pasado, puestos a tener que escoger, finalmente me decidí por acudir al festival de la Barraka Popular de Elche, escapándoseme aquella cuarta edición del Deploy por los pelos (ambos tuvieron lugar con pocas semanas de diferencia). Es una espinita que tenía clavada hasta este sábado, cuando por fin, junto a mis colegas Kurro y Gremlin, me planté allí por primera vez. A la quinta fue la vencida, y tratándose de un festival veraniego al aire libre, con entrada gratuita, con tan buena compañía (y ambiente durante todo el transcurso del evento) y sobre todo, con un cartel bastante atractivo, había pocas cosas que pudiesen fallar… aunque como en todo festival, la perfección no existe, y sí hubo aspectos mejorables. El Deploy Metal Fest es uno de esos festivales que hay que aplaudir a la fuerza. No solamente es la materialización del esfuerzo de unos pocos que se cargan un currazo enorme a las espaldas, también es una celebración que apuesta muy fuerte y en exclusiva por bandas de la escena de alrededores, impulsando y dando respaldo al Metal de nuestra región, contando también con bandas de la misma localidad ilicitana donde siempre se ha llevado a cabo. Lo que se podría llamar un festival de proximidad, vaya. Y es que, a pesar de los puntos flojos que pueda tener o dejar de tener, lo importante aquí es el cariño y la devoción con que todo está organizado, sin grandes presupuestos, pero con las elevadas pretensiones de mantener vivo el fuego de nuestro rollo en una provincia donde (salvando, claro está, como macro evento, el Leyendas del Rock), hacen falta muchísimos más festivales como este. Así pues, nos preparábamos para gozar por todo lo alto de una calurosísima noche de verano plagada de Metal en casi todas sus variantes.

Iniciamos la marcha a una hora bastante temprana para llegar con tiempo de sobra al lugar. Aparcar, al contrario de otras veces que he estado por allí, no nos llevó demasiado tiempo, y sin más preámbulos, nos fuimos derechos al Centre de Cultura Contemporània L'Escorxador, un espacio muy apropiado para un evento como este, abierto pero acotado, donde se podían ver los conciertos cómodamente desde cualquier punto. Había una buena barra montada, con precios bastante populares de esos que tanto se agradecen, puestos de merchandising con material de las distintas bandas, y unos aseos más que decentes.

Para ir abriendo boca, tras unos minutos dando un rodeo por el recinto, nos paramos a presenciar, desde lejos, la actuación del guitarrista Dani Montoro, que con el tiempo, con distintas colaboraciones en varios proyectos, covers varias, presentación a concursos, trabajo en bandas anteriores (estuvo, precisamente, con Vladek, entre otras), y tres discos ya en la calle, se va haciendo poco a poco un nombre dentro de la escena, y por supuesto, gracias también a su virtuosismo y talento compositivo demostrado. La primera toma de contacto fue un tanto chocante, ya que como músico, estaba solo él en el escenario, con el resto de instrumentos, salvo su guitarra, pregrabados, lo que le restó mucha espectacularidad visual al concierto, y sin embargo, Dani salió a por todas, viviendo cada tema de la forma más apasionada posible. Se lanzó con (si no recuerdo mal) Parallel Clocks, haciendo ya gala de multitud de recursos, solos muy virtuosos, algunos de ellos bastante técnicos, y riffs crudos que a en ocasiones coquetean abiertamente con el Metal progresivo. Con cambios rítmicos constantes y muy bien ejecutados (arropado en todo momento por baterías, bajos y guitarras disparadas), el artista continuaba su show con otros cortes como The Signal, también de su primer álbum, “The Journey”, donde perseguía con sus cuerdas a esa batería con doble pedal a piñón para seguir sumergiéndose en distintas tesituras y estructuras de la mano de Frost, aprovechando la segunda guitarra doblada para brindarnos unas buenas armonías y atmósferas más oscuras, mientras el humo envolvía todo el escenario y las luces de este empezaban a tener también su protagonismo.

Tuvo el gran detalle de ir presentando sus temas, comentando algo respecto a cada uno. A decir verdad, me han gustado mucho sus discos, y a pesar de la ausencia de músicos de carne y hueso en su directo, también consiguió engancharme en vivo, tocando a continuación Half Lightyear y Delayed Transmission en un paso por “Space”, segundo disco, mucho más abierto a sonidos e instrumentación. Afortunadamente, la coordinación entre las bases programadas y su guitarra fue excelente, y todo salió rodado. El aura más ambiental con la que abrió Hall of Champions Part II (The Struggle) poco a poco fue in crescendo, plasmando Dani muy bien esos riffs cortados, aunque me resultó algo sosa para el directo, al contrario que Gamma Sector, con un ritmo a todo trapo desde el inicio, donde se puede apreciar esa evolución musical de la que hablo, con partes épicas y mucho más sinfónicas, y notable variedad rítmica en general, al tiempo que las luces ya funcionaban a pleno rendimiento. Tuvo algo menos de tiempo para tocar que el resto de las bandas, pero lo exprimió bien, con una justa pero acertada comunicación, y desatando todo su virtuosismo en cada tema, aun sin moverse demasiado por el escenario, siempre concentrado en su instrumento. Muy buena experiencia, recomendable si te molan los pasajes técnicos, estructuras cambiantes y solos a toda velocidad.

La primera actuación había comenzado con total puntualidad, cosa que se iba a mantener, 10 minutos arriba, 10 minutos abajo, en el resto de bandas, otro de los grandes aciertos del festival. La siguiente banda en cuestión, Orphans of Piety, era tal vez la menos apetecible para mi gusto personal, sobre todo por estilo musical, pero he de confesar que, con un directo sólido, un punch tremendo, y una puesta en escena salvaje, me terminaron por convencer sin peros que valgan. Lástima que el sonido que tuvieron estuviese muy lejos de ser el mejor.

De vuelta del coche de Javi, de dejar unos cuantos bártulos del merchan, escuchamos desde lejos los primeros compases del bolo, y tras trincarnos unas birras, entramos ya al recinto para toparnos con todo un despliegue de furia de la mano de Purge, batería demoledora por parte de Miky y unas guitarras pesadas e hirientes. La vocalista Noctula, que debutó en directo con la banda el año pasado, sustituyendo al anterior frontman, Luxus, fue, sin duda, uno de los alicientes del concierto, y me da a mí que este cambio les va a dar un subidón de caché, visto lo visto cómo se comportó sobre el escenario, su forma de interpretar los temas y la sangre fresca que aportó. Un espectáculo escénico que continuó, sin apenas respirar, con la fulminante Hearthchosis, al tiempo que el resto de los músicos también se iban envalentonando más y más. A pesar del limitado espacio del que disponían, supieron sacarle partido. El sonido, como digo, y por desgracia, no fue realmente bueno. La batería (especialmente la caja) quedaba muy eclipsada, demasiado amortiguada, y desde luego, no fue por falta de ganas por parte de Miky, que demostró ser un auténtico destructor de parches, subiendo la temperatura con cada golpe, al igual que Galeriun y Pau, la pareja de hachas, con cada uno de sus demoledores riffs. Y si he de ser sincero, no esperaba, ni de lejos, y a pesar de lo dicho con el sonido, que me fuesen a molar tanto. Su movida bebe sobre todo del Groove y del Deathcore, estilos que personalmente no me dicen demasiado, por lo que la sorpresa en directo fue todavía mayor. Además, tuvimos el privilegio de escuchar en vivo unos cuantos temas que todavía no han sido registrados en estudio, como fue el caso de Beyond Madness, muy intensa y con una complejidad instrumental notable.

La cantante, a quien se le veía una gran soltura en directo, no dejaba de acaparar miradas, subiendo a los monitores, saltando, retorciéndose con los gritos y pidiendo, ya a estas alturas del bolo, que empezásemos a liarla parda con los circle pits… que no tardaron en salir a flote. Mucho ojo a los dos temas más recientes que la banda ha sacado en formato single, porque en ellos se aprecia un salto de calidad y a nivel de producción abismal. Asylum I: Walking Alone es uno de ellos, pero antes de comenzar la traca, Noctula ya se encargó de provocarnos para que gritásemos las consignas de su letra. A continuación, dos fabulosas sorpresas en forma de temas inéditos en su discografía, que serán presentados oficialmente en lo que queda de año y a lo largo del siguiente, en forma de single y tal vez algún que otro videoclip: Providence, interpretada con mucha rabia (muy bien transmitida al público) y Dystopia, que me gustó especialmente, con unas guitarras protagonistas, tremendamente ruidosas, y con una larga sesión de blast beats en su parte central, llena de cambios y virguerías rítmicas. A esto contribuyó la gran compenetración entre Miky y el bajista P. González, que llevaron perfectamente el timón de las bases. Para coronar la jugada, volvían a su primer EP “Orphanage” (2017) con Bastards, un tema mucho más directo, ideal para poner el punto final, en el cual, desde el mismo inicio, la banda lo dio absolutamente todo, con headbanging imparable de Pau, Galeriun y Pepe y unos tremendos alaridos por parte de Noctula que dejó el pabellón por las nubes. Fue la hostia, y con un mejor sonido en la caja de Miky, habría sido rotundamente aplastante. Recordar, por último, que el 16 de Septiembre tienen una cita con sus fans en la sala Marea Rock de Alicante.

Nos acercamos a los puestos de merchan a ver con más tiempo qué se cocía por allí. Los músicos de Public Intoxication, que habían permanecido allí desde el principio del festival, se preparaban ahora para arremeternos con su lacerante descarga. Porque la primera vez puede haber dudas, atendiendo a su juventud. Pero cuando ya les has visto actuar unas cuantas veces, sabes que van a ir directos a la yugular, sin piedad alguna. Este caso, como era previsible, no fue la excepción.

Muy queridos, y bastante reconocidos ya, en el entorno ilicitano y alrededores, a pesar de tener tan solo un EP en el mercado, Public Intoxication son un valor seguro en cualquier festival cuando de lo que se trata es de mantener la llama encendida y de dar caña por un tubo, sin ningún tipo de mesura. Christmas Boogie y su medio minuto de duración ya fue un aviso, toda una declaración de intenciones sintetizada al máximo, perfecta para que abramos bien las orejotas ante la que nos va a caer encima. Y sin preámbulos, temas como Doble Infart o Mad Iron Man siguen echando leña al fuego para una combustión explosiva, riffs afilados como cuchillos y una batería completamente desmadrada. Paraban, únicamente unos minutos, para avisar de que no escuchaban la mezcla en absoluto (por lo visto, el problema constante con el sonido no era solo de cara al público). Pero para nada se amilanaron por ello. Con unos cuantos globos surcando el cielo y levantando todavía más ese ánimo festivo que se percibía en todo el recinto, continuaron a hostia viva con uno de tantos temas nuevos, Self Knocked, que, confiemos, será grabado en su próximo LP, sin perder en absoluto esa intensidad y descalabro sonoro que caracteriza a la banda, junto a otras que sí llevan un tiempo presentando, como la cabrona Hangover Fisting. Arturo se hacía rápidamente el dueño del escenario, y es que como frontman lo vale todo. Implacable, y puro nervio, le es literalmente imposible quedarse quieto dos segundos en la misma posición, incluso antes de que comenzase el concierto, pero prácticamente lo mismo es aplicable para Adrián y Fran a las guitarras, y Kevin al bajo.

Precisamente tras Hold my beer echaban un trago sobre el escenario, y otra vez al ruedo, con la batería de Miguel Ángel destruyendo nuestros tímpanos a saco con Road Rage, generando, al mismo tiempo, unos moshpits de puro terror, como también sucedió con la más conocida Antisober Frenetic Piss, un clásico ya de la banda en la que Fran Simón se marcó un buen molinillo. ¡No quiero ver a nadie sobrio!, gritaba su vocalista, con el cachondeo y la mala baba habituales. Se veía mucho movimiento en el pequeño escenario, los músicos cambiaban constantemente de lugar, compartiendo micros, como el caso de Adrián y Kevin en Bacon Golem y en otra que no había escuchado hasta el momento, Hobo Knife. El final nos deparaba sobre todo, temas de su EP “Antisober - Frenetic Piss”. La trallera Nuclear Ambush (con un solo no menos alocado por parte de Fran) es pura marca de la casa, pero también lo es uno de sus primeros hits, Thrash Police en la que Arturo, hecho una fiera, se dejaba las amígdalas para tratar de encabritar todavía más al personal, que ya de por sí, estaba que ardía en este último tramo del show, llegando subir al escenario varios personajes que la liaron a tope. Dejaron el lugar de honor, para cerrar el bolo, a Last Brain Cell, que me encantó a pesar de ser la primera vez que la escuchaba, un auténtico tiro con un final de locura, con Kevin dejándose las vértebras en sus últimos compases. Es verdad que todavía tienen que pulir algunos aspectos, pero sus actuaciones son 100% honestas, directas y sin más presunciones que hacernos desfasar todo lo que puedan y más. Crossover Thrash de pura cepa, temas llanos y cortos, sin alardes, enfocados al descontrol que, unidos a la actitud fogosa de sus músicos, fliparon a todo el mundo.

Paladeaba ahora ese sagrado momento habitual, que ocurre cuando se acerca tu actuación favorita en un festival. Aprovechamos el descanso para ir a los baños y saludar a caras conocidas que nos encontrábamos por allí, como el crack Adrián Marín, el alzireny Salva, a quién ya me extrañaba no cruzarme más pronto que tarde, al loco Dani de Crevillent, o a una de las mejores fotógrafas de nuestro rollo, la gran Marisol Huertas. Andaban por allí también algunos de los componentes de Metralla, a quienes también fue un placer saludar.

No pensaba perderme un solo minuto de la actuación de mis queridos Obscure, y esta vez sí tenía que ser en las primeras filas, por una parte, para captar esa tenebrosidad que transmiten en directo, ese sonido rudo, primitivo y cavernoso que siempre fue su sino, y por otra, para ver si la percepción de la ecualización mejoraba algo desde esa parte. Siempre es un privilegio volver a ver en directo a una de las grandes leyendas nacionales del Death Metal, nunca lo suficientemente aclamadas, pero en esta ocasión, había un aliciente extra, por el hecho de tratarse del show debut del nuevo vocalista de la banda, que no es otro que el Juan Miguel Serra, sobradamente conocido en los entornos más extremos por su trabajo en V.I.L. Un tío sobrado de voz y actitud para liderar a la formación en directo, algo que corroboraríamos a lo largo de este último.

No iban a haber demasiadas sorpresas o cambios en su setlist habitual de los últimos tiempos, y aunque molaría que incluyesen algo más de sus tres maquetas, creo que eso es algo que tampoco molestó a nadie. Así pues, Curse of my Race fue el primer castañazo de la noche, y al mismo tiempo, el bautismo de fuego de Juanmi al micro que, por cierto, no se escuchó durante los primeros segundos, un susto que afortunadamente quedó en nada, y acto seguido, pudimos ver lo bien que empastaba su voz en temas como este, al tiempo que Rafa y Boris se dejaban llevar por el momento con su headbanging continuo. El cantante se lanzaba sin pudor, ocupando las parte delantera del escenario, bajo el cual, por cierto, no había mucha gente aún, hecho que cambiaría radicalmente con el transcurso del setlist. Daba comienzo Blessing of Malignancy, que llenó de oscuridad todo el recinto con los tremendos guturales de Juanmi, esa densa batería de Enri y su magistral empleo del doble bombo, que no tardó en desbocarse a base de blast beats, soltándose Juanmi todavía más con molinillos (puta envidia de melena, oigan) y Anselmo que, pese a ser el más comedido a nivel escénico, ya se encorvaba y agitaba su bajo sin parar. La sincronía entre Enri y Anselmo, fruto de muchos años tocando juntos, es absoluta, y eso queda plasmado en temas de ritmos más complejos, como Skunk Into Oblivion, con unos cambios brutales, y unos alaridos que Juanmi clavó de principio a fin, siendo despedido el tema con grandes ovaciones por parte de un público, ahora sí, completamente metido, disfrutando del concierto al 100%.

Y ya iban a pareciendo los primeros moshpits por parte de de los más aguerridos. Un buen detalle por parte de Juanmi dirigirse a nosotros en valenciano, haciendo referencia al agobiante calor, que ellos mismos estaban contribuyendo a aumentar. Parecía incluso que, por momentos, el sonido iba mejorando (en cualquier caso, durante su show fue el mejor de la noche, en mi opinión), aunque no llegaba a ser todo lo bueno que deseábamos. Pasaban ahora por su habitual cover de la ex-banda de Anselmo Roca, míticos valencianos Aggressor, de quienes devolvían a la vida el tema Screaming and burning, que nos trajo al mismo tiempo un solo de Boris, mientras su colega Rafa, como siempre con toda la melena por delante, se mostraba totalmente entregado al tema. No menos atronadora Through Self-Repulsion, con unas entradas bestiales de doble bombo (que sonaba algo mejor que la caja) y unos gritos aberrantes de Juanmi, Boris desplegando toda su energía y, momento clave para mí del concierto, una parte central que nos puso a absolutamente todos a doblar el cuello al son de sus infernales riffs. Y por supuesto, no podía faltar mi favorita, After Life. Guitarras sonando de puta madre y el calor que no dejaba de subir ante el desmadre del personal, que había abierto un hueco enorme enfrente del escenario para darse palos a mansalva. Una verdadera delicia, tanto el tema como el ambiente que se estaba creando, a la altura de unos grandes como Obscure, quienes no perdían ni un segundo para continuar dando mandanga de la buena con Into Utter Darkness. Juanmi hizo todo un papelón en ella, cambios de registros fluidos y guturales profundos y malignos, pero también Rafa con su solo, y Enri Sanchis, con una batería de lo más destructiva. Un músico al que merece seguir de cerca en sus actuaciones, preciso como un puto reloj.

En este punto, tuve que echarme a un lado, porque los moshpits me estaban aniquilando, pero sin dejar de disfrutar de cada segundo del concierto. El escenario se llenó de humo en End Destination mientras Juanmi se dejaba la melena, contagiando el movimiento a Anselmo, Rafa y Boris, metiendo headbanging al unísono para, seguidamente, culminar esta impagable actuación con el tema que da título a su LP, Darkness Must Prevail, marcando Rafa esos punteos iniciales, doblando el lomo, y dejando paso a una mortífera batería de Enri. Juanmi, que no iba a dejar que decayese la cosa, nos animaba a seguirle, pidiéndonos gritos tras ese solo compartido entre ambos guitarristas, y unos blast beats desenfrenados que nos dejaron el cuello al rojo vivo. Siempre grandes Obscure, imposible que me defrauden en directo por muchas veces que les haya visto ya, y que probablemente hayan encontrado en Juanmi (al menos, eso espero) a su vocalista y frontman definitivo.

Sudando a mares, bajo una temperatura y humedad ambiental que parecían no dejar de subir, nos retiramos de las primeras filas para tomar un respiro, a ver si corría un poco el aire. Joder, cómo se las gastan las noches ilicitanas en verano… Hasta las paredes de los edificios estaban ardiendo. Por suerte, y gracias sobre todo a mi colega Kurro, nos refrescábamos el gaznate cada dos por tres. Quedaba solo una banda, los locales Vladek, que con su disco “From the Ashes and Darkness” han sido para mí uno de los grandes descubrimientos de este festival que casi tocaba ya a su fin. Y aunque dicho álbum date del 2020, es una banda que lleva ya como 15 años de existencia, con algunos años de parón de por medio.

Si no me equivoco, fue el único grupo que empleó una introducción pregrabada para presentar su concierto, concretamente Praeludium Exitum, corte instrumental que abre el disco, con una combinación de pianos y órganos muy sentidos y místicos. Lo suyo es una mezcla de Black / Death Metal en una proporción, digamos, del 80% / 20%, pero siempre con matices, tantos como podemos escuchar en su opera prima. Para mí, el hecho de tocar sin bajista le quitó algún entero al concierto, pero también es justo decir que ambos guitarristas, se dejaron la piel en el escenario para suplir esa ausencia. Sus instrumentos en Departure of the Undefeated sonaron cabreados, furiosos, arañando nuestros tímpanos con riffs a la velocidad del viento, ambos con un entusiasmo por las nubes por estar allí presentando su “From the Ashes and Darkness” en directo, tras ese largo parón forzado por la puta pandemia. Hicieron un pequeño lapsus, aprovechando el vocalista para dar las gracias a todo el mundo por los ánimos, y continuaron con la cera de Armageddon. Volumen bastante elevado, y en este caso, teclados pregrabados para que el tema sonase fiel a la grabación de estudio. Los instrumentos sonaban bastante potentes, pero adolecieron de las mismas carencias que en el resto de conciertos: demasiado escondidos y faltos de brillo, con una batería que, si bien sonó de entre las mejores, no acababa de lucir lo que merecía. La apatía entre las primeras filas, durante este inicio de show, fue rota definitivamente por Truly Spirit of the Mind, que levantó de nuevo agresivos moshpits entre el personal, mientras los músicos continuaban regocijándose en su maldad, arqueando espaldas y castigando cervicales, a piñón fijo, pidiendo ánimos continuamente. El guitarrista se acercó a nosotros en una de las partes, alzando su mástil y agitando los pelos al brutal ritmo que marcaba Carnacki con sus baquetas.

En Hellfire, por ejemplo, parecía que el sonido de la batería era más nítido (sin ser la panacea), y esos blast beats sonaron de lujo, como ametralladoras, aunque por otra parte, las guitarras seguían llegándonos demasiado enmarañadas. Parecía que faltaba algo en la mezcla, y todo sonaba, de un modo u otro, algo incoherente y extraño. Nada que ver con la propia banda, claro, que continuaba sudando a mares con Metamorfosis of the Soul, desgranando completamente su único trabajo, solamente con temas propios, nada de versiones, una excelente y muy valiente elección (a no ser que me perdiera alguna en la parte final). No me fijé si en esta última canción dispararon también los coros, otro de los signos distintivos de sus creaciones. Me gustó la voz de Lord Z en directo, escandalosa y gritona, y menos ‘seca’ que en estudio, sin dejar de llevar intrínseco ese rollo profundamente blackmetalero. Buen control de cambios, y de doble pedal por parte del batería Carnacki, a quien se le vio muy concentrado durante el concierto, bordando cada uno de los temas, como fue el caso de Vampires of Pain, con guitarras muy oscuras, dobladas en unos riffs a veces cabalgantes, y Diabolical Attempt, en donde volvió a brillar la actitud de los dos guitarristas a la hora de transmitirnos su movida tenebrosa y esos cambios rítmicos, partes más atmosféricas que se daban la mano con otras llenas de furiosa energía, un tema que me recuerda (y no sin razón) a sus adorados Dimmu Borgir. Me encantaría volver a verles en mejores condiciones sonoras, ya que si bien el disco me ha encantado a nivel compositivo y estilístico, destilando una marcada personalidad, en directo, debido a las circunstancias, me sonaron algo faltos de cohesión, y repito, no porque la banda no pusiera toda la carne en el asador, pero no me llegaron a enganchar del todo.

Supongo que para el final dejarían uno de sus grandes temazos, Puppets of God, para el que también grabaron un excelente videoclip. Pero lo cierto es que estábamos bastante cansados debido a las horas y a los estragos del calor (terrorífico…), y decidimos de mutuo acuerdo ir emprendiendo la hora y cuarto de camino hasta casa antes de que terminase el bolo, llevándonos con nosotros el recuerdo de una noche intensa, y en lo personal, la satisfacción de haber podido, al fin, disfrutar de una edición del Deploy Metal Fest. Y por descontado, si puedo, volveré.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Deploy Metal Fest V (Sábado 29-07-23, Centre de Cultura Contemporània L'Escorxador, Elche)

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