miércoles, 5 de julio de 2023

Cuero y Pólvora (Leather Boys + Pölvora, Sábado 01/07/23, Sala 16 Toneladas, Valencia)

Casi sin dejarnos tiempo a recuperarnos de la enorme traca y paliza física que supusieron los tres días a piñón fijo del Rock Imperium 2023, julio se está mostrando inclemente en cuanto a conciertos a la vista, y puntualizo, además, conciertos a los que no me puedo permitir faltar. Y sin duda, este cartel que presentaba, para el primer día de mes, la sala 16 Toneladas, era para mí uno de los más atractivos, y que llevaba esperando desde su mismo anuncio. Por un lado, los valencianos Pölvora, una formación que se ha ganado a pulso un gran reconocimiento en su relativamente corta trayectoria. El concierto que les vi, hace ya varios meses, en La Gramola de Orihuela, me dejó con muchas ganas de más, y flipando al ver la calidad y entrega con que interpretaron los temas de su primer y único trabajo hasta la fecha, el “Fuego y Ceniza”, amén de otros temas que me llegaron al alma. Un disco que me encandiló ya desde su single de presentación, y que no ha dejado de sonar hasta hoy en mi reproductor, variado, con unos músicos de alucinar, y con una colección de temas que hacen que no te lo puedas quitar de la cabeza. Pero, por otro lado, no menos especial era la llegada de los avilesinos Leather Boys a Valencia. Si bien hace seis años que visitaron la ciudad, formando dupla, además, con mis adorados Jolly Joker, no tuve ocasión de verle en aquel concierto, lo cual no hacía sino aumentar todavía más mis ganas de revancha, de comprobar por primera vez cómo se las gastan en vivo, y de disfrutar en concierto todos esos temazos que son puro Rock’n’Roll de suburbio y tatuaje. Estaba convencido al 100%, de primeras, que iba a ser una noche muy intensa, y de buenas vibraciones.

Y, como también suele pasar, al final la realidad acabó por superar mis expectativas. Una velada petadísima de colegas, de sensaciones positivas, de pasión por el Rock, de ganas de apoyar y disfrutar hasta el último minuto y la última cerveza. ¿Noches que dan la vida? Pues esta fue una de ellas. Tenía tantas ganas de empezar la fiesta, que salí con bastante antelación de mi pueblo, y contando la hora y media de camino, llegué a la capi valenciana sobre las 21:00. Como no, acto obligatorio quedar con mi amigo Popi, a quien se unió su colega Ángel, gente de puta madre con quien también tuve el placer de compartir la noche. Y eso por nombrar solo a dos de entre el mogollón de buena peña con quien me encontré esa noche, y eso se ha convertido, desde hace mucho tiempo ya, en un gran aliciente a la hora de desplazarme hasta allí. Salimos de bares para ir creando clima y hacer tiempo para el concierto de Leather Boys.

Justo en su inicio, entraba un servidor por la puerta. La 16 Toneladas, como siempre, sonando de auténtico lujo, y los Leather Boys dando el trabucazo de salida con Leather Gunner, y ya desde el principio, dejándose la puta vida en el escenario. Eran tantas las ganas que tenía de verles que inmediatamente me fui a las primeras filas, para poder deleitarme con esas guitarras sucias a toda hostia y la batería golpeando en mi estómago. No estaban por levantar el pie del acelerador, empalmando con Aphrodisiac Grape, guitarras todavía más explosivas, furiosas y Leather Rose acompañando con su aro y subiendo de tono conforme avanzaba el tema. Y además, con unos modales descarados y retadores, bailando y moviéndose como un descosido por todo el escenario, o dando la cara en primera línea, como sucedió en Underground, a la que el bajista Triple L puso esas primeras notas de bajo, que tan marcado sonaba, para pasar a dar coros junto a su compañero Leather Dirty Duke. Entre estos dos músicos se vio una coordinación absoluta, en lo musical y en cuanto a actitud, y disfrutaron tanto como rienda suelta dieron a sus coreografías y movimientos locos. El concierto fue, a nivel de temas, básicamente un repaso a su último y brillante trabajo “Born in the Seventies”, que animo encarecidamente a escuchar a quien todavía no lo haya hecho, lanzado en plena pandemia, y que ya han defendido con uñas y dientes en muchos escenarios de nuestra geografía.

Una de mis favoritas, de hecho, arrasaba a continuación, esa Don’t Cheat on me, que de nuevo empalmaban con la anterior. Y si Leather Sex estaba bastante sueltecito ya desde el principio, se desató por completo en ella, agitando la melena y chuleándose junto a sus compañeros, mientras esos coros que tanta fuerza dan a sus temas seguían llegándonos de fábula, en vivo y en directo. Presentaban su más reciente creación, que no solamente es un disco, sino también un libro llamado Fairy Tales From The Underground (del que en breve os contaré mucho más, ya que lo estoy devorando, y es de lo más descacharrante y libre de tapujos que he leído en mucho tiempo). Y aprovechando la ocasión, la emprendían precisamente con Fairy Tales From The Underground, un tema en el que se aprecia un paso adelante en cuanto a madurez musical, pero sin dejar de lado ni un ápice de esa rabia, esa actitud macarra y ese toque punk que siempre ha caracterizado a su música. Y poca broma, que hablamos de una banda con 18 años de existencia a sus espaldas... También se dirigía a nosotros, de la forma más desvergonzada posible, Leather Sex, con quien confieso que me harté a reír hasta no poder más, que invitaba nada menos que al gran Lane Lazy a subirse al escenario con ellos, y poder acompañarles así en Stranded con los coros que también grabó para el “Born in the Seventies”. Entre Luismi y Lazy, a cada cual más caliente, incendiaron el escenario a lo bruto, mientras nuevamente Dirty Duke (que llevaba puesta una camiseta de Frank Suz), y Triple L, se volvían a coordinar como uno solo. Imparable durante todo el show, Leather Skelter a la batería, cada vez dándole más duro y con más ganas en cortes como Flower Power y la más setentera St. Mary’s Dance (para la que el citado Frank, por cierto, grabó las teclas en estudio), se salió en cualquier compás con una pegada tremenda.

Un nuevo discurso, canalla y sin pelos en la lengua, por parte del guitarrista Leather Sex no hizo otra cosa que echarle más leña al fuego, y el mismo, tras ponerse cara a cara, vacilón, con alguno de sus compañeros, se tiró del escenario sin contemplaciones… y es que se notaba que se le quedaba muy pequeño para su estado de euforia. Había temas que tenía una ilusión especial de escuchar en vivo. To the Curb era una de ellas, y cumplió sobradamente mis expectativas, con esa forma de Luismi de cantar y moverse tan enérgica y descocada, esas guitarras sucias y callejeras y un rollo muy punkarra que terminó con los desmadrados alaridos del vocalista. Tuvieron poco tiempo para tocar, pero lo exprimieron al máximo, y además, todo tuvo un aire muy ‘sobre la marcha’, sin saber uno exactamente lo que iba a ver o escuchar a continuación, todo muy salvaje y misfit. Y eso me encantó. Por supuesto, también tenía que hacer acto de presencia Born in the 70’s, uno de sus temas bandera, pura esencia Leather Boys con un estribillo que todo el mundo coreó a viva voz, mientras Luismi volvía darle caña a su aro y Skelter y Triple L continuaban pasándoselo de puta madre agitando sus instrumentos. Para culminar la actuación, dando la nota por todo lo alto, Leather Sex abandonaba el escenario, tocándose junto a nosotros esa sobrada indecente llamada R’n’R Blowjob, a quien poco después se unió su compañero Luismi, compartiendo micro, conectando con todo el mundo (mientras el bajista pedía palmas y ánimos), para finalmente, terminar ambos tirados por los suelos, en plan guarro, uno encima del otro, y con todos nosotros meándonos de risa. ‘El Axl Rose del Hacendado, y el Nicke Andersson del Mercadona os van a follar el culo’, fueron sus últimas y elegantes palabras. Canela fina, señores.

Visto lo visto, no puedo permitir que vuelvan a pasar tantos años sin verles en directo, y los que me leéis, tanto si les conocéis como si no, deberíais hacer lo mismo en cuanto podáis. Además, aquella noche pude corroborar en persona que son gente 100% auténtica, honesta y sincera, tanto arriba como debajo del escenario, y ese es el tipo de gente que me mola de verdad. Un placer enorme, de todo corazón.

Mala acalorada nos hicieron coger los de Avilés, así que aprovechando el descanso, salimos fuera a echar, mi colega Popi y yo, sendos cigarritos. El ambiente iba creciendo, y la peña se iba animando en plan exponencial. Pero si bien cuando llegué, a últimos de la tarde, el clima era más o menos aceptable, parecía que cuanto más avanzaba la noche, más soporífero se volvía ese calor pegajoso y asfixiante de Valencia.

Y ya se iban a encargar los Pölvora de subir la temperatura dentro de la sala también, y a lo grande. Muchísimas ganas, como digo, de encontrarme otra vez frente a ellos, y de volver a degustar esos temazos tan llenos de clase y energía. Y tal como avisaron ellos mismos a través de redes, con cambios en su setlist, y con más de una sorpresa que iba a resultar de lo más emotiva. La gente en esta ocasión abarrotaba las primeras filas, buena señal del cariño que ya se le tiene a la banda en su propia tierra, lo que me hace recordar la teoría de mi colega Sergio: cuantas más mujeres guapas haya en primera fila en un concierto, más triunfa el grupo, jejeje. Una vida sin más puso la maquinaria Pölvora en acción. Rubén al bajo, ocupando el centro del escenario e híper motivado, y un Lane Lazy que se salió en las partes más altas fueron las primeras notas destacadas de su actuación, que continuaba a piñón con Cuchilla y plomo, situándose ahora Alex delante, con esos golpes de guitarra tan apasionados, y con el apoyo vocal de Rubén e Izzra a los coros, transmitiendo y contagiando ese empuje al público, que cantaba en alto aquello de ‘maneras de perdedor’. El cantante se despojaba de sus gafas para Sicarios, una de mis favoritas del disco, y también de aquel directo, todavía en sus primeros compases, bordada con el solo de Alex, tremendamente enérgico y alocado, y unos coros elevados de Rubén que sonaban muy distinguidos gracias, otra vez, al excelente y bien ecualizado sonido del que también ellos gozaron. Lane Lazy hacía gala de sus dotes escénicas, moviéndose sin parar, adelante y atrás, en Nunca más, y pudimos disfrutar en ella de uno de esos momentos que me flipan: de esa impresionante pareja de guitarristas que son Alex e Izzra, arrimando hombros, apoyándose entre ellos y retorciéndose. El parche de Pölvora adornaba el bombo de la batería de José Lï, cuya actuación fue también impecable, e imponente, en todo momento.

Lazy nos lanzaba unas palabras de agradecimiento, y nos pedía ‘nunca nos dejéis caer’. Los primeros guitarrazos de Verte caer no se hicieron de esperar, encargándose Izzra de dar unos buenos coros y su compañero de guitarras, del punteo, volviendo a destacar ese vozarrón imparable de Lane Lazy. Izzra cogía ahora el micro, y con mucho humor y descaro, presentaba Santos y Diablos, que fue un auténtico subidón de serotonina. El vocalista, con sus patadas al aire, y de nuevo esa pareja formada por Izzra y Álex deslumbrándonos en primera línea de ataque, nos obligaban a cantarla a pleno pulmón, y lo mismo ocurrió con Directo al mar, también del “Santos y Diablos” de mis idolatrados Uzzhuaïa. Especialmente vacilón vimos a Lazy en Dispuesto a ladrar, balanceando su micro con el cable, y agarrándose al cuello de su compañero Rubén para cantar con él el estribillo. Poco puedo decir del vocalista valenciano que no haya dicho ya en estas páginas, y sin embargo, me gustaría volver a recalcar las toneladas de clase que lleva consigo encima del escenario, su dominio del espacio, su chorro de voz, su inmensa chulería y su desparpajo absoluto… en todo lo que hace. Y poco más le hizo falta para hacer vibrar a toda la sala. Estuvo brillante en su interpretación del Piece of Me (Skid Row), una versión que no vi venir, y que me puso el fuego en las venas recordando el descomunal conciertazo que vi de los americanos hacía tan solo una semana. Y no sería la última que nos dejaría locos. Lane cogía por banda su guitarra para acompañar a sus colegas en la más melódica Ceniza y vino. Pese a su cadencia más relajada, Alex no descansa, y es imposible, literalmente, verle quieto sobre el escenario, pisoteándolo y dándole caña a su melena como si no hubiese un mañana.

A partir de aquí, un imparable desfile de hits que hicieron de esta mi parte favorita del concierto. Las primeras notas de Quémalo fueron reconocidas inmediatamente, un tema que da para mucho en directo, y pone a fuego vivo al personal, levantando los ánimos hasta las nubes, y con toda la banda dándole al headbanging, compartiendo ambos guitarristas el micro en su recta final. Y cómo iban a olvidarse de otras de mis favoritas del disco, una Polvo que esperaba con ansias, una letra con la que, cambiando algunas fechas o palabras, casi cualquiera puede identificarse, y sin duda, una de las más especiales del disco, interpretada con una fidelidad pasmosa a este. Pero ojo, que continuaba la avalancha de Rock’n’Roll con dos de las versiones que más reventaron la 16 Toneladas, por una parte, Baja California, que ya nos adelantó Alex con esas primeras notas casi a escondidas. Me fui directo a mi amigo Popi para disfrutarla con él, sudando, cantando y saltando como animales, y Lane Lazy acercaba el micrófono al público para poder escucharnos mejor. Pero incluso con más intensidad todavía, la brutal Desde Septiembre, con Jose literalmente galopando sobre su batería, subió la temperatura cien grados de golpe, y creedme, fue tanta la locura y barullo que levantó, que tuvieron que poner a tope el aire acondicionado de la sala durante unos minutos. Se merecieron sobradamente los ‘oes’ que les dedicamos, y a través del cantante, nos pidieron ayuda para felicitar el cumpleaños a alguien cercano de la sala. Guardaron para la recta final algunos de sus más escuchados singles, como Miro atrás, en donde el vocalista volvió a sacar a relucir su capacidad inmediata para ganarnos a través de sus gestos y su actitud encima del escenario, y Nada que hacer, con notables coros y ese solo inundado de chulería por parte de Izzra, al que también se le vio entusiasmado durante todo el show.

Se presentía la liada final cuando Lazy llamó a su hermano del Rock’n’Roll, Leather Rose, a subirse al escenario, pero se hizo del todo evidente cuando empezaron a dar caña, nada más y nada menos, con la jodida Nice Boys Don’t Play Rock’n’Roll, de los Rose Tattoo… ¡¡agüita salá!! Desmadre y adrenalina, batería de Jose Lï en llamas y sonando como un cañón, pólvora y fuego arrasando el lugar, solos ardientes y como cabía esperar, comportamiento impertinente y festivo al máximo por parte de ambos vocalistas, que volvieron a formar un equipo de 10 por segunda vez en la noche. Ciudad de lobos, por último, llegó para poner un broche de oro, siendo también una de las más cantadas y disfrutadas de la noche, perfecta para que la banda se despidiese recogiendo de lo que sembraron aquella gran noche, en forma de gritos y alabanzas hacia ellos.

Más allá del concierto, y en concordancia con el gran rollo reinante también fuera de la sala, la noche se alargó muchísimo más de lo que tenía en mente, charlando con unos y otros, echándonos fotos de esas que en un futuro traerán maravillosos recuerdos, conociendo a gente nueva, incluso recibiendo regalos inesperados (muchísimas gracias de nuevo, Leather Boys, eso no se me olvidará nunca). También, muchas gracias a toda la gente de Valencia que, en un momento u otro, me habéis ofrecido vuestra gran hospitalidad y una cama donde caer muerto, y por encima de todo, a mi colega Popi por su amistad y apoyo siempre.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!

2