Los
carteles del Zurbarán Rock han ido, año tras año, desfilando ante mis ojos, con
propuestas cada vez más grandes, variadas y atractivas. El del pasado año,
concretamente, era verdaderamente espectacular, con nombres que hacían aumentar
exponencialmente mis ganas de ir, como Bonfire, Girish and the Chronicles,
Elvenking, Jaded Heart o Grave Digger, entre muchos otros. Pero la distancia
hasta Burgos desde mi pueblo, y la ausencia de gente con quien ir, eran un
escollo demasiado grande a sortear. Este año, la provincia de Burgos está que
arde en cuanto a festivales, solamente atendiendo a los de nuestro rollo, o
similar. Y centrándonos en la misma capital, también hay cosa gorda. Por una
parte, el 9 de septiembre se celebrará el Burgore Death Fest, una movida
exclusivamente dedicada al Metal extremo, un auténtico caramelo para los fans
del Black / Death / Grind. Y por otra, una nueva edición del Zurbarán Rock,
concretamente la sexta, mucho más suculenta para un servidor, y si cabe,
todavía más llamativa y golosa que las anteriores en cuanto a cartel. Y otro
dato casi igual de importante, con entrada libre, como es costumbre ya en este
evento. Demasiados años de ‘quiero y no puedo’ que, ya era hora, han llegado a
su fin, porque en este 2023 ha ido la vencida, y formando un inmejorable equipo
con mis amigos Kolega y Tere, decidimos, con muchas ganas y sin titubear,
embarcarnos en la aventura que nos llevaría hasta la capital burgalesa.
Estrenarse con un nuevo festival siempre es una ilusión enorme, descubrir
nuevos lugares, recintos, y gente. Y os puedo asegurar que para mí ha sido una
experiencia increíble que me encantaría poder repetir. Dos días por delante, de
absoluta libertad para disfrutar de 16 bandas del mejor Rock y Metal en un
mismo cartel, nos aguardaban.
Seis
horas y pico de viaje que nos tomamos con mucha filosofía (para mí, una
minucia, contando con las 48 horas que me he pegado dentro un autobús, en
varias ocasiones, hasta llegar a Wacken jeje), con paraditas para estirar las
piernas, roer algún bocata, echar un meo… esas cosas. Y casi sin darnos cuenta,
ya estábamos allí, incluso antes de lo previsto. Con tiempo de sobra, fuimos
sobre la marcha hasta la bonita casa de Fani y Kike, quienes nos darían asilo
durante ambas jornadas, y además, se portaron de lujo con nosotros. Dejamos
bártulos, rehicimos mochilas, nos acomodamos unos minutos para reposar del
viaje, preparamos algo de papeo… y directos a la Plaza San Agustín con el
tiempo ya más justo para ver comenzar a la primera banda de la tarde…
Xtasy:
…Que no
fueron otros que mis queridísimos Xtasy,
de hecho, uno de los grandes alicientes para mí del viernes, y encima abriendo
cartel. Inmejorable forma de iniciar un festival a tope de dopamina que hacerlo
con las refrescantes y contagiosas melodías de los navarros, que abrieron, con Perfect
Strangers y después, la más rítmica y acelerada Nowhere to Run para
ir elevando la curva. A los músicos se les veía radiantes, emocionados por
estar allí arriba, y no lo disimularon ni por un momento. Se adelantaba Carles
Salse por el centro del escenario, como poniéndonos su solo en bandeja y, en unos
segundos, sonaba la que para mí siempre estará entre mis favoritas de la banda,
Said and Done, con Xtasy ya
metidos en faena al 100%, imparables. La chulería inmensa de Johnny Kerchief al
bajo, luciendo badana y gafas de sol, el perpetuo movimiento de Jorge Olloqui
en la guitarra rítmica, y especialmente Silvia, que en esa parte de subida
estuvo espectacular, transmitieron mucha comodidad y alegría. Un tema que me
pone a mil, y al que daba continuación Flesh & Blood, tan enérgica
como el ritmo que marcaba el batería Abel Sequera, golpeando con ganas,
mientras Silvia se echaba unos bailes. Solo pararon para agradecer a Asociación
Metal Castellae el volver a darles otra oportunidad. Al mismo tiempo, la cantante
nos anunciaba que un nuevo disco ya está en camino, lo que es una grandísima
noticia para sus fans.
Durante
una introducción pregrabada, nos pedían palmas para Silent Heroes, y no
dejaron de crecerse aún más en la siguiente, Under the gun, de su “Second
chance. Jorge lo demostraba, saltando y flipándonos con sus movimientos, y
Johnny, ya sin sus gafas de sol, se abría de piernas para dar sus punteos. Tras
un buen grito de Silvia, que aquella tarde estuvo que se salió a como cantante
(mejor que nunca, diría), daba su solo Carles, que terminó de bordar el tema.
Sin duda Xtasy ha sido una banda que
ha ido acelerando a lo grande desde su primer álbum (del que por cierto, no
cayó nada), tanto a nivel compositivo como de producción, y son de esas
formaciones que cuidan con mucho mimo todos los detalles. Nos dejaban ahora a
solas con Abel, que se preparaba para dar su solo de batería. Y poquita broma
con este hombre. Batería sólido, técnico, apasionado y polivalente donde los
haya, un privilegio de ver en directo. No solamente es también músico de Elisa
C. Martín y Deathkeepers, sino que además este año ha sacado un discazo en
solitario llamado Soundscapes, una puta locura progresiva con la que estoy,
literalmente, alucinando. La primera parte de In The Steps Of Pioneers,
del citado álbum, fue empleada como base musical para el susodicho solo de
batería, en donde mostró de que pasta está hecho. La hostia. Merecidísima ronda
de aplausos para él desde el público, y a continuar con el tema favorito de
Silvia, Welcome to my world, a la que siempre le vi un rollo más
sinfónico. Los teclados disparados, eso sí, sonaron excesivamente fuertes al
principio, pero esto no quita que la interpretación vocal fuese de
sobresaliente, ni eclipsó ese entusiasmo con el que Jorge se acercaba a
nosotros, con sus pasos y guiños. Into the Fire me suena mogollón a
Eclipse, y eso es algo positivo, porque me encantan (de hecho, llevan años
contando con Erik Martensson como productor). Y si a inicio del tema, saltan (literalmente)
unas cuantas chispas del escenario, mejor que mejor.
Breve presentación, y homenaje a todas las mujeres presentes
con A luchar, versión en español de The War, que grabaron para su EP “Fuerza
Interior”. Los constantes punteos de Carles, durante prácticamente todo el
tema, fueron una delicia. Un guitarrista que tiende a mostrar aires mucho más
Heavy a la hora de plasmar los temas en directo. Into the Fire fue otro
pelotazo que nos puso a tope. Cada vez estaban más arropados por un público
que, a la vez, iba aumentando. También se vieron constantes gestos de cariño
entre ellos, por ejemplo, a Silvia recolocándole el pinganillo a su compañero
Jorge. De nuevo, Abel recogía protagonismo gracias a la atronadora batería de Eye
of the Storm, que sonaba como un cañón, y sus muchos detalles en los
platos, subiendo el calor con cada golpe, y por su parte, luciéndose Silvia con
esas partes más altas. Otro reguero de chispas, esta vez más largo, nos metía
de lleno en el último tema, la no menos trallera Die Young, dejando lo
más movidito para el final. Incluso el bajista, como demostró durante todo el
concierto, se sabía las letras, y con ella presenciamos los últimos y
espectaculares solos de Carles, y la gran forma que se encontraba Silvia,
vaciándose en agudos hasta el final. Por último apuntar que, con todo el
respeto hacia sus anteriores miembros, la banda ha ganado una auténtica barbaridad,
en todos los aspectos, con el cambio de formación que tuvieron a principios del
2021, y actualmente están a una altura que hay que ser tonto para perdérselos.
Y más que crecerán.
Temperance:
Me encontré con grandes y muy gratas sorpresas a lo largo de
este festival, sobre todo en cuanto a bandas que apenas había escuchado. Y una
de ellas fue la de los italianos Temperance,
cuyo directo caía a continuación sobre nosotros, y a más de uno nos dejó
boquiabierto.
Salieron a escena tan solo la mitad de la banda, y conforme
fueron cayendo los primeros acordes, aparecieron los demás. Pensé que era el
guitarrista Marco Pastorino quien llevaba la voz cantante, por lo bien que lo
hizo en los primeros fraseos, pero rápidamente Michele Guaitoli asumió ese
puesto junto a la cantante Kristin Starkey, de muy reciente incorporación en el
grupo. Pure life unfolds fue
perfecta para definir en directo el sonido de la banda, con mucha técnica en la
parte rítmica, aunque la voz de Kristin sonaba excesivamente alta, supongo que más
por mala ecualización que por su manejo del micro. Por suerte se fue
normalizando, y el grupo recibía sus primeros aplausos. Su música toca muchos
más registros de los que imaginaba, desde el Power sinfónico, que es su fuerte,
hasta temas con samplers, pasando por algún puntito progresivo. Y es que había
que ver con qué agilidad y talento tocaba su bajista Liuk Abbott en temas como Breaking
the Rules of Heavy Metal, cuyos arreglos me recordaron a bandas como
Gloryhammer o Beast in Black, pero más centrados en baterías potentes y estrofas
rápidas, con algún gutural incluido. Mucha técnica, como digo, de la mano de
Liuk, con una forma muy particular de tocar, pero no se quedaba atrás Marco
Pastorino a las seis cuerdas, en la también bailable My Demons Can’t Sleep,
una melodía que pasó horas dando vueltas por mi cabeza. Desde el primer
segundo, la banda, a través de sus componentes, peleó muy duro para ganar
nuestra atención y simpatía, con constantes referencias y juegos con el
público, como pasó justo antes de I am the Fire, en donde Kristin, ya
sonando mucho mejor, dio algunos de los agudos más increíbles de todo el
concierto. En ocasiones tenían un rollo muy escandinavo en sus ritmos, aunque
la variedad también era una de sus mayores virtudes, en general. Sorprendieron
con esa Unspoken Words y su halo más folk, que sazonada con violines grabados,
nos pusieron inmediatamente a botar.
En cuanto nos dimos cuenta, ya estábamos enganchados a
ellos, pero querían todavía más, y con gestos como ese solo de rodillas de
Marco, o la simpática Kristin tapándole los ojos con las manos, continuaron
ganando puntos. Tampoco dejaban de cambiar sus posiciones, o saltar si era
necesario, al ritmo que Marco Sacchetto marcaba tras su batería en Start
another round. Moló la parte instrumental que se marcaron, diría que
improvisada, con tan solo el guitarrista, el bajista y el batería sobre el
escenario, y sin cambiar esa misma formación, dieron caña a I The Loneliness,
contando con teclas pregrabadas. Cualquiera diría que abusaron demasiado de
estos recursos, pero lo cierto es que les quedaban como anillo al dedo, y
sabían sacar buen partido de ellos. El complejo ritmo, las armonías vocales y
ese final de infarto, fueron los claros protagonistas de Mission Impossible,
otro tema que me dejó enganchadísimo a su melodía, y llegaría uno de los clímax
del show con The Last Hope in a World of Hopes, tras la cual, nos
deshicimos en elogios y aplausos hacia los italianos. Pero para nada gratuitos:
se lo estaban ganando a pulso. Entraron ya con los bises con un tema cantado en
su lengua madre, Diamanti (con ambos cantantes frente a frente, al
principio), sin poder ocultar la alegría en sus miradas por la que estaban
liando, convenciendo a propios y a extraños, y con los ánimos ya arriba del
todo, Of Jupiter and Moons resultó ser un tema vibrante y de nuevo, muy
variado en sus melodías, que puso un punto y final insuperable. Se despidieron
de nosotros con una pista sonando de fondo, haciéndose fotos, saludando y
lanzando púas, ante un aplauso que parecía no tener fin. Una de esas bandas que
me encantaría volver a ver, a ser posible, en sala.
Girish and the Chronicles:
Con la
caída de los últimos rayos de sol, que había mostrado relativa clemencia con
nosotros durante parte del día, llegaba también uno de los momentos más
esperados de todo el festival, y según los comentarios que escuché, de pasada,
entre el público, no era yo el único que deseaba con ganas la salida a escena
de Girish and the Chronicles. Si las
enormes expectativas que me habían generado, tanto sus discos como las
maravillas que se hablan sobre su directo, iban a cumplirse o no, es algo que
podría comprobar de primera mano a continuación.
Habiendo
tocado la noche anterior en la sala Revi Live de Vicálvaro (Madrid), se les vio
salir completamente eufóricos al escenario, y creo que, ya con los primeros
temas, dejaron bien claro que iban a apostar muy, pero que muy fuerte, poniendo
el escenario a hervir, literalmente, con I’m not the Devil, actitud
aguerrida, poses despatarradas, cuellos a 100% por hora, i movimiento perpetuo
e incendiario. Sin duda, un inicio muy suculento y prometedor que no hizo sino
ir a más con Ride to Hell. Las guitarras de Suraz Sun crujientes y
afiladas, se escuchaban con todo lujo de detalle, y en este corte, el vocalista
Girish Pradhan terminó de mostrar sus verdaderos colores, siempre luciendo esa
melena con orgullo y soltura, sin cortarse un pelo a la hora de lanzar agudos,
apoyado por los coros del bajista, y moviéndose como una fiera de un lado a
otro, sin parar, sin dejar de levantar ánimos y pasiones. Para colmo de bienes,
todo sonaba como un tiro, y la actitud y las poses de los músicos me estaban
dejando alucinado. Suraz pateando el suelo, el bajista Yogesh Pradhan caminando
a zancadas y esas vueltas que daba Girish en Love’s Damnation… todo
estaba medido al milímetro, coreografías y gestos de auténtico videoclip de los
80.
De
hecho, lo suyo es un Hard Rock indiscutiblemente inspirado por bandas de
finales de aquella década, tirando mucho más hacia unos irreverentes y
‘chuleras’ Skid Row que, digamos, a unos más melódicos y amables Firehouse.
Girish nos dedicaba unas palabras de agradecimiento, un corto respiro roto de
nuevo por la trepidante avalancha de guitarras y los brutales golpes de Nagen
Mongrati, que estuvo especialmente desmadrado en este corte (había momentos que
solo se veían sus pelos tras la batería), imprimiendo un ritmo imparable a cada
uno de ellos, como Primeval Desire o Rock the Highway, en donde
vimos disfrutar también a lo grande, desmelenándose a gusto, al bajista, que
con sus ademanes hacia el público, nos inflamaba todavía más. Si bien habían
mostrado su faceta más Heavy al principio del show, la cosa ahora iba tirando
por tesituras más Hardrockeras, pero sin abandonar esa fortaleza y solidez en
su estilo. No debe ser casualidad que, habiendo tocado ya en la edición del
2022, se les quisiera de vuelta en el mismo escenario para este año. De
momento, sonido altísimo, potente y muy directo, del que te hace sentir los
temas hasta el tuétano. Quizá un poco más de definición, por poner algún pero,
no le habría venido mal, pero ni de lejos fue algo que emborronase el resultado
global. Según Girish, Loaded es un tema que les define por sí solo como
banda, y volvimos a presenciar un derroche de feeling escénico por parte de
todos los músicos, filigranas en la guitarra de Suraz, con ese rollo tan
ochentero y virtuoso, y unos solos que tiraban de espaldas. Fascinaron al
público, y llegado ya a este punto del concierto, no me extraña que estén dando
tanto de qué hablar.
Arpegios
guapísimos, notas de Yogesh muy marcadas en el bajo y unos coros por parte de
este último que tuvieron una gran importancia en Hail to the Heroes, en
donde el vocalista, muy emocionado por la respuesta del público, se puso a grabarnos
con su móvil sobre la marcha. Este último, presentaba Identity Crisis
como un grito de revolución, de provocación, un tema bastante largo, con varios
cambios de registro, en donde la furiosa actitud de Suraz al ejecutar el solo,
y de nuevo, esos movimientos tan estudiados y espectaculares, fueron notas
protagonistas. En su parte central, esas vibraciones de los bajos se podían
notar en la piel. La inspiración proveniente de los citados Skid Row se volvió
a apreciar claramente en The Heaven's Crying, muy del rollo de baladas
como Quicksand Jesus, incluidas esas subidas de intensidad y esas partes
vocales tan elevadas, llegando al clímax en ese espeluznante agudo del final.
Excelente elección para cerrar el show, Rock 'N' Roll Is Here To Stay
les fue que ni pintada a la hora de hacer participar al acalorado público, con
muchos más agudos, coros que se escuchaban de maravilla, filigranas de guitarra
con ademanes de rockstar por parte de Suraz (para mí, una de las grandes
estrellas del show, enorme)… y con el público ya totalmente rendido a sus pies,
se despidieron montando un jaleo de aúpa, e incluso se acercó hasta nosotros el
batería, portando uno de sus platillos en mano. Volví a quedarme con los
comentarios de aquellos que me rodeaban y la respuesta fue unánime. Palabras y
frases como ‘espectaculares’, ‘brutales’ o ‘hasta ahora, el mejor concierto’,
me llegaban a cada paso que daba. Y, por mi parte, no podría estar más de
acuerdo. No puedo dejar de recomendarlos, y ahora más que nunca.
Freedom Call:
Mientras
corría la media hora destinada a cambiar instrumentos y preparar el escenario,
la pantalla iluminada del escenario mostraba ya el nombre de Freedom Call, los powermetaleros
alemanes que siempre han gozado del cariño y la buena acogida de sus fans en
este país. Es sabido que sus conciertos son sinónimo de alegría y fiesta sin
complejos, y situándolos ya casi al final de la noche, eran una apuesta casi
segura para que el ritmo no decayese. A pesar de que intentar abarcar
demasiados estilos en un mismo cartel puede resultar algo arriesgado, era
también algo favorable a la variedad en este Zurbarán Rock 2023, que reunió a
muchos tipos de público.
Aprovechando
su misma introducción, Union of the strong fue una buena carta de
presentación, y Chris Bay se adelantaba hasta el respetable, como dándonos la
bienvenida y mostrándonos, por primera, pero no por última vez, su cautivadora
sonrisa. Prometían un concierto tan divertido y enérgico como siempre fue marca
de la casa, acentuando todavía más ese modus operandi con los saltos al
unísono, nada más comenzar Tears of Babylon, por parte de Chris, Lars y
Francesco, que ya hicieron levantar los primeros puños entre la gente, y las
primeras voces en ese pegajoso estribillo, algo también ‘made in Freedom Call’. Chapurreando un español
bastante espartano, Chris no dejaba de transmitirnos su buen temperamento. Sin
apenas concesiones Spirit of Daedalus inició con esa llameante batería
recargada de doble bombo, tras la cual se sentaba esta vez Klaus Sperling, un
músico de directo que ha colaborado en numerosas ocasiones con la banda, aunque
continúan sin asignar de forma oficial dicho puesto. Chris Bay dejaba su
guitarra a ratos, para mostrarse mucho más teatral sobre el escenario. Como
guiño humorístico, repitieron un par de veces el final del tema para deleitarse
con nuestros gritos a pleno pulmón.
Con el
jaleo que iban formando paso a paso, continuaron con la más rítmica Sail
Away, de su último disco hasta la fecha, “M.E.T.A.L.”, con introducción y
teclas disparadas, y esas melenas al viento de Lars Rettkowitz y Francesco
Ferraro, que dirigían sus miradas hacia nosotros buscando empatía. Se detenían
unos minutos para brindar, bromear con la cerveza española, y sin salir del
citado álbum, continuar con la hímnica M.E.T.A.L. en la que continuó
aumentando la sincronía y el buen rollo, también entre los músicos, como
demostraba el constante apoyo entre Chris y Lars, dando esas armonías de
cuerdas hombro con hombro. Mientras Francesco marcaba el ritmo, mástil en alto,
Chris se dirigía a nosotros para terminar de conquistarnos, y nos arrancó unos
fuertes gritos de ‘Freedom Call’ al
final del tema. Más introducciones grabadas para Metal Invasion. Tanto
vocalmente (dentro de sus posibilidades, claro) como físicamente, Chris se
mostraba en buena forma. Pero hubo algo que me impidió disfrutar del todo este
tema, y eran esos insoportables pitidos de los acoples, que amenazaban desde
hacía rato, y que me hicieron, incluso, tener que agacharme entre el público
para que no me estallaran los tímpanos. Por suerte, fue algo bastante puntual
que se solucionó definitivamente en 111 (the Number of the Angels). Y
continuaban esas melodías edulcoradas, esa sonrisa en el rostro del vocalista,
y esos saltos entre un público cada vez más entregado. Y es que estribillos
como este, sacan el buen humor a cualquiera, tal como la festiva y desenfadada The
Ace of the Unicorn, otro ejemplo más de que, a pesar de los años que llevan
en esto, Freedom Call se niegan (por
suerte para muchos de nosotros) a cambiar un ápice su estilo y esa forma tan
positiva de transmitirnos su música, ese ‘Happy Metal’ que llevan pregonando
por el mundo desde hace 25 años ya. No será una banda que destaque técnicamente
respecto a otras de su mismo género, pero saben desplegar buenas vibraciones
como pocas.
El
concierto subió a otro nivel de intensidad con tan solo unas notas
interpretadas por Chris, preludio inequívoco a la fabulosa Freedom Call,
con buena pegada de Klaus Sperling en su inicio, y de la cual cantamos cada
nota, incluso cada punteo, y nos dejamos el cuello en esa parte a mil
revoluciones por segundo, en la que se respiró más que nunca la fuerza del
momento, con puños en alto por doquier. Himnazo del Power Metal donde los haya,
sin duda, y muy buena interpretación vocal, por cierto. Y quizá fue un ‘pico’
de intensidad que no pudieron superar. En mi opinión, el concierto se volvió un
tanto repetitivo a partir de este punto, aunque absolutamente nadie dejó de
disfrutarlo. Con las gaitas pregrabadas, Power & Glory nos devolvía
esas líneas melódicas que son puro azúcar, casi empalagosas a veces, iniciando
la recta final de lo que ellos mismos llaman una ‘Happy Metal Party’. Con un
entusiasmo contagioso (tampoco ellos dejaban de saltar y pedir palmas),
continuaban con una más emotiva Hallelujah, un cover de Leonard Cohen
tocada en su mayor parte por Chris en formato acústico, y cantada por muchas
voces, pero más todavía se escucharon en Metal is for Everyone, con un
headbanging continuo por parte del bajista Francesco Ferraro. Llegaban los
bises, y las últimas balas de la recámara. La primera fue una infalible Warriors,
ensalzando aún más el tono festivo del concierto. Eché de menos más material de
sus primeros discos, pero al menos, el “Eternity” sí estuvo bien representado,
concentrado al final, y seguida a Far Away, que triunfó también lo suyo,
la banda echó el resto, dándolo todo, en Land of Light, con esos más que
conocidos teclados (pregrabados) volviéndonos locos a saltos, sacando además
provecho a la iluminación, y con Lars, Francesco y Chris botando hasta su mismo
final. Buen rollo, paz y amor infinitos… al menos, hasta la llegada de la
brutal ola destructiva de los titanes albaceteños Angelus Apatrida.
Angelus Apatrida:
Tras años y años viéndoles en acción (concretamente, desde
que sacaron su primer LP “Evil Unleashed”), a uno ya no le sorprende que, en
muchas ocasiones, Angelus Apatrida
ocupen los últimos puestos en los horarios de aquellos festivales en los que actúan.
Porque aunque el cansancio apreté, aunque hayas estado todo el día de fiesta
sin parar, son capaces de levantar hasta los muertos. El fresquito empezaba a ser
notable en la noche burgalesa. Pero ya se encargarían ellos de hacernos entrar
en calor, aunque tuviese que ser a la fuerza.
Víctor Valera, tras la batería, fue el primero en hacer
aparición y saludar, seguido de sus compañeros David, Guillermo y José
Izquierdo. No pronunciaron más que dos palabras seguidas… y comenzaba ya la
vorágine de destrucción masiva con Bleed the crown. Melenas al viento
del bajista y rabia desatada que dejaron incluso descolocado al personal ante
tal aluvión de furia inicial, todavía más acentuada en la brutal Indoctrinate,
con la que no dieron tregua a los compases más desquiciantes, con esas
influencias de Pantera en su sonido (especialmente notorias en este último “Angelus
Apatrida”) que nunca han querido esconder, presente sobre todo en los riffs y varios
solos de David y Guillermo que, cara a cara por momentos, retroalimentaban esa
intensidad tan salvaje que imprimen a todos sus temas. Siempre citan,
orgullosos, a su Albacete natal, y es que, sin ninguna duda, es la banda más
grande de todos los tiempos que han parido esas tierras. Guillermo hizo todo un
ejercicio de aguante vocal con esos fraseos de One of Us, mientras que José
J. Izquierdo, que aquella noche estaba que se salía de madre, continuaba
loquísimo, dejándose llevar por la pasión, y dando coros. Todos ellos, en
general, actuaban como auténticas bestias desbocadas, a muerte con el
headbanging, dándolo absolutamente todo. Nadie diría que al día siguiente iban
a estar en pie a las 8:30 para ir a tocar a Barcelona. No se cortaron un pelo,
ni en Vomitive, con esa muralla de bombos que nos palpaba la cara, ni en
Of Men and Tyrants, que lo partió a base de tralla desmesurada. El
público, que al principio estaba más tranquilo de lo habitual, comenzaba a
encabronarse, y es lo que digo, es que es imposible resistirse a sus temas por
mucho tiempo.
Daban un pequeño respiro, después de cinco temas casi empalmados,
para saludar… y poco más. No estaban allí para hablar, sino para castigar nuestros cuellos, y se notaba que querían
exprimir a tope el tiempo. Childhood’s End es una auténtica genialidad,
también de su último CD, y a pesar de la desfasada velocidad que adquirió,
Víctor no perdió el compás, es algo que me flipa en todos sus conciertos. Y
gracias a esos tempos desbocados también en Downfall of a Nation, ahí
estaba… ¡el primer crowdsurfing de la noche! Y no iba a parar ahí la cosa.
Porque la banda provocaba sin contemplaciones con cada nuevo tema, ya no con
palabras, sino con gestos desafiantes, posturas y actitud a raudales, como esa
forma de ejecutar los solos por parte de David. Me encanta su pose y la forma
de coger su instrumento, apoyado sobre la pierna y apuntando el clavijero hacia
el público. Muchísima mala baba en Violent Dawn, con el doble bombo de
Víctor aplastando nuestros cuellos, y en memoria (o más bien, deseando que no
vuelvan) de los tiempos de pandemia, por la rabia y la angustia que a muchos, y
a la propia escena del Heavy Metal, causaron, no tuvieron piedad a la hora de
desfogar su rabia con We Stand Alone, con coros furiosos por parte de
Jose. Incluso a Víctor se le veía gritar desde su posición, tema que coronaron,
además, prolongándolo con el fragmento más pesado del Strenght Beyond
Strength de mis idolatrados (y los suyos) Pantera. Y esto que voy a decir
parece increíble, sobre todo después de lo vivido hasta ahora, pero a partir de
aquí, todo subió exponencialmente. Porque no contentos, enlazaron sin perder un
segundo con Serpents on Parade, que sonó como un disparo, y la
desafiante Give 'Em War, en donde no hubo nadie entre el público que no
levantara el puño y gritara a pleno pulmón su estribillo.
Posando la mirada en las primeras filas, era evidente que
los mosphits y circle pits estaban ya totalmente fuera de control, la gente
había enloquecido definitivamente en este último tramo, y ya no había vuelta
atrás. Guillermo volvió a demostrar con creces que, además de ser un
guitarrista excepcional, rápido y letal, también tiene recursos vocales para
parar un tren, y Versus the World le quedó niquelada, con toda esa
variedad de registros… ¡y la gente cantando hasta las armonías de guitarra! Entre
gritos incesantes de Angelus Apatrida,
la banda se preparaba para desatar el infierno final. Y el crujido de huesos,
en la introducción de Sharpen the Guillotine, era un preludio a la destrucción
de nuestras propias cervicales, arrancando con una caña cerdísima, sin mesura. Reconozco
que este puto tema (y su letra) me saca de mis casillas, me sube las
pulsaciones a lo bestia. Otra vez, Guillermo se lució a lo grande en el terreno
vocal, y José continuaba sin dar descanso a su espalda, pero también metiendo
unas líneas de bajo guapísimas. Antes de finiquitar, el frontman se dirigía a
nosotros para anunciar su vuelta a Burgos en enero, y también que su nuevo
disco, “Aftermath” ya está grabado y saldrá en Octubre, expresándose siempre
con ese campechanismo y humor característico. Pero la hora de las risas se
acabó de forma tajante cuando You Are Next volvió a ponerlo todo del
revés, moshpits desmadrados, incluidos, canción perfecta para terminar de
expulsar cualquier sentimiento negativo que nos quedase, con un currazo de
batería espectacular, y unas guitarras de David electrificadas y llenas de mala
hostia.
Lo dicho, al final, y a pesar de las horas que llevábamos de
traca, me dejaron el cuello como un puto fideo cocido, y al mismo tiempo, con
un nivel cero de estrés. Vamos, como siempre. Pero el hecho de haberles visto
ya 17 veces no me va a quitar la ilusión de querer verlos otras tantas. ¡¡Gigantescos!!
Con una temperatura alrededor de los 15/16 grados, bastante
fresquilla, me volví a reunir con mis colegas, e hicimos marcha hacia la que
sería nuestra casa durante aquellas dos intensas jornadas, para descansar todo
lo posible antes de que el sábado nos diese la bienvenida. Su cartel proponía
una sesión de Rock y Heavy Metal todavía más larga, aunque para mí, este
viernes había sido, sin duda, el día fuerte.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Zurbaran Rock (Viernes 07-07-2023, Plaza San Agustin, Burgos)
Mejor esplicado imposible 🤘
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias!
ResponderEliminar