miércoles, 25 de octubre de 2023

Drops of Heaven... (FM + Dare, domingo 22-10-23, Sala Shoko, Madrid)

Casi sin tiempo de asimilar la avalancha de Rock’n’Roll que nos metieron entre pecho y espalda los Corazones Eléctricos en Murcia la noche anterior (pero sin olvidar ni por un solo segundo las grandes impresiones que nos dejaron), al día siguiente volvíamos a tirar de millas con el coche, casi en dirección contraria, para desplazarnos esta vez hasta el mismísimo núcleo de la capital madrileña. Llevaba bastante tiempo siguiéndole la pista con lupa a esta espectacular gira formada por FM y Dare, un auténtico caramelazo irresistible para los amantes del soft rock británico, un estilo que, si bien no está exento de cierto número de seguidores por aquí, tampoco goza de la atracción que tienen otros géneros. Sin embargo, dicho concierto tan solo estuvo en la lista de “posibles”, sobre todo por tema de gasto, hasta hace bien poco. Le añadimos unos cuantos planes, y aprovechando que hacía unos cuantos años que no nos acercábamos por esas tierras, y por tanto, había mucha gente conocida con la queríamos quedar… ¡Voilà!, ya teníamos el perfecto conjunto de excusas para disfrutar a lo grande de uno de esos conciertos que se repiten bastante a la larga por estos lares, y por el que tanto se me ha caído la baba desde que se anunció. Para ir en plan Low Cost, gorroneamos casa a nuestra amiga Rosa (gracias infinitas por la cama, la compañía, y el papeo) y aprovechamos el resto de días del viajecito para darnos un buen rulo por Madrid, aunque a decir verdad, el tiempo no acompañó en absoluto, lloviendo a manta cada dos por tres, y con el fresquito del otoño ya entrando por la puerta. Para quitármelo, no dejaba de frotarme las manos pensando en el que, al fin y al cabo, era para mí el principal objetivo de este fin de semana.

Tan precipitado fue todo que, de hecho, fuimos sin entradas anticipadas, de lo cual deberíamos haber aprendido ya, con el recuerdo todavía latente de aquel concierto de Reckless Love en la Caracol, en 2016, donde nos llevamos un buen susto y por poco no nos quedamos en la puerta. Según el portal de venta online, todavía quedaban unas cuantas en taquilla, pero antes de abrir puertas, sobre las 18:30, se formaba ya una buena cola a la entrada, con lo que el temor no desapareció del todo. Afortunadamente, y obviando la lluvia que empezaba a caer, pudimos pillar nuestro pase sin incidencias… bueno, salvo una. No entiendo porqué, si en todos los canales oficiales de venta pone que la entrada en taquilla vale 38€ (que no es poco…) nos la tuvieron que cobrar a 40, desentendiéndose el personal de la sala de toda reclamación. Eso es tener jeta de cemento, y fue algo que me tocó bastante los cojones.

Al menos, no todo fueron sinsabores en el acceso a la sala (mi primera visita a esta). La media hora de espera hasta que salieron los FM, estuvo amenizada con muy buena música, y muy coherente con el rollo que íbamos a ver, con temas de AC/DC, Def Leppard, Journey, Autograph… así da gusto. A parte, el ambiente parecía de lo más sano, y la media de edad era relativamente elevada, por lo que todo presagiaba unos conciertos tranquilos. Aunque todavía quedaba un ratito, yo estaba que se me comían los nervios, y nos pusimos, mi chica y yo, a guardar sitio entre las primeras filas.

FM:

Todo comenzó con la introducción, exactamente la misma que la de la reciente grabación del “Tough it out” en directo, reclamando nuestra atención con las luces ya apagadas y el humo brotando del escenario para, seguidamente, abrir, entre un mar de aplausos con Synchronized… y los nervios se transformaron en alegría. El grandioso Steve Overland, de momento sin guitarra al cuello, se paseaba por todo el borde del escenario, como reconociendo el terreno y, al mismo tiempo, saludando a sus fans con la mirada y exhibiendo toneladas de elegancia. Las luces, siguiendo el mensaje de la letra, alumbraban por momentos toda la sala, y ya desde el primer tema, empezamos a colaborar con las palmas. Otra introducción grabada dio paso a Tough it out, con ese inicio casi disco, un bajo muy prominente, y grandes coros del eterno bajista Merv Goldsworthy junto a los de su compañero a las teclas, Jem Davis. Uno de tantos temas coreables, que en seguida nos puso a cantar, adelantándose en el solo tanto Merv como Jim Kirkpatrick a la guitarra, para lucir palmito y demostrar que los años no pasan por ellos. Para Killed by Love, los insinuantes movimientos de Merv, por todo el escenario, y haciendo piña con Jem (que se lo pasaba en grande frente a su teclado), elevaban la temperatura a base de bien. También hubo muchas partes que cantamos desde el público, algunos poniéndole más pasión que otros. Lo que estábamos presenciando era un auténtico despilfarro de clase y saber estar, y unos músicos estratosféricos en cuanto a nivel técnico, y así es muy difícil no gozar a lo grande desde el principio. Steve, que se dio cuenta de ello, se dirigía a nosotros, dándonos las gracias y anunciando el final de la gira por España.

Momento absolutamente apoteósico, para mí, de los mejores de la noche, con la llegada de Someday (You'll Come Running), tan versionado por bandas como Air Kraft, Mark Free, o Venus & Mars, de cuya teclista fue obra este temazo. Puro y suculento AOR, con teclas resaltadas y unas líneas vocales clavada por Steve, que interpretó uno de sus grandes papeles de la noche, saliéndose con sus notas altas y sostenidas, un auténtico lujo para los oídos. Bravo por ellos, por recuperarla en directo. Jem Davis, a quien vimos pasarlo teta durante todo el show, saltando, cantando las letras, y contoneándose ante su instrumento, abría Let Love Be the Leader, en la que Steve se colgó su eléctrica ya hasta el final, aunque no siempre la tocó en todos los temas. Con una actitud tremenda, Merv Goldsworthy ya nos apuntaba con su bajo, ya se giraba hacia su compañero Pete Jupp, ya terminaba junto a Steve y Jim formando triplete. El medio tiempo The Dream That Died nos trajo una ambientación ochentera embriagadora, de esas que te hacen soñar con los ojos abiertos, teniéndonos a todos embelesados, con coros de Merv y Jim, teclas de pura fantasía, y un Steve, de nuevo, celestial en las voces, entregado, sonriente y elegante como pocos cantantes se pueden ver a día de hoy. El vocalista (y creo que no en broma), nos dijo que querían eliminar a toda costa del setlist American Girls, pero que finalmente, para regocijo de la gran mayoría, la iban a tocar porque no dejábamos de pedirla. Y la verdad, no entiendo porqué quieren deshacerse de ella, es una melodía fresca, que llega directa, y además, pudimos disfrutar de esas armonías de guitarras ejecutadas, codo con codo, entre Steve y Jim, que sonaron para chuparse los dedos. Y con unas teclas, de nuevo, flipantes. En realidad, todo sonaba increíblemente claro, con el volumen perfecto y muy definido para que uno pudiera prestarle atención a cualquier instrumento. Un verdadero gustazo, un concierto que, hasta ahora, lo estaba teniendo absolutamente TODO.

Y así continuaría. Aunque Frozen Heart, por su cadencia y repetición de estribillos bajó un poco el ritmo, los recursos escénicos, como las suaves luces, la ambientación sonora y el humo, volvieron a transportarnos a los mejores años del AOR, con ese punto extra de clase y sofisticación inglesa. Las excelentes bases de bajo, teclas y baterías fueron cruciales, y volvieron a poner a toda la sala a hacer palmas. Los siguientes dos temas me volvieron loco, y supusieron para mí el mejor momento de toda la noche. That Girl fue pura esencia, unas teclas de ensueño, una batería firme y sólida, el solo tan guapo de Jim Kirkpatrick (apuntándonos con su mástil)… observando al público a mi alrededor, se notaba a la legua que todo el mundo la estaba paladeando como un manjar de lujo, bailes y voces por doquier, al igual que sucedió con Bad Luck, otro suculento plato de cinco tenedores. Jim, Steve y Merv flipándose, los tres en línea, con coreografías incluidas, unos bajos tremendamente marcados que se escuchaban exactamente iguales al disco, directos a las costillas, y unos coros de escándalo… qué rollazo más guapo, colegas, fue increíble verla en directo. Uno de esos momentos que por sí mismos, definen una noche entera. Y para iniciar una recta final de infarto, que mejor que I Belong to the Night, celebradísima y (para variar), cantada desde todos los rincones, con un feeling por las nubes. Dejando simplemente colgada su guitarra, Steve se concentró en cantarla, deleitándonos con esos registros tan profundos y únicos, y es que hay que puntualizar que conserva una voz maravillosa, capaz de llegar hasta dónde quiere y de hacerlo, además, con gran entrega y personalidad, luciéndose de nuevo en esas notas altas. Además, un solo de guitarra deslumbrante y pulcramente tocado, Jem recorriendo sus teclas una y otra vez y ese estruendoso solo de batería final a cargo de Pete, bordaron el tema con hilo de oro.

Antes de tomarse un pequeñísimo descanso antes de los bises, nos regalaron Turn This Car Around, el único tema que cayó de su último álbum, “Thirteen”, que tampoco pasó precisamente inadvertida, a pesar de no estar entre sus grandes clásicos. No nos hicieron esperar demasiado, pero tan solo volvieron al escenario Steve Overland y Jem Davis. Lo que vino a continuación… fue pura magia, inolvidable. Solamente con pianos y la voz de Steve, interpretaron Story of my Life, un momento en el que la sensibilidad, literalmente, se desbordó, poniéndome los pelos como escarpias con un ‘soul’ brutal, unos instantes con alma propia. Como elemento emotivo extra, recordar que Chris Overland, hermano de Steve y uno de los fundadores de FM, falleció hace tan solo escasos meses. Nada de percusión ni bajos, pero el resto de miembros de la banda salieron hacia la mitad del tema para aportar voces a los coros, ganándose a pulso ese sonoro ‘¡eh! ¡eh!’ que les dedicamos desde abajo. Para el final, optaron por registros más alegres y movidos, con la edulcorada melodía de Other Side of Midnight, con la banda al completo, y como añadido, con Jem Davis empuñando su keytar, moviéndose por todo el escenario, disfrutando de esa soltura, y acercándose a sus compañeros, desatando un buen rollo infinito que nos contagiaron por completo. Se despedía Steve, y con un último reprís del tema, nos robaron una última tanda de aplausos. Un concierto que me dejó un sabor de boca inmejorable, y solamente por el cual ya mereció la pena hacernos el viaje. A pesar de haberles visto ya anteriormente, no dejaron de emocionarme ni sorprenderme un solo segundo del show, haciendo gala de una clase gigantesca, un setlist difícilmente mejorable y una actitud que no deja duda de por qué siguen siendo insuperables en su rollo tras cerca de cuatro décadas de carrera.

Salimos afuera a echar unos humos, y comentamos el concierto con peña que se había desplazado desde bastante lejos para acudir a tan renombrada cita. La lluvia, lejos de dar tregua, se había envalentonado todavía más, y tuvimos que apelotonarnos en la entrada (por suerte, cubierta). Afortunadamente, no hubo ningún problema con esto por parte de la sala. Nos preparábamos, de paso, para el siguiente envite, el que nos ofrecerían los también británicos Dare, casi a partes iguales con FM, el otro gran motivo para irnos a la capital. En el año 2016, para mi gran sorpresa y la de muchos, actuaron en el Leyendas del Rock, pero tuve que perdérmelos por su coincidencia con Helloween. Desde entonces, llevo deseando verles todavía con más ahínco, y esta fue la ocasión perfecta.

Dare:

Quizá no me apasionan tanto como FM, no he profundizado tanto en su discografía, y para mí no tienen temas tan memorables, habiéndoles prestado menos atención en su época más folk. Pero aun así, tratándose de una banda de Hard melódico de los 80, con un buen puñado de grandes discos, y las ganas acumuladas que tenía, sabía de antemano que iba a disfrutarles una burrada. Y confieso que en directo me gustaron incluso mucho más de lo que esperaba.

Precisamente, ante una introducción que simulaba lluvia (ni hecho adrede), iban apareciendo sus componentes sobre el escenario, saludando con los brazos en alto, y bastante motivados para cerrar a lo grande esta rama de su gira actual en nuestro país. Especialmente entusiasmado se presentó, ante nosotros, Darren Wharton, sorprendentemente poco cambiado por el paso del tiempo. El que fuese teclista de los legendarios Thin Lizzy, continúa liderando, treinta y cinco años después, a sus Dare, aunque con un parón de unos cuantos años de por medio. Terminó de soltarse con la inicial Born in the Storm, acompañado de músicos de élite entre los que destaca el colosal Vinny Burns, a quien nunca había tenido la oportunidad de ver en directo (cuando vi a TEN, en el 2006, ya no estaba con ellos). El célebre guitarrista se mostró más comedido en los primeros pasos del bolo, para ir entrando en calor poco a poco, mientras que el bajista Nigel Clutterbuck estuvo muy activo en temas como Cradle to the Grave, con movimientos contundentes y constantes guiños, transmitiendo muy buenas vibraciones. Inicio de concierto muy alentador, ya que con tan solo unos pocos temas, consiguieron poner en movimiento a la Shoko entera, a base de simpatía, conexión y buen hacer. Las teclas también fueron un elemento muy importante en el bolo, con Marc Roberts metiendo las primeras para Home, al tiempo que también colaboraba con los coros. Tema muy pegadizo y de onda positiva que todos canturreamos en su estribillo, tal como sucedió con Until, también del “Sacred Ground”, que incluyó sonidos de instrumentos celtas pregrabados para añadir esa ambientación tan especial de la que hacen gala sus discos posteriores a los dos primeros. Todos nos arrancamos también con nuestras voces, alentados por Darren, que no cesaba en su empeño de animarnos constantemente.

El sonido fue algo distinto al de FM. Si bien estos últimos destacaron por su impecable limpieza, en la actuación de Dare todo se escuchaba un poquito más turbio, pero sin embargo, sonaba mucho más potente en general, sobre todo la parte de las bases rítmicas. En este punto, hay que remarcar que no les acompañó su batería de los últimos tiempos, Kev Whitehead, sino Greg Morgan, un viejo conocido de la banda con quienes grabaron el “Blood From the Stone”, del que más adelante sonaría algún corte. Greg demostró con creces ser una auténtica bestia a los palos, especialmente en las partes más virtuosas, pegando duro y contundente. En su setlist, apostaron por temas clásicos de sus inicios, bien mezclados con otros más contemporáneos, casi a partes iguales. Lo cierto es que yo esperaba más peso de los primeros, pero eso no quiere decir que no hiciesen un concierto casi redondo. Del último disco hasta la fecha, sacaron esa homónima Road to Eden, continuando Darren con sus perpetuas idas y venidas por el escenario, extendiendo los brazos, haciendo muecas a su público y con el ‘Os Quiero’ siempre en boca, sin desprenderse en ningún momento de sus gafas de sol. Nosotros estábamos algo alejados de las primeras filas en esta ocasión, pero todo se veía y se escuchaba de auténtico lujo. A partir de este momento, vino una de las partes más tranquilitas del show, dando rienda suelta a esa faceta más mística de la banda, como sucedió con Sea of Roses, en la que definitivamente Vinny se soltó la melena, posicionándose en el centro del escenario, luciendo su ostentoso talento a las cuerdas, y visiblemente contento, sin parar con esos gestos y poses tan ochenteras que me fliparon, continuando con Silent Hills, presentada previamente por Darren, en donde el vocalista dio el 100% con esa voz tan aterciopelada y agradable (y poco erosionada por el tiempo), muy intenso, muy entregado, compensando la bajada de intensidad con sus enormes cualidades como frontman. Un tema de los más sentidos de la noche.

Wings Of Fire, del citado “Blood from the Stone” fue una de las grandes estrellas, cantada a pleno pulmón, que desparramó por toda la sala un ambiente de fiesta y celebración, con muchas manos en el aire. Vinny, una vez más, demostró de qué pasta está hecho, haciendo rugir su guitarra con mucha elegancia en sus movimientos. Claro que… nada comparable al que podríamos considerar el GRAN clásico de la banda, Abandon, que levantó mil y una pasiones entre la peña. Incluso alguien de entre el público esgrimía en alto aquellos vinilos de sus inicios. Darren, Nigel y Vinny, con mucho aplomo, se situaban codo con codo, coordinando sus movimientos, regalándonos este último uno de sus mejores solos. Los cánticos resonaban en la sala, tanto como la dura pegada de Greg en algunas partes… La esperaba más hacia el final, pero aun así, ¡fue apoteósica! No se alejaron de su mítico “Out of the Silence”, indicio de que iba siendo ya el momento de sacar la artillería pesada, y volvieron al ataque con Into the Fire, volviendo a abrumar esos teclados en primera línea, percibiéndose más que nunca esa esencia ochentera. El incansable Darren, comiéndose por completo el escenario y codeándose con el bajista Nigel, dio otra lección magistral de cómo ser un frontman activo, entusiasmado con su trabajo, y cantando de maravilla. No permitía que bajara el ritmo, fuesen más o menos cañeros los temas, pidiendo palmas, repitiéndonos lo mucho que nos querían, y saludando de nuevo a sus colegas de FM, que presenciaron todo el concierto desde las alturas de la sala. Volvía a salir humo del escenario para reforzar todavía más el ambiente, y volvían a presentar un tema nuevo como Thy Kingdom Come. Máxima actitud de Vinny a la guitarra, pero sobre todo, destacando en esas partes del medio el atronador Greg Morgan, redoblando y aporreando la batería. Dedicada a la lluvia (que continuaba cayendo en los exteriores de la sala), se balanceaba Darren en el soporte de su micro para interpretar The Raindance (y no Kiss the Rain, como imaginé cuando la presentó).

Todos a una, Vinny, Nigel y Marc formaban una buena base de coros, que rápidamente nos contagiaron, a pesar de que extrañamente, no fue el tema más aclamado por el público, que se noto algo apático durante este. El escenario, entonces, adquirió tonalidades rojas para King of Spades, retornando a ese sonido más puramente AOR de sus inicios, melodías suaves y embriagadoras, Darren la dedicó al inconmensurable Phil Lynott, el que fuera ‘su jefe’ años atrás, y el bajista, con los ojos cerrados, sintió cada nota del solo de V. Burns. También sonaron disparados instrumentos celtas que añadieron un extra de feeling a un tema ya de por sí muy emotivo, y que además, incluyó una gran sorpresa, un tributo final a Thin Lizzy, que acrecentó notablemente la intensidad. Aprovechando el ‘momentum’, Darren cogió prestada una tablet de uno de los asistentes de las primeras filas para registrarlo todo, desde las caras emocionadas de Vinny y Marc, hasta el público cantando a pleno pulmón. Ya con la sala al completo metida en el bolsillo, y prometiéndonos que en un futuro volverían a girar por aquí, soltaron el último cartucho, que correspondió a Return the Heart (también conocida como I Will Return en su regrabación para el “Arc of the Dawn”) , muy bonita y melódica, tal vez demasiado para tratarse del final, pero muy animada por parte del vocalista, que cogió su propio teléfono para grabarla en vídeo, mientras el resto de músicos nos mostraban su mejor sonrisa de despedida, sobre todo Marc, que comenzó marcando el ritmo dando golpes a su bajo, y terminó acercándose a nosotros para dar las últimas notas. No hubo bises, quedó todo bastante concentrado, y la gente en general muy contenta. En general, no tuvo un ritmo tan homogéneo como el concierto de FM, pero estuvo lleno de momentazos vibrantes en cuanto a temas, y unos músicos muy entregados que dieron lo mejor de sí mismos en cada uno de ellos.

Salí de allí muy contento, guardando preciados momentos que mi memoria retendrá durante muchísimo tiempo. Segunda vez frente a unos FM descomunales, y primera con Dare, que supieron conquistarme desde el primer tema. Una hora y cuarto por banda, más que aceptable para disfrutar largo y tendido de los grandes temas de cada una, de todas sus etapas, con un sonido excelente en ambos casos. En lo personal, diría que FM fueron los vencedores, pero lo cierto es que Dare lograron encandilar al público a un nivel casi superior, incluso. Con grandes sensaciones, abandonábamos la sala junto al resto de la gente, pero al final tuvimos que acelerar el ritmo para escapar de la pesadilla sonora que nos “enchufaron”. Que sí, que está claro que al final la sala Shoko es como la gran mayoría, un garito para pijos cuando no hay conciertos de Rock, y en cuanto estos últimos terminan, se quieren librar rápidamente del personal, pero vamos a ver, me cago en mi puta vida, ¿es preciso que dos minutos después de terminar Dare nos metal al puto King África de los cojones? Ganas de vomitar, oigan…

En fin, que tras echar el último cigarrito a las puertas de la sala, y concienciarnos de que nos íbamos a calar hasta los huesos de camino a casa (no llevábamos ni paraguas ni chubasquero), salimos pitando para pillar el metro más cercano bajo la intensa lluvia que caía sobre Madrid. El día siguiente lo dedicamos a actividades sociales, pasando la tarde con nuestra colega Patri, pasándonos por el mítico Telón de Acero para hacerle una visita a Sara y quedar también con nuestros colegas Soko y Javi, con quienes nos tomamos un tentempié de los que quitan el hipo. Un abrazo a todos desde aquí, y deseando volver a Madrid.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


FM + Dare (Domingo 22-10-23, Sala Shoko, Madrid)

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