martes, 5 de diciembre de 2023

Music in my Soul (Warcry + Dark Moor, Sábado 02/12/2023, Live Las Ventas, Madrid)

Siguiendo la tónica general de lo que suelen ser mis conciertos últimamente, lo de este pasado sábado en Madrid fue un auténtico locurón, y con ello no solamente me refiero al grado en que disfruté de ambos conciertos, sino principalmente al hecho de que todo lo referente a la asistencia al evento fue decidido en las últimas 48 horas antes de celebrarse, y es que dos días antes, ni siquiera había valorado la posibilidad de asistir, como siempre, debido a temas de pasta y escasos medios… aunque me muriese de ganas de ver, ante todo, a mi banda nacional favorita de todos los tiempos, los grandiosos Dark Moor. Antes de continuar, me gustaría mandar desde aquí un profundo, sincero y eterno agradecimiento a Sara, de Heavy Mettle, y a Rubén de Conciertos Por Madrid (donde también podéis leer esta crónica), sin cuya inestimable ayuda, me hubiese sido sencillamente imposible estar allí, sobre todo, con tan poco tiempo de antelación. Así pues, intentando que el viaje fuese lo más ‘low cost’ y exprés posible, hicimos maletas, buscamos alojamiento, preparamos papeo, y el mismo día 2 salimos de buena mañana hacia Madrid, con una ilusión casi indescriptible. El pasado sábado, la capital vibró a ritmo de Heavy Metal con una de las bandas más queridas y exitosas de nuestro rollo en este país, como son Warcry, cuyo triunfo fue aplastante, aunque sería injusto no aclamar, como mínimo al mismo nivel, el soberbio conciertazo que también se marcaron Dark Moor, que aunque actuaron en calidad de invitados, para el que suscribe fueron el auténtico plato fuerte de la noche. Una banda injustamente infravalorada que, sin embargo, derrocha una calidad inmensa en cada uno de sus trabajos, tanto en estudio como en directo, y que aunque solo sea por lo difíciles que son de ver, ya fue un auténtico privilegio tenerles sobre aquel enorme escenario.

Dark Moor:

Obviamente, les correspondió a ellos destapar aquella caja de intensas emociones que fue la noche del sábado. Las temperaturas en Madrid eran bastante bajas, algo que se percibía incluso en el interior de la carpa montada en el interior de la plaza, aunque la música de Rainbow, Heart, Manowar… amenizaba la espera y nos hacía entrar poco a poco en calor. Pero nada como ese poderoso inicio de los madrileños para conseguirlo definitivamente. Puntuales como un reloj suizo, fueron a por todas con su más reciente single, la remozada versión del Mio Cid cantada castellano. Con la batería de Carlos complementando esa introducción, y toda la banda ya en escena, aparecía ante nosotros la majestuosa silueta del gran Alfred Romero, sin duda uno de los grandes protagonistas de la noche, para deleitarnos con la exquisita profundidad de esos tonos graves, secundados por los coros del maestrísimo Enrik y Javi Diez, incorporado al teclado para la ocasión, que le dio al concierto un toque todavía más distintivo. Igualmente, el violinista Óscar Calvo destacó enormemente en los últimos compases del tema. Presentaba Alfred brevemente Birth of the Sun, a la que las armonías entre Enrik, Javi y Óscar aportaron un color ligeramente distinto al original. Este último, se mostró especialmente motivado durante todo el concierto, bailando y moviéndose sin parar, y Alfred, con ese vozarrón, nos ofreció una interpretación de auténtico 10.

El público todavía se mostraba, por desgracia, algo estático, y el sonido no era el que merecían, con la batería de Carlos adquiriendo demasiada presencia, aunque poco a poco iba ganando nitidez. Para mí, y creo que para muchos, la mayor sorpresa en el repertorio fue El Último Rey, absolutamente maravillosa, que me puso los pelos como escarpias. Gran actitud por parte de la banda, Dani apoyando el pie sobre el monitor, desplegando contundencia en su forma de tocar, y Enrik acercándose a sus compañeros para crear ambiente. Para variar, la impresionante voz de Alfred, sólida y apasionada, repitió protagonismo, marcándose también unas palmas hacia el micro para añadir aires folclóricos al final. Dedicada a la memoria de Diego de León, disfrutamos también de ese “Ars Musica” de la mano de First Lance of Spain, uno de sus muchos temas históricos, y una de las más celebradas, que Óscar abrió con gran sentimiento, y Enrik bordó a las seis cuerdas, con gran cantidad de cambios y virguerías que merecía la pena pararse a observar. El mismo, se adelantaba, puño en alto, a la parte delantera del escenario, antes del solo, mientras las luces parpadeaban a toda velocidad.

La melódica y dulzona And For Ever puso el punto más emotivo a su actuación, con esos registros folk típicos de su “Origins” perfectamente plasmados en el directo. Alfred se colgó en ella su guitarra acústica, pero no fue algo que restase en absoluto poder a su increíble voz. Al fin parecía que todos nos arrancábamos desde el público a colaborar con ellos, a base de palmas y coros bien fuertes. Tal vez no fue la elección perfecta para un concierto tan breve, pero no es más que una muestra de que Dark Moor siempre se han caracterizado por hacer lo que les viene en gana, sin depender de factores ajenos, y a la vista estuvo de que fue muy bien recibida. Aunque me costaba mucho asumirlo, el concierto estaba ya llegando a su compases finales, pero no podían despedirse sin regalarnos ese single que tanto me ha gustado, Héroe del Mar, esta vez inspirados por la figura de almirante Blas de Lezo. Su letra, una gozada escrita por el poeta y letrista habitual de la banda, Francisco J. García, fue cantada de una forma magistral por Alfred, que además, le dio mucho matiz teatral, en una demostración palpable e indiscutible de que es uno de los mejores vocalistas que tenemos aquí. Las bases de Dani y Carlos rebotaban a gusto en las paredes de la carpa, y al final, todos acabamos cantando esos coros a pleno pulmón.

Alfred volvía a tomar su acústica, y un amago de la clásica ‘In the Hall of the Mountain King’ por parte de Enrik, nos transportó, junto a la carretera que aparecía en la gran pantalla de fondo, hasta The Road Again, otro de sus hits del “Ars Musica”, que es fijo en sus directos desde hace tiempo, con las teclas sonando de fábula y aportando mucha vida al tema. Dani, ostentando actitud y presencia, pisaba el monitor al frente del escenario, y esos tonos vocales más elevados me llegaron hasta el tuétano. Pero si realmente hubo una gran destacada en el concierto a nivel de participación, esa fue sin duda La Canción del Pirata, su carta de despedida por todo lo alto. Triunfal desde la primera nota, empezamos cantando el estribillo a capela junto al frontman, hasta que todo fue invadido por esas potentísimas baterías de Carlos Delgado, cuyo trabajo, particularmente en este tema, fue inconmensurable, con cambios continuos, ritmos cruzados, y doble bombo a piñón, una sobrada de talento, sin desmerecer la ejecución del maestro Enrik García, que no solo clavó sus riffs, solos, y coros junto al teclista, sino que incluso se marcó unos bailes con su compañero Óscar. Con un sonoro ‘¡Os queremos, Madrid!’ y la pertinente foto de despedida, dieron su concierto por finalizado entre cuantiosas ovaciones.

Un concierto que se me hizo terriblemente corto, a pesar de la intensidad con la que lo disfruté, pero que me dejó unas sensaciones inmejorables. Puede que no tuviesen el mismo impacto que Warcry, ni el mismo nivel de asistencia, y me da bastante rabia no poder verles con más asiduidad en directo, porque son un verdadero tesoro nacional, pero mi alegría al comprobar que siguen en tan espléndida forma (y con un nuevo disco en gestación), ya fue recompensa más que suficiente por haberme desplazado hasta la capital.

Warcry:

Aunque no se estaba muy bien, que digamos, salimos fuera a tomar el fresco, y a charlar sobre lo acontecido y sobre música en general, con varios compañeros de prensa. La gente llegaba en manadas, sin parar, hasta el punto de generarme dudas sobre si el recinto podría acoger a tal multitud. Efectivamente, tras unos minutos de despiste, me giré, y ya no se podía ni entrar por la puerta.

Avanzando unas filas, uno ya podía percibir el ambientazo y las ganas incontenibles que predominaban bajo la carpa, que a los asturianos se les quedó pequeña a todas luces. El escenario se inundaba de humo, y el griterío desbocado al apagar las luces y mostrar el vídeo en pantalla de fondo, fueron tan solo el preludio de una pasión desbordada que se encendió definitivamente con A por ellos, con unas baterías desmesuradas en volumen que adolecieron del mismo problema que las de Dark Moor al principio: excesivo rebote y presencia. Víctor salía al escenario, más comedido que otras veces, pero con muchas ganas y empuje, y aunque se le notaba una ligera ronquera en la voz, levantó a todo el mundo casi sin proponérselo. Nuestras palmas seguían a las del vocalista, que saludaba, y rápidamente volvía a meterse en faena con Que Se Vaya. Aquí las guitarras sí tuvieron más brillo, especialmente en el solo, pero la batería continuaba siendo implacable a la hora de ensordecernos, algo que, por fortuna, fue mejorando con el tiempo. Con dos temas de su “Daimon” despertando tantas voces y palmas, era lógico adivinar que los del “¿Dónde está la luz?” lo pondrían todo patas arriba, y así fue en Nuevo Mundo, con la que los saltos del respetable fueron automáticos.

Ante la demoledora respuesta, Víctor nos dejaba cantar a nosotros cada dos por tres, y tanto Pablo como Roberto se adelantaban para lucirse en el centro del escenario. Recordaba Víctor la última vez que pisaron ‘la capi’, en aquel festival pre-covid y pre-separación temporal, llamado Escena Rock, y de paso, presentaba la próxima Contra el Viento, otro valor garantizado en directo, con esos asomes de teclas y más humo invadiendo el escenario. El vocalista nos conquistaba a fuerza de carisma y gestos constantes, mostrando una comunión impecable con todos nosotros en temas como Alma de Conquistador o Perdido, pero también Roberto se ganaba nuestro respeto a base de actitud, con su melena siempre al viento y sin parar un solo segundo quieto. Pablo se encargaba, junto a su compañero Santi a las teclas, de los coros de apoyo, algo que en más de una ocasión ayudó a la consistencia vocal. Los vídeos, en la enorme pantalla, contribuían al espectáculo, a veces con videoclips enteros, otras con imágenes de lo más evocador, pero también la iluminación tuvo un gran papel, como sucedió en temas como Desde el Dolor, arropando esa cadencia casi de réquiem con tonalidades mucho más tenues, y encendiéndose de rojo cuando Santi Novoa se quedó solo en el escenario.

Tocando unos fragmentos de Luz del Norte o Nana, se le unieron sus compañeros, con el terreno ya preparado para atacar con un Ardo por Dentro a todo gas. A estas alturas ya se notaba cierta mejoría en el sonido, y otra cosa que no se podía pasar por alto era lo exageradamente abarrotado que estaba el recinto. Los gritos de ¡Warcry! ¡Warcry!, entre tema y tema, eran una señal inequívoca de triunfo, incluso en aquellos más recientes como el himno Quiero oírte o la bonita melodía de Siempre (que a la broma, ya cumplen 10 años…), extraídas ambas de su “Inmortal”. Buen trabajo de Víctor, salvo algún gallo muy puntual, que con una sonrisa perenne en su rostro, se paseaba desde el teclado de Santi hasta la batería de Rafa, y volvía a encararse con nosotros, tan imparable e inquieto como siempre. Chispas, columnas de humo e imágenes seguían combinándose para hacer de aquel concierto algo todavía más especial.

Era ahora Pablo quien se dirigía al público, pidiendo el aplauso para Fernando, uno de los técnicos que no pudo estar allí esa noche, y ni corto ni perezoso, se puso a tocar, junto al batería Rafa Yugueros, unos cuantos fragmentos de grandes clásicos de la historia, desde el Master of Puppets al Highway to Hell, pasando por Crazy Train o Wasted Years. Fue algo curioso, divertido, pero también se notaba que estaban haciendo tiempo. A continuación llegó una de las partes que, a nivel personal, menos me gustaron, pero no por la falta de pasión en los músicos, sino por la selección de temas. Cielo e Infierno, curiosamente la única en sonar de su “Donde el silencio se rompió...” dio paso, sin demasiada repercusión, a Cobarde, su particular grito de guerra contra la violencia de género, en la que Pablo nos regalaba esas impagables caras que siempre pone al ejecutar sus solos, y con la batería de Rafa cabalgando a muerte, e imprimiendo un extra de potencia a la canción original. Coraje, que es una de mis favoritas de toda su carrera, representó todo un reto para Víctor, cuyo fuelle aguantó justito, pero lo mejor, más allá de su maravilloso estribillo, fue sin duda ese punteo inicial de Pablo, cargadito de feeling. Para Siempre, iniciada desde las teclas de Santi, nos dejó algunos evidentes gestos de complicidad entre este y Roberto, y volvieron a pisar el pedal a saco con Huelo el Miedo, que a su vez, volvió a entusiasmar a las masas, acompañada por ese fantástico videoclip dirigido y protagonizado por el gran Christian Gálvez.

No siempre los temas rápidos fueron los grandes vencedores. También la tierna letra y melodía de Devorando el Corazón nos hicieron sentir a tope. Me sonó algo rara la armonía del principio, pero rápidamente se destapó en toda su esencia gracias a las teclas de Santi y la entrega de Pablo con sus cuerdas. También Víctor la disfrutó mucho, al frente, pidiendo palmas y sin parar de agitar la melena. Hasta la misma recta final continuaron dando cancha a temas más actuales, tal como hicieron en su concierto del último Leyendas del Rock, lo que para muchos supuso altibajos de intensidad. Condenado contó también con esos espectaculares dibujos tipo cómic de Miguel Feliu en pantalla, y sobre todo, un importante mensaje en contra del Bullying, y Capitán Lawrence, como era de prever, volvió a poner Las Ventas patas arriba, con mogollón de ‘¡eh, eh!’ desde el gentío. La nieve cayendo tras el cristal de la pantalla, y las gélidas luces en los focos fueron muy apropiadas, aunque la voz de Víctor, ya completamente en caliente, fue lo que más pasiones desató. Bestial esa forma de machacar la batería de Rafa hacia el final. Víctor resumía, en unas breves palabras, el destino de la banda: ‘pase lo que pase, siempre volvemos’, para proseguir con otro de esos himnazos capaces de dejarnos sin voz: Tú Mismo, dando guerra en sus setlist desde que salió aquel añorado “El Sello de los Tiempos”.

Con la tontería, la actuación alcanzaba ya las dos horas, pero los ánimos todavía estaban muy candentes, y ávidos de más temas, sobre todo después de este último… pero Solo Sé, que nos llevó hasta el descanso previo a los bises, no me terminó de encajar ahí. Su letra me parece bastante simplona, aunque tengo que reconocer que su estribillo engancha cosa mala, y los innumerables cánticos que se escuchaban en el aire, me dan la razón. Con los últimos temas, tuve sensaciones encontradas. Por una parte, el frenético ritmo de La maldición del Templario (con introducción incluida) me chocó excesivamente con La Vida en un Beso, pese a ser una gran balada, pero tal vez fuese un contraste intencionado para lo que llegó a continuación. El Guardián de Troya, con la que saltaron chispas (literalmente), nos hizo revivir a lo bestia, dejándonos las gargantas ante la emocionada mirada de Víctor. Para mí, lo mejor fue la interpretación íntegra de esa parte más progresiva, la velocidad de Pablo, y el agudo final del cantante. Liando un desmadre de mil demonios, con la arrolladora Hoy Gano Yo (Warcry en estado puro), nos dijeron adiós tras dos señoras horas y media de concierto, que nos dejaron bien empapados en sudor, a pesar del frío, y sobre todo, extenuados, como si de una maratón de Heavy Metal se tratase. Miles de papelitos dorados caían sobre nuestras melenas justo antes de que abandonásemos el recinto.

Al contrario de lo que me sucedió con Dark Moor, y pese a haber tenido momentos muy sentidos y fogosos, el concierto de Warcry se me hizo un tanto largo e irregular, pero no se puede negar que la banda se vació de pleno, poniendo toda la carne en el asador desde el principio. Tocaron material de todos sus discos, olvidando por completo tan solo “La Quinta Esencia”, y la recepción por parte del público fue extraordinaria, incluso en los temas menos populares, algo que incita a pensar que a los asturianos todavía les quedan muchos años por delante para hacernos disfrutar.

P.D. Las impresionantes fotos de ambos conciertos son obra de mi chica, posiblemente las mejores que nunca se han mostrado en este medio. Podéis ver más en las crónicas publicadas en Conciertos Por Madrid y Heavy Mettle.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Warcry + Dark Moor (Sábado 02-12-2023, Las Ventas, Madrid

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