Volver al lugar me produjo al principio una sensación extraña, nostálgica y de alegría al mismo tiempo. Era el mismo sitio, pero a la vez, no lo era. Sin embargo, no me costó mucho volver a familiarizarme. El portero se mostró amable y simpático a la hora de darme conversación mientras me zampaba el bocata, y también pude compartir un buen puñado de anécdotas con algunos de los asistentes, sobre todo de festivales añejos en los que coincidimos sin conocernos. Muy buena gente. Aparqué rápido y sin problemas (siempre lo he dicho, ese emplazamiento es absolutamente perfecto en todos los sentidos) y en principio, comprobé que mis previsiones de que no iba a ser una noche demasiado multitudinaria… desafortunadamente, se iban a cumplir. Aunque en esta ocasión, alguna excusa había, ya que para esta zona era un fin de semana con muchísimas opciones de conciertos, en Alicante, Caudete, Valencia, Sedaví, Murcia…
Vorago:
Me encontraba terminando de cenar y, puntuales como un reloj (22:30) aparecían en escena Vorago, de quienes ya sonaba esa introducción grabada y, posteriormente, el tema que abriría aquella excelente noche de Metal, ¿Quién soy? Obviamente, estando fuera todavía no puedo dar detalles escénicos, pero sí puedo asegurar una cosa con total certeza: aquello sonó como un puto cañón desde los primeros acordes. Eso era algo que incluso desde la calle se podía adivinar. Guitarras con muchísimo cuerpo, rudas y gruesas, bases apabullantes, volumen muy elevado (más que de costumbre), y unos alaridos de su vocalista, Lillo, que se te metían en el cuerpo. Con estas premisas, no tardé demasiado en colocarme entre las primeras filas para disfrutar cada uno de los siguientes temas del setlist, que si no recuerdo mal, continuaba con Nadie, que ya despertaba algunas sesiones de headbanging entre los asistentes. Lo cierto es que, aunque no había demasiada peña, las vibraciones que se respiraban eran muy positivas, y respecto a la banda, se puede decir otro tanto. Ganas de gustar, ganas de darlo absolutamente todo, y mucha energía a la hora de descargar los temas. Vorago es una jovencísima formación, proveniente de la zona de la Vega Baja que, sin embargo, ya han dado su primer golpe sobre la mesa con su primera grabación, el EP llamado “Tormenta de Arena” que alberga siete cortes de lo más cañero y agresivo. Aunque ellos mismos se definen como una banda Deathcore, yo en su sonido también percibo, casi a partes iguales, mucho Groove en sus riffs, en sus voces, en sus ritmos… Pero sea como sea, lo cierto es que nos ofrecieron un buen aluvión de tralla, de la que siempre es plato de buen gusto.
El público se iba volcando cada vez más con ellos, y la diferencia de asistencia entre este concierto y el de Opera Magna, para mi sorpresa, no fue excesiva, así que tenían todas las de triunfar. Tormenta de Arena, precisamente, fue aquella con la que continuaron el show, que también iba creciendo en temperatura. El sonido continuaba siendo fabuloso, casi intimidante. El batería Joni (por motivos lógicos), y el vocalista Lillo eran la parte más activa del grupo, sudando a tope desde el primer tema pero sin perder el aliento en ningún momento. Poco a poco el resto de los músicos se fueron metiendo en esta dinámica, más concentrados al inicio, y mucho más metidos en el concierto después. Todo se irá fue una de las más tralleras del concierto, con una afinación muy grave y partes más complejas en guitarras y batería que ejecutaron de maravilla, desatándose Lillo por completo, y terminando el tema de rodillas, gritando como un descosido para nuestro deleite. Se tomaron un descansito, en el que su vocalista agradeció el apoyo a la sala, a los del público, y aclamó la calidad de sus anfitriones, Opera Magna. Inmediatamente después, arremetieron con el tema que abre su trabajo, la sorprendente Vuelvo a fracasar, en la que el cantante hizo brillar también tonalidades limpias en su voz, siempre muy apasionado. Y entre cambios de registro y guitarras muy, muy tochas, empuñadas por Álex y David, llegaba otro huracán de riffs potentísimos con Vida o Muerte.
Joni machacaba con rabia su instrumento, esa rabia que fue perfecta para un corte como este, en donde también lucieron a lo grande esos detalles, casi continuos, en las guitarras de David y Álex, magníficas, y visto lo visto, no carentes en absoluto de técnica. Lillo se recorría todo el escenario, haciendo piña con sus compañeros. Hasta el bajo de Marín se escuchaba realmente bien. A través de Lillo, la banda comenzaba a despedirse, pero aún quedaba mucha cera que dar en realidad. Irrumpían, a continuación, con el que es mi tema favorito del disco, la más melódica Nada, que en seguida nos enganchó con su estribillo y nos hizo seguir moviendo el cuello enérgicamente. Pero para energía, aquella de la que demostraba Lillo, cada vez más seguro de sí mismo en el escenario, creyendo en sus temas, y dando buenos alaridos. También hubo novedades que todavía no han visto la luz en formato discográfico, como fue el ejemplo de El orden. Y como decía la letra, el suelo volvió a temblar. Joni mostró en ella una gran destreza y fuerza a la hora de castigar sus parches, sobre todo, fundiendo a tope el doble pedal. David se encargó del solo, y Álex de los poderosos riffs, y en su machacona recta final, también de dar una buena sesión de headbanging. En la siguiente, su último cartucho de la velada, pusieron toda la carne en el asador, Lillo cantó de forma más furiosa e incisiva que nunca, y tanto Marín como Joni bordaron esos constantes y rompedores cambios de ritmo, con breakdowns incluidos, quedándose Lillo sentado al borde del escenario para conectar aún más con nosotros.
No esperamos ni un segundo para ofrecerles una buena ovación, y es que verdaderamente se lo curraron a saco. La sensación predominante fue la de que el grupo gustó mucho, y pese a su todavía corta carrera, supieron mantener un tipo muy firme sobre el escenario, durante toda la actuación, dando lo mejor de cada uno, y por fortuna tanto para ellos como para nosotros, sonando increíblemente compactos y con un gran ‘punch’. Ya tienen un montón de fechas programadas para los próximos meses, así que, si os gusta el Metal moderno y contundente, no dudéis en acercaros a alguna de ellas, porque es una banda que apuesta fuerte por el directo.
Durante el descanso, la gente salió a tomar un poco el aire en aquella templada noche alicantina. Aunque seguíamos sin ser muchos, se respiraban muchísimas ganas de ver en vivo a los Opera Magna, con muchos comentarios a mi alrededor sobre el nuevo disco, y cómo este ha maravillado a sus fans, entre quienes me incluyo.
De hecho, confieso que hacía mucho tiempo que no cogía con tantas ganas un trabajo de Metal nacional. “Heroica” ha sido, sin duda, un paso de gigante en su carrera. Aun siendo su primer LP en 14 años (si obviamos la regrabación en inglés de sus tres EP “El Amor y Otros Demonios” en un solo disco), la espera ha merecido sobradamente la pena… aunque a decir verdad, nunca puse ni la más mínima duda sobre ellos, ya que siempre ha sido una banda en la que he creído ciegamente desde que me dejaran patidifuso con aquel portentoso “El Último Caballero”. Este 2024, ya lo digo, saldrán muy pocos discos en nuestro país que se puedan comparar de igual a igual con este “Heroica”, con el que el gran Enrique Mompó se ha mostrado en un estado de gracia divina a nivel compositivo, permitiéndose al mismo tiempo evolucionar en muchos aspectos. Sin dejar a un lado el Power de corte europeo que siempre les ha caracterizado, y sin perder en absoluto ese sello propio, han ampliado muchísimo el espectro musical, incluyendo más barroquismo, más registros, que van desde la soberbia épica, velocidad y melodías de cortes como ‘El Momento y la Eternidad’ o ‘Que el Amor, la Vida y la Muerte así te Encuentren’, hasta fragmentos de una sensibilidad sobrecogedora, como ‘La Mitad del Cielo’, o mi gran favorita en estas tesituras, ‘Aquello que Importa’ (hacía muchísimo que una balada no me hacía sentir tanto), pasando por regustillos más folk, como la inmensa ‘Volver’ o la no menos flipante ‘Historia’, uno de los grandes HITS del álbum. Además, apuestan por unas letras más elaboradas que nunca, más humanas, más históricas, repletas de poesía y un alma desbordante, que llenan de emoción en ‘La Muerte de un Poeta’ o la propia ‘Heroica’. Sirva esta pequeña crítica de opinión personal, sin duda indigna de un trabajo de tal magnitud y extrema calidad, como prólogo del inolvidable concierto que nos regalaron aquel viernes.
Opera Magna:
Por supuesto, a parte de las ganas que siempre les tengo en directo, esa noche estaba el factor extra de ilusión ante la certera posibilidad de escuchar temas de este nuevo y flamante trabajo. Ante una expectación más que elevada, los músicos subieron al escenario, preparándose a conciencia para el primer tema. Con una base orquestal disparada, Obertura 1985 fue interpretada en riguroso directo, como es costumbre de la banda con sus introducciones, y esa fue la primera de tantas y tantas pruebas fehacientes de que nos encontramos ante músicos de un nivel técnico y un talento que se sale de lo normal. Con Alejandro Penella ocupando el centro del escenario, flanqueado por sus compañeros Francisco Javier Nula y Enrique Mompó, y con el maestro de ceremonias José Broseta ya abordando el escenario con los brazos en el aire, el clamor popular rápidamente fue eclipsado por el primer corte en el que puso su voz, Heroica. Tirando de una base pre-grabada para la orquestación, pero sin sobrepasar los instrumentos, la banda salió a por todas, con un headbanging generalizado, y desarrollando esa magnífica melodía que rápidamente nos cautivó hasta los huesos. Hay que decir que el sonido empezó siendo algo peor que en el anterior grupo, más saturado y algo embarullado, pero afortunadamente, cada cosa no dejó de estar en su sitio, las teclas de Nacho Sánchez Soler dando colorido extra al tema, el bajo de Penella siempre destacando (en sonido, y en su meticulosa técnica) y a la batería, en esta ocasión teníamos al sobradamente reconocido Adrián Perales, una verdadera apisonadora. Broseta empezó muy, pero que muy fuerte en cuanto a agudos, y así continuó con Para Siempre, apoyado por los coros armónicos de Enrique (que también se escuchaban bien), alcanzando unas notas absolutamente demenciales, con las que la gran mayoría de los vocalistas solo pueden soñar, y ya empezó a revelarse como una de las máximas estrellas del concierto.
Enrique y Alejandro, cara a cara, le ponían mucha pasión al asunto, pero todas las miradas se centraban en el pedazo de solo de Javier Nula, que fue otro de los grandes destacados. Aunque si nos ponemos así… en realidad todos ellos lo fueron. En la inmensa mayoría de bandas, siempre existen dos o tres músicos que despuntan claramente respecto al resto. Una de las principales virtudes de Opera Magna recae en que esa diferencia no existe, ya que todos sus componentes, cada uno en su instrumento y sin excepción, son unos verdaderos monstruos del virtuosismo y la técnica, capaces de dejarte con un palmo de narices con tan solo unos minutos de actuación. El Corazón Delator, echando la vista atrás hacia esa obra de arte llamada “Poe”, fue recibida con mucho fervor, tanto arriba como debajo del escenario, y todos nos fuimos acercando un poco más a ellos. Broseta nos dedicó otra lección de impresionante maestría y dominio vocal, clavándola a la perfección, nota por nota, algo que con el nivel que exige el tema, muy pocos vocalistas serían capaces de hacer (por no decir ninguno…), y no solo eso, incluso se permitió lanzar algunos gritos añadidos por la cara, culminándola con unas notas desgarradoras que nos dejaron locos. A la derecha de todos, se encontraba Enrique, a quien siempre es un gustazo ver tocar, al tiempo que despliega toneladas de elegancia y un ‘flow’ deslumbrante sobre el escenario, pasándoselo en grande con el resto de sus compañeros. Seguía ávido de que presentaran temas nuevos, y por suerte, la retahíla de estos continuó con La Muerte de un Poeta, que fue el primer avance que salió de este impresionante “Heroica”.
Espectacular ese inicio de Adrián con las baquetas, los tambores, el doble pedal… velocidad y contundencia que el batería lleva por sello personal, un músico al que he tenido el placer de ver muchas veces en directo con sus otras bandas, como Bloodhunter o los extintos [In Mute], aportando en este caso una fuerza extraordinaria en cada uno de los temas. Penella se erigía en medio del escenario con sus continuos movimientos y su siempre apasionada forma de tocar, y José trató de transmitirnos por todos los medios la emotividad que destila la letra, una letra sobre la injusticia y la perduración del arte. Magnífica, emocionante, y profunda, casi tanto como El Entierro Prematuro, que cayó a continuación, tras una breve presentación y saludos por parte del cantante. Otro ejemplo ideal del impresionante dominio en la ejecución de los tempos, los cambios y las partes más virtuosas, con un alucinante solo de Javier Nula a quien Broseta provocaba para que tocase todavía más rápido… si es que eso es posible, porque estamos ante uno de los guitarristas más veloces y precisos de este país. Tal es el nivel de sus músicos y su calidad, en disco y en vivo, que te podrán gustar más o menos… pero compararles a nivel técnico con cualquier banda del estilo de cuantas tenemos aquí… es casi una injusticia para el resto. Y como dijo precisamente el cantante de Vorago, lo verdaderamente injusto es que una banda de tan exquisitas cualidades, en todos los aspectos, no esté en lo más alto de la historia actual del Metal nacional. Yo, al menos, es algo que siempre he pensado: deberíamos tenerles en un altar. Sin duda, Volver es uno de los puntos álgidos de “Heroica”, uno de los temas en los que más se puede apreciar ese salto evolutivo (y una letra que, por motivos que no vienen a cuento, ha significado muchísimo para mí en los últimos días).
Fue recibida con los brazos abiertos, muchos gritos y alegría en los rostros del público, un temazo descomunal, con mayúsculas, en donde también incluyeron una base disparada, complementando a la perfección los sólidos punteos de Alejandro, o el atronador bombo de Adrián. Broseta tuvo un ligero traspiés con las letras al principio, pero ahí estaban nuestras voces para echarle una mano, y es que fue una de las más coreadas del concierto. Más allá de esto, bordó el tema por todo lo alto, con una afinación perfecta y unos cambios de alturas impecables. Un cantante que jamás decepciona, y jamás da menos del 100%. Tal vez se podría pensar que en esta parte hubo demasiados paroncetes, pero no olvidemos el estratosférico nivel al que cada uno de los músicos interpreta… también necesitan respirar. Lo que sí podría haber tenido más sangre es la gente… que muchas veces se quedaba completamente callada. Sea como sea, la banda no perdió ni un ápice de ilusión ni de ganas. En cada momento se podían ver gestos entre ellos, pasándoselo en grande, miradas y bromas entre Nula y el teclista Nacho Sánchez, varios ‘cara a cara’ entre Mompó y Penella, y Broseta siempre se dirigía a nosotros con mucha simpatía y humor para seguir presentando los temas, como el siguiente, Donde Latía un Corazón, dejándose la piel en cada fragmento y sin dejar de moverse y teatralizar las canciones, mientras por otra parte, ametrallaba esa batería de Adrián en las partes más cañeras, y aplastaba en las más contundentes, que generaron unos cuantos cabeceos entre el respetable. Los coros disparados empastaban muy bien con los de Enrique.
Momento ahora de volver a la tralla más desenfrenada, aquella que fue la tónica dominante en su primer disco “El Último Caballero” de la que provenía la acelerada Tierras de Tormento, otra subida considerable de intensidad en el concierto, cuyos coros Broseta nos dejó a nosotros. Lección soberbia de tapping por parte de Javier Nula, y un solo que compartieron él y su compañero Enrique de forma simultánea, codo con codo, mientras Alejandro también dejaba unas buenas muestras de virtuosismo con esos dibujos rápidos de bajo (¿he dicho alguna vez cuánto me flipa este músico y su forma de tocar? Yo creo que como cien). Un tema que recuperaron no hace tanto en sus directos, y que encaja de lujo con otros más nuevos, como fue el caso de Después de ti, del primer acto de “Del Amor y otros Demonios”, que supuso uno de los paréntesis más melódicos y relajados del concierto. Aun así, Nacho, tras sus teclas, lo vivía a muerte, sin parar de desmelenarse y moverse de un lado a otro, sin abandonar el constante virtuosismo que también es una de sus mejores cualidades. Broseta, por su parte, se lo curró para llevarnos a su terreno, no solo perfeccionando todos y cada uno de los registros del tema, también haciéndonos cantar y ondear las manos, momentos donde la épica lo dominaba todo, culminados por un tremendo alarido final. No estaba seguro de si la tocarían, pero me alegré enormemente cuando presentaron Que el Amor, la Vida y la Muerte así te Encuentren, un tema que enamora a primera escucha, con una de las melodías más brillantes que han compuesto jamás los valencianos, y que claramente, funcionó de fábula en directo. Nula fue quien se encargó de ejecutar esa deliciosa melodía con sus cuerdas, marcándose un fastuoso duelo con su compañero Nacho, mientras Alejandro, que para la ocasión empleó púa (algo poco habitual en él), se crecía más y más, pero siempre completamente inmerso en el show y disfrutando de lo lindo.
Muy buena elección para esta última etapa esa Historia. Otra de las grandes joyas que se han sacado de la manga en este reciente disco, de las que lo engrandecen especialmente. Curiosamente, la melodía principal me trae a la mente a otra de mis grandes bandas nacionales favoritas, como son Dark Moor. Los saltos y los puños en alto, ante tan épica canción, no se hicieron de rogar, y Broseta nos contagió también con esa energía extra, dejándose la melena en cada estrofa. Un tema que me pareció en directo mucho más técnico de lo que me suena en estudio, y que resultó en un fiestón de de puta madre, como era de esperar. Y aunque tras ella los músicos salían silenciosamente del escenario, ni muchos menos habían dicho su última palabra. Para los bises, nos tenían reservados algunas de las composiciones más especiales y celebradas de toda su carrera. Unos breves instantes después, volvían a la palestra, y se situaban todos ellos de cara al batería, para volver a arrancar con fuerza con Por un Corazón de Piedra, que volvió a dejarnos un soberbio duelo entre Javier Nula y Nacho, y un sprint final de agudos que me hicieron abrir los ojos como platos. Impresionante ver cantar a este hombre, su voz es un auténtico prodigio, una bendición de la naturaleza. Casi padece uno más de verle, que él mismo a la hora de tocar esas notas tan sobrehumanas. A veces me pregunto dónde está su límite, porque al menos yo, nunca lo he visto.
Con las teclas de Nacho a toda hostia, llegaba uno de los momentos clave del concierto, al menos para mí, siendo El Pozo y el Péndulo mi tema favorito de la banda hasta día de hoy, y os aseguro que consiguió ponerme, una vez más, los pelos de punta, no solo por la excelsa interpretación vocal (que rayó la perfección a un nivel de locura), sino también por el subidón generalizado que trajo consigo, con todo el mundo viviendo el momento al ritmo del implacable pedal de Adrián y ese llameante solo de Nula, que volvía a deslumbrarnos con su desmesurado talento. Horizontes de Gloria apuntaba ya la recta final del show, pero también a uno de los grandes desmadres de la noche. Puños en alto, voces a tope y con mucha emoción dimos la bienvenida a ese tema tan emblemático de su primera época, infalible, imprescindible en sus directos. El buen rollo entre los músicos seguía patente, y llegaba aquí uno de los momentos estelares de Enrique, que nos deleitó con esa primera parte del solo, continuado por su compañero Nula al que Broseta retaba una y otra vez a acelerar sus ya de por sí mil notas por segundo. Sencillamente, alucinante… qué rotunda superioridad. Y a sabiendas de que iba a ser otra de las grandes triunfadoras, tras despedirse, pusieron la guinda al pastel con La Herida, de su “Poe”. En ella, Broseta se mostró más suelto que nunca, cantando de 10, pero además, apoyando el pie en el monitor, corriendo, luciendo melena, dando bandazos al aire… descargando toda la energía que le quedaba, y Javier Nula, ese mago descomunal de las seis cuerdas, nos brindaba sus últimos trucos a velocidad de vértigo. Un final disfrutadísimo, intenso, grandioso hasta el último segundo, que nos dejó a todos exhaustos, pero enormemente felices por lo soñado y lo vivido (parafraseando a la banda). Encima, a modo de outro, van y nos dejan con sendos temas de Dragon Ball Z sonando. Joder, si es que son grandes hasta para irse.
Sé que tendré ocasión de volver a verles muy pronto, en el Rock Arena, y/o en el Leyendas del Rock… pero todos sabemos que un concierto bajo techo siempre tiene más solera, más temas y duración, otro ambiente, y además, se tiene la ocasión de apoyar a la sala y a la banda de forma más directa. El único punto agridulce que me llevo de la noche es volver a comprobar que en este puto país el talento y la calidad no son factores suficientes a la hora de llenar un concierto (y si encima es en Alicante, ya ni os digo…), pero por otra parte, prefiero quedarme con la sensación de que aquellos que sí estuvimos, lo disfrutamos todo a morir, pudiendo en mi caso escuchar y deleitarme por primera vez con esos temas del “Heroica” en directo, un disco que me ha fascinado hasta cotas impensables.
Y poco más, como realmente fui solo y tampoco encontré a ningún conocido, fue salir por la puerta, coger el coche y arrear de vuelta hacia el pueblo, con los temas del concierto todavía resonando en mis oídos. Solo quiero añadir un agradecimiento a las dos bandas, por darnos tantas alegrías, a la sala por acogerles, y a todos aquellos a quienes conocí a las puertas del garito.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Opera Magna + Vorago (Viernes 24-05-24, Sala Marearock, Alicante)
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