martes, 21 de mayo de 2024

Strangers in the Night (IV Fright Night, Sábado 18/05/2024, Zulu Klub, Aldaia, Valencia)

Hace ya bastantes meses, desde el ya mítico club de los Metal Bats de Valencia venían ‘amenazando’ con liar una buena juerga, promocionando la cuarta edición de uno de sus festivales más queridos, el Fright Night, y no ha habido una sola ocasión en la que no hayan cumplido sus promesas. Al igual que en otras celebraciones pasadas, han vuelto a apostar ya no solo por el Heavy Metal underground, como es la principal seña de identidad de sus filosofía, sino además, por un cartel de lo más variado y amplio en cuanto a tesituras sonoras, para casi todos los gustos y apetencias, recolectando no solo bandas de cosecha valenciana, como los powermetaleros Aasymar (a quienes tuve el placer de ver ya el pasado año), sino también de los alrededores, como los garroteros ilicitanos Public Intoxication, y desde Madrid, mis queridísimos y legendarios Easy Rider como colofón de la noche. Pero probablemente, la gran sorpresa de la noche fue el proyecto internacional Phantom Spell, que me dejaron completamente anonadado por su extrema calidad. Al margen de esto, lo que pueda decir sobre asistencia, ambiente y entrega del público se queda corto. El Zulu Klub (del que posteriormente hablaré más en profundidad, ya que fue mi primera visita a este) presentó un buen lleno, y casi todo el mundo mostró un apoyo y un entusiasmo dignos de elogio. Hacía mucho tiempo que no me encontraba con tantísimas caras conocidas en un concierto, y es que, como digo siempre, Valencia (aunque en este caso en concreto, hablamos de Aldaia), es casi como mi segundo hogar, y siempre se siente uno de lo más arropado y cómodo. Por mi parte, reconozco que es muy lamentable el haber pasado un mes entero sin pisar un garito de conciertos… pero mi situación actual es la que es, y esto es lo que hay.

En esta ocasión, llegué a Aldaia desde Salou, después de 2 horas y media largas de viaje, bastante cansado, pero muy motivado por el festival. No tardé demasiado en encontrarme con buenos colegas, cómo no, ahí estaban al pie del cañón los habituales de casi siempre por estas tierras. Y a pesar de que todavía faltaba bastante rato para que abrieran puertas, la cosa se iba animando a muy buen ritmo.

Ya centrándome en la Zulu Klub, como digo, era la primera vez que me acercaba por allí, así que comento brevemente mis impresiones. El lugar en sí, me parece inmejorable, zona poligonal, alejada del centro y con espacio de sobra para aparcar, lo cual, al menos para mí ya es enorme e impagable aliciente. Como comentaba fuera con mis colegas Enrique y Vanessa, a bote pronto en este sentido recuerda en cierto modo a la malograda Sala Babel de Alicante. Por fuera no está demasiado engalanada, aunque ese es un detalle menor. Al entrar, me encontré con una sala bastante amplia (más bien alargada) y completamente despejada, con un escenario elevado lo justo para una buena visibilidad sin tener que coger tortícolis viendo los conciertos. Hasta aquí genial, un lugar perfecto para conciertos de pequeña / media congregación. Pasamos y nos vendieron / cambiaron la entrada y pusieron el cuño con gran agilidad y simpatía. La organización estuvo bastante bien, a nivel de barra y seguridad, y los horarios, si bien sufrieron retraso, de muy peores cosas se han visto.

No obstante, hubo detalles que no me gustaron un pelo. En ciertos detalles, la sala da cierta sensación de dejadez. Puertas destartaladas, lonas rotas, nula decoración, la parte de la salida muy descuidada… y un pestazo en los baños, sin puertas, y en el mejor de los casos, sin cerradura, que era como para entrar con tres mascarillas a la vez (de hecho, mucha gente me comentó que prefería irse a mear a la calle, lo cual ya dice bastante…). No pocos me avisaron de que en varios de los conciertos a los que habían asistido, además, les hicieron pagar por un cuño para poder salir, y esto es algo por lo que sí que no pienso pasar ni de coña. Afortunadamente no fue el caso de ese sábado. Pero sin duda, lo que más miedo me metió en el cuerpo fueron las numerosas advertencias que recibí de que el sonido tenía bastante papeletas de ser una catástrofe (por su propia experiencia)… pero de esto, ya hablaré sobre la marcha en las crónicas correspondientes. La verdad, siento mucho la parte negativa, porque una sala de esas características siempre es necesaria y bienvenida en las inmediaciones de Valencia, y de hecho, ha albergado ya un buen puñado de eventos de gran calidad. Espero que se pongan las pilas en ciertos aspectos, porque de ser así, podría estar a la altura de las mejores.

Se había cumplido la hora de apertura, pero aun faltaban unos minutos para entrar, formándose una larga (y lenta) cola a la entrada, que sin embargo, se me pasó en un santiamén charlando con tantos colegas con los que me encontré allí. Una vez dentro, y puestos a empezar la jarana con buen pie… ¿por qué no hacerlo a ritmo de buen Power Metal ‘made in la terreta’?

Aasymar:

Afortunadamente, los valencianos no tardaron nada en salir a escena, y en un primer instante, se les veía un pelín nerviosos, pero eso sí, bien cargados de ganas e ilusión hasta los topes, que es lo que realmente importa, y por supuesto, dieron un concierto en consecuencia. Tras el prólogo disparado, que emplearon a modo de intro, saltaron al escenario mostrando su mejor cara, y a golpe de doble pedal y excelentes melodías de guitarra, rompieron el hielo con el tema que abre su disco “Corona de Escamas”, que no es otra que Cadenas del tiempo, acompañados también por las erupciones de humo que salían de los laterales del escenario. Pisando fuerte, poco a poco se fueron desenvolviendo por todo el escenario, aunque con un sonido todavía mejorable, asomando los primeros teclados de Nacho, Porti a la guitarra que se quería comer el escenario desde el minuto uno, y destacando ya una de las novedades en el line up de la banda, como fue la grandísima Soles Colomer (Foxxie), que les acompañó en esta ocasión debido a la falta puntual de su vocalista Juanki, que según sus compañeros, sufría un caso severo de ‘orquestitis’ jeje. Continuaban las buenas melodías, arropándonos con ese sabor arabesco que destilan en Perdido. Tanto Porti como Rubén se hacían los dueños, marcándose este último el solo en primera línea, y colaborando también con esos profundos guturales. Soles, por su parte, se revelaba como una verdadera fiera de escenario, arrodillándose, dando saltos, apoyándose en sus compañeros… y ante todo, cantando como los ángeles con un impresionante torrente de voz, prácticamente perfecta en cualquier registro, y con unas subidas de tono acojonantes al final del corte, al que sucedió, más o menos en la misma onda melódica, Luna de Sangre, una de mis favoritas del disco.

Aquí también hubo lugar para el atrezo, luciendo Soles una espectacular capa que transformó en unas fastuosas alas rojas, y volvimos a escuchar esos guturales de Rubén que engordaron lo suyo el tema. La otra novedad, también puntual, en la formación, era la de Pedro Torres encargándose de la batería, en sustitución de Nájar. Y hay que decir que aun con los pocos días de ensayo, lo hizo fenomenal, aporreando los parches que daba gusto en la siguiente Crónica II: Corona de Escamas, metiendo mucha cera con el doble pedal, y saliendo bien airoso en esos detalles ligeramente progresivos, que son lo que más me mola de este corte. Dejando ya atrás los nervios iniciales, tanto Rubén como Porti se echaron unos bailoteos al son de las teclas de Nacho, lo que ayudó a distender aun más el ambiente. Lástima que el sonido, aunque fue muchísimo mejor que la primera vez que les vi en el Winter Spell Fest del año pasado, no llegara a mayores cotas, porque muchos detalles del disco se perdieron en él. Mientras algunos, como los coros, sí se escucharon claros, en ciertos momentos, la ecualización de ambas guitarras me sonaba un tanto desequilibrada, y concretamente en este último tema, se escucharon algunos acoples bastante fuertes. Además de una cantante extraordinaria, Soles también mostró sus dotes comunicativas, para terminar metiéndose al público en el bolsillo casi sin esfuerzo, simpática, divertida, y enormemente profesional, sin parar quieta ni un segundo en temas como Sentencia, luciéndose a lo grande en los tonos altos y prolongados, demostrando un aguante de quitarse el sombrero. No contentos con ello, esta y Porti descendieron unos momentos del escenario, interpretando este último su solo allí mismo, ataviado con esos brazaletes tan guapos.

También a Nacho se le veía disfrutar tras su instrumento, moviéndose continuamente, cantando a la suya, y de vez en cuando, apoyando en los coros. La parte más inesperada de su show llegó con una versión poco convencional del Días de Verano, de Amaral, muy cañera, con notables arreglos, y con mucha carga de doble bombo en el estribillo, pero manteniendo esa bonita melodía original, además de meter varios fragmentos del Painkiller, en donde Soles nos volvió a dejar con un palmo de narices con su colosal vozarrón. Por supuesto, se sintió como pez en el agua en Purgatorio, que ella misma canta en el disco. Con riffs de Porti y Rubén muy contundentes, guturales por parte de este último, y unas bases perfectamente desarrolladas entre Pedro y Joja al bajo (que se pusieron cara a cara durante unos momentos), dicho tema fue uno de mis favoritos del concierto. Con todo, se habían ganado por derecho propio el favor de su público, que disfrutaba entusiasmado de cada uno de los temas. Como cabía esperar, el gran broche del concierto lo puso la trallera Aasymar, que ya entraba al trapo con guitarras a toda hostia, y una banda al completo dispuesta a dar el resto, al máximo nivel, con esa ‘lluvia de Metal’, en donde aprovecharon para presentar a sus componentes. Porti, a la vista está, se lo pasó de miedo con continuos gestos y ademanes, zurrando también con ganas Pedro sus parches, y por descontado, Soles elevándose vocalmente al nivel de la fuera de serie que es, entre el humo que invadía el escenario por última vez en aquel primer show.

Fueron tan bien recibidos como despedidos, con gritos de ‘Aasymar’ que reclamaban más canciones, mucho calor por parte del público. Cada uno de los temas de ese “Corona de Escamas” nos dejó su impronta. No hay duda de que van cogiendo rodaje sobre el escenario a pasos acelerados, y que se trata de una formación que, con este primer álbum, ya ha dicho, y tendrá mucho más que decir en el futuro.

Salí a respirar algo de aire a la calle aprovechando el cambio, y allí mismo, me encontré con Anna, David, Jose y Carlos, de cuya compañía disfruté enormemente durante prácticamente toda la tarde / noche. Con gente tan acogedora y amable, es un placer todavía mayor asistir a conciertos en los que, ya de por sí, uno sabe que lo va a pasar de putísima madre. Gracias infinitas por ese avituallamiento a base de birras y bocatas.

Avanzaba la jornada, y a pesar de la considerable paliza de coche que me pegué hasta llegar a Aldaia, todavía me encontraba fresco como una rosa. Y si había algún atisbo de cansancio, ya se encargarían los Public Intoxication, la siguiente banda en el horario, de acabar con él. Es algo científicamente demostrado que los de Elche no se andan con chiquitas en sus directos, como podríamos comprobar en unos instantes.

Public Intoxication:

Lástima que nos pillara un poco el toro, ya que llegamos con un pequeño retraso, y nos perdimos el primer tema. Pero nada más cruzar la puerta, ya impactaba sobre nosotros la potente muralla sónica que emergía del escenario. Así, de cortes más melódicos y emperifollados, pasábamos de golpe a registros mucho más cafres y directos al cerebro, como es santo y seña de la formación, que no cesó ni un segundo en su empeño por destruirnos las cervicales y castigarnos los oídos con la más pura violencia sonora. Double Infart fue la primera muestra de ello que presenciamos, y vaya si encendieron rápidamente la mecha de la aniquilación, con pogos incluídos en las primeras filas que iban cogiendo consistencia a medida que caían los temas. Mad Iron Man fue la siguiente, en la que aprecié un sonido un tanto mejorado, aunque todavía con muchas carencias, que en este caso, no eran tan evidentes al ser una música más enfocada a la tralla sin concesiones. La tan personal voz de Arturo quedaba un pelín por debajo de la mezcla, pero obviamente, esto no le frenó en absoluto, desatándose como un animal entre carreras, gritos, patadas al aire, vueltas… Tomaban aire unos instantes, pero tan solo para saludar y presentar el siguiente corte, como sería costumbre en el guitarrista Fran Simón, muy comunicativo y cachondo a lo largo del bolo. Self Knocked continuó con la mandanga de alto standing, con la guitarra del mismo Simón sacando humo, y Arturo desquitándose, desprendiendo energía pura por cada uno de sus poros, y contagiándola irremediablemente al público, una verdadera máquina imparable… aunque sus compañeros tampoco se quedaban precisamente atrás en este sentido.

Solo había que fijarse en Adrián, dejándose la melena en cortes como Hold My Beer (al tiempo que metía también coros, y unos solos de la hostia), o a Miguel Ángel a la batería, ensañándose sobre todo en esas partes más blast y redobles enloquecidos que nos pusieron la sangre a hervir. Lo suyo es el Crossover Thrash desenfrenado, les encanta lo que hacen, y eso se nota, se transmite, además, solo hay que ver la cantidad de conciertos que han dado ya desde su formación en el 2017. Hasta ahora, completaban el primer triplete que abre su último trabajo, ese “Last BrainCell” que ya he tenido el placer de repasarme varias veces, y continuaban dándole protagonismo, concretamente, atronando con Road Rage, a la que los chorros de humo aportaron aún más intensidad visual, abierta con ese salto del bajista David (en la banda desde el pasado año, en sustitución de Kevin), con buenos coros suyos y de Adrián, y una batería realmente mortífera. También viraron hacia algunos de los primeros temas de su carrera, como Antisober/Frenetic piss, destacando aquí las cuerdas de David tanto como sus despatarramientos en medio del escenario, pero también los criminales riffs de Simón. Empalmando temas, con un ritmo tan solo brevemente pausado para presentarlos, continuaban haciéndonos doblar el pescuezo sin piedad con una de mis favoritas, Bacon Golem, y esos 20 segundos de puta locura que son los que dura Hobo Knife, berreada por el incontenible Arturo como si no hubiese un mañana.

Las luces también pusieron ese punto de desenfreno, parpadeando a saco en la más punkarra Nuclear Ambush (de su EP “Antisober/Frenetic Piss”), provocando que los pogos se hicieran todavía más agresivos, incluso en aquellas partes más machaconas donde Adrián y Simón se deleitaban a gusto. No se puede decir que hubiese mucha gente en primera fila, pero desde luego, los que había marcaban la gran diferencia, a base de golpes y empujones, que dieron mucha vidilla al concierto. Los rudos y oscuros punteos de David abrieron otra de las grandes favoritas y deseadas del show, la peligrosa Thrash Police, completamente desbocada, tanto, que algunos coros sonaron algo descoordinados… eso sí, con el desmadre garantizado desde la primera nota. Ya hacia el final, nos obsequiaron con el que es el último tema que han compuesto hasta la fecha, todavía no registrado, llamado Ritual, y valga decirlo, toda una sorpresa que se aleja bastante de la tendencia de su estilo, con un sonido mucho más pesado, oscuro y desacelerado, más metalera, con un pesadísimo doble bombo y, sobre todo, con voces guturales de principio a fin por parte de Arturo, que a estas alturas continuaba pletórico de energías y aguante vocal. Para decirnos adiós de la mejor forma, trepanaron por última vez nuestros tímpanos con el tema homónimo que cierra su LP, Last BrainCell. Las guitarras a toda hostia abrieron para la vorágine final, y para hacer el momento aún más especial, se unió a ellos Kevin, su anterior bajista (si no me equivoco) a pegar unos gritos, lo que junto a la densa atmósfera que liberaron con los últimos riffs, convirtieron el final en un auténtico infierno.

Sinceramente, a pesar de que no es mi rollo predilecto, tal avalancha de frenesí rítmico, tanta intensidad, hizo que el concierto se me quedase muy corto. La carrera de estos chavales va viento en popa, a base de esfuerzo y de superar todas las adversidades que se les han puesto por delante, y no podría alegrarme más por ellos. Su demoledor directo es su mejor carta de presentación, sus dos trabajos son pura velocidad desenfrenada para amantes de los sonidos más agresivos y descarnados, y ojo, que ya están inmersos en la faena de un tercer trabajo, que si no cambia la cosa, será en formato EP.

Continué encontrándome a un puñado de buenos colegas en los momentos de descanso, tantos, que seguro que si hago un listado se me olvida alguien, y no quisiera que eso pase. Pero siempre es un placer enorme compartir conciertos con mi gran amigo Popi, el incombustible Vicent, mi compañero en Rafa Basa el sr. Alejandro Alapont, los siempre encantadores Porti y Doria, Carlos y su infinita sabiduría musical, los omnipresentes Diego y Juani… toda una fauna de buena gente que ilumina todavía más esas noches tan especiales.

Pero para momento especial, lo que vino a continuación. Phantom Spell es el proyecto más personal de Kyle McNeill, más conocido, entre otras ocupaciones, por ser el vocalista y guitarrista de la banda Seven Sisters, que ya nos han visitado en alguna ocasión (una de ellas poco antes de la puta pandemia, también de la mano de los Metal Bats). Un músico inquieto, experimental, infinitamente creativo, para quien la música no tiene límites, y con esta su nueva banda, nos lo dejó bien claro en un concierto que resultó ser, sin lugar a dudas, uno de los más íntimos e inmersivos que he tenido el privilegio de ver en lo que va de año. Lo que vais a leer a continuación fue vivir la música, en el sentido más estricto de la expresión, tanto por parte de la banda, como al menos por la mía. Una experiencia tan musical como sensorial, en todos los aspectos.

Phantom Spell:

Me aseguré de volver a la sala con la suficiente antelación como para no perderme un solo segundo del concierto. Sin duda, era una banda que había suscitado grandes expectativas, a tenor de la concurrida asistencia que reunieron. Una propuesta musical que escapa a la gran mayoría de esquemas tradicionales (lo cual, ya de por sí, ya es gran aliciente) y para remate, con una formación auténticamente estelar, una súperbanda local con lo más granado del panorama de nuestra zona, para que nadie vaya a poner en duda que tenemos músicos de primerísimo nivel. Ramón Romero a las teclas, Josevi Aldeguer con las baquetas, Miguel Moreno al bajo, y José Soler a las seis cuerdas completan este line up de puro lujo.

Una breve introducción, calmada y oscura, nos ponía en contexto de lo que íbamos a disfrutar con los cinco sentidos, a la que proseguiría Dawn of Mind, el corte que abre su único LP hasta la fecha, el soberbio “Immortal’s Requiem”, que me ha cautivado hasta los huesos, tanto como lo hizo aquella primera interpretación. Desde las armonías de guitarra iniciales y sus maravillosas progresiones, hasta las increíbles partes atmosféricas de este temazo de más de 8 minutos, pasando por esa súbita elevación rítmica… todo fue absolutamente clavado, rozando la perfección, ejecutado con muchísimo sentimiento, con los tempos impecablemente medidos… una gozada que llenó de magia el ya de por sí fabuloso ambiente que se vivía en la Zulu Klub aquella noche. En su música encuentro infinidad de influencias, desde los Opeth más contemporáneos hasta los primeros Iron Maiden, desde Thin Lizzy hasta Nazareth, pero sobre todo, bebe abundantemente del Hard Rock progresivo de mediados de los 70 para ofrecernos una amalgama brutal en cuanto a melodías y flujos rítmicos casi imposibles. De momento, ni siquiera hubo un respiro, ya que empalmaron directamente con Up The Tower, con esa melodía inicial que me trae a la cabeza (otro ejemplo de eclecticismo) a algunos fragmentos de Riot. Kyle nos dio una muestra espectacular de versatilidad vocal, dando las notas más altas con mucha entereza, y extasiantes armonías de cuerdas, junto a su compañero José Soler, ambos compenetrados y entusiasmados a partes iguales, acercándose y apoyándose entre ellos. El sonido, aunque no fue del todo malo, tampoco fue el mejor, pero no porque los instrumentos sonasen mal, sino porque no creo que la ecualización fuese la más idónea para una banda de estas características.

Para mi gusto, la distorsión era excesiva, y por ejemplo, el bajo de Miguel sonaba demasiado duro y metálico. De todas formas, como digo, no fue nada que empañara las sensaciones generales, ni esas partes más etéreas. El inicio de Dragon’s Dream fue una de ellas, con los teclados de Romero creando una ambientación casi atmosférica, profunda y subyugante. Os confieso que flipé con este músico. Su forma de tocar, su velocidad, la cantidad de registros y recursos que demostró… para mí, fue una de las grandes estrellas del concierto. Todos y cada uno de los constantes cambios de cadencia y virguerías técnicas fueron de auténtico libro, siempre secundadas por una base rítmica… sencillamente insuperable, formada nada menos que por Miguel Moreno (Chantrice, Witchtower…), uno de los bajistas con más técnica y actitud que se pueden ver sobre un escenario, y José Vicente Aldeguer de War Dogs, Chantrice, Whisper, Gölgoth… una verdadera fuerza creativa sin límites, compositor, multiinstrumentista, y un salvavidas para cualquiera que cuente con sus baquetas. ¡Poca broma! Kyle, mostrándose siempre muy cercano, nos hablaba en casi perfecto castellano (para mi sorpresa), y nos decía estar muy contento por ser esta su primera vez en Valencia con sus Phantom Spell. Pero todavía quedaba mucho por sentir y disfrutar. Seven Sided Mirror, con su apertura progresiva, trajo consigo alguna de las mejores partes interpretadas por el gran Ramón Romero (como digo, una de las mayores revelaciones para mí en cuanto a músicos), teclas cambiantes, casi hipnóticas, que creaban un aura genuina entre el resto de los instrumentos, impecables, y desde el punto de vista del público, uno de los temas más coreados, ante el rostro de satisfacción de McNeill, que para variar, cantó de fábula.

Donde más esencia Thin Lizzy / Gary Moore percibo es concretamente en Keep on Running, y en su magnífica melodía, también cantada a viva voz por muchos de los asistentes. La coreografía que se marcaron entre Kyle, Miguel y José, terminó con estos dos últimos de rodillas en el suelo, a derecha e izquierda del genio McNeill, justo antes de que entrara otra de las grandes estrellas de la noche en forma de canción, Palantiri, que se puede escuchar en el compartido que Phantom Spell y Wytch Hazel han sacado hace nada. Toda una delicia de principio a fin. Una vez más, José y Kyle se lucieron con esas etéreas armonías de guitarra, acompañadas por la fuerte presencia del teclado de Ramón (y sus coros), y bordada por el espléndido solo ejecutado por el frontman. Aunque fue una de las más cañeras de la noche, tampoco careció de esa aura mística, a lo que contribuyeron también las columnas de humo del escenario. Y más delicatesen musical, ahora con la pieza instrumental llamada Black Spire Curse. Miguel, que en ningún momento dejó de estar perfectamente acompasado con su compañero José Vicente, se mostró especialmente inquieto en ella, dando botes, acercándose al público, de un lado a otro, dejándose llevar por la música al 100% y elaborando unos dibujos magníficos con sus cuerdas. Otra ejecución impecable que nos dejó absortos, para dar el punto y final del show con Blood Becomes Sand, para mí, ideal. Un compendio de sus mejores registros a la que la luz verde del escenario vino que ni pintada. Kyle volvió a mostrar su mejor versión en el tema vocal, puro terciopelo, muy emocionante, y me llamó la curiosidad que Ramón pasase, concretamente en esta, a su segundo teclado. Potentísimo ese final, con ese monstruo de las baquetas que es Josevi Aldeguer martilleando en sus parches, con mil y un detalles entre medias. Inmediatamente tras concluir, saltaron mil ovaciones desde el respetable, justa despedida para un trabajo, más que brillante, cegador.

Uno de esos conciertos tan sembrado de calidad, tanto a nivel de temas como respecto al súper equipo que forman sus músicos, que uno no sabe a qué o a quién atender. A pesar de que en un principio se trata de un sonido muy particular que puede no gustar a todo el mundo, no hay duda de que en Aldaia salieron por la puerta grande, mientras no cesábamos en nuestro empeño de pedirles algún otro tema que, por limitaciones de tiempo, no llegó.

Salimos a echar el último trago, entre charlas musicales y divertidas anécdotas, pero con el reloj siempre presente. En la calle hacía ya un fresquito considerable, y aunque por otra parte me encontraba muy a gusto con la peña, no llevaba nada de abrigo, y pronto me volví para la sala, a hacer la última visita a los nauseabundos baños, y a coger una buena posición, algo que no fue muy difícil porque había mucha menos gente en esos momentos.

De no ser por la presencia en el cartel de los madrileños, que pusieron el broche de oro, el de Phantom Spell habría sido, para mi gusto, y por muchos motivos, el mejor concierto del festival… pero Easy Rider son mucho Easy Rider, y para el que suscribe, son una de las mejores bandas de Heavy Metal patrio de todos los tiempos, y mi principal motivo para estar allí aquella noche. No son nada fáciles de ver por esta zona (de hecho, he leído que hacía 22 años que no tocaban en la provincia de Valencia), y su carrera ha tenido muchos altibajos, casi siempre por causas ajenas, y aunque han tenido varias épocas en stand by, tampoco han desfallecido ante las dificultades ni a los cambios. Más de 30 años apostando por el Heavy Metal más clásico les avalan, y después de haber estado frente a ellos unas cuantas veces ya, me resultaba imposible pensar que fuesen a decepcionar a nadie en esta ocasión.

Easy Rider:

Así pues, algo cansado ya, pero pletórico de ganas, esperaba con nervios el disparo de salida, que no fue otra que uno de sus buques insignia, Lord of the Storm, todo un añadido a la ya de por sí enorme alegría por volver a verles dándolo todo sobre un escenario, y esto último es algo que hicieron desde el primer minuto de actuación. Mientras Dess iba cargando ese cañón de voz que posee, saltaban a la vista los gestos de compañerismo entre los músicos, acercándose unos a otros e intercambiando gestos. La portada del “Perfecta Creación” en el panel de fondo fue otro detalle de agradecer, aunque seguidamente, saltaban a uno de mis discos favoritos, el “Regeneration”, del que, por desgracia, solamente sonaría esa poderosa No Room in Hell, que ya poco a poco fue levantando los ánimos entre el público, y congregando a más gente entre las primeras filas, que se batía el cuello al contundente ritmo llevado por el batería Jose Roldán (también en Nocturnia) y el bajista José A. Villanueva, quien se acercaba al borde del escenario con gran aplomo para lucir ese chulísimo bajo de cinco cuerdas. El sonido, para seguir con la tónica de la noche… distaba bastante de ser perfecto. Mientras que los temas comenzaban sonando bastante definidos, terminaban por saturarse y emborronarse demasiado al llevar un rato sonando. Posiblemente debido a ello, aprovecharon para dedicarnos unas palabras, por medio de la guapísima Dess, mientras se solventaban ciertos problemillas técnicos, comentándonos acerca del merchan y agradeciendo el calor que les estábamos dando.

Y con un sonido efectivamente mejorado, reanudaron la tralla con el primer tema de la noche de cuantos formarán parte de su inminente “Maniphesto”, concretamente, con Paralysis. De hecho, sonó avasalladoramente potente, directa al cuello, con unas guitarras eléctricas y pesadas que retumbaban en nuestros tímpanos a volumen bastante alto. Dess, que se iba creciendo más y más, no dudaba en recorrerse de punta a punta el escenario, cantando cada vez mejor y dando rienda suelta a sus excelencias vocales, dominando a voluntad tanto tonos más graves como agudos bastante elevados y sostenidos, tal como dejó ver en la siguiente Changes. También ella se acercaba a sus compañeros, apoyándose en unos y otros, arrodillándose, moviéndose con insinuación, y tirando de gestos para acompañar los temas. Para mí, es una auténtica joya de vocalista, a la que también acompañaron Dani Castellanos y José Villanueva con unos notables coros. Sin duda, una de las piezas absolutamente clave en Easy Rider es el guitarrista Javier Villanueva, solista y fundador de la banda, a quien admiro especialmente. No solamente tiene una enorme presencia sobre el escenario, no solo es un guitarra virtuosísimo, muy veloz y preciso, sino que además, me transmite a raudales. Como muestra, los fulgurantes solos que se marcó en esta última y en la siguiente, Maniphesto, donde contaron sobre el escenario con alguien que grabó ese fragmento de la actuación. Dess no dejaba de ir a más, tanto en su faceta escénica como vocal, soltándose unos gritos de aúpa, impresionantes. Tal vez no sea la mejor comunicadora entre temas, pero de simpatía y saber estar, va sobrada.

Tanto Javier como su compañero Daniel fueron protagonistas en Visions, sacándole partido a ese punto gritón en sus instrumentos, juntándose ente ellos, compartiendo punteos y armonías… ahí hay mucha clase y talento, no cabe duda. Continuaron a tope con Evilution, que incluyó una pequeña introducción disparada, luciéndose en esos cambios y arranques el batería J. Roldán, que tampoco se quedó atrás precisamente en cuanto a calidad. El baladón Tiempo fue la única cantada en español del setlist (perteneciente a su “Perfecta Creación”, obviamente), y en ella, Dess consiguió emocionarnos con sus líricas más suaves entre los arpegios de guitarra, poniendo toda la pasión del mundo, y empezando el tema arrodillada para mayor emotividad, pero también alcanzando unas notas desgarradoras. Para crear contraste y recuperar ritmo, la emprendieron a continuación con ese auténtico trueno de Heavy Metal llamado Seven, de su “Lord of the Storm” (el mayor protagonista en el set), con unos solos absolutamente flipantes por parte de Javier, que se movía hasta la parte delantera para deleitarnos de primera mano con esa velocidad increíble, tanto como la actitud que mostraba Daniel, a quién se veía muy cómodo y metido en el show. Incluso se marcaron unas coreografías con sus instrumentos, y nos hicieron cantar varias veces los coros a capela. A pesar de que la sala no estaba hasta los topes en este último concierto, la respuesta a cada gesto de la vocalista fue, en verdad, muy positiva. Esta se movía ahora al ritmo cadencioso de Serpents, insinuante, misteriosa, y cantando de maravilla, con un aguante envidiable en las notas largas. José Villanueva, pie sobre el monitor, nos miraba satisfecho, metiéndole a sus cuerdas con mucha entrega, y a veces, cambiando posiciones con Daniel.

Tema tras tema, Dess nos comentaba alguna anécdota sobre los temas, y en el caso de The Deal, trata sobre hacer un pacto con el Diablo. También formará parte del próximo disco (que espero con ansias), y a buen seguro, será uno de los cortes más rápidos y afilados, pura tralla sin concesiones perfecta para el directo, sobre todo a estas alturas, para impedir que cayese la intensidad. Para mí, llegaron a continuación los cortes menos esperados del show, así que sorpresa al canto. En la primera de ellas, Babylon the Great, Daniel castigaba su instrumento de lo lindo, zarandeándolo y tocando con muchísima energía, al contundente ritmo marcado por la batería, y entre esos magníficos detalles de bajo de José, que se lo pasaba en grande, sonrientes ambos, con su hermano Javier. La segunda, también de su “Evilution”, fue The New Jerusalem, originalmente grabada por el recordado Eugenio Garañeda, pero revisada en su EP del 2021 “Metamorphosis”, y tengo que decir que esta nueva versión me gusta mucho más que la primigenia. Disfrutamos a muerte hasta el final, reluciendo especialmente, en mi opinión, el trabajo del gran Javier Villanueva, que bordó cada riff y cada nota del solo con una clase y un virtuosismo gigantescos.

Cuando los músicos salieron del escenario, nos empanamos durante unos segundos hasta que el batería nos animó a pedir más temas, a lo que reaccionamos en seguida. Por lo visto, el tío continuaba con una buena reserva de energías, a raíz de su actuación en el primero de los bises, Savage Rage, toda una apisonadora que machacó parches, bombo y platos como un poseso. En realidad, ninguno de ellos parecía cansado, de hecho, con muchos humos volvían a entrar Daniel y José A., combinándose para unos buenos coros, acompañando a Dess, que clavó hasta la última nota, incluyendo ese último y sobrecogedor agudo. El envite final había llegado, y no podía ser con otro tema que no fuese aquel que llevó su música hasta las grandes masas. Vampire Prelude, con arpegios y la deliciosa voz de Dess planeando sobre ellos, me pusieron los pelos como escarpias, anticipo a una erupción adrenalínica al comenzar esas primeras notas de la bestial, BESTIAL Stranger. Aquí, como era de esperar, toda la sala dio un paso adelante y se dejó el cuello frente al escenario. Ese momentazo de los cuatro músicos en línea, mientras Javier y Dani se curraban el solo, fue uno de los mejores que me llevaré de aquella noche, pero también la descomunal interpretación de Dess, que respetó todos y cada uno de los tonos (con la dificultad que ello conlleva).

Nos hicieron cantar, nos hicieron enloquecer con el headbanging al son de uno de los mayores himnos que se han escrito nunca en nuestro Heavy Metal, y con el bajista ya de rodillas, mástil en alto, cosecharon todos los aplausos y reverencias que se habían ganado a pulso, echándose con nosotros la última foto, y saludando a todos sus seguidores antes de desaparecer por última vez del escenario. Dicho todo esto, ya solo me queda desear que no tarden otros 20 y pico años en volver por estas tierras, donde les demostramos con pruebas fehacientes que también son queridos.

Para terminar esta crónica, que bastante chapa os he dado ya, volver a agradecer a todos aquellos que, en un momento u otro, de una manera o de otra, formaron parte de esa noche tan guapa, de aquel fiestón de puta madre que nos pegamos a ritmo de Heavy Metal, y por supuesto, y como siempre, a la asociación de los Metal Bats por darnos continuamente alegrías como esta.

¡Nos leemos en breve!

P.D. Todas las fotos presentes en esta crónica son obra y cesión de Anna. ¡Muchas gracias!

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Fright Night IV (Aasymar + Public Intoxication + Phantom Spell + Easy Rider), Sábado 18/05/2024, Zulu Klub, Aldaia, Valencia

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