Indudablemente, un cartel underground casi de manual, una noche en la que, como siempre, no faltaron a la cita los habituales de por la zona en este tipo de eventos (aunque parece que por allí hay más apetencia por el extremo), y entre todos logramos una asistencia bastante respetable, con un ambiente, como suele ser habitual, en el que todos nos sentimos muy a gusto. Un placer encontrarme por allí con mis colegas Tere y Lluïsa, mis queridos Juanmi y Héctor, y sus majísimos colegas, Adrián (que tuvo su pequeño momento de protagonismo en uno de los shows jeje) y sobre todo, gozar de la compañía de mi colega Kurro.
Zunz
La traca empezó con varios minutos de retraso, no demasiados, afortunadamente, puesto que los bolos en el Morgul tienen costumbre de arrancar a una hora ya de por sí bastante tardía. Y lo hizo de la mano del power trío Zunz, que visitaban el garito desde Alzira, concretamente, ya por tercera vez. Tan solo había escuchado algunos temas sueltos de los EP que han editado hasta el momento, y por un lado me daba cierto reparo hasta qué punto iba a poder tolerar su faceta más electrónica, pero por otro, he de decir que también me picaba la curiosidad. Una banda muy joven pero creativamente inquieta, con unos cuantos conciertos ya de rodaje a sus espaldas, que demostraron que lo suyo va muy en firme. Se lanzaron al ruedo concentrados en lo suyo, ignorando la todavía discreta congregación, y dispuestos a ir a por todas. Y lo hicieron echando la vista atrás hasta su primer lanzamiento, el EP “Tales from the Space” (un título muy apropiado para su música, creedme), del que sonaron los dos primeros cortes, Estación 43, y El Impostor, a un volumen bastante elevado y con un impacto que gustó y desconcertó a partes casi iguales. Reconozco que durante estos primeros compases, la gran carga industrial de su sonido, con samples y bases pregrabadas se me hizo bastante cuesta arriba, al no estar nada familiarizado con este rollo. Pero al igual que digo esto, también sé reconocer la calidad cuando la tengo delante de mis narices, y cada uno de sus tres componentes la demostró con creces ya de primeras. La bestial pegada de su batería Sergio, cada vez castigando con más saña su instrumento conforme caían los temas, la gran entrega de Borja a la guitarra, y la gran actitud del bajista Santi, no eran para tomárselas a broma.
Una movida distinta, con bases muy estridentes, y unas cuerdas recargadas de fuzz hasta los topes, con matices de stoner, sludge, post-rock, incluso algunas partes que me supieron ligeramente a noise. También nos presentaron algunos temas inéditos que todavía no han editado, como fue el caso de la siguiente Pilgrim, con bajos muy dinámicos, cortes, y cambios de ritmo resaltados, a la que siguió la tortuosa Sintético (con ese regustillo noise en algunas partes del que hablo). Muy guapos esos juegos de platos por parte de Sergio, que también era el encargado de controlar las bases disparadas que complementan los temas de la banda, y no menos estimulantes esos punteos tan rápidos de guitarra. Sergio continuaba flipándome cada vez más: pegada, velocidad y mucha soltura tras su instrumento, un flow tremendo que volvió a demostrar en cortes como la versión que se marcaron de The Prodigy, la conocidísima Smack My Bitch Up (muy fiel a la original, con un extra de suciedad en el sonido), y el single que vio la luz hace aproximadamente un año, Dr. Serizawa. En esta última, parecía que el batería iba a salir corriendo de su instrumento, tal era su empeño. Tras esta última sesión, tan machacona y con buenos dibujos de bajo, Nalik Nog cobró presencia, con una pequeña introducción incluida. Sus parones y arranques fueron magníficamente ejecutados por una banda 100% coordinada en todo momento, que no perdía una sola nota ni dejaba de moverse, aun con el escaso espacio del que disponían. Me costó, la verdad, pero solamente por la calidad y los detalles de sus músicos, conseguí a estas alturas ya meterme de lleno en el concierto. Unos entraban del garito, otros salían, el público se iba renovando, pero siempre tuvieron ahí su pequeña legión de espectadores.
Otro sample, si cabe más surrealista que las anteriores, acompañaba la interpretación de otro de los temas nuevos que presentaron, Moloch. Ese inicio guitarrero, con un sonido pantanoso, engorrinado y ciertamente setentero, con esas voces inquietantes dando alaridos, concluyeron en el primer aplauso que les dedicamos. Y no porque no mereciesen más, sino porque iban a gatillo, empalmando tema tras tema, sin perder un solo segundo, enlazando Sergio las bases que servían de colchón a cada corte. Space Vamp es uno de los que más me ha gustado. Borja no se cortaba a la hora de encorvarse mientras metía sus rápidos punteos, bien sincronizado con su compañero Santi, y también Sergio pisaba el acelerador con la batería en esa parte frenética. Virtuosos (más de lo que imaginé al escuchar su música en disco), y muy inquietos, no daban tregua en el escenario al movimiento constante, destacando en Arbeit el guitarrista Borja, que alardeaba de lo lindo mientras tocaba punteos tapándose los ojos con el brazo, o experimentaba pisando las cuerdas con la palma de su mano, como sucedió en Deckard. Sergio por su parte, sudaba la camiseta a más no poder, metiendo tralla a sus parches, con un empeño digno de admirar. Tras otra sesión de aplausos, APX-03, corte de su último EP “Electric Sheeps” (editado hace solo unas semanas, y que tocaron enterito en este último tramo), nos llevó al final de su concierto con una base cercana al drum and bass, no sin antes dejar varios sonidos acoplados para ‘deleite’ de nuestros tímpanos. Pero esto no duró demasiado, porque tras los gritos de ‘otra, otra’ que les proferimos, volvieron al escenario, y además con un fiestón de la hostia, con otro cover, esta vez de los míticos Ministry: N.W.O. El divertido final estuvo protagonizado por mi colega Adri, que se subió al escenario con ellos para tocarse unos punteos a la velocidad de la luz, como la puta máquina de las cuatro cuerdas que es.
Como la gran mayoría, salimos fuera a respirar un poco (el ambiente se carga mucho allí dentro cuando llevas un buen rato), y a charlar entre los colegas que nos habíamos juntado allí, esperando a la segunda sesión de la noche. Parecía que el fresquito de cuando llegamos había amainado un poco, y se estaba de puta madre en la calle, además, sentados y bien anchos. Esperaba que no tardasen mucho en comenzar, primero porque no quería llegar a las tantas a casa, y segundo, porque Double Horse es una banda a la que llevo años queriendo ver en directo (en principio, quería ir al Doom Orange Fest 24, pero por desgracia lo tuve que recortar de mi agenda). Cuando por fin, rondando las 2:00 estaban ya a punto de darle cera, nos hicimos con un buen sitio para disfrutarles.
Double Horse:
Tras unos breves minutos dedicados a probar sonido (y lo que se escuchaba, era bastante bueno, para tratarse del Morgul), iniciaron su particular viaje por los oscuros infiernos del Doom Metal, al que llevarían de la mano a un público bastante más numeroso que sus compañeros de cartel. Al igual que Zunz, venían con un nuevo trabajo bajo el brazo, llamado “Diablerie”, y estaban ansiosos por presentárnoslo. Esto se plasmó rápidamente en el escenario. La siempre lúgubre iluminación del garito le vino que ni pintada al primer corte, Last House on the Left, que ya nos ofreció una cadencia bien pantanosa y áspera, con mucho wah en las guitarras de Pablo, y que Fran al bajo aprovechaba para meter los primeros cabezazos. Por fortuna (algo que llegué a dudar), también hubo espacio en el escenario para Víctor y sus teclados, sin los cuales, la ambientación no hubiese sido ni de lejos lo mismo. Abría ahora Guille con sus baquetas para Blind Dead, a quien pronto se acompasaron los restantes músicos. Excelente trabajo, con una pegada notable, contratiempos, cortes rítmicos, y compaginando muy bien su labor de batería con la de vocalista. La primera línea de ataque, formada por Fran y Pablo, fue una auténtica muralla sónica durante todo el show, sin duda, una de las parejas protagonistas de la velada, doblegando el lomo a cada riff. En el primer tramo del concierto, los acoples fueron bastante molestos entre tema y tema, algo que por suerte se solventó. Lo que realmente no me gustó fue el tratamiento de la voz, que quedó durante todo el concierto muy por debajo del resto de instrumentos, haciendo casi imposible captar las letras o tonos, algo que me fastidió especialmente en Castle Crypt, que ostenta una de las mejores melodías vocales que han escrito, con los ecos incluidos, que aunque a malas penas, sí se llegaban a percibir.
Cambios de nuevo muy bien medidos, acelerones y mucha solidez en las bases rítmicas, con un solo brillante de Pablo a mástil alzado. También se escucharon de perlas esos momentos en los que destacaba el bajo de Fran, como en la citada Castle Crypt o la siguiente Lady Bathory, uno de los grandes mejor paridos del “Diablerie”, bien engalanado también con las bases de teclado de Víctor, y otro solo muy apasionado de Pablo, que no dejaba de venirse arriba exponencialmente, saliéndose incluso del escenario para mezclarse con el público. De hecho, sus guitarras sonaron especialmente bien durante este tema, cruda, chirriante, sucia y muy contundente. La decadencia del tramo final, que nos obligó a castigar las cervicales, enlazó con Rotting Corpses, con una no menos machacona batería, esas poses de Fran, y Pablo que se encaraba con Guille mientras tocaba su solo. La gente, a pesar de la densa atmósfera y pasajes de locura mental, se iba animando y metiendo en el concierto a cada tema que caía. Lo de presentar el “Diablerie” fue algo que Double Horse se tomaron al pie de la letra, tocando todos y cada uno de los seis temas en riguroso orden del disco, y definitivamente, fue una auténtica embestida, que culminó con Lucifer’s Child, precedida esta por una pequeña introducción disparada. La sincronía sobre el escenario continuaba brillando con luz propia, con mucho movimiento, y gran pasión por lo que hacen, pero especialmente, la de Fran y Pablo, que atraían la mayor parte de la atención por su inquebrantable actitud. Terminado el “Diablerie”, fueron directos a Highlands, un temazo que salió solamente, si no me equivoco, en formato single. Unos bajos muy virtuosos en su inicio nos transportaron por todo tipo de fragmentos y sensaciones, desde las más oscuras y asfixiantes, hasta las más frenéticas, con esos acelerones.
Guille, al tiempo que se esforzaba en clavar las voces, le metía con mucha rabia a su instrumento, haciendo estallar los platos, al tiempo que Fran se despatarraba al borde del escenario. También destacó el curro del batería, y bastante, en All of Them (tema que cierra su disco “The Great Old Ones” como bonus track), con sus redobles tan potentes y ese espectacular final en el que se comportó como una bestia tras los parches. Un verdadero crack que por cierto, también canta y toca la guitarra en Bloody Crom, a quienes tuve el placer de ver hace algunos años en Valencia. Esta fue otra, también, en la que me encantó cómo sonaron las cuerdas. Y en este punto se acabó, supuestamente, su repertorio. Pero la gente estaba disfrutando mucho de ellos (yo personalmente, lo hice a piñón) y no les dejaría largarse por las buenas, pidiendo obstinadamente otro tema. Así que se volvieron a cargar los instrumentos, y nos dejaron todo un regalo como esa Prince of Valaquia, de su primera maqueta. Se nota que volvieron con ganas, a raíz del constante headbanging de Fran y Pablo nada más arrancar. Víctor, que también se lo pasaba de miedo tras su teclado, intercalaba constantes detalles que enriquecían mucho el tema, y en seguida nos contagiaron esa energía, sobre todo con esos trozos bastante rápidos, que Guille cantó con mucha alma (al menos, lo poco que me llegó). Tampoco esta vez les dejamos terminar, y como arremetida final, interpretaron un tema llamado Green Demon, en donde Pablo volvió a meterse en la zona del público, sin abandonar su énfasis. El final, denso y cavernoso, nos volvió a hacer crujirnos el cuello, con una ambientación sublime y mortecina a la que contribuían los arreglos de Víctor. Toda la parte instrumental transmitió un gran feeling, haciendo de la pesadez y la reiteración un verdadero arte, especialmente, ese final maravillosamente ultra ralentizado.
Buenísimos esos Double Horse, y otra espinita a nivel underground que me quité con su concierto. Con todo, muy contento de la noche, había salido todo a pedir de boca. Sonido bastante bueno en líneas generales, asistencia decente, mucha entrega y calidad por parte de ambas bandas, un buen circulito de colegas y algo importante para mí, tal como están las cosas, totalmente gratis. El pescao estaba ya vendido, pero aun nos quedamos un ratito ganseando a las puertas de la sala, antes de despedirnos de la peña y encauzar la vuelta a casa.
P.D. Gràcies a Tere i a Lluïsa per les fotos!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Double Horse + Zunz (Viernes 31-05-24, Pub Morgul, Caudete)
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