Aunque es un bar realmente pequeño para celebrar un concierto, también es cierto que los Leather Boys se adaptan a cualquier circunstancia que se les venga encima. No hace falta más que leer su libro, Fairy Tales from the Underground, para conocer las barbaridades y locuras que han tenido que perpetrar con tal de dar algunos de sus conciertos más ‘históricos’. En León se les quiere, en el Babylon se les adora, y a pesar que volveríamos a estar como sardinas en lata, aquello tenía una pinta como para no perdérselo ni borracho. Era una hora difícil, pero sabían de antemano que tendrían allí a su público más fiel. Nosotros llegamos sobre las 12:30 para asegurarnos el acceso. Esperamos aproximadamente media hora, y al fin se nos abrieron las puertas del pub, pero la banda tardaría todavía unos minutos en asaltar el lugar.
Cuando sonaba ya la susodicha introducción, aparecían sobre el escenario Leather Sex, Leather Rose, Triple L, Dirty Duke y Leather Skelter, con calma, con mucho cachondeo, vestidos para matar y, como no podía ser de otra forma, con el morro siempre por delante. De hecho, ni siquiera contaban con el equipo de la batería al completo, faltándoles algunos platos. Pero eso no les frenó lo más mínimo, y estallaron con la frenética velocidad de Rebirth. No sé hasta qué punto calentarían antes de saltar a escena, pero la sincronía entre los músicos ya fue notable desde el primer tema, incluyendo esas miradas constantes entre el bajista Triple L y Dirty Duke, este último reincorporado a la banda desde hace relativamente poco tras su hiato por paternidad. Rápidamente saludaba Sex a todo el mundo, y continuaban al trapo con Pandemic Messiah, dándole marcha Leather Rose a su aro. Leather Sex fue inquietándose cada vez más, lanzando coros por su micro, colocado a 45 grados. Underground es una de mis favoritas, y tampoco podía faltar en el setlist. Decibelios a porrillo y alma punk en ese solo de guitarra ardiente, y en el encomiable aguante de la voz de Rose, siendo esta una de las más complicadas para él. Al fin les pasaban los platos que les faltaban, cortesía de la gente de Torque (a quienes tuvimos el privilegio de ver actuar el año pasado por estas fechas), y homenajeando a Dio, y a ese dulce néctar que es el vino, incluyeron a continuación Aphrodisiac Grape, resaltando la potencia en la guitarra de Dirty Duke, pero sobre todo, en la de Leather Sex, que sonaba realmente gruesa.
Todos los músicos batieron el cuello al unísono durante casi todo el tema, enfatizando la energía y pasión que siempre le echan al asunto. Con un buen alarido por parte de Rose, arrancaba Decade of Decadence, de su segundo trabajo homónimo. Muy bien esos coros a medias entre Sex, Triple L y Duke, y también esas baterías ultra revolucionadas de Leather Skelter, a quien se veía muy inmerso en el show. Tan solo unos temas, y ya nos estaban haciendo sudar de lo lindo. Pero todavía nos quedaba mucho que cantar y bailar, y poco descanso nos daban, empalmando la anterior con otra de mis grandes favoritas, Don’t Cheat on Me. Siguiendo los compases de Skelter con nuestras palmas, animábamos en todo lo posible a la banda, y el mismo Sex se acercó a nosotros para regalarnos unos riffs en toda la cara. Seguidamente, llegó el único momento en que se pusieron relativamente serios para interpretar Fly Free (Blacksmith), más relajada, en la que aproveché para saludar a ese gran sabio del Rock y el Metal como es Txema Bustillo, que se encargó, entre otras cosas, de hacer fotos a la banda. Como es natural, el tema fue interpretado por un feeling tremendo por parte de Leather Sex, quien escribió el tema en memoria de su señor padre, destacando sus punteos, su actitud, y el hecho de que terminara el tema de rodillas. Dirty Duke ha vuelto con ganas, y se mostró muy centrado en todo momento, pero también apasionado, coordinándose muy bien con su compañero Javier (Triple L), siempre mano a mano. Volvieron a pisarle al pedal con Flower Power, tras la cual, Leather Sex nos lanzó unas cuantas de sus ‘perlas’ en uno de sus habituales discursos, tan descacharrantes y viperinos, con los que algún día voy a palmar de risa (y es que en ellos, no se salva ni Cristo).
El concierto llevaba un ritmo de aúpa, y Sixes & Sevens puso el toque más marcadamente setentero hasta el momento. Rose volvía a servirse de su aro, Sex y Duke metían unos coros muy guapos, y en general, el tema fue culpable de subir el nivel de buen rollo con ese tono tan festivo. El guitarrista y líder nos contaba otra historia de lo más divertida e inverosímil sobre un amigo y una casa de putas, inspiración, supongo, para Lord of the Whores, que también exudó 70s a borbotones en sus guitarras. Aprovechaban, por supuesto, para presentar su libro a quien no lo conociera todavía (hacedme caso, es una lectura imprescindible), recordando también el resto de material disponible en el puesto de merchandising. Y con el mismo título que el susodicho libro, le metían ahora con muchas ganas a Fairy Tales from the Underground, un trallazo de la hostia, adrenalínico a más no poder, que nos elevó el pulso a 100. Incluso a Rose se le quedó pequeño el escenario, y bajó al suelo a pavonearse con más soltura. La siguiente, antes de ponerse todos a bailar sobre las tablas, la dedicó Sex a su pareja, y no fue otra que St. Mary’s Dance. No les hizo falta exigirnos mucho para tenernos a todos ahí, cantando con todas nuestras fuerzas, y hasta nos hicieron agacharnos a todos para, en esa parte bien cargada de wah, dar el subidón. El fin acelerado a cargo de Skelter nos puso muy calientes, y desembocó en Leather Gunner, un auténtico tiro entre ceja y ceja, como Sex nos dijo, era como estar viendo a los Motorhead más maqueteros.
Cuando se avecinaba otro desternillante discurso por parte de Leather Sex, y con toda la pachorra del mundo, Triple L y Leather Skelter abandonaron el escenario, para dar un respiro y tomar algo en la barra. ¡Sin prisas, eh! Mientras tanto, Rose y Sex se marcaron algunas versiones codo con codo que, bueno… digamos que fueron bastante reguleras pero muy divertidas, correspondiendo al Wings de Tyketto, y al Hot Cherie de Danny Spanos en versión Hardline. Después vino una de las grandes sorpresas de la actuación. En ese mismo formato, y con un sonido más acústico, entonaron Salvación, ese tema en castellano tan extremadamente bonito que compusieron durante la puta pandemia, y que se aleja bastante de su estilo guarrote y distorsionado. Si os digo la verdad, me llegó al alma. Ya iba siendo hora de que Skelter y Triple L se realistaran al grupo para la matraca final, que fue de órdago, comenzando por la hímnica Born in the 70´s. Junto a ellos, volvió también la suciedad en las guitarras, los gritos y las baterías contundentes. El vocalista nos invitaba a cantar las dos notas del estribillo, y vaya si le hicimos caso, encarándose frente a frente con su compañero Sex sin dejar de meter caña. Ya hartos de las limitaciones del escenario, y para terminar dando el cante por todo lo alto, Rose y Sex bajaron y empezaron a coquetear con el público, provocándonos, incitándonos al desmadre, y en un último arrebato de chulería desbordada, tirándose por el suelo y acabando uno encima del otro mientras las guitarras entonaban sus últimos rugidos. Al menos, esta vez Leather Sex no se dejó los cuernos subiendo y cayéndose de la barra, jeje.
La verdad es que nos lo hicieron pasar de locura. Los temazos, las improvisaciones, y sobre todo, su descomunal e imparable actitud, son de las que te meten el fuego en el cuerpo. Las tripas empezaban a quejarse ya seriamente. Debían ser ya las 3 y pico de la tarde, pero no quise marcharme de allí sin felicitar efusivamente a cuantos músicos pude, y charlar un último ratillo con el gran Txema (aunque nunca lo suficiente). Pero antes de dar por finalizada esta crónica, y por última vez hasta que tenga el placer de estar de nuevo frente a ellos, quiero que les dediquéis conmigo, gritando bien fuerte y con el puño en alto, ese himno predestinado a sonar por los siglos de los siglos ¡LEATHER BOYS, QUÉ HIJOPUTA SOIS!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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