
El Pub Dublín llenaba otra noche más de la localidad costera de Gandía con una buena sesión de Rock’n’Roll. Dicho así, parece que servidor sea asiduo del lugar, y lo cierto es que lo sigo desde hace bastante tiempo por su larga trayectoria y su inquebrantable ritmo a la hora de presentar actuaciones en vivo, con predilección por el Rock. El fin de semana pasado, por ejemplo, descargaron allí los valencianos Foursome Artifacts, una banda que me encanta desde sus inicios. Sin embargo, no fue hasta este mismo viernes cuando, al fin, conocí en persona el susodicho garito. La ocasión lo merecía sobradamente, y la razón de peso se llamaba The Sleeping Circus. Perfilando ya las primeras demos en 2023, no fue hasta el año siguiente cuando la banda tomó su identidad definitiva. Desde entonces, los catalanes han ido a por todas, ya de primeras, con el lanzamiento varios singles, y por fin, de su primer disco en marzo de este mismo año. Y he de decir, con total rotundidad, que su escucha ha sido una de las sorpresas más refrescantes y agradables, y uno de los mejores trabajos nacionales que he disfrutado en lo que va de año. Claro que… aunque estemos hablando de una formación novel, sus músicos llevan ya unos cuantos años de recorrido a sus espaldas, empezando por Eddie Alpuente y Ian Altarriba, sus dos fundadores y compositores principales, que han entremezclado sus influencias, y su enorme talento, para crear un cóctel verdaderamente explosivo de southern rock con todo tipo de dejes y matices que incluyen el blues, el soul, o el country rock, todo ello con un acabado muy personal y un aura sencillamente irresistible. Con el disco ya reventado, estaba impaciente por poder verles en vivo, y esta fecha de Gandía me lo puso a huevo.
El proceso de grabación fue toda una odisea, pero al final ha dado frutos, y muy jugosos. Han sido ya casi una decena de conciertos, incluido aquel de su presentación en la mítica Razzmatazz de Barcelona, lo que para una banda de tan reciente creación, no es hablar de cualquier tontería. En ellos han demostrado su valía, y el hecho de que están preparados y dispuestos para pisar fuerte. He de confesar que tenía unas expectativas muy elevadas tras los meses que he estado devorando el disco, pero el señor bolazo que dieron hace dos noches en el Pub Dublín, las superó a muchos niveles.
No todo fueron alegrías aquella tarde / noche, ni mucho menos. A parte de circunstancias de mi entorno, que no vienen a cuento, nada más llegar al bar tuvimos un buen chasco. Tras saludar a mi colega Eddie, y tener el gustazo de conocer en persona a sus compañeros de banda, nos enteramos de que era muy probable que el concierto no se celebrase. Las brutales lluvias de la semana pasada, que afectaron de pleno aquella zona, habían causado graves problemas en el cuadro eléctrico del garito, y el suministro era bastante inestable. Fue una gran decepción, ya no por el viaje que hicimos, sino por no poder verles tocar con las ganas que les tenía. Pero finalmente, apareció el dueño para proponer a la banda tocar mientras la electricidad aguantase, algo que no se pararon a pensar ni medio segundo. Aparte de aquel subidón, la compañía de la que me rodeé aquella noche fue fantástica, con mi chica, y mi gran amigo Masero, con el que fue un privilegio contar, ya que hacía siglos que no compartía un concierto después de tantos y tantos vividos mano a mano.
Fue dicho y hecho. Casi antes de que nos diésemos cuenta, ya estábamos allí, unos encima del escenario, y otros abajo, esperando a que comenzase esa juerga que ya casi habíamos dado por perdida. Una rápida mirada entre ellos, y las notas oscilantes y prolongadas de Eddie Alpuente a la guitarra iniciaban el primer tema de la noche, un auténtico bombazo llamado Red Chevy Corvette que ha resultado ser una de mis grandes favoritas del disco, una apuesta muy fuerte para subir la temperatura de golpe. A pesar de los limitados medios del local, el sonido era más que aceptable. Los dibujos de Jaume ‘Jack’ Perna al bajo, la batería de Samu Gonzo, la portentosa voz de Ian Altarriba… todo estaba en su sitio, sin toda la claridad que hubiésemos deseado, pero con mucha pegada y el volumen necesario. El entusiasmado solo de Eddie, y esos temblores de Ian eran un claro indicativo de que la pasión se iba desbordando por segundos. Y la gente, respondió de maravilla. Llegaba Horses, como segundo tema, en donde el vocalista se cargaba a hombros, por primera vez, su guitarra acústica, parte fundamental del sonido. El inicio entre este último y Eddie fue otra muestra del exquisito gusto musical que persigue la banda, toneladas de feeling, alimentada por esos enérgicos punteos de Jaume y las variaciones, tanto rítmicas, como en el sonido de las guitarras, que Eddie manejaba incansable a través de su pedalera.
El compositor y guitarrista nos iba a dedicar unas palabras, pero pronto cambió esa idea por la de ir a toda castaña… por lo que pudiese pasar. Lo cierto es que lo estábamos pasando tan bien, que casi nos habíamos olvidado de la amenaza de un posible e inminente apagón. El pequeño escenario empezaba a sacar humo por la intensidad con la que los músicos se hacían cada vez más dueños de él, y con Open Road prosiguió aquella recta inicial que nos iba cautivando más y más, esta vez con muchos detalles en las cuerdas de Juan Cruz ‘Johnny’, y la fuerza que la batería de Samu iba tomando a medida que avanzaba la canción. Los bajos, y los coros de Eddie se erigieron como parte imprescindible de ella. Y lo de Ian, solo decir que, con todo respeto a los grandes músicos que le rodean… es para darle de comer aparte, y no solo me refiero a nivel escénico. El timbre, el tono, y el color de su voz me parecen algo impresionante, verdaderamente extraordinario, con una fluidez y una naturalidad acojonantes, y una forma de cantar hasta los topes de sentimiento que a mí, personalmente, me sedujo hasta la médula desde la primera vez que la escuché. Sin él, temazos como Away Away nunca podrían haber tenido esa calidez tan íntima y a la vez, con ese espíritu tan desbordante.
Y además, en ella lució una de sus mejores interpretaciones de la noche, especialmente, en ese final que me puso los pelos de punta, alejándose del micro, y vaciándose con todos sus recursos. Pura alma setentera, como lo es la de la mayoría de las composiciones del disco, incluida Find Myself Again, el segundo single que liberaron. Ahí vimos muy sueltos a Juan y a Jaume, formando un equipo de la hostia, muy coordinados tanto en lo musical como en lo físico. Con su refrescante ritmo, y trabajada melodía, los coros de Eddie brillaron con luz propia, empastando en perfecta armonía con la voz de Ian. El eléctrico solo de Eddie, con el que cada vez se acercaba más al público, también le hizo ganar muchísimos enteros, dando paso a la primera versión de la noche, Give Me One Reason, de Tracii Chapman. No la conocía, sinceramente, pero fue todo un puntazo, animando en gran medida a la peña a echarse unos bailes, mientras Ian cargaba, pose tras pose, espasmo tras espasmo, con el soporte de su micro, creciéndose sobre el escenario a pasos gigantes. Hippies, de vuelta a su “The Sleeping Circus”, tuvo un sabor puramente rock’n’roll / blues, profundamente sureño, y marca de la casa. Otro de mis temas favoritos del disco, y uno de los que mejor representa su esencia. Clase y virtuosismo se fusionaron en ella, con Eddie ostentando esos vibrantes solos, Jaume punteando cada vez con más aplomo (con movimiento perpetuo), y Juan metiendo detalles a cada cual más disfrutable. De momento, todo rodaba como la seda.
El sonido continuaba siendo bastante equilibrado para las condiciones del sitio, y ni un solo corte que nos pudiese aguar la fiesta. La gran diferencia con el inicio fue el ánimo de los asistentes, mucho más subido. Con tres guitarras sobre el escenario, saltaba Cruel Visions. Ian, a quien claramente se le quedaba pequeño el espacio, mostraba un flow y un dinamismo que nos dejaba pasmados, era todo pura naturalidad en él, y su actuación, otra vez de 10, haciendo destacar esos preciosos registros rasgados que no pueden dejar de recordarme a los mismísimos Bon Scott, Glenn Hughes o Ozzy Osbourne, seguramente tres importantes influencias. Si en disco ya me resultó fascinante, en directo se ha ganado en mí a un fan acérrimo e incondicional. Pero también el gran Eddie hizo sus pinitos al micro, demostrando también un talento nato en Alness Station. Esta vez ganaban esos dejes más country-rock, con un rollazo descomunal, y sencillamente no podíamos dejar de mover el pie al ritmo marcado entre Samu Gonzo y Jaume Perna. Ian, como poseído por la propia música, se dejaba llevar por la pasión en cada nota en cada movimiento. No es descabellado pensar, por determinados matices, que The Eagles también pueden ser una gran influencia para la banda, y precisamente de Already Gone tuvimos un cover, magistralmente llevado al directo. Si bien el solo de Eddie fue de lo más espectacular y entregado, la batería de Samu acabó dominando la parte final, montando un escándalo ensordecedor que elevó el frenesí generalizado.
Sin embargo fue en War Pigs, su sentido homenaje hacia el Dios del Heavy Metal Ozzy, donde el músico alcanzó la cúspide. Una actuación que, especialmente en su última recta, nos dejó con un palmo de narices por su contundencia, rapidez y precisión. La gente se mostró muy colaborativa en ella, dando palmas, acompañando con voces a Ian que, como ya imaginaba, posee un registro perfecto para este tema. Con You, Stranger, el tema que cierra “The Sleeping Circus”, se despidieron de su público, agradeciendo el calor que les brindamos. Un tema muy bonito, tranquilo y profundo a tres guitarras, con una coordinación total entre ellos, y con excelentes coros, tanto por parte de Samu como de Eddie. Ian volvió a revelarse como un auténtico diamante en bruto, improvisando líneas y añadidos, cantando con una fluidez todavía mayor que en el disco, y sintiendo cada compás. Iba a ser el adiós, pero tras la sincera ovación que les dedicamos, todavía nos regalaron un bis, una fantástica y acalorada versión del Honky Tonk Woman de los Stones, en la que además, nos pidieron retirar las mesas para incitarnos al desmelene. Ahora los bailes copaban la sala, Ian y Eddie salían del escenario para pasearse entre nosotros, y una vez de vuelta, el guitarrista nos flipó con un último solo, tirando de pasión al límite, elevando el mástil de su instrumento y arqueándose, actitud impecable y sobradamente conocida para todos los que le seguimos, cerrando un concierto que nos dejó a todos encandilados.
The Sleeping Circus es manjar para oídos sibaritas, y no puedo dejar de recomendar su escucha. Ver a músicos más bien jóvenes practicar un estilo tan personal, con un rollo tan auténtico y esencia añeja, le renuevan a uno las esperanzas de que no todo está perdido, ni mucho menos, en el Rock clásico, y más habiendo músicos de su nivel, que siguen tirando del carro con tal entusiasmo y calidad. Ojalá, tal como comentaron, vuelvan por estos lares, porque no puedo esperar para poder volver a verles. Al mismo tiempo, les deseo el mayor de los éxitos, que haya muchos conciertos y discos por delante, porque se lo merecen.
Tras despedirnos, emprendimos la vuelta a casa, que se hizo muy rápida y entretenida, dejando atrás una noche de Rock’n’Roll que estuvo a punto de no ser, pero que acabó resultando de lo más redonda. Brindemos por muchas más como esta.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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