
Ahora sí que sí, y malditas las ganas que tenía de decir esto… ¡¡AL FIN llegó el Lion Rock Fest 2025!! Por una parte, daba la sensación de que fuese hace dos días cuando, con gran tristeza, abandonábamos mirando atrás el recinto que tantos momentazos de jolgorio y desenfreno nos había dado en aquella segunda edición, pero por otra, la impaciencia hizo que los últimos días antes de la llegada de tan imprescindible fecha pasasen demasiado lentos. Mientras los festivales generalistas cada vez me dejan más frío e indiferente, apostando siempre por el mismo A B C de siempre (salvo honrosas excepciones), mi creciente pasión por el Hard Rock y los estilos más melódicos, año tras año, hacen que citas tan exclusivamente dedicadas a ellos como esta representen un auténtico tesoro. Junto al nuevo Rock the Sun, esta era sin duda la ocasión más esperada del 2025, y con la casa ya reservada desde hace muchos meses, y una cuadrilla tan de puta madre para compartir el fin de semana, las ganas eran ya casi incontenibles. Me da igual que tenga que recorrerme 1500 kilómetros en más de 14 horas (entre ida y vuelta), porque sé que voy a ser inmensamente feliz nada más poner un pie en la ciudad de León, que lleva ya tres años convirtiéndose en ese templo de la melodía que tan bien cuida a los fans de estos sonidos. Un fin de semana absolutamente increíble y casi perfecto desde el principio (bueno, quitando el viaje, que nos dio bastante por saco), con conciertos previos al festival tan inolvidables como el de Jolly Joker o el de WildHärd. Poco más se podía pedir, y ahora sí, es momento de ponernos al turrón con lo que fue el gran festival, el plato fuerte, la principal razón de tanto kilómetro y expectación.


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